Capítulo 8

Las diez chicas, desde Lily hasta Lori, rodearon a su hermano sepultándolo en un estrecho abrazo colectivo. Lo que desconcertó bastante al niño de once años, quien no entendía porque de estar furiosas tras explicarles sobre el problema de bullying que estaba sufriendo en la escuela, pasaron a alegrarse al grado de chillar contentas y felicitarlo, apenas les explicó que el responsable se trataba de una niña.

—¡Lincoln! —Luna chilló emocionada sin soltarlo—. ¿Por qué no nos dijiste que tenías novia?

—Suena a que es bonita. —suspiró Lola.

El chico no entendía lo que ahora estaba sucediendo.

—¿Qué está pasando?

Las chicas lo soltaron y Lori fue quien le despejó la duda con una aseveración.

—Cuando una chica te molesta, eso sólo significa una cosa: ¡LE-GUS-TAS!

Una vez más, sus diez hermanas se soltaron en chillidos a su alrededor, hasta que el muchacho tuvo que detenerlas para explicarles lo erradas que estaban.

—¡Eso es ridículo! Me metió un sándwich en el pantalón. ¡Me tuve que quitar ajonjolí del trasero por días!

Por alguna extraña razón, dicha afirmación, contrario a indignarlas, las hizo suspirar embelesadas. Incluso Leni lo hizo.

—Que romántico.

—Es un clásico. —mencionó Lori.

Su hermano se hartó de sus extrañas suposiciones.

—¡Ustedes están locas! Ella me odia —decidió entonces explicarles lo que pensaba hacer para terminar el problema de tajo—. Voy a verla hoy y decirle lo que pienso.

—Tienes que darle un pedazo de tu corazón a cambio —sugirió Lori.

—¡¿Qué?!

Leni tuvo una idea mejor.

—Yo creo que tiene que besarla.

Como si entendiese lo que estaba sucediendo, Lily comenzó a hacer gestos de mandar besitos al aire.

—¡¿Qué?!

Acto seguido, las chicas comenzaron a hablar entre sí, arrojando consejos y discutiendo el mejor modo en que Lincoln podía abordar a su bravucona o, como equivocadamente la veían, su "novia". Harto de ellas que no dejaban de hablar e inmiscuirse en un tema del que no sabían nada, el muchachito huyó a atrincherarse en el baño para hablar con Clyde mientras ellas no dejaban de discutir.

Ninguna se dio cuenta de esto hasta pocos minutos después que su hermano alzó la voz.

—¡Deténganse!

Voltearon a verlo. Una vez que consiguió su atención, inflando el pecho con orgullo les preguntó con un optimismo que momentos atrás no había mostrado.

—¿Entonces, voy a besar a esta chica o qué?

Ese chillido que podría romperle los tímpanos a cualquiera volvió a arremeter tan pronto sus hermanas entendieron lo que se proponía.

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La alarma del reloj de Lincoln en su muñeca comenzó a emitir un repiqueteo, por lo que revisó la hora.

—Son las tres treinta. Lola, bálsamo labial.

Animada, la pequeña diva de la familia le hizo la aplicación de forma tosca, pero eso no pareció molestar al chico.

—Lana, menta fresca.

La otra gemela le arrojó un caramelo que él atrapó al vuelo con la boca.

—Hagamos esto.

Lynn, orgullosa de él como pocas veces demostraba estarlo, alzó sus puños con emoción.

—Ve por ella, Romeo.

—Tú puedes hacerlo, hermanito —lo apoyó Lori.

Las gemelas estaban igual de emocionadas y conmovidas.

—Nuestro pequeño Lincoln.

—Cuanto ha crecido.

Leni señaló la tapa de un cubo de basura que llevaba en la cabeza, por haberse creído una de las excusas que su hermanito usó en ella para evadir el tema de su bully.

—Las madrinas deberían de usar estos sombreros en la boda de Lincoln. Son lo último hoy en día.

Como si temieran que se echara para atrás a último momento, entre todas lo escoltaron afuera, llegando hasta ahí su intervención, para enseguida asomarse expectantes por la ventana y poder presenciarlo todo en primera fila.

