"El Poder De La Creación. El Poder De La Destrucción. (MLB)" Frustration (2/2).

-Narrador Omnisciente-

Los aplausos y festejos no se hicieron esperar, toda París celebraba otro día salvado por la gran Ladybug, la heroína con el poder de la creación y la habilidad de purificar el mal. La "mujer perfecta". Sonreía ampliamente, sabiendo que era mentira, estaba cansada, dolida, pero no quería demostrarlo frente a las cámaras, donde casi medio mundo le veía, ella quería que vieran su lado fuerte, invencible, aquel que la verdadera Marinette no tiene. Tomó el yo-yo entre sus manos para desplegarlo e irse de el lugar.

— ¡Ladybug! —Gritó una voz fúrica.

Por el rabillo del ojo notó un báculo alargado, propiciándole un golpe al costado y regresando sus pies al suelo. La multitud gritó despavorida. Se incorporó de un salto, abriendo sus ojos ante la persona frente a ella.

— ChatNoir. —Susurró.

— Esto aún no termina, bicho —Rió engreído. Asegurando.—. Tu miraculous será mío.

La figura de una mariposa contorneada apareció en su rostro. Y es que Marinette había olvidado que su enemigo felino solo estaba poseído, aunque parecía ayudar a los corrompidos por puro gusto, sólo era otro inocente que necesitaba ser purificado.

«ChatNoir, estás listo para tu enfrentamiento. El haber peleado a lado de cada Akuma debió enseñarte estrategias y trucos nuevos, es hora de demostrar el verdadero poder de la destrucción.»

Hablaba HawkMonth en la mente de el rubio. Lo tenía dominado, aquel sentimiento de soledad, tristeza, se adueñó por completo de su corazón, quería de nuevo a su madre, y que su padre esté orgulloso de él, deseaba tener una familia, otra vez. Si Ladybug salvaba a las personas de aquellos horribles sentimientos, ¿por qué nunca lo salvo a él? Él, quien le demostró su amor, que moriría por ella, que nada lo iluminaba más que su basta presencia, la verdadera razón por la cual era el héroe de París cada día, le dolía, todo aquello, despreciado, abandonado en cualquier lugar, siempre fue así.

Ladybug estaba estática, esperando el primer movimiento de él ojos neón, obteniendo solo el aire sacudiendo sus despeinados cabellos como el Sol. ¿Enserio peleará con ese gato?

«BEEP»

Sus pendientes, tenía cuatro minutos, el miedo la cegaba y le llenaba de dudas. Peleaba con los corrompidos, siempre evitando a ChatNoir, no quería lastimarle, seguía siendo alguien a quien quería, a quien necesitaba de nuevo a su lado.
Cruzó sus brazos en forma de X protegiendo su rostro, puesto que ChatNoir por fin hizo su primer movimiento con velocidad y báculo en mano, ponían fuerza empujándose uno a uno, Ladybug sentía como el arma metálica dejaba marca en sus antebrazos, el objeto mencionado fue retirado y regresado con rapidez, quedando la azabache sujeta de la punta, lo alargó, restregándola por los establecimientos a su alrededor, hasta zafarse y caer al suelo. Ella dolorida, tosió fuertemente, llevando una de sus manos enguantadas a su boca, para volverse a incorporar.

«BEEP»

Joder. El tiempo se agotaba. Él rubio caminaba tranquilo a su lugar, viendo ansiosamente la desesperación de Ladybug, o más bien...

La chica bajo la máscara.

¿Quién será?

— ¡Se que no quieres hacer esto! —Gritó la azabache, parando su andar.

— Tu no sabes lo que quiero. —Respondió molesto.

— ¡Respetaste mi identidad aún en los momentos más comprometedores! ¿Por qué?

La respuesta a esa pregunta la tuvo en la punta de la lengua, siempre, pero ahora no valía la pena. Quién diría que se tendría que orillar a la fémina a tal suceso para poder saber quién es realmente.

— ¡Porque te amé, Ladybug! —Gritó. Ella abrió los ojos, sorprendida.— ¡Desde la primera vez, tu eras mi luz roja en esta oscuridad! Sin embargo, aquella se extinguió —Susurró. Sus guantes negros eran apretados con ira, marcándose los nudillos.— ¡¿No es así?!

