10. Mi amapola, la fiesta y sus labios.

Capítulo diez: Mi amapola, la fiesta y sus labios.

Liam después me llevó a casa. 

Y como era de esperar, ya no me sentí tan mal. No me sentía mal por esas dos chicas que se burlaban de mí. ¿Debía importarme? No. Sólo estaban diciendo puras mentiras. Y cuando me fuí a dormir esa noche, me imaginé que nada de eso había sucedido.

De repente oí sonar mi móvil en la planta baja. Suspirando, me levanté de la cama, recordando que la noche anterior me había olvidado de dejar mi teléfono en mi habitación. Bajé las escaleras, bostezando un par de veces. No era una persona mañanera, despertar temprano era algo que odiaba y sobre todo cuando no era día de escuela.

- ¿Sí? - Dije perezosamente.

- ¡Mi amapola! - La voz aguda de mi madre sonó a través del altavoz.

Me sobresalté un poco debido a su fuerte y repentina voz. Aunque me emocioné casi de inmediado, porque era mi madre la que me estaba hablando. ¿Cuándo había sido la última vez que había hablado con ella? No me acordaba, pero tampoco estaba enfadada con ella. Podía comprenderlo. Había estado bastante ocupada con su trabajo.

- Te echo de menos. - Comentó. - ¿Cómo van las cosas?

Sonreí. - Yo también te echo de menos, mamá. - Me quedé mirando la ventana entreabierta mientras hablaba, una suave brisa movió mi pelo y me relajé. - Y bien... - Me callé, no sabiendo cómo responder.

Nada realmente importante había pasado, no nada que valiera la pena contarle, y lo de la noche anterior no contaba.

- No ha pasado nada interesante.

Ella se rió. - Ah, tu voz. - Comentó con un tono demasiado emocionado para mi gusto.

Estaba a punto de preguntarle de qué estaba hablando, pero ella me interrumpió.

- ¿Quién es el chico? - Abrí lo ojos y me quedé boquiabierta.

¿Cómo demonios se había dado siquiera cuenta? Claro, yo no le había dicho nunca nada sobre Nathaniel, y era por una buena razón: ella siempre se emocionaría demasiado y seguramente me estaría abrumando todo el día a preguntas sobre él. Aún así, era bastante agradable tener a una madre a la que poder contarle todos mis problemas.

- ¿Eh? - Exclamé, frunciendo las cejas. - ¿Cómo te diste cuenta?

- ¿Cómo no me voy a dar cuenta? - Se rió de nuevo. - Eres mi hija, me doy cuenta de las cosas con facilidad.

* * *

Después de eso, le hablé de él. Le expliqué cómo era. Y ella no me dijo nada acerca de prohibirme salir con él ni nada de eso. Esa era una de las cosas que sí me gustaban de ella, ese tipo de cosas no me molestaban, exceptuando el hecho de una niñera, eso sí me molestaba. Le hablé de Nathaniel, desde la primera vez que lo ví. Mi madre parecía tan fascinada como yo, o incluso más.

Nathaniel era un buen chico. No fumaba, ni por lo general, hacía cosas malas. ¿Y Liam? Bueno, me gustaría sabe qué pasaba con él. Todo con él era una mezcla de emociones todo el tiempo. Pero ahora que se había convertido en mi amigo me había empezado a caer mucho mejor y eso me gustaba.

- Ariel. - Dijo alegremente Dakota. - ¿Estás lista?

Dakota había estado tan emocionada desde el momento en el que se enteró de la fiesta. En cuanto a mí, bueno, no podía negar el hecho de que estaba emocionada como ella. Bueno, no tanto. Dakota era ese tipo de chicas que eran felices todos los días, verla triste era algo raro. La última vez que la ví llorr fue cuando su padre murió debido a un accidente de coche. Fue algo raro para mí también. Ya que cada vez que iba a casa de Dakota siempre había un olor a pasteles, a su padre le encantaban los dulces. Así que luego de que él se fuera, se me hizo bastante raro el que no hubiera ese olor tan genial en su casa. Me había acostumbrado a él.

Otra cosa que me gustaba de Dakota era que era una persona muy valiente. 

- Sí. - Le respondí con una sonrisa mientras me miraba en el espejo.

Llevaba unos pantalones vaqueros y ajustados que me había comprado recientemente, y una camiseta de tirantes azul marino. Me había dejado el pelo rizado, a lo natural, bueno, quizá me lo había peinado un poco con el secador, pero eso fue por necesidad, mi pelo no es que sea el mejor pelo del mundo, y cuando no lo peino... dejémoslo en que necesitaba peinarlo un poco y ya.

Iba sencilla pero bastante bien, es decir, mi pelo rojizo hacía contraste con la camisa azul marino, y eso resaltaba más mis ojos. Sí, estaba bien.

- ¡Mierda! - Exclamé, mientras miraba el reloj que se encontraba en la mesita de noche. -  ¡Llegamos una hora tarde! - Me reí.

Aunque lo cierto es que no era un gran cosa el que llegáramos tarde, por lo general, casi todo el mundo llegaba tarde a las fiestas.

* * *

Cuando llegamos, lo primero que ví fue una múltiple cantidad de luces de diferentes colores que alumbraban la casa de Nathaniel. Mierda, ahora que lo pensaba, tenía una casa enorme. La gente entraba y salía de la casa. La música estaba sumamente fuerte, y desde aquí, pedía a Dios que por favor los vecinos no llamaran a la policía. 

