"El Poder De La Creación. El Poder De La Destrucción. (MLB)" Care.

-Marinette-

— ¡¿T-Tu p-padre?! ¡¿G-Gabriel Agreste qu-quie-re co-co-nocer-me?! —Grité sorprendida. Sintiendo como el alma se escapaba de mi cuerpo.

— Sí. Ha escuchado que tu y yo somos pareja, y te ha invitado a una cena. —Respondió rascándose la nuca.

Sabía que algún día conocería a "mi futuro suegro".

¡Pero nunca pensé que tan rápido!

— ¡Wow! Marinette, deberías aprovechar para enseñarle tus diseños. —Sugirió Alya volteando a verme.


— ¿Qué dices, Marinette? —Adrien posó su mano sobre la mía. Dejando ver una de sus increíbles sonrisas.

Pero ésta vez.

Parecía preocupado.

— Sí, iré. —Respondí. Él sonrió ampliamente.

— Bien, será saliendo de clases.

— ¿Tan urgente quiere conocerme? —Cuestioné sin creerlo, todo es muy rápido.

— Hoy se ha desocupado especialmente, según él, quiere ver si no interferirás en mis deberes.

— Típico de él. —Agregó él varón de lentes rodando los ojos.

— ¡Pero, yo no pienso eso! —Exclamó rápidamente. Acercándose más a mí.— Ayer me serviste de mucha inspiración. Te lo aseguro.

Aquellas palabras provocaron que mi rostro se encendiera, sentía mis mejillas arder. Nino me guiñaba un ojo mientras Alya tomaba foto. Él rió, y sin importarle que nuestros mejores amigos estén en frente, me beso, tan delicado, tan dulce, tan suave. Él era un príncipe de cuentos, mi príncipe, y yo era la plebeya enamorada, su princesa.

— Hey hey, no te emociones, Agreste. —Rió Alya, interrumpiendo.

Justo en ese momento, comenzaron las clases. Nos separamos antes de que Miss Bustier atravesase la puerta y nos viera. Le sonreí como tonta enamorada, llevando un mechón de mi cabello atrás de mi oreja. Él me correspondió, acto seguido observar al frente.

¡Conocería a Gabriel Agreste en persona!

No por la tablet.

No siendo Ladybug.

¡Si no, siendo yo! Es mi oportunidad de impresionarlo con mis diseños, hacer un lazo fuerte yerna-suegro, darnos su bendición, por fin casarme con Adrien y tener tres hijos y un hámster, ¡y ser la mejor diseñadora de modas!

Sólo hay una cosa.

Recuerdo perfectamente el cómo apreciaba mis pendientes siendo Ladybug. Normalmente, no muchos se dan cuenta de ellos, al menos que sean Akumatizados, pero el señor Gabriel se le veía...

Interesado.

— Hey, despierta —Adrien sacudió mi hombro con cautela.—. Miss Bustier ha puesto el ojo en ti, ¿qué tanto piensas que te trae distraída, princesa? Espero que sea en mí.

— Siempre. —Susurré una vez haya apartado la mirada al frente.

-Adrien-

Profane sus labios en medio salón, sin importarme lo nuestro alrededor, necesitaba probar aquel sabor dulce de ella. Me sentía preocupado, alerta, de los planes de mi padre.
Alya nos separó, justo a tiempo, antes de quien fue una akumatizada nos viera.

Las clases comenzaron, no podía dejar de pensar en lo sucedido de ayer, estaba tan absorto en mi mundo con ella, que olvide comentarle a mi padre nuestra relación.

Flash back.

— Sólo rumores —Encogió de hombros.— ¿Es cierto que sales con la jovencita Dupain-Cheng?

"Natalie."

Su nombre golpeó mi cabeza como balde de agua fría. Pasé saliva, sintiendo como un silencio sepulcral nos rodeaba.
No debía molestarme con ella, de una forma u otra él sabría que Marinette ahora es mi novia. Así que, tenía que afrontar la situación, y si mi padre se opone, defender mi amor por ella.

— Si. —Respondí secamente.

— ¿No necesito decirte que termines con ella, verdad? —Preguntó, esperando que lo niegue.

— Si, lo necesitas. Porque no lo haré, padre. —Frunció el ceño.

— ¿Qué has dicho?

— No terminaré con Marinette, la amo, y nada me separará de ella -Hablé fuerte y claro. Para agregar.—. Ni siquiera, HawkMonth.

Él bajo las escaleras, una por una, sin prisas, como si un plan o idea habitara su corrompida mente. Al mismo que mi cuerpo se erizaba por la situación. Apreté mis puños, inhalé hondo, inflando mi pecho, optando por una posición recta y decidida.

No mostraría miedo ante nada.

O eso creo.

— Natalie, muestrame la foto, una vez más. —Ordenó con ojos entre cerrados.

La mencionada dio un brinco de susto al escuchar su nombre. En un parpadeo, se encontraba a un lado de mi, viendo al frente, en sus manos, aquel artefacto tecnológico característico de ella. Él cambio su vista a la pantalla, igual que yo, claro que disimuladamente, por el rabillo de el ojo. Mi princesa mostraba aquella hermosa sonrisa, con un signo de paz formado con sus dedos, di un pequeño e inaudible suspiro por aquella imagen. Regresé mi mirar al hombre frente a mí, seguía observando la tablet, analizando delicadamente cada centímetro de ella. Tanto, que por alguna razón comencé a tener celos. Aquellos orbes fríos abandonaron la fotografía, posándose de nuevo en mí. Notó el como lo mataba con la mirada, y aquella sonrisa característica de su álter-ego adornó su rostro. Hizo un ademán como espantando moscas, y la azabache abandonó la habitación.

— Quiero conocerla, mañana terminando la jornada de clases, cancela el chino y ven temprano, te quiero formal. Es todo. —Finalizó directo.

— Espera —Lo detuve.— ¿Qué planeas hacerle?

Me daba la espalda, por lo que su rostro se me hacía difícil de descifrar.

— Yo, nada —Dijo simplemente. Empezando su andar, diciendo.—. Todo depende de mis sospechas.

Se fue. En el lugar, yo y mi enojo nos hacíamos presentes.

Fin del Flash back.

— Siempre. —La escuché pronunciar por lo bajo.

Sonreí para mis adentros. Siguiendo con la clase.
Todo el tiempo la miraba disimuladamente, sin que lo notase. Intentaba encontrar qué fue lo que mi padre vio en ella como para no obligarme a terminar lo nuestro.
Y no me refiero a que quiero hacerlo, si no que nos es normal, para nada, el que accediera a conocerla sin alguna amenaza o llegar tan lejos.

¡Tengo que estar alerta!

Puede que corra peligro.

Debo tener cuidado.

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