No sabía cuándo, pero las lágrimas ya resbalaban por sus mejillas medio cubiertas por la máscara carmín. Si tan sólo Tikki viniera con un folleto sobre qué hacer si una de las personas que quieres es Akumatizada, o cómo asimilar algunos hechos hasta ahora.
ChatNoir. Quien fue un héroe, coqueto con todos, de buena figura, sentimientos nobles, no feo, y tal vez no torpe o de mala suerte. Se enamoró una vez de Ladybug. La chica segura de sí misma, hermosa figura, ojos cielo, y libre de torpezas. No era de esperarse, todos lo hacían, alababan a aquella diosa, incluso si ella no fuera quien salva París, lo haría, porque todos necesitan en que creer, a alguien quien se arriesgue por ellos, en quien confiar su vida.

— ¡No sabes lo que dices, ChatNoir! —Aseguró.— Si habrías descubrido quien era yo cuando me amaste, incluso si lo supieras ahora... ¡Te decepcionaría! Porque..., porque te has enamorado... ¡DE UNA MENTIRA!

«¡UNA MENTIRA! ¡UNA MENTIRA! ¡UNA MENTIRA!»

Sintió una opresión en su pecho, ella no era nada, aquellas palabras quedaron bien grabadas, y lo demostraban, pero, ¿por qué le hacían sentir desilusión? Ladybug dejó de ser alguien en su vida hace tanto, que creyó haberla olvidado.

«Siempre metiéndote en problemas, ¿eh chico?»

Cuestionó una voz en su cabeza, ignorándola, no tenía tiempo para sus problemas mentales o lo que sea, su enemigo estaba frente a él a punto de transformarse y no se lo perdería.

— Si, me he decepcionado, Ladybug —Dijo firme. Ella agachó su mirar.—. Eres igual a todos, sólo una sonrisa hipócrita más.

«BEEP»

— Y yo le daré la verdad al mundo.

Se diría que sería la última conversación sin matarse entre ellos, cada uno tenía una misión que cumplir.

Acabar con él enemigo.

«¡Marinette, solo tienes dos minutos! Debes darme una galleta!»

Advirtió la kwami rojiza en su mente. No le ganaría a ChatNoir con dos minutos, no tuvo de otra que correr lejos, buscando perderlo. Él sabía su plan, y fue tras ella, como una cacería, donde la presa iba a ser cazada.

Ser un felino tenía grandes ventajas, ya le había agarrado el paso, faltaba poco para lograr una distancia donde logre saltar sobre ella y detenerla. La mencionada giró bruscamente en una esquina, sin problemas para él felino copió la acción, sin contar con que una luz blanca le cegara sorpresivamente. Dejo de cubrirse con sus antebrazos, para observar que la mariquita escapó de sus garras. Chasqueó los dientes molesto, elevándose por los cielos con su báculo para encontrarla fácilmente.

(...)

Tenía que admitirlo, le agradaba no estar de el todo sola en la complicada situación. Ahora mismo se encontraba de nuevo frente a la puerta corrediza de la casa de el Maestro Fu. Él mencionado la deslizó, permitiendo el paso a su acompañante. Al momento de entrar y volver a cerrar la puerta, su transformación desapareció, Tikki salió disparada y agotada, al mismo que Marinette sujetaba su estómago por tremendos dolores que la invadieron de repente.

— Se ha vuelto más fuerte. —Habló mientras la invitaba a sentarse en su manta.

— Maestro Fu, debe ayudarme. —Rogó.

— Ya no puedo, jovencita, mi edad está llegando al límite, lo que viste fue solo un destello para distraer a ChatNoir —Sirvió un té, para ofrecerlo, a lo que ella aceptó.—. Sólo tu puedes detener este caos.

— Se equivoca, Maestro Fu, no tengo la valentía suficiente para enfrentarme a él, con la máscara soy otra persona, con habilidades y poderes milagrosos, pero tras ella —Las manos le temblaron, derramando el te en la manta sobre la que estaba.—, sólo soy yo. Lo lamento.

— Y dime, ¿quién eres tú? —Preguntó dándole la espalda.

¿Quién era? La respuesta era sencilla, era
.
.
.
.
.
.
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«¿Quién soy?»

Ese punto de tu vida, donde todo tiene sentido, ha vivido tanto sin ser alguien en el mundo, y nunca se dio cuenta. No era nadie. Sólo una piedra en el zapato. Una flor sin color.