Lincoln distinguió en la entrada de su patio a aquella niña que los últimos días había estado haciendo su vida un infierno, pegándole notas de "patéame" en la espalda, bajándole los pantalones cuando se descuidaba al ir a su taquilla entre clases, a veces llenándosela de basura para que le cayese encima al abrirla. La misma niña que amarraba las cintas de sus zapatos entre sí sin que se diese cuenta, de alguna manera, para que tropezara y cayera, o que le ponía cojines ruidosos de broma en su asiento, siempre humillándolo delante de todos convirtiéndolo en la burla de la escuela... Pero de pronto nada de eso le importó, ahora que sus hermanas le habían mostrado otra perspectiva de sus acciones.

Lleno de seguridad y exhibiendo una gran sonrisa, Lincoln caminó con paso firme hasta la pecosa niña morena, cuyo oscuro cabello llevaba todo recogido hacia atrás en una coleta. Cargaba a un costado una bolsa de mandado con algunos víveres, de la cual asomaba un filete. Se rumoreaba que ayudaba a veces en su casa a comprar la despensa. Su expresión era desconfiada e insegura, proyectando unos dientes astillados de forma amenazante... Característica que a Lincoln de pronto le pareció adorable al darse cuenta por primera vez que compartía ese mismo rasgo con ella.

—Muy bien, perdedor —Ronnie Anne se le plantó de forma intimidante tratando de imponerse—. Me citaste y aquí me tienes. ¿Es que quieres decirme algo?

Abrió los brazos retándolo a que se atreviera a realizar el primer movimiento, aunque en realidad lo creía incapaz de en serio enfrentársele... Y cuando se dio cuenta, ¡lo tenía encima de ella!

La chica, ante la inesperada sorpresa, no supo reaccionar a tiempo cuando aquel chico la tomó de la cara, se acercó a ella y... ¡Le plantó un sonoro beso, justo en los labios, durante dos segundos completos!

Lincoln se separó de ella, apenas sonrojado, con una sonrisa mucho más amplia a la que tenía hasta hacía un instante. Algo agitado, pero sintiéndose como todo un campeón, miró a la niña que estaba en shock. Sin querer había dejado caer al suelo la bolsa del mandado. Estaba paralizada, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. En su mente una expresión se repetía una y otra vez:

"¡Ese perdedor me besó!... ¡Me besó!... ¡En los labios!... ¡LINCOLN LOUD ME BESÓ EN LOS LABIOS!...".

—Entonces, Ronnie Anne... —Lincoln se frotó el cuello, algo perplejo por la falta de reacción de la niña—. ¿Te gustaría ser mi...?

¡¡¡PUM!!!

Estaba seguro de haber escuchado a todas sus hermanas soltar una exclamación de angustia antes de que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, culpa del contundente golpe que recibió en el rostro por parte de una muy furiosa y embravecida muchacha cuando esta finalmente salió de su aturdimiento.

¡Pero qué asco!

Lincoln no entendió lo que acababa de pronunciar en español, pero sospechó que no se trató de nada agradable dada la mueca de repudio que se dibujó en su rostro y el modo en que a continuación se soltó en arcadas.

¡Guácala!... ¡¿Para esto me citaste, pervertido?!... ¡Puaj!... ¡No vuelvas a hacer una estupidez como esta o juro que...! Que te voy a... Que yo... ¡Que te irá peor!

Tal vez su rostro estaba rojo de la furia, dado que cuando se dio la vuelta y se marchó, todavía molesta, siguió haciendo gestos de querer vomitar. Su expresión iracunda tampoco cambió.

Lincoln compartió su frustración. Transcurridos otro par de segundos, se puso en pie sintiendo que el ojo le pulsaba, sin ningún otro plan más que subir a su habitación y encerrarse ahí, dispuesto a nunca más volver a escuchar a sus hermanas.

Al entrar de regreso a su hogar, no se dio cuenta que Ronnie Anne regresó por donde vino a paso sigiloso con una hoja de papel en la mano, aún sonrojada, pero no furiosa, más bien... Nerviosa.

Insegura, la niña buscó en derredor hasta dar con una piedra más o menos con el tamaño y peso que necesitaba. Luego rodeó la casa de aquel perdedor que se había atrevido a... Le inquietaba pensar en eso... Envolvió la piedra con la nota que ya le había escrito y, tras centrar bien la que debería ser la ventana de la habitación de Lincoln Loud —por las veces que "casualmente" había conseguido distinguirlo, las ocasiones que "casualmente" había pasado por esa casa—, lanzó un chiflido y la arrojó acertando perfectamente.

