twenty five

25. La primera cita

Estaba enojada conmigo misma por gustarme alguien, pero no me volvía loca por quién era. Porque la verdad era que Malcolm... era un tipo increíble. Su verdadero yo era alguien que realmente se preocupaba y estaba orgullosa de decir que se había ganado mi corazón. Pero había un problema, y era si él me estaba usando para el beso.

Realmente no había pensado en el beso ahora que mis compañeros me dejaron sola, pero cuando me di cuenta de que me gustaba Malcolm, recordé el beso. Técnicamente, había ganado. Él se había ganado mi corazón y así, él ganaría el beso. Así es como las cosas deberían ir, pero no iba a pasar el beso en tan corto plazo.

Sabiendo que Malcolm había empezado a hablar conmigo por el tema del beso, estaba preocupada. No podía evitar preguntarme si Malcolm estaba actuando de esta forma para ganar el beso. ¿Sólo me estaba usando para recibirlo y luego olvidarse de mí? Ese tipo de preguntas pasaban por mi mente.

Esperaba que Malcolm se preocupase por mí de verdad, pero tenía que ser realista. Él era un tipo (como mi madre dijo) que quería algo de ti la mayor parte del tiempo. En este caso, el beso. Lo que significaba que tenía que ser cautelosa. No me atrevería a decirle cómo me sentía todavía.

Sonó el timbre de la puerta y me levanté, sabiendo que Malcolm ya estaba aquí. Estábamos estudiando para una próxima prueba y corrí abajo, emocionado. Pero al llegar a la puerta, hice una pausa, dándome cuenta de que necesitaba calmarme. No podía permitirme emociones de este tipo si quería mantener mis sentimientos en secreto.

Respirando hondo, abrí la puerta con expresión neutra. Malcolm sonrió y mi corazón se aceleró. Era magnífico y odiaba ver que había sido él de todas las personas.

- Hola – dijo, entrando.

- Hola – dije, volviéndome. – Vamos a mi habitación.

Mientras caminábamos, Malcolm habló. - ¿Estás sola en casa?

- Sí – respondí.

Había elegido deliberadamente ese día por esa misma razón. Mi madre no estaba contenta con Malcolm, especialmente después de la última vez, así que traté de mantenerlos separados. Malcolm era mi pequeño secreto y no quería que nadie se enterase.

Pronto estábamos en mi habitación y nos sentamos en nuestras habituales posiciones. Nuestros hombros se rozaban y yo podía oír la suave respiración de Malcolm. Me ruboricé y supe que era demasiado consciente de él, pero había llegado a aprender que eso era lo que sucedía cuando te gustaba alguien. Te consumía poco a poco. ¿Por qué la gente disfrutaba del amor? Yo me sentía avergonzada constantemente.

- ¿Por qué estás roja? – preguntó, sorprendiéndome.

- ¿Qué? – mis mejillas se pusieron más rojas. – No estoy roja.

Miré hacia otro lado, humillada por el hecho de que me había atrapado. Esperando que mis mejillas se aclararan, agarré el libro y busqué el tema en el que estábamos.

- Es lindo, Daisy – dijo suavemente. – Me encanta cuando estás nerviosa.

Me congelé ante sus palabras y lo miré, atónita. Él sonreía y mi corazón comenzó a golpear contra mi pecho. Esta sensación era cada vez más molesta.

- Cállate – dije a la defensiva. – Vamos a estudiar.

- De acuerdo – dijo, divertido.

Con las mejillas encendidas, comencé a enseñarle a Malcolm. Pero no estuvo muy atento. Por una vez, parecía distraído y sorprendentemente, por mí. Era como si él no pudiera dejar de mirar o incluso de tocarme, lo que me dejó preguntándome qué le sucedía.

- Tu pelo es tan... suave – comentó, jugando con un mechón.

- Concéntrate, Malcolm – dije.

- No puedo – su voz era baja. – No cuando estás cerca.

Azoté mi cabeza para mirarlo y me congelé cuando vi que me miraba fijamente. Mi corazón se congeló al notar que sus orejas estaban rojas. Malcolm sonrió y me sentí como si me desmayara, lo cual hace una semana, me habría disgustado.

