"El Poder De La Creación. El Poder De La Destrucción. (MLB)" Confession.
-Narrador Omnisciente-
— ¡Es alivio que Ladybug te haya salvado antes de que el auto cayera sobre ti! Pensé lo peor. —Admitió la de lentes, abrazando a su mejor amiga.
— Entonces, ella si les dijo. —Dijo, haciéndose la que no sabía.
— ¡Sí! Dos minutos después de que eso pasó, ella llegó y nos prometió que estabas a salvo y en un lugar seguro. —Respondió.
— En ese caso, ya todo está bien. Vamos a clases. —Sugirió la azabache mientras terminaba su Croissant.
— ¡Tienes razón, hasta luego Sra. Cheng! —Se despidió la morena.
— ¡Bye mamá! Te quiero. —Dijo por igual.
— ¡Que les vaya bien chicas! ¡Cuidense! —Regresó sonriente mientras que las féminas salían por la entrada de la panadería.
Después de el incidente de ayer. A la mañana siguiente, Alya quiso ir a por su amiga para asegurarse de que esté bien y despertase temprano, así no llegaría tarde a clases.
Una vez fuera de el local, caminaron hablando de varios temas, y entre ellos, su futuro. Pues ya cruzaban el tercero de secundaria en el Instituto Françoise Dupont, faltaba poco para tomar, posiblemente, caminos separados. En especial ese modelo de el cual cierta azabache de ojos azules no dejaba de hablar.
— Deberías hacerlo pronto, Marinette. Puede que Adrien corresponda tus sentimientos. —Recomendó la morocha.
— Pero y si no lo hace, ni si quiera se si leyó la carta que le envié en San Valentín. —Excusó triste.
— No lo sabrás si no lo intentas. —Dijo posando su mano derecha en el hombro izquierdo de el álter-ego de la heroína.
— Tal vez tengas razón, Alya ¡No puedo quedarme de brazos cruzados! —Exclamó con energía.
— ¡Eso es amiga! ¡Por eso hoy te le confesarás!
— ¡Sí! Hoy me le- ¡¿QUÉ?! —Gritó nerviosa.— Alya, no creo que-
— No Marinette, no creas, hazlo ¿O prefieres darme otras de tus millones de excusas para no hacerlo? —Interrumpió tomándola por los hombros.
— P-Pero-
— Hola, chicas. —Saludó un rubio descendiendo de la limusina. Y como típico, Marinette dio un pequeño grito y cayó tras su amiga.
— ¿Qué tal, Adrien? Lograste escapar de el suceso de ayer, por lo que veo. —Saludó la morena con las manos en las caderas.
— Sí, es qué, mi padre llamó, me necesitaba, así que salí antes de todo eso. Me alegro que estén bien. —Mintió con una sonrisa.
— Pues no tan bien, Marinette estuvo a punto de morir ayer. —Confesó con ademanes.
— ¡E-En serio! ¡¿Y estás bien?! —Exclamó con preocupación abrazando a la azabache.
El rostro de Marinette no tardó en tomar color, exageradamente, carmín. Sus manos sudaban como fuente, comenzó a temblar, a tal grado, que sus palabras salían más atropelladas que de costumbre.
— No- ¡Digo, sí! Yo- Es que- Ayer- Eh- Mi vida- ¡NO! -Tartamudeaba intentando que se entendiese lo que decía.
— ¡Estás temblando, y tienes fiebre! Alya, ¿cómo dejas que Marinette venga en estás condiciones? —Regañó.
— Tienes toda la razón, Adrien. Que mala amiga soy —Actuó. Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.—. Por eso la cuidarás tú, te la encargo.
Le guiño el ojo a la azabache para transmitirle confianza, aunque fue todo lo contrario. Y salió corriendo a su aula, Nino pasaba por ahí, con la intención de saludar al grupo, pero fue detenido por ella, y arrastrado.
— ¿Quieres ir a tu casa? No creo que sea buena idea que vayas así. —Sugirió él rubio, sacando de sus pensamientos a la fémina que tenía en brazos.