Suspiró. Estaba por marcharse cuando se detuvo y miró dentro de su bolsa para el mandado. El filete aun estaba frío. Supuso que podría pasar una vez más a la carnicería y comprar otro con lo que sobraba de su mesada antes de regresar a su casa. Pero primero tendría que escribir otra nota.

—No sé porqué me tomo tantas molestias con ese tonto —dijo la niña para si—. Lo que me hizo fue algo muy asqueroso... ¿Verdad?

Se tocó los labios pensativa, sin poder dejar de revivir ese... Funesto suceso.

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—...Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Lincoln, ataviado en su esmoquin, se acercó a la hermosa mujer latina que llevaba un exquisito vestido de novia... Cuando de pronto esta tomó su rostro entre sus manos y le dio un agresivo y sonoro beso justo en los labios que duró mucho más que sólo dos segundos. Un beso que poco a poco se hizo más y más apasionado ocasionando una salva de aplausos y algunos chiflidos entre los presentes que se emocionaron mucho por lo que estaba sucediendo.

Cuando la pareja se separó, a causa de la impresión, Lincoln perdió el equilibrio y estuvo apunto de caer al suelo, consiguiendo a último momento mantenerse en pie.

—A eso le llamo yo "robar el aliento". I ji ji ji ji ji ji... ¿Entienden?

Ronnie Anne rió y festejó el chiste de una de sus nuevas cuñadas. Después regresó con su ahora "esposo con todas las de la ley". El hombre estaba maravillado, visiblemente feliz.

Pero que asco.

Su esposa frunció el ceño por lo que este dijo en español.

—¿No quisiste decir que rico?

—Yo sé lo que dije... Boba.

—No abuses de tu suerte... Perdedor.

Y se dieron otro apasionado beso, demostrándole a sus familias y al mundo lo muy enamorados que estaban el uno del otro, felices por finalmente compartir sus vidas juntos.

—¡Son tan adorables! —María se soltó en llanto, de tal modo que a su cuñada Frida no tendría nada que envidiarle. Rita asintió a su lado.

—Lo sé —secundó entre lagrimas—. Pero, también... ¡Son tan jóvenes! Eso siento que los vuelve todavía más tiernos y puros de lo que ya son.

Su consuegra tuvo que sorber por la nariz.

—Confío en que tu hijo, ahora mi hijo también, tratará a mi niña con toda la dulzura y la delicadeza que se merece.

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—Feliz aniversario, Ronnie Anne —exclamó Lincoln, feliz y emocionado por el momento que estaba pasando en compañía de su esposa—. No te imaginas cuánto te sigo amando.

—Puedo darme una buena idea. Feliz primer aniversario, perdedor.

Dando énfasis en esta última palabra, Ronnie Anne azotó la fusta contra la cabecera de la cama, a la que Lincoln estaba esposado de manos usando sólo una trusa: ¡Zaz!... Completamente a merced de su muy intimidante esposa que lucía tan excitada como él.

—Por cierto, linda, ¿dónde conseguiste esa chaqueta? Te luce genial. Aunque parece que te queda algo chica.

—Carlota me la regaló cuando era niña. No estoy segura si salió con un motociclista o algo así. ¿De verdad crees que se me ve bien?

—Sí, pero más me gusta lo que llevas abajo de la falda.

—Pero si no llevo nada abajo de...

La mujer rió.

—Eres un rarito... ¡Pero ya menos charla y más acción!

¡Zaz!

El aullido de agonía que Lincoln soltó tras recibir el primer pisotón sacó de personaje a Ronnie Anne.

¡YAAAAYHH...!

Preocupada, la mujer le retiró el tacón alto de su bota de las costillas a su esposo y se acercó a él.

—¡Lincoln! ¡Perdóname!... ¿Te lastimé?

Él gimoteó algo muy bajo. Así que ella se acercó más para poder escucharlo y entender mejor lo que trataba de decirle.

—No... No te detengas.

Mordiéndose el labio y recuperando el momento, Ronnie Anne arremetió una vez más en su contra.

¡Zaz!

—¡Di mi nombre, basura!

