-Narrador Omnisciente-
— Y así. Ladybug logró derrotar a otro villano más. Protegiendo a París de las garras de sus enemigos, y de ChatNoir. —Anunció Nadja Chamack.
El camarógrafo de chaqueta roja enfocó a la heroína, ella sonreía agitando su mano a los civiles a su alrededor.
(...)
" — Oh, debo irme.
— ¡Espera, Ladybug!-
La grabación se detuvo justo en el momento donde la azabache mostraba sus pendientes con tres puntos en ellos. Aquel hombre de cabellera blanca frunció el ceño, observando una y otra vez la imagen.
¿De dónde conocía aquellos pendientes?
Buscaba en su mente a la chica tras la máscara. Sin obtener resultado, apagó el gran televisor. Recordando aquella vez cuando Ladybug lo protegió, o por lo menos intentó, de su Akumatizado "Simón Dice". Muy cerca estaba de ellos, el cómo acercó su mano peligrosamente a esos prodigios tan anhelados, lo enfurecía en lo absoluto. ¡Debió retirárselos!
¡En ese instante!
¡Sin un Akuma!
¡Sin tanto drama!
Aún si su identidad fuera revelada, no importaría ya. Ahora mismo sería el hombre más poderoso ¡Tendría el poder absoluto! Y aquel dichoso milagro que promete el libro de los Miraculous.
Un milagro, desconocido por todos, por su Kwami, incluso por él.
¿Qué es lo que desea en realidad Gabriel Agreste?
(...)
Pesadilla. Sólo era eso ¿Verdad?
Wayzz abandonó su caja con la publicidad de ChatNoir. Repasando cada suceso con detenimiento.
¿La identidad de Ladybug ha sido revelada?
Aquel hombre mayor de estatura pequeña, mejor conocido como el Maestro Fu, yacía reposando en el suelo, sentado como indio, al mismo que sus ojos cerrados se encontraban, meditando aquel nudo extraño que se formaba en su estómago debido a un mal presentimiento.
Hace ya varios días que una horrible serpiente surcaba las entrañas de el Maestro. Y eso no lo tranquilizaba, la preocupación lo comía vivo al pensar en el Kwami de la destrucción.
¿Podrá seguir esa lucha?
Los Akumas llegan a ser peligrosos, un ejemplo sería el joven Nathaniel, quien fue transformado en Evillustrador. Si ChatNoir no hubiera aparecido aquel día estropeando el hermoso ambiente entre él y su amada, HawkMonth habría tomado el control de su cuerpo, para que "dejase de perder el tiempo", y conducirlo en busca de el verdadero objetivo de el corrompido. Los prodigios. En teoría, llegar a perder tu propio cuerpo, el cual es un arma destructiva, por un pequeño insecto cargado de negatividad, es lo peor que le pudiera suceder a una persona.
Y Plagg no era la excepción.
— ¡Maestro, Maestro! —Exclamaba la pequeña tortuga irrumpiendo en el salón.
Éste suspiro, intentando que la mala vibra lo dejase y poder mover sus músculos sin estar tensos. Con los ojos entrecerrados, y rostro serio, habló.
— ¿Qué sucede, Wayzz?
_ ¡Maestro, he soñado con Ladybug! Creo que su identidad ha sido revelada. —Respondió.
— ¿Y a quién a sido? —Cuestionó mientras dejaba el suelo, apoyándose en su bastón.
— Una mujer mayor, creo que se conocen.
— ¿Sólo a ella?
— Y hay alguien que también lo conseguirá. Tiene el Miraculous perdido.
— ¿El broche de Pavoreal? Mph, ese prodigio lleva perdido años, no creo que aparezca.
— Dijo lo mismo con el de mariposa, y vea como está la situación ya —Regañó.—. Creo que, ya es hora de ir en busca de un portador para el Miraculous de el zorro.
— No, Wayzz. Aún no —Pronunció.—. Primero debemos hablar de nuevo con la jovencita que porta el prodigio de la suerte.
— ¿Cómo la irá a llamar, Maestro? —Cuestionó volando a su alrededor.
— Ella vendrá a mí. Como lo hizo la primera vez. Ahora, es tiempo de hojear ese libro. —Argumentó.
