seventeen

17. Del cómo lloró en mis brazos.

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A R I A

- ¿Qué estás haciendo?

Entré en la cocina con una toalla alrededor de mi cabeza para secarme el pelo mojado. Mi padre apartó la vista de la sartén llena de verduras y me miró con sorpresa. Sonreí aún más cuando levantó la sartén y la sacudió, haciendo que las piezas de comida volaran en el aire, solo para aterrizar en la sartén de nuevo.

Mi padre era el mejor chef del planeta.

O al menos era mejor cocinero que mi madre.

- La comida – sonrió, dándome una cuchara para probar.

Negué con la cabeza, señalizando que me había lavado los dientes.

- Déjame algo para después.

- ¿No vas a comer con nosotros? – me miró, levantando una ceja.

Sonreí tímidamente sabiendo que probablemente se sentía herido, pero ya tenía una cita con Walter.

- No. Voy a salir – abrí la nevera y cogí una botella de agua. – Tengo una reunión muy importante con las matemáticas.

- ¿Vas a estudiar? ¿Un domingo? – mi padre apagó el fuego y me miró antes de comenzar a buscar algo en uno de los armarios. Abrió la bolsita con la ayuda de sus dientes y colocó el contenido en el plato que estaba preparando.

- ¿No me crees?

Cogí una cuchara y revolví el caldo hirviendo para ayudarlo. Mi padre se apoyó contra la encimera y me miró con atención.

- Te creo. Y espero que tu profesor de matemáticas pueda mantener las manos alejadas de mi hija.

- ¡Papá!

Me reí y mi padre chasqueó la lengua murmurando algo sobre el sistema educativo y los adolescentes en estos días. No pude evitar sonreír aún más al ver su sonrisa juguetona en su rostro. Tenía que admitir que incluso si mis padres no estaban en casa la mayor parte del tiempo, era una chica afortunada al tenerles. No eran estrictos, especialmente mi padre que, según mi madre, nunca creció. ¿Sería el padre de Walter igual?

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Me estiré, tratando de calmar el dolor en mi espalda y cuello. ¿Cuántas horas había estado esperando a Walter? Ya estaba oscureciendo y comenzaba a aceptar el hecho de que me había dejado plantada. Dejé el dinero para pagar el café, eché un vistazo al reloj y me burlé al ver la hora. Eran casi las siete y no podía creer que realmente hubiese esperado tanto. Ese idiota ni siquiera se molestó en llamarme y explicarse.

Cogiendo la mochila, salí del café y me dirigí a la estación de autobuses. Puse las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta, giré a la izquierda, escogiendo el camino más largo. Debería estar enfadada. Tenía derecho a estar enfadada. Intentaba convencerme a mí misma de que estaba molesta por el comportamiento de Walter. Pero incluso si quisiera, no podía sentir nada más que la frustración y la ira.

Mi corazón estaba lleno de tristeza y decepción cuando finalmente me di cuenta de que a los ojos de Walter ni siquiera valía una llamada. Eso dolió más que las miradas lastimosas que obtuve de las personas que trabajaban en la cafetería. Al menos podría volver a odiar a Walter una vez más. Tomé una respiración profunda, llenando mis pulmones con el aire frío de la noche, pero de alguna manera no me ayudó a sentirme mejor.

Justo cuando estaba a punto de cruzar la calle y llegar a la parada, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Fue curioso cómo mis manos comenzaron a temblar y mi corazón latió con anticipación para ver un nombre particular en la pantalla del teléfono.

Una pequeña sonrisa, que se formó en mis labios sin mi conocimiento, desapareció tan rápido cuando vi un número desconocido. Dudé por un momento, pero al final decidí responder.

- ¿Sí?

- ¿Aria? – una voz tenue y amortiguada era casi inaudible debido a la música.

Entrecerré los ojos, tratando de entender cada palabra a pesar del ruido. El sonido de los coches que pasaban no me ayudaba.

- ¿Quién es? No puedo escucharte.

- ¿Aria? – repitió el chico. - ¡Soy yo, Aria! ¡Jake! ¿Puedes oírme? Dios, ¡ese maldito DJ me está volviendo loco!

No pude evitar reírme al escuchar su pequeño comentario. Gritó algo, como si estuviera pidiendo a alguien que lo sustituyera, y luego la música se hizo menos audible con cada segundo. Un momento después escuché el sonido de un portazo.

