eleven
11. Del cómo el "no" es inexistente en mi diccionario.
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A R I A
Revolví mi cabello con frustración, tratando de deshacerme de algunos pensamientos en particular que ocupaban mi mente. ¿Cómo he terminado aquí? Traté de responder a esa pregunta, pero no pude explicar lo que estaba haciendo frente a un club, forzándome a abrir la puerta, entrar y encontrarme a un tipo con una extraña adicción a las piruletas. No pude dormir anoche después del accidente de Walter siendo llevado en ambulancia. Todos en clase me mandaban miradas asesinas. Algunos de ellos preguntándose qué pasó y cómo estaba Walter, pero, ¿qué podría decirles? ¿Que estaba bien y que no había nada de lo que preocuparse? Ojalá pudiera, pero no tenía ni idea de cómo estaba. De hecho, me asusté al ver que no había asistido a clases.
Las preguntas de la gente, las miradas y esa molesta sensación de culpa me estaban volviendo loca y una vez más no pude dormir en toda la noche, pensando en ese idiota. Y ahora, gracias a él, estaba parada frente al club donde trabajaba Jake para preguntarle qué le había pasado a Walter. Eso era realmente humillante y vergonzoso porque se suponía que debía odiar a mi falso novio, no estar preocupada por su estado de salud actual.
Después de contar hasta tres, decidí abrir la puerta. Agarré el pomo de la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, alguien abrió la puerta, golpeándome directamente en la cara. Cubrí mi nariz, gimiendo de dolor mientras caía sobre el duro asfalto.
- ¡Dios, lo siento mucho!
Levanté la cabeza para escuchar la familiar voz, tratando de evitar que las lágrimas cayeran de mis ojos. Ese golpe de verdad que dolió. Mis ojos se encontraron con los de Jake y él se puso en cuclillas.
- ¡Me rompiste la nariz, idiota! – grité con frustración.
- Déjame verla – apartó las mano de mi cara para ver el daño que había hecho.
Olfateé, tragando todo el dolor que sentía. Jake entrecerró los ojos con concentración, inclinó la cabeza y se mordió el labio inferior, lo cual me pareció realmente molesto en ese momento. Cuando sus cálidos dedos tocaron mi nariz suavemente, inconscientemente moví hacia atrás mi cabeza sintiendo el pequeño dolor punzante en el puente de mi nariz.
- ¿Sabes lo que estás haciendo?
- La verdad es que no – abrí los ojos al escuchar sus palabras y Jake se rió entre dientes al ver mi reacción. Me ayudó a ponerme de pie. – Pero parece que no está rota.
- Gracias a Dios, House – dije y Jake parecía impasible ante mi sarcasmo.
Se cruzó de brazos y me miró con curiosidad, con una pequeña sonrisa vagando por sus labios. Me quité el polvo de los pantalones y le lancé una mirada desagradable, levantando la ceja.
- ¿Qué?
- Supongo que viniste aquí a verme, así que estoy esperando.
- ¿A qué?
- A que me digas por qué estás aquí – ladeó la cabeza hacia un lado, pensando en algo por un segundo. - ¿Estás aquí por Walter?
Mierda. ¿Era tan obvio? De alguna manera, estar preocupada por ese idiota me hizo sentir horrible, mi orgullo estaba siendo apuñalado y herido. No me gustaba. Y no podía decir qué era más frustrante, si sentirme mal porque Walter había terminado en el hospital o que Jake lo había visto a través de mí, y necesitó solo unos segundos para descubrir la razón por la que estaba allí. Tratando de salvar lo que se recordaba de mi aplastado respeto por mí misma, me aclaré la garganta, me pasé la mano por el pelo despreocupadamente y puse la mirada más desinteresada.
- No – murmuré, controlando mi voz para evitar que temblara. No quería sonar como si me importara. – Pero hablando de él, ¿cómo está? ¿Qué le pasó?
Mi intento fallido de parecer una persona desinteresada que acaba de preguntar por la salud de Walter por buenos modales me hizo querer suicidarme. Jake parpadeó rápidamente, tratando de unir todos los hechos y luego se rió a carcajadas.
- Oh Dios, eres tan divertida cuando intentas parecer que no te importa.
Me dio unas palmaditas en la cabeza, obligándose a contener la risa cuando lo miré.
- No lo estoy intentando – espeté, alejando su mano. – Realmente no me importa. Solo quería saber si todavía estaba vivo.