Abriendo un pequeño escondite, de el cual procedió a sacar aquella enciclopedia de los prodigios. Acarició el lomo un poco empolvado, delineó el contorno de cada hoja con las yemas de sus arrugados dedos, saboreando cada palabra con sus ojos caídos. Wayzz lo observaba, decaído por los sucesos desafortunados que han sucedido después de el "robo de ChatNoir". Esto, para el Kwami, no sería fácil.
(...)
— Eso ha sido todo por hoy, ¿verdad Marinette? —Suspiró la ojos cielo menor reposando en el almohadón de el sofá, con galleta en mano.
— Aún no, Tikki. Debo terminar la tarea que nos ha encargado Miss Bustier. —Respondió. Lanzándose a la silla, la cual dio giros hasta topar contra el escritorio.
— Debes ser más organizada, sin un compañero, las peleas no serán tan rápidas como antes. —Recomendó. Tan consejera como siempre.
— Ya te lo he dicho, Tikki. Hay veces que no puedo ser Marinette y ser Ladybug al mismo tiempo. —El lápiz táctil resbalaba con velocidad sobre la pantalla de su Tablet. Demostrando lo apurada que estaba por terminar su trabajo.
— En el libro no venía nada de esto. —Soltó la Kwami.
— ¿A qué te refieres?
— A que no recuerdo haber leído alguna parte sobre un prodigio akumatizado.
— ¿Leíste el libro? —Por primera vez en la conversación, Marinette volteó a verla.
— Hace siglos, ya no recuerdo mucho. Ahora el Maestro lo tiene.
— Debí hojearlo antes. Tal vez tiene la solución. —Susurró pensando en su compañero.
Compañero. Era lo que necesitaba. O no. Necesitaba a ChatNoir. Tenía que admitirlo, pero su orgullo nunca la dejaría. No hasta que la situación esté más complicada de lo habitual ¿Podría llegar a complicarse más? Reemplazar es fácil, el que la persona sea igual que la anterior no sobra. Y es que él siempre estuvo ahí, para ella, con los brazos abiertos, pero eso quedó atrás. Aquel recuerdo de ellos dos, juntos, como equipo, peleando contra el mal, se ve borroso tras un grueso cristal imposible de romper.
Enemigos.
Una agria y dulce palabra es lo que describe su amistad ahora.
Y de pronto, todo era silencio en la habitación. Las dos féminas yacen en sus pensamientos, sin algún indicio de querer salir.
La ojos cielo mayor dirigió su mirar a la Kwami que reposaba frente a ella. Alguna vez debió tener un compañero de batallas, todas las Ladybug debieron tener. Puede que esto haya pasado anteriormente, tenía 1 de 10 posibilidades.
— ¿Tu tuviste compañero, Tikki? —Habló. Rompiendo la burbuja donde estaban encerradas.
—Una sonrisa nostálgica delineó su boca.— Lo tuve.
La azabache había acertado, en ese momento, Tikki no dejaba de pensar en el gato de ojos verdes representador de la mala suerte. La última vez que sintió su energía fue en la batalla con El Mimo. Tenía que saber si estaba bien, y solo una persona lo sabía, además de su portador desconocido.
— ..Ti...k...Tikki. —Llamaba su portadora. La cual se sentó a su lado, esperando que ésta contestase su pregunta.
— Perdón, no te escuché, ¿qué decías? —Cuestionó viendo un punto invisible en el suelo.
— ¿Cómo era él? —Su forma de ser, era lo que más extrañaba.
— Creído, molesto, y de chistes malos. —Rió.
— Igual a ChatNoir —Comparó.— ¿Cuál era su nombre?
— Plagg, se llamaba Plagg.
— Y él... ¿es como tú? ¿Un Kwami?
— Lo es. Y me preocupa, Marinette. Necesito saber cómo está ante todo esto. —Exclamó.
— ¿Qué puedo hacer para saberlo? —Preguntó. Si la carmín caía en preocupación, podría llegar a enfermarse, y es algo que no debería volver a suceder.
— Tenemos que ir con él, de nuevo.
Decidida. Observó las reacciones de su portadora.
Marinette ya sabía a quién se refería, e ir con él guardián de los Miraculous le ayudaría mucho en saber cómo arreglar el problema. Sonrió, al mismo que asentía, demostrando que confirmaba la visita ya esperada de el Maestro Fu.
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