- ¡No puedo! ¡Qué emoción! - Comentó Dakota, chillando de alegría.

A veces era una exagerada. Ni que fuéramos a una fiesta con Brad Pitt.

Cómo me gustaría ir a una fiesta con Brad Pitt...

- ¡La última vez que fuimos a una fue hace dos meses! Menos mal que Nathaniel hizo una. - Continuó hablando.

Asentí con la cabeza, de acuerdo. No había tenido "diversión" desde hacía mucho tiempo, y una fiesta iba a relajarme un poco y hacerme olvidar un poco de la escuela y ese tipo de cosas. Últimamente estaba muy estresada. Con la presión de los rumores acerca de Liam y yo, que él se hubiera convertido en mi niñero, y que esas chicas hubieran empeorado mi autoestima... No me había relajado desde hace tiempo.

- Y bueno ahora estarás contenta de ver a Nat... - Le di un golpe en el hombro, en broma, evitando que pudiera terminar la frase.

Un rubor se había formado en mis dos mejillas. Mi estómago estaba caliente y con un hormigueo incontrolable, y sólo por haber pensado en él.

- Cállate. - Murmuré, y ella sonrió descaradamente.

Aunque sabía que tenía razón. Estaba contenta de verlo, pero no es como si estuviera obsesionada con él o algo por el estilo. Sólo era un simple flechazo. Supongo.

No había visto a Liam todo el día, lo que me hacía pensar por qué demonios no se había acercado a hablar conmigo, si tan amable y preocupado había estado la noche anterior. Negué con la cabeza, sabiendo que no debía preocuparme porque él era... él. Liam era impredecible, es obvio que seguramente hoy tendría planes, además seguramente hoy vendría a la fiesta, había escuchado por ahí que Liam no se perdía ninguna fiesta.

Cuando llegamos al porche no llamamos a la puerta para entrar. La música estaba demasiado alta como para que alguien pudiera oír el timbre, por no decir que la puerta estaba abierta y no hacía más que entrar y salir gente. Cuando entramos, ví muchas caras conocidas; algunas personas bailaban y otros estaban hablando con sus amigos o en pequeños grupos de personas. Una típica fiesta, nada raro.

- Hola. - Dijo una profunda voz en mi oído.

La persona que me había hablado y que estaba detrás de mí, tenía una voz muy familiar. Después de media hora, Dakota y yo de alguna manera acabamos separándonos, pero no entré en pánico. Había otros amigos que también estaban en la fiesta, así que no pasaba nada si no estaba con Dakota. 

Me dí la vuelta, encontrándome con Nathaniel. Causando que mis ojos se agrandaran de la sorpresa y mi corazón dejara de latir.

- Has venido. - Dijo, con una pequeña sonrisa.

- Nathaniel. - Dije, demasiado emocionada para mi gusto. - Sí, he venido. - Le respondí, sonriendo con nerviosismo.

Me sentía un poco incómoda, él estaba demasiado cerca y de alguna manera eso bloqueaba mi mente. Todo lo que quería decir lo pensaba dos veces. ¿Era raro? ¿Estúpido? ¿Molesto? ¡No lo sé! Siempre que me gustaba alguien, entraba en pánico cuando estaba cerca de ellos.

Él se rió y me dí cuenta de que no era una risa para nada falsa.

- Y yo me alegro mucho. - Su sonrisa seguía intacta. - Por cierto, hoy estás muy guapa. - Comentó, haciéndome sonrojar con locura y sonreír como una idiota.

- Gracias. - Le dije. - Tú... eh. - Me detuve por un momento, tratando de encontrar el coraje suficiente para decírselo a él también. 

Lo miré a los ojos. Sus ojos eran dos bolas brillantes y parpadeantes debido a la luz, haciendo que se vieran mejor que nunca. Otra de las razones por las que me gustaba, no sólo por su personalidad, si no porque era realmente bello.

- Tu... te ves... - Repetí una vez más, esta vez mi voz era baja y mi mente estaba fuera del mundo, lejos, en algún lugar, quizá en Marte.

Mi mente se centró sólo en sus ojos. Entonces me relajé. Noté cómo mis ojos también se relajaban, ya no estaban tan abiertos debido a sus elogios y al hecho de que estuviera tan cerca de mí. Entonces me acerqué más a él, tanto que nuestros rostros se inclinaba lentamente cerca el uno del otro.

- Muy bien, también. - Le susurré, antes de que nuestros labios se juntaran.

* * *

¡Hola! Muchas gracias por todo su hermoso apoyo, aquí estamos con otro nuevo capítulo. Me de dado cuenta de que EPEMN ha recibido muchas críticas respecto a que si es un cliché y ese tipo de cosas. Que conste que yo respeto todas las críticas, lo que me sienta mal son las formas. Sólo quería decir que todo el mundo tiene su opinión, ya sé que no todo va a ser "oh, que guay, es genial, chachi piruli", pero supongo que hay mejores formas de decirlo. Para mí.

Dejando de lado todo eso, he decidido hacer un horario de subida para EPEMN, así que a partir de ahora subiré, ¡todos los sábados! Así tendré tiempo para mi escuela, mis tareas, mis amigos y para escribir y... cómo no, para mis lindos y hermosos lectores, os amo <3

¿Qué opinas del capítulo? 

¡Disfrutad!

Y recordad; ¡comentar y votar es gratis!

Cheeky Love, xx.

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