Jake chasqueó la lengua, sacudiendo su cabeza en gesto de desaprobación. - ¿Por qué tan fría? ¿No eres su novia?
Me enderecé y me tensé, sintiéndome la mayor imbécil del planeta. ¿Cómo podría olvidarlo? Fijé mis ojos en Jake, buscando en mi cabeza alguna buena excusa o explicación, pero desafortunadamente no podía pensar en nada lo suficientemente bueno como para callar a Jake. Maldije en mi mente ver cómo sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa otra vez.
- Está bien - metió las manos en los bolsillos del pantalón. – Sabía que estabas mintiendo, Walter ya me contó todo. O más bien le obligué a que me lo contara.
Incapaz de decir una sola palabra, asentí con la cabeza, sin saber qué hacer a continuación. ¿Debo regresar a casa o preguntarle a Jake sobre su amigo? Si él supiera que solo pretendía ser su novia, sería extraño mostrar preocupación por Walter. No éramos una pareja real, así que debería mantenerme alejada de él y sus problemas.
- Está bien.
Casi salté al escuchar su voz. La cara de Jake se suavizó cuando comenzó a hablar de su amigo. O podría ser solo mi imaginación, después de todo. Me sentí aliviada después de escuchar sus palabras y no pude evitar sonreír un poco, sabiendo que al menos él no murió. Sin embargo, me di cuenta de que sólo había contestado a una de mis preguntas, pero decidí no insistir.
- Me alegro – fue todo lo que pude decir.
De repente, Jake suspiró pesadamente y levanté la vista para ver su rostro. Parecía preocupado por algo, pero cuando nuestros ojos se encontraron, decidió romper el silencio y volver a hablar.
- Probablemente no lo sepas, pero Walter está solo – parpadeé rápidamente, sin estar segura de que por qué decidió decirme eso. Miró el reloj alrededor de su muñeca. – Hoy trabajo, así que no podré verlo y ese idiota no sabe cómo cuidarse así que...
Cuando se detuvo y me miró a los ojos, me di cuenta de lo que quería decir. Abrí los ojos y comencé a agitar las manos en el aire.
- ¡No, no, no! ¡No voy a ir a su casa! ¡No puedes obligarme!
- Qué cruel... - los labios de Jake se curvaron en una mueca. - ¿Casi muere y ni siquiera puede ir a visitarle?
- ¡No tengo ninguna obligación! – intenté defenderme.
- Está bien, cálmate – se pasó la mano por el pelo. – En este momento Walter tiene que descansar y tomar su medicación y no hay nadie cerca que pueda cuidarlo.
Me burlé una vez más sabiendo exactamente a lo que estaba conduciendo. ¿Acaso no tenía familia que pudiera ocuparse de él?
Ni que fuera una persona con tendencias suicidas.
No iba a ir a la casa de ese mal por mi propia voluntad. No en esta vida y desde luego tampoco después de mi muerte. Crucé los brazos.
- No me importa, Jake. Ya es bastante mayorcito.
Además de ser la persona más frustrante y molesta que podía hacer que la persona más paciente perdiera el control.
Jake levantó una ceja, apretó los labios fuertemente y tuve que admitir que esa mirada seria no le quedaba nada bien.
- Bien – finalmente levantó las manos como si acabara de darse por vencido. – Si vas a ver si está bien, le diré que te deje en paz.
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No tardé ni dos segundos en aceptar la oferta de Jake.
Suspiré pesadamente mientras miraba la puerta. La casa de Walter estaba a unos 50 minutos en autobús desde mi casa y al ver su casa estaba casi segura de que no tenía que preocuparse por el dinero. Lo maldije en silencio recordando cómo me obligó a pagar la cuenta, a pesar de que seguramente dormía sobre dinero.
Mordiéndome los labios con frustración, toqué el timbre. Mi corazón de repente comenzó a latir más rápido. Miré alrededor. Según Jake, probablemente ahora estaría durmiendo y todo lo que tenía que hacer era comprobar si estaba vivo.
La puerta se abrió y apareció Walter en ropa de estar por casa.
- ¿Qué haces aquí? – fue lo único que dijo.
No es que me esperase un hola, bueno, aunque no estaría de más saludar. Supuestamente es mi falso novio, y a pesar de que sea falso, la educación nunca estaba de más. Sonreí nerviosamente y le observé. Me miró con las cejas fruncidas.
- H-hola – tartamudeé, tratando de tomar una respiración profunda y calmar mis nervios. - ¿Qué tal?