—¡RONNIE ANNE LOUD...!

Vaya que por la mañana recibirían muchos reclamos de sus vecinos... Otra vez.

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Lincoln salió de su baño con la revista enrollada en una mano. Suspirando con cierta frustración se dirigió hacia la cocina. En el camino tropezó con una botella que todavía tenía un poco de cerveza que derramó en la alfombra.

—¡Maldita sea!

No estaba seguro acerca de que le había molestado más. No haberse fijado por donde iba, haber desperdiciado parte de una cerveza, o esa manera tan patética de empezar su mañana. Aunque no es que fueran muchas las ocasiones en que se saliera gran cosa de la rutina a la que ya se había acostumbrado.

Al final tomó la botella para tirarla en un bote de basura. Más tarde trataría de recordarse a sí mismo limpiar el desastre que ocasionó. Esperaba no olvidarlo como de costumbre solía ya hacerlo cuando se dejaba algún pendiente para después. Consideró por un instante también tirar la revista sucia que se dejó de forma descuidada sobre uno de los estantes del librero en la sala, pero no lo hizo. De todas maneras no es que recibiera muchas visitas por las que debiera tener cuidado.

Ya en la cocina perdió todas las ganas de prepararse algo para desayunar y sólo sacó una lata de cerveza de la nevera. Enseguida, y tras tomar una vez más la revista, regresó a la habitación de huéspedes donde solía dormir.

Se tiró en la cama boca arriba, destapó la lata sin llegar a mirarla y la apoyó sobre su abdomen, el cual notó abultaba un poco más a como lo recordaba apenas el mes pasado.

Hojeó un poco más la revista, antes de tirarla un lado sintiéndose aburrido de ver una vez más las mismas imágenes. Ni siquiera había conseguido la concentración suficiente en el baño cuando la había llevado hasta ahí para "destensarse". Supuso que tal vez sólo le hacía falta conseguir nuevo material.

De pronto su celular comenzó a sonar. Frunció el ceño cuando, antes de contestar, primero comprobó de quién se trataba. Esperaba que la llamada fuera para recibir la asignación de una posible venta, lo que sería una grata diferencia entre los ya acostumbrados regaños.

—¿Bueno?

—¡Vaya! Se escucha a que realmente estabas despierto. Eso sí es una sorpresa. A estas horas te imaginaba todavía acostado con una cerveza en la mano.

Lincoln, por el contrario, se lo imaginó sentado en su silla de ruedas frente a su escritorio, echando pestes como si no tuviera otra cosa mejor que hacer. Prefirió no responderle nada, en especial porque su colega había atinado a dos de tres. Hasta ese momento apenas se daba cuenta que ya era casi mediodía.

—¿Se te ofrece algo, Hassan?

—Sí, un mejor índice de ventas por tu parte; pero creo que eso sigue siendo pedirte mucho. Acabo de revisar los números, Lincoln. Tu productividad bajó todavía más estos dos últimos meses.

El peliblanco suspiró. No tenía ganas de pelearse con nadie. Mejor prefirió bajar las manos para terminar la discusión.

—Lo lamento. He tenido una mala racha estos días.

Todos los días para ti son malas rachas desde que... —Hassan consiguió morderse la lengua a tiempo—. Escucha, Lincoln, de verdad no quiero discutir contigo por esto. Es obvio que tu tiempo como vendedor ya pasó. ¿Te acuerdas cómo era esto antes, cuando recién empezamos? No quiero que me des disculpas porque no soy tu jefe, soy tu socio. Juntos empezamos esto y quiero que volvamos a retomarlo donde lo dejamos. Te puedo hacer espacio para una oficina y aquí, conmigo, podrías ayudarme a que juntos expandamos un poco más el negocio.

Sabes que lo administrativo es lo tuyo. Lo mío son las ventas. Aún estoy dentro del juego y no pienso retirarme todavía.

Pues no es eso lo que parece. Estas cifras me dicen todo lo contrario. Escucha, me estás poniendo las cosas muy complicadas. Este negocio ha tenido éxito gracias a las ventas que conseguiste al inicio, cuando me convenciste que asociarnos de esta manera sería una buena idea. No se me olvida que la mitad de la inversión vino de tu bolsillo. Por eso no quiero que rompamos nuestra asociación. De verdad quisiera que reconsideraras dejar tu puesto y ocuparte mejor en algo distinto. Te veo bien como estás. Tal vez no seas rico, ninguno de los dos lo somos, pero tampoco parece faltarte nada.