Una mariquita sin suerte.

Otra vez, las lágrimas hacían su aparición en aquel rostro juvenil, pero, ¿quién la juzga? Es normal llorar tanto, sólo es una niña.
Se abrazó a sí misma mientras intentaba buscar respuesta. Tikki quiso volar a su lugar para consolarle, no obstante, él Maestro no lo permitió.

— Pero-

— Ella debe buscarlo por si sola. —Interrumpió él mayor a la carmín. Ella optó por callar.

Wayzz veía expectante la escena. Tantas preguntas y muy pocas respuestas, lo mataban de nervios. Siempre fue alguien nervioso y algo impaciente, y lo desesperaba más el hecho de que la elegida a el prodigio de la creación sea tan ciega, la edad no vale en éste juego de poder, sólo existe una regla: abrir bien los ojos. Es el único requisito, y ella no lo cumplía.
Un sollozo escapó de sus labios carmín, y un dolor de cabeza le invadía.
Por Dios ¿Ya empezó a llorar de nuevo? Un movimiento más y él kwami le intentaría abofetear para que reaccione, incluso si sus brazos no tienen el tamaño adecuado, la haría abrir los ojos.

— Tal vez, mi kwami tiene razón —Habló él anciano ante tal incómodo silencio.—. Me he equivocado, de nuevo, con los portadores de los prodigios.

— No, Maestro. Marinette es la elegida, créame. —Pidió la ojos cielo agitando sus diminutos brazos.

— Silencio, Tikki. Soy el guardián de los Miraculous, y es mi deber arreglar los errores que he cometido —Observó a la azabache hecha ovillo.—. Y despojar de sus habilidades a aquellos que no lo merecen.

Otro sollozo quebrado inundó la habitación. Le dolía el haber arruinado todo, perder a su Kwami, no poder salvar París, decepcionar al él Maestro Fu, le dolía...

Que ChatNoir no estuviera a su lado.

Dirigió sus manos temblorosas a sus orejas, dispuesta a retirarse aquellos pendientes que cargo por un año entero. Era lo correcto. Lo era.

— ¡Alto! —Ordenó una voz gruesa pero diminuta.— No te quites los prodigios. —Amenazó.

— Pero... —Susurró Marinette con voz y ojos llorosos.

— ¿Wayzz, qué pretendes? —Cuestionó el de mayor edad, serio.

— Disculpe, maestro —Dijo. Acto seguido posar toda su atención en la fémina.—. Responde a la pregunta anterior.

— No t-tengo respuesta. —Lloró.

— No te pregunte eso ¿Quién eres, Marinette Dupain-Cheng? —Volvió a hablar. El tono molesto resaltaba en su voz.

— ¡No soy nadie! ¡¿No lo entiendes?!-

— ¡Por supuesto que sí! ¡¿Quién eres?!

— ¡YO, ESO SOY! ¡LA CHICA CUYA MALA SUERTE PUEDE HACERSE BUENA! ¡AQUELLA QUE DESPIERTA TARDE TODOS LOS DÍAS POR SALVAR A PARÍS! ¡QUIEN AMA Y ADRIEN Y TAMBIEN SIENTE ALGO POR CHATNOIR AUNQUE NO QUIERA ADMITIRLO! —Respondió eufórica. Abrió los ojos impresionada. Continuó ya más calmada.— Soy la chica que se oculta tras la máscara. Quién se sacrifica por quienes lo merecen. Soy... Soy...

—Una pequeña sonrisa escapó de la diminuta boca de el verde.— ¿Entonces, quién eres? —Pregunto una vez más.

Estaba sorprendida. Tikki calmada. Y el Maestro Fu satisfecho. Caminó en su dirección, ella le observó, indicó con su cabeza que se levantase, a lo que obedeció.

Una explosión.

Voltearon con interés a la ventana, podía apreciarse edificios cayendo, humo y fuego, acompañado por gritos y la civilización corriendo. La azabache no podía creer todo el caos que provocaba aquel felino. Necesitaba ayuda, los civiles debían ser salvados, París tenía que ser libre.

Necesitaban a Ladybug.

Apretó sus puños en el proceso, limpiando algunas lágrimas, mostrando un semblante serio y decidido.

— Soy Marinette Dupain-Cheng. Hija de orgullosos panaderos, estudiante, y —Extendió su mano, para que su pequeña compañera se posara en ella.— soy Ladybug.