- ¿Lo mataste? – bromeé, cuando el ruido desapareció por completo.

- ¿Qué?

- Al DJ – le expliqué, sentándome en el banco y esperando al autobús. - ¿Lo mataste? Ya no se escucha la música.

Lo escuché cambiar su teléfono de una mano a la otra y cerrar su chaqueta. Intencionalmente miré mi chaqueta desabrochada y me estremecí, dándome cuenta de lo frío que estaba el ambiente. Jake suspiró antes de hablar de nuevo.

- No, acabo de salir.

Parecía que no estaba de humor para bromear. Solté un "oh" en respuesta, de repente, cansada de hablar. Hubo un breve silencio antes de que Jake se aclarase la garganta.

- ¿Dónde estás?

- ¿Por qué lo preguntas?

- ¿Puedes venir al club? – hizo una pausa y pude sentir la vacilación en su voz. Me moví nerviosamente en el banco, sabiendo que me estaba ocultando algo o que quería decir algo que probablemente no me iba a gustar. – Walter está aquí.

Mi mente dejó de funcionar por un momento después de escuchar ese nombre que me era tan familiar. No quería verlo. No quería saber dónde estaba y qué estaba haciendo. Eso es lo que debería decir, pero sorprendentemente las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. Mi corazón dio un pequeño salto mortal antes de comenzar a latir más rápido y me resultó sorprendente lo difícil que me era respirar.

Esa desagradable conmoción en mi estómago apareció de nuevo y me incliné hacia adelante, clocando los codos en los muslos. Definitivamente me estaba volviendo loca...

- No me importa, Jake.

Por un segundo sentí que esa respuesta utilizó todas mis fuerzas. Cerré los ojos, esperando recuperar mi energía, pero no me ayudó en absoluto. – No quiero hablar sobre Walter. Estoy...

- Su padre está en el hospital – me interrumpió. – No está nada bien, Aria.

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Ni siquiera podía respirar cuando llegué al club. Mis pulmones estaban gritando en busca de aire, pero a pesar del dolor ardiente no me molesté en dejar de correr ni por un segundo. Al final, mi corazón latía como un loco, casi listo para saltar de mi pecho. Me incliné, poniendo las manos en las rodillas y tratando de tomar una respiración profunda. Sentí una pulsación en la cabeza y tuve que cerrar los ojos para evitar vomitas. Al menos sabía que mi condición era peor que nunca.

Cuando mis manos dejaron de temblar y pude ver todo sin puntos blancos y negros, empujé la puerta del club y entré. Como siempre, la música fuerte casi destruyó mis tímpanos cuando pasé junto al DJ en mi camino hacia la barra. Pero esta vez no me detuve a buscar a Jake. Fui directamente al lugar donde Walter estaba sentado la última vez que lo encontré allí. Ignorando a las personas, seguí caminando, rezando por verlo allí.

Después de unos segundos, dos personas borrachas chocaron conmigo y me pidieron perdón, lo encontré en el mismo sitio, sentado en el sofá, rodeando de gente que ni siquiera podía reconocer. Se estaba riendo, pero lo que escuché parecía más un chillido triste y forzado. Estaba sonriendo, pero su sonrisa parecía falsa y dolorosa. Hacía lo que solía hacer: pretender que estaba bien. Toda esa gente ni siquiera se molestó en preguntar si todo estaba bien. Simplemente estaban allí, felices de que les hubiera invitado a una copa.

- ¡Oye! ¿No es tu novia? – gritó alguien a través de la música y Walter se giró en mi dirección.

Su sonrisa falsa desapareció tan pronto como me vio. Tragando la mitad de su copa, trató de cubrir su expresión conmocionada, pero aún logré notarlo. De repente, la música dejó de sonar y elegí la oportunidad de hablar.

- ¿Podéis dejarnos a solas? – miré a mi alrededor, esperando que leyeran el estado de ánimo. Alguien le dio una bofetada juguetonamente a Walter en el brazo, preguntándole si había hecho algo mal, pero simplemente se rió. Tomé una respiración profunda y crucé los brazos. - ¿Sabes que todavía es menor de edad? Puedo decirle a la policía que le obligaste a beber alcohol. No quieres problemas, ¿verdad?