"Salvo mi familia", pensó Lincoln con amargura; pero, muy a su pesar, comprendió el conflicto en el que tenía a su socio.

—Mira, Hassan, ya me repondré. Es sólo que... Verás que esto no tardará en pasárseme y estaré bien antes de lo que te imagines.

Al otro lado de la línea escuchó a su socio suspirar con resignación.

Por favor, y te lo digo como amigo, busca ayuda y trata de mejorar tu estado de ánimo. Tienes que sobrellevar de manera correcta la pérdida de tu esposa. Siento que sobra recordarte que aún tienes a tus hijos y no habrá legado o patrimonio que les dejes si te encargas tú mismo de destruir lo que a ambos nos costó mucho construir.

El regaño surtió efecto en Lincoln. Dejó sobre la cómoda su cerveza y se sentó en la cama con una mano contra la frente.

—Lo sé, amigo, lo sé. Te prometo hacer algo al respecto.

Hassam no creyó en su promesa. No sería la primera vez que le hacía una así. Como en las anteriores ocasiones, sólo le quedó darle el beneficio de la duda, pero ya sin hacerse grandes expectativas.

Bien. Te mandaré por correo los datos de unos solicitantes que están interesados en la bodega en renta de la calle Oxford. No lo arruines y trata de concretar algo, por lo que más quieras.

—Tienes mi palabra que daré mi mayor esfuerzo. Les haré ver a cada uno de los clientes que no tendrán mejor opción que nosotros para encontrar el lugar que buscan.

Eso espero... Por cierto, la prima de mi esposa va a venir de visita y... Pues... Está disponible, si entiendes a lo que me refiero.

—Gracias —por educación le respondió, aunque la insinuación la sintió ofensiva, aún sabiendo que no había sido con esa intención que su amigo y socio se la hizo—. Pero prefiero no hacer sentir incómoda a tu familia política con... Ese tipo de cosas. Imagina lo que diría tu esposa si se entera de que me pediste que pretenda a su prima.

—En realidad fue su idea. Como yo, ella también se preocupa mucho por ti. Vamos, no te cierres a la posibilidad de avanzar y empezar de nuevo, compañero.

Lincoln miró una fotografía dentro de un marco que tenía sobre un librero. Se la había tomado en Disney World junto a Ronnie Anne y los cuatrillizos unos seis años atrás. Ese había sido un día especialmente divertido.

—Lo pensaré.

Esperaba con eso que Hassam y su esposa desistieran de jugar a los casamenteros, por el momento. El día que esos dos decidieran arreglarle un encuentro de esa índole, por supuesto que casualmente coincidiría con alguna otra cosa importante que no podría postergar.

Perfecto, le avisaré a Sharon. Por ahora concéntrate en el trabajo. Hasta luego.

Una vez que terminó la llamada, furioso, Lincoln liberó lo que había estado reteniendo durante la misma.

—¡Invalido idiota! ¿Y tú qué sabrás? ¡Mejor ocúpate de tu propia vida marital! ¡Seguro ya nada te sirve de la cintura para abajo!

Respiró lentamente intentando calmarse. Al mismo tiempo se sintió culpable por haber exclamado aquellas ofensas, en especial cuando entendía que Hassam sólo buscaba ayudarlo, aunque fuese lo que él consideraba se trataba de la manera incorrecta. Lo mejor sería que revisara los datos de la bodega y los interesados en la misma para después ponerse presentable a la brevedad. Si jugaba bien sus cartas, quizá esta vez conseguiría rentarla.

Muy a su pesar reconoció que Hassam tenía razón en algo: si no comenzaba a avisparse más y volvía al negocio, terminaría por hartarlo y, socio o no, su amigo podría dejarlo sin trabajo. Le resultaba sinceramente admirable la paciencia que le había tenido hasta entonces.

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Un par de horas después, en su habitación, Hugh tuvo un pequeño debate interno ante lo que escuchó en las grabaciones obtenidas tras haber intervenido de forma remota el teléfono de su tío.