— ¡No! E-Estoy bien, es que tu- ¡Digo! Alya, eh-
— ¿Que no conoces el espacio personal, Panadera? —Interrumpió Chloé. Empujó a la fémina, para ser ella quien esté en brazos de su amado.— Buen día, Adrien. Estaba súper preocupada por lo de ayer, ¡fue horrible! Mi cabello se desarreglo por completo, pero, ya estoy bien. —Alardeó abrazándose al varón.
— Buen día, Chloé. —Saludó con desgane y sin remedio.
— Vamos Adrinkis, no queremos llegar tarde a clase.
— Espera, debo ayudar a Marinette.
— ¡Ow! Mi Adrien tiene un gran corazón en querer ayudar a los que comen de la basura. —Escupió en la cara de la azabache, quien se había reincorporado.
— ¡Ya detente, Chloé!
— Descuida, Adrien —Habló con voz quebrada la ojos cielo.—, no tienes que defender a alguien como yo.
— Pero-
Adrien quedó estático al ver a unos cuantos metros atrás de la azabache, un Akuma que amenazaba en poseer a la pobre Marinette.
«¡No, por favor! ¡Ella no!»
Pensó con desesperación. La tomó de la mano, y corrieron al salón. Chloé y todo el grupo entró para ver lo que sucedía, ya que la rubia aún no terminaba.
— ¿Marinette, qué sucede? —Pregunto Alya corriendo al lado de su amiga.
— Chloé, eso es lo que sucede. —Respondió algo desanimada.
— Oh, mi pequeña, no te pongas así por ella, no vale la pena.
— ¡¿No valgo la pena?! ¡¿Cómo te atreves?! —Chilló ofendida.
— Llegaste lejos, Agreste. —Amenazó la morocha.
— Alya, no es lo que parece.
— Está bien, déjalo, no es su culpa. —Dijo Marinette.
— Yo te la dejé para que la cuidaras. —Lo regaño, ignorando a la azabache.
— ¿Por qué lo defiendes tanto, Marinette? ¿Será que te gusta? -Pregunto con un tono grosero en su voz Burgeois
— Yo... —¿Es qué acaso se notaba tanto que lo quería? Adrien la volteo a ver con un pequeño brillo en sus ojos.
— ¿Eso es cierto, Marinette? —Cuestionó Adrien acercándose.
— ¡Dícelo! —Susurro la ojo miel empujándola por los hombros.
«¡Es tu oportunidad!»
— ¡No! —Gritó sin medir sus palabras.— Quiero decir... ¡Sí! Yo- Eh- ¡ME GUSTAS ADRIEN!
El salón guardó silencio, por fin, la segura con todos pero tímida con Adrien azabache había confesado, sobre presión, su amor a él.
Los nervios y el miedo la invadieron al ver que el rubio no daba respuesta, estaba estático. Estuvo mal, lo sabía, y temiendo lo peor, quiso zafarse de su agarre. Él la detuvo.
— ¡También me gustas, M-Marinette! —Confesó tomándola de las manos.
— Andrinkis, deja de jugar, todos se están tragando tu farsa. —Rió la rubia, secándose una lágrima falsa.
— No estoy jugando, ¡sé mi novia! —Exclamó firmemente.
«¡Voy a morir! ¡Esto es muy bueno para ser real!»
—Respiró profundamente.— ¡Sí! ¡Sí quiero! —Respondió feliz.
El timbre sonó, anunciando las clases. Y el grupo se dispersó de la ahora pareja, Adrien cambió asiento con Alya, la cual aceptó gustosa. La primera clase fue Química, Miss Mandeleiev entró comenzando su clase.
Adrien miró de reojo a su ahora novia, ésta lo notó, haciendo lo mismo.
— N-No es... un sueño, ¿v-ver-dad? —Pregunto bajando la mirada.
—Él rió. Posó su mano sobre la de ella.— Te lo aseguro, esto es tan real, como lo feliz que me encuentro ahora. Y si es un sueño, te juro que no quiero despertar.
Sintió sus ojos humedecerse, y sin poderse detener, lo abrazo, lo bueno era que la de bata blanca estaba volteada al pizarrón.
Mientras la pareja tenía su momento, una pequeña mariposa ignorada anteriormente, encontró a otra víctima, quien mataba con la mirada a la azabache.
Y entró en sus aretes.
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