- M-Malcolm – tartamudeé, insegura de lo que quería decir.

- ¿Sí? – susurró.

Mis ojos castaños se quedaron en los suyos y me di cuenta de que me estaba ahogando en este sentimiento de nuevo. Estaba consumiéndome de forma horrible, yo siempre había sido alguien seguro, y de repente era incapaz de pensar o actuar adecuadamente alrededor de este chico. Sabiendo que esto no era bueno, miré hacia otro rápidamente.

- Mañana tenemos una prueba – le dije en voz baja, agarrando el lápiz. – Pon atención.

Malcolm no dijo nada, y sin mirarlo, empecé a hablar de nuevo. Permaneció callado mientras le enseñaba y comencé a preguntarme si se había ofendido. Realmente quería mirarlo, pero me resistí, sabiendo que no podía dejarle saber cómo me sentía. Todavía no, al menos.

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Con cada día que pasaba, mis sentimientos se hicieron más fuertes. Nunca había pensado que podía estar tan apegada a alguien (especialmente de un chico) pero había sucedido. Cómo se convirtió en la felicidad de mi vida, me di cuenta de que había caído en un hoyo sin salida.

Había sido molesto una vez, pero lo acepté. Dejé que fuera y pronto permití que mis sentimientos se mostraran. Cuando comencé a permitir que Malcolm me tocara y le diera pequeños cumplidos, esperaba que se diera cuenta de cómo me sentía.

Estábamos sentados fuera, lado a lado, hablando. Después de un rato caímos en un silencio cómodo y miramos fijamente nuestro alrededor. Durante ese periodo de tiempo, mire a Malcolm y lo estudié. Con el calor del verano acercándose lentamente a nosotros, las pecas en su nariz habían aumentado, pero me parecía una bendición ya que era lo que más me gustaba de él.

De repente, me miró. Desvié la vista y me sonrojé, sabiendo que no debería haber hecho eso. Era evidente que había estado mirando.

- Daisy – dijo, hablando en ese tono suave que parecía reservar para mí. – Ve a otra cita conmigo.

Lo miré rápidamente. - ¿Qué?

- Lo siento, debí haber dicho que salieras conmigo – sonrió. – Fue divertido la última vez.

Ruborizada, mire hacia otro lado mientras mi corazón se volvía loco.

- Puede ser una cita – dije en voz baja. – No me importa.

No debía estar actuando con mis sentimientos, pero no pude evitarlo. No pude resistirlo porque Malcolm era... él. Era encantador y frustrante y alguien que quería patear y besar a la vez. La sensación era abrumadora, pero lo disfrutaba.

- ¿De verdad? – sus ojos se iluminaron. - ¿En serio?

- Si – miré hacia otro lado, avergonzada. – Lo que sea.

Malcolm se rio entre dientes y el sonido trajo calor a mi corazón. Lo mire y sonreí, sabiendo que estaba feliz por su existencia.

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Malcolm y yo estábamos en las colchonetas. Estábamos en Sky Zone y hasta ahora, habíamos pasado treinta minutos saltando arriba y abajo. Era divertido.

- ¡Mírame! – exclamó Malcolm, haciendo una voltereta. - ¡Habilidades!

Sonreí al verlo y salté hacia él. Mi cuerpo anhelaba tocarlo, como solía hacerlo, pero luche contra el impulso. Solo intente permanecer cerca de él.

- Este lugar es divertido – le dije, sonriendo cuando empezamos a saltar cara a cara. – No puedo creer que las colchonetas sean tan divertidas.

- ¿Nunca has estado en una? – preguntó.

- No, no hice nunca este tipo de actividades, estaba muy ocupada estudiando para que mis padres estuvieran orgullosos.

Los ojos de Malcolm se suavizaron de esa manera que yo amaba. Sonreí y me sentí delicada bajo su mirada. Aunque sabía que era fuerte e independiente, me gustaba la idea de que Malcolm pensara que yo también podría ser algo suave y precioso.

Mirándolo fijamente, no me di cuenta de que me miraba fijamente. Ni siquiera me di cuenta de que nos habíamos acercado inconscientemente el uno al otro. Nuestros ojos se quedaron encerrados en el del otro. Malcolm inclinándose hacia adelante.