Por un lado los datos que obtuvo sin duda ayudarían mucho al proyecto de su prima Lina. Por otro también sentía mucha preocupación por su tío y la actitud que tomaba ante quienes trataban de auxiliarlo.

—¡Maldición, papá! De veras necesitas toda la ayuda posible.

Al comprender que su tío se desentendería de cualquier intento de conocer a alguien si no se le obligaba a hacerlo, esperó que con esto sus primos apresuraran la siguiente fase del plan.

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La abuela Rita lavaba tranquilamente los platos echando un vistazo de tanto en tanto hacia la ventana. Sus nietos estaban afuera en el patio o, mejor sería decir, dentro de la casa del árbol que seguía en pie desde hacía años. Sin duda su esposo y Lana habían hecho un buen trabajo en su momento para que continuara firme como el árbol donde estaba montada.

Adentro, el pequeño Lincoln tragó saliva cuando sintió el crujir de la madera debajo de él y Liberty lo tomó de un hombro tratando de reconfortarlo.

—Descuida. Hace mucho que esta casa se habría caído si no fuera segura.

—Si, ¿pero suelen muy a menudo ocuparla cinco personas a la vez?

Por el contrario, su mellizo Lynn aparentaba indiferencia tratando de simular el hecho que, como el niño que era, se la estaba pasando genial en lo que parecía un juego de espías con todo y una fortaleza personal. Linka, más centrada en lo importante, interrogaba a su prima.

—¿Exactamente por qué tenemos que reunirnos aquí en lugar de hacerlo dentro de la casa, Lina?

—Porque aquí tenemos menos posibilidades de ser escuchados o interrumpidos por los adultos. Recuerden que tenemos que ser discretos al llevar a cabo este plan —tomó su celular—. Hugh, ¿sigues ahí?

Afirmativo. También acabo de recibir la información de tu exposición.

—¿Cuál exposición? —preguntó Liberty.

Lina volteó la computadora que tenía frente a si para que sus primos pudiesen ver la pantalla.

—Sólo esperaba a que Hugh terminara de contarnos lo que pasó en la mañana al tío Lincoln con su amigo. Tiene razón en sus sospechas, mi tío rechazará conocer a la mujer que quieren presentarle y hará lo mismo con cualquiera si no se trata de la más indicada y acorde con él, como lo es ella.

Los niños miraron largamente el perfil de la mujer interesada en hacer contacto con su padre en la página de citas. Lynn levantó la mano con recelo para poder preguntarle algo a su prima.

—¿Y exactamente por qué crees que esta...? —se detuvo unos segundos para releer el nombre al lado de su fotografía en la pantalla—. Taylor. ¿Por qué Taylor es la indicada para papá?

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Rita terminó de lavar los platos. Al estar distraída mirando por la ventana hacia la casita del árbol, no notó a su esposo entrar a la cocina, sino hasta que la abrazó por detrás tomándola por sorpresa.

—¡Lynn, me asustaste!

—Lo siento, cariño —le respondió, aunque no parecía arrepentido de nada. El anciano cambió el tono de su voz por uno insinuante—. ¿Por qué no vamos a la recamara, aprovechando que las chicas y los niños salieron? Tú puedes ser la abuelita y yo el lobo feroz.

Su esposa le dio un manotazo travieso en la mano que le había colocado sobre la cintura para frenar sus juguetones avances.

—Basta, cielo. Es tentador, pero los niños no se fueron. Están en la casita del árbol.

—¿Los cinco? Espero que no se caigan con todo y la casa.

—Era justo lo que estaba pensando. Ya llevan mucho tiempo ahí arriba. ¿Qué será lo que hacen tanto?

—Pues...—se encogió de hombros—. No sé. Supongo que lo mismo que hacen los niños a esa edad: Jugar al doctor, beber cerveza, fumar. Tal vez sólo están drogándose.

—¡Lynn!

Su esposo fracasó al intentar esquivar el siguiente zape que le propinó. Había sido un poco más fuerte al golpe anterior.

—Sólo estaba jugando. ¿Quieres que suba para comprobar que sigan vestidos?

—¡Ya, corta con eso! No, déjalos que se diviertan... Pero si veo salir humo o algo así, entonces si vas.

El señor Loud, a pesar de únicamente haber estado jugando, de pronto se preocupó al igual que su esposa. Esperaba que su hija y