Esa fue la única idea que surgió en mi cabeza y, sorprendentemente, funcionó. Ignoré la fría y molesta mirada de Walter y traté de parecer impasible. Pronto la gente que nos rodeaba comenzó a agarrar sus cosas y se fueron, murmurando algunos comentarios desagradables sobre mí. Pero no podría importarme menos en ese momento. Solo quería estar a solas con Walter para finalmente poder hablar con él sin sonrisas falsas. Verlo fingiendo estar bien me dolía.

- Walter... - dije en voz baja cuando finalmente estuvimos solos, pero se negó a mirarme.

Lo miré tomar otro sobro antes de levantarse y acercarse a mí. Sacó su cartera y me dio dinero.

- Gracias por arruinar la fiesta – metió algunos billetes en mi bolsillo. – Puedes pagar por mí.

- ¿Crees que es importante? – le grité cuando ya había dado algunos pasos, dejándome sola. Apreté los puños con ira. – ¿Por qué haces esto? ¿Por qué no estás con tu padre?

Lo escuché burlarse antes de volverse hacia mí. – Te dije una vez que dejaras de ser tan curiosa, ¿no?

- No soy curiosa, Walter. Me estoy preocupando por ti. ¿Es tan difícil de entender? – respondí. - ¿Cuánto tiempo vas a pretender estar bien? ¿Qué no necesitas a nadie? ¿No ves lo miserable que eres? Estás bebiendo con todos esos amigos falsos, a los que solo les importan las bebidas gratuitas, en lugar de estar en el hospital con tu padre, estas...

- Cállate – me cubrió la boca con la mano y grité de miedo por su repentino movimiento.

No sabía si era por las luces del club, pero sus ojos brillaban, como si acabar de usar algunas gotas para los ojos. Lentamente aparté su mano de mi boca, tratando de calmarme.

- Walter – dije en voz baja, mirándolo directamente a los ojos. Apreté su mano que sostenía pero la quitó un segundo después. Suspiré con resignación. – No necesitas fingir frente a mí.

Su mandíbula se apretó y me observó cuidadosamente por un breve momento. – Vete a casa, Aria.

Y antes de que pudiera decir algo o detenerlo, pasó junto a mí dejándome sola.

Pateé la mesa con frustración, lo que causó que algunas botellas cayeran. ¡Este tipo me estaba volviendo loca! ¿Cómo se suponía que iba a ayudarlo si ni siquiera quería hablar conmigo? ¿Qué podía hacer para que se abriera a mí?

Tal vez debería correr detrás de él y volver a intentarlo.

Y estaba lista para hacerlo, pero cuando me giré para mirar hacia la puerta, alguien se estrelló contra mí. Sentí unos brazos abrazarme fuertemente, casi haciéndome difícil el respirar. Olía a una mezcla de cigarrillos y alcohol, pero no me importó en absoluto.

Walter escondió su rostro en mi pelo, acercándome más a él. Se agarró a mi chaqueta como si temiera que alguien pudiera venir y llevársela por la fuerza. Por un segundo, estaba segunda de que la rompería en pedazos.

- Oye...

Intenté alejarme y ver qué pasaba cuando lo sentí temblar, pero solo apretó los dedos en mi chaqueta, impidiéndome moverme.

Pronto me di cuenta de que no quería que viera su cara. Tampoco tardé mucho en saber por qué. Puse mis manos en su espalda y lo jalé más cerca, tratando de darle la comodidad que tanto deseaba en ese momento.

- Todo va a estar bien. No llores.

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Dramama ramama ramama, hey... (8). Sip, se viene todo el drama. Es lo que toca en estos momentos de historia e.e

¿Cómo han estado esta semana playboys? Yo ya comencé las clases (de nuevo) y ya me entró toda la depresión del mundo... tengo un semestre bastante complicado, mucho más que el anterior, así no sé lo que haré cuando comencemos a entrar en materia. Solo de pensarlo me muero del estrés.

Sé que van a estar confundidos con este capítulo, pero no se preocupen. ¡LAS RESPUESTAS SE VIENEN EN EL SIGUIENTE CAPI! Ahora sí; ¿alguna teoría? Quiero ver si aciertan o si están cerca... 

¿Cuál creen entonces que es el secreto de Walter? ¿Qué pasó con su familia? ¿Por qué es así? ¿Qué piensan del capi, por cierto?

En fin, estas preguntas y más se resolveran próximamente...

¡Saludos y que tengan una buena semana!

Cheeky Love, xx

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