De pronto, cayó hacia adelante, estrellándose contra mí. Me caí hacia atrás con un jadeo, aterrizando en mi espalda. Malcolm estaba sobre mí y saltamos juntos unas cuantas veces, aturdidos por la repentina caída. Me habría reído de lo que paso, pero con el cuerpo de Malcolm presionado contra el mío, mi corazón comenzó a golpear contra mi pecho. Mis mejillas se pusieron rojas y me resulto difícil respirar con su cara enterrada en mi cuello.

Después de unos segundos, Malcolm levanto la cara. – Lo siento, caí por ti.

Volteé la cabeza para mirar hacia otro lado, con la esperanza de que no viera lo nerviosa que estaba. Mi corazón se acelero ante sus palabras y trate de decirme a mi misma que no lo decía en la que forma en la que quería que lo dijera. Queriendo jugar, decidí decir algo que a la vez era broma y significativo.

- Parece que yo también – le dije, dándole una pequeña sonrisa.

- Realmente lo espero – dijo, para mi sorpresa.

Parpadeé, insegura de lo que quiso decir con eso. Pero antes de que pudiera decir algo, se bajo de mi y se puso de pie. Extendió una mano hacia mí y me levanto, dejándome confundida. Pero antes de que pudiera decir nada, me empujo hacia adelante, dejándome caer.

- ¡Boba! – exclamó, corriendo.

Gemí, pero me reí cuando me levanté. Antes de que lo supiera, corrí detrás de él, riendo todo el camino. Esta era mi primera cita y hasta ahora, me encantaba.

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Estábamos en su coche y nos dirigíamos a casa. Seguí mirando a Malcolm mientras conducía. Después de nuestra increíble cita, solo quería decirle como me sentía. Realmente quería hacerle mío para que pudiéramos tener más citas. Pero, estaba asuntada.

A pesar de todo, no sabía si podía confiar en él. Los chicos no eran muy confiables y debido al estúpido beso, no estaba segura de las intenciones de Malcolm. No sabía si era autentico y eso me dejaba mordiéndome el labio.

Mientras reflexionaba sobre mis sentimientos, sentí una mano en mi muslo. Abrí los ojos de par en par mientras miraba a Malcolm, que mantenía sus ojos en la carretera.

- ¿Estás bien? – preguntó. – Luces preocupada.

- Yo... - me sonrojé, no podía dejar de pensar en su mano sobre mi muslo. – Estoy bien, hoy fue genial.

- Estoy contento de que te haya gustado – sonrió. – Me hace feliz.

Sentí calor en sus palabras. Sonriendo, mire hacia otro lado y pensé en lo sincero que se sentía. Durante momentos como este, era difícil creer que él no estaba siendo genuino en sus acciones.

Así que en lugar de resistir, puse una mano encima de su mano que yacía sobre mi muslo. No lo confesaría todavía, pero saborearía estos pequeños momentos con Malcolm. Ellos significaban un mundo para mí y estaba feliz por cómo estaban yendo las cosas.

- Gracias por estar conmigo – dije en voz baja. – Gracias por hacer que mi último año sea tan divertido.

Malcolm me miro, sorprendido. Pero luego sonrió. Volteó su mano y apretó mi mano, haciendo que mi corazón vibrara. No podía dejar de sonreí.

- Gracias a ti también – dijo.

Ambos nos reímos y supe en ese momento que este juego no era tan malo. Desde que me había traído a Malcolm, no era tan estúpido. No podía creer que estuviera pensando eso, pero me dejo sonriendo.

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you got a fetish for my love (8)... no puedo quitarme esa canción de la cabeza, selena is killing me softly...

¿Cómo están mis lindos playboys? Espero que bien, hoy les traigo un nuevo capitulo y espero que les guste, es algo más... diferente por así decirlo, aunque todavía no hay demasiado salseo, prometo que lo habrá, muchas gracias por su apoyo constante, son los mejores :3

En fin, ¿qué opinan del capítulo? ¿Cómo creen que irán las cosas a partir de ahora? ¿será Daisy capaz de confesarle sus sentimientos? ¿O no?

De nuevo gracias por todos sus comentarios y votos, los amo!¡! :3

Cheeky Love, xx

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