Él de camisa floreada sonrió. Los nervios de Wayzz desaparecieron, y raudo, Tikki voló a una parte de el lugar, regresando con ya media galleta devorada.

— ¡Mef esftoyf recarganfdo! —Exclamó con la boca llena.

— Ladybug, supongo que está de sobra el decirte qué debes hacer. —Rió él anciano.

— ¡Tikki, transformación Ladybug! —Exclamó. Haciendo su aparición la heroína.— Traeré a ChatNoir de vuelta, Maestro Fu.

— Suerte.

—Se dirigió a la salida, no sin antes decir:— Mi suerte está de sobra.

(...)

¡¿Dónde está, dónde está?! Cada rincón, cada piedra dada vuelta, y el bicho no aparecía. Utilizó cataclismo otra vez, derrumbando el primer edificio que se le cruzó en frente. Algo que agradecía, el poder de el Akuma le permitía toda la energía, sin agotarse ni un poco. Pero eso ahora no lo hacía feliz.

— ¡¿Dónde te ocultas bicho?! —Gritó. Tomó un gran pedazo de pared con sus brazos, acto seguido girar y lanzarlo lejos.— ¡¿DÓNDE?!

— ¿Me buscabas? —Cuestionó una voz conocida a sus espaldas.

Giró sobre sus talones, mientras que una gran sonrisa aparecía en su rostro, mostrando los colmillos.

Oh pero que gloriosa aparición.

— De ésta —Tronó sus dedos.—, no sales viva.

— Ésta pelea, debe ser lejos de París-

Un golpe en la mandíbula le mando a volar interrumpiéndola, él gato estaba agitado.

— ¡No! ¡El mundo debe saber la verdad Ladybug! ¡Yo quiero acabar con sus esperanzas! —La ira lo cargaba.

Se levantó sin problemas, acomodando el lugar afectado. Demonios. Ya ni una tranquila conversación podía entablarse con él. ChatNoir atacó de nuevo, comenzando una pelea cuerpo a cuerpo. Buscando una y otra vez acercar sus manos a los prodigios, sin éxito alguno. Lanzó un golpe al rostro, la fémina lo esquivó, acto seguido propociarle una patada al costado, frunció el ceño dolido, recibiendo ahora un puño en el estómago y ser levantado por los pelos, Ladybug lo lanzó como toda una olímpica, chocando contra unas ruinas, levantando polvo a su alrededor.

Uno. Dos. Tres minutos.

Él felino no hacía su aparición ¿Le habrá atacado muy fuerte? ¿Lo llegó a lastimar de más? Temiendo lo peor, corrió a su ayuda, sin poder divisar bien por donde iba. Llegó donde lo tumbó, él no estaba. Una mano la sujeto por los pelos, estampando su frente contra los residuos de pared sin detenerse.

— ¡¿Enserio creiste haberme hecho algún daño?! —Exclamó siguiendo con lo suyo.

La cabeza le palpitaba, sentía un líquido tibio emerger de su frente, su cabellera como la noche tironeada, y sus ojos observaban el suelo y la pared tan rápido que le mareaba. Otra vez veía venir el golpe, antes de que el golpe llegase, colocó sus manos apoyándose en las ruinas y elevó sus piernas al frente, dándose el impulso y zafándose de las garras de él ojos neón. Aquello le resultó algo forzoso, ahora flaqueaba como papel mojado, si ChatNoir no saldría de la ciudad, ella lo haría. Provocando de nuevo una persecución, se balanceo sobre los tejados con el yo-yo, mientras que su enemigo le corría como León cazando.

«¡¿Qué estás haciendo?! ¡Despoja a la malcriada de los prodigios, ahora!»

— Estoy en eso, padre —Susurró. Molesto.— ¡Deja de correr!

Ladybug volteó como respuesta a su grito, recibiendo un golpe en el estómago con el báculo, y como si fuera magia, desapareció en aire, la fuerza que utilizó él gato fue tanta, que terminó en uno de los bosques lejos de París, cayó a tierra, rodando por el suelo, hasta detenerse gracias a un árbol en su camino. Él llegó en un santiamén, haciendo temblar el suelo. Cómo pudo, la de Spandix rojo se levantó, ignorando los hilos carmín que brotaban de su frente y labios, contando los moretones que amenazaban con inundar la piel nívea de la parisina.