Walter no se movió en absoluto, todavía me miraba con atención. Su cara estaba pálida y pude ver los círculos bajo sus ojos.
- ¿Cómo sabes donde vivo?
- Jake me lo dijo.
- ¿Jake? – levantó una ceja y asentí rápidamente. Se pellizcó el puente de la nariz y pude oírlo suspirar antes de volver a mirarme. - ¿Cómo lo conoces?
- Nos conocimos en el club la noche que me dijiste que fuera – expliqué rápidamente, mordiéndome el labio inferior con nerviosismo. – Me pidió que viniera a ver cómo estabas.
- Muy bien, así que te puedes ir – Walter estaba a punto de cerrar la puerta pero entonces puse el pie para que eso no ocurriera.
- ¿No necesitas nada? – pregunté.
Vi sus ojos oscurecerse. – No. Vete de mi casa o llamaré a la policía.
- Solo trato de ser amable y servicial.
Di un paso atrás, sintiendo coraje repentino. Eso no era lo que esperaba escuchar de una persona enferma después de hacer un esfuerzo para llegar hasta su casa. Entonces empujé la puerta y entré dentro.
- ¿Qué estás haciendo?
- Te prepararé algo de comer y luego me iré – le dije, ignorando su mirada penetrante en mi espalda. – Necesitas comer algo.
- No necesito nada. Deja de molestarme y vete a casa.
Estaba a punto de caminar para encontrar la cocina cuando Walter me agarró de la muñeca y me empujó contra el mueble de la entrada. Me quedé sin aliento cuando mi pierna golpeó el mueble con el impacto. Walter puso las manos sobre la cómoda, a ambos lados de mi cintura, impidiéndome moverme. Tragué saliva después de darme cuenta de lo cerca que estaba su cara de la mía.
- Te dije que te vayas – su voz era fría y baja, enviando escalofríos por mi espina dorsal.
Quería desviar la mirada pero no podía apartar mi atención de él, así que al final nos quedamos allí de pie, mirándonos en silencio. Walter estaba cansado y pude verlo en sus ojos. Estaba frustrado porque no quería ayuda, incluso si era obvio que la necesitaba.
- ¿Siempre eres tan terco? – finalmente logré decir algo. - ¿Acaso te mata aceptar ayuda de los demás? Jake estaba preocupado por ti... Dios, incluso yo estaba preocupada por ti por algunas razones desconocidas y locas, pero sólo sabes gritarme. No es así como se da las gracias, Walter.
Ladeó la cabeza hacia un lado, escuchando mis quejas. No dijo una sola palabra, pero lo vi apretando los dientes con ira. Parece que había llegado a su punto débil. Estaba respirando pesadamente después de mi pequeña ira y mi corazón latía más rápido de lo normal. Una vez más hubo silencio entre nosotros, ninguno sabía que decir.
- Walter... - suspiré con resignación después de unos minutos de silencio, pero de repente se enderezó y dio un paso atrás, soltándome.
- Solo vete a casa. No necesito tu ayuda y puedo cuidarme solo – dijo, señalándome la puerta abierta.
- Sí, claro – me burlé.
Se volvió hacia mí una vez más con una mirada furiosa y abrió la boca para decir algo, pero luego alguien entró por la puerta. Antes de que Walter pudiera reaccionar, ambos vimos a una chica de pelo rubio, observándonos con curiosidad. Me examinó de pies a cabeza con expresión desagradable en su rostro y finalmente entendí por qué era tan desagradable.
La chica rubia se acercó a Walter y lo besó en la mejilla antes de volver a mirarme.
- ¿Qué pasa aquí? ¿Y quién es ella, Walter?
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Siento muchísimo la espera, sé que me tardé mucho en actualizar. Pero estaba con exámenes, ¡y ya por fin los he terminado! ¡Soy libre! Así que podré volcarme al completo durante mis vacaciones en Wattpad y en escribir. Soy tan feliz.
¿Cómo han estado? Espero que muy bien, yo estudiando y yendo al gimnasio, así que no hay demasiadas novedades.
En fin, ¿qué piensan del capítulo? ¿Quién creen que será esa rubia? ¿Y por qué creen que Jake no le contestó a esa pregunta a Aria? ¿Y Walter, por qué estará solo? ¿Teorías? Seguro que sí xD
Nos vemos... no sé cuando porque volveré a subir capítulo esta semana, antes del sábado, eso seguro -de recompensa- así que solo les puedo decir que... ¡esperen!
Cheeky Love, xx
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