(...)

— ¡Ladybug necesita ayuda! —Chilló el kwami verde después de minutos de meditación.

— Lo sé, pero no hay nadie que deba meterse en su pelea. —Ignoró él guardián viendo por el panel de cristal.

— En caso de —Calló un momento.—, que eso pase, irá ¿No es cierto?

Él mayor suspiro frotándose la sien, y liberó una pequeña risa, para ahora fijar su vista en Wayzz.

— Es mi deber como guardián y portador de el Miraculous de tortuga, no me queda de otra. —Rió.

(...)

Otro golpe en el rostro lo desoriento, la fémina aprovechó para propiciarle ahora unas patadas continuas de el costado derecho, sujetando sus pelos para que no escapara. Logró liberarse del agarre, empujándola por los hombros para apartarla y tomar su panza entre sus brazos.

Al abandonar la ciudad, el miedo a dañar algún civil desapareció en ella, intensificando la pelea, y con ello, la fuerza oculta de la ojos cielo. Y aunque sabía que aquello no iba a ser suficiente para vencerlo, aún así lo intentaría.

Y otra vez al ataque.

Los golpes volvieron para ChatNoir, quien poco a poco perdía fuerza y concentración ¿Cuándo la chica se había vuelto tan fuerte? Si seguía así, terminaría ganando la batalla.

¡No!

¡No lo permitiría!

Ladybug lanzó otra patada al rostro, la cual fue detenida, acto seguido ser brutalmente impactada con un árbol, con otro, con otro.

Una.
Dos.
Tres.
Cuatro.

Terminando una vez más en el suelo, sin poder moverse.

— ¡¿Te gustó?! ¡¿Ah?! —Gritó colérico.

«Adrien...»

La fémina abrió la boca, para hablar, pero, la mano de su enemigo en el tobillo la detuvo. Él felino la seguía estampando contra cualquier cosa que veía.

Sangre.

— ¡¿Creíste que ganarías?!

«¡Adrien...!»

Dolor.

— ¡¿Que salvarías París, cómo siempre?!

«¡Adrien

Lágrimas.

— ¡Tu, no eres Ladybug!

«¡ADRIEN

Amor entre cruzados.

Por fin. Dejó de jugar con el cuerpo de la joven parisina como trapo viejo. Cansado, observaba la figura de la ojos cielo, con el traje rasgado, cortadas que dejarían marca, color carmín adornando su frente abundantemente, y las pequeñas convulsiones que tenía al escupir sangre por la boca, lágrimas silenciosas se deslizaban por aquel rostro que alguna vez amó. Aquel, que le daba la esperanza de que no todo estaba perdido, que había luz.
Ganó. Lo logró ¿Pero, por qué se sentía tan mal? ¿Qué era ese mal presentimiento?

Una carcajada resonó en su cabeza.

«Bien hecho, hijo. Me has enorgullecido, ahora, como trofeo, trae los prodigios, el cuerpo de la arpía, y tu madre, regresará.»

— Me alegro, padre. —Susurró, melancólico.

Acercó inseguro su mano a las orejas de la chica, ésta seguía llorando, su cuerpo temblaba con violencia, provocándole más dolores.

— Al final, creo que..., lo siento, Ladybug. —Pronunció finalmente. Retirándole los pendientes.

El pequeño cuerpo de su princesa apareció ante sus ojos. Marinette Dupain-Cheng yace tendida en el suelo como anteriormente se le describió. Una alfombra roja comenzaba a formarse bajo la espalda y cabeza de la mencionada, al mismo que sus ojos perdían brillo, poco a poco, hasta fundirse en un solo color.

— Lo siento. —Susurró ella.

Un azul muerto.

Su pecho dejo de moverse, sus lágrimas ya no resbalaban, sus quejidos no se oían, su alma no estaba.

Su corazón no latía.

Flash back.

Caminaba sobre su báculo, manteniendo un equilibrio sorprendente, no obstante, un grito le llamó la atención, seguido de una azabache cayendo con él, la cual portaba un yo-yo, donde quedaron enredados.

—Hola, me alegra que hayas venido. —Saludó con los brazos colgando.

— Lo siento, no fue mi intención. —Dijo mientras se zafaba de el arma.

— Soy ChatNoir.

— ¿A dónde vas?

— A salvar a París, ¿no?

(...)

— Son el uno para el otro. —Mencionó su compañera al ver a Iván y Mylène en su momento.

— Igual que nosotros. —Coqueteó queriendo rodearla con el brazo por los hombros.

— Ups. Creo que tú anillo está parpadeando, me tengo que ir, adiós. —Respondió rápidamente al ver las intenciones de él felino. Alejándose de el lugar.

(...)

Abrió sus ojos por la impresión. Ladybug se lanzó a la boca de él dinosaurio, perdiéndose de su vista. Enojado, tomó su arma, dispuesto a acabar con él corrompido, sin embargo, aquel plan se desvaneció al ver a su amor salir sana y salva. Ella le sonrió.

— Buen trabajo. —Levantó su puño, al por fin purificar él Akuma. Él la ignoró, y aliviado, le abrazó, enterrando su rostro en el cuello de ella.

— Fue muy valiente lo que hiciste, Ladybug.

Fin del Flash back.

Cada día, cada pelea, cada triunfo, desde lo malo hasta lo bueno, golpeó en su cabeza, al igual que sus últimas palabras.

«— Lo siento.»

¿"Lo siento"? ¡¿"Lo siento"?! ¡¿Se disculpó aún cuando ella no tenía la culpa?! ¡¿Aún estando al borde de la muerte?!

— ¡Marinette! ¡NO! ¡¿POR QUÉ TÚ?! —Empezó a gritar.

Lágrimas asomaban por sus orbes esmeralda, sus manos hacían ademanes de querer tocarla, pero no lo hacía, como si ella fuera un cristal a punto de quebrarse. Su cristal, su ángel.

«¡Traela

Sin importarle nada, la cargó en brazos, abrazándola contra su pecho, gritando sin cesar, de dolor.

— ¡IDIOTA, QUE SOY IMBÉCIL!

«¡LO ERES! ¡OBEDECEME

Ignoraba al titiritero, aferrándose cada vez al cuerpo inerte, perdiendo por momentos la respiración, estaba sufriendo un ataque de pánico.

«¡Deja de lamentarte por tu estúpida novia, y ven aquí!»

— ¡No le digas así! —Respondió entre bocanadas de aire.

«¡Es lo que es! ¡Así como éste es su destino por el aceptar ser la repugnante Ladybug

Su gesto cambio de uno abrumado a uno molesto ¿¡Cómo se atrevía?!

Un momento.

— ¿Tu lo sabías..., que Marinette era Ladybug? —Cuestionó.

«Siempre, Adrien ¿Acaso no te diste cuenta?»

Rió, incrédulo.

No. Nunca se dio cuenta. Ironía ¡Grande! Ladybug rechazaba a ChatNoir, por amar a Adrien. Adrien rechazaba a Marinette, por amar a Ladybug ¡¿Qué tan ciego fue?!
La fémina cayó al suelo, mientras que las manos de él rubio eran guiadas con rapidez a cada lado de su cabeza. Su respiración volvía a ser irregular, meneándose de atrás a delante. La pata dibujada en el prodigio comenzaba a titilar, al mismo que el traje parpadeaba un color blanco. Y sus ojos, se volvían opacos.

¡Maldita frustración!

«¡La transformación está completada!»

Celebró HawkMonth con aire de victoria. Aquello lo enfureció.

— ¡NO! —Gritó.— ¡NO SERÉ TU ESTÚPIDA MARIONETA! ¡YA NO MÁS!

Y con brusquedad. El miraculous fue arrancado de su dedo anular, lanzándolo a cualquier lugar, eso no fue suficiente. El traje seguía en él, cada vez más brillante, transformando su alma en un esclavo, como siempre lo ha sido.

«No sirve de nada, hijo. Ya todo está perdido.»

— Es hora. —Pronunció una voz desconocida.

Abrió los ojos instintivamente, aún sufriendo por la transformación. La misma luz que lo cegó antes volvía a aparecer, y tras ella una persona no identificada, quien tocaba una especie de instrumento redondo y dorado, junto con el sonido, las vibraciones se convertían en ondas, alcanzándolo a él y el cuerpo de Marinette. Poco a poco sus ropas normales aparecían, sus pupilas volvían a la normalidad, y una mariposa oscurecida por la maldad era liberada de su pecho. En su mente, HawkMonth daba un último grito de guerra, al perder su mayor Akuma.

Y todo volvía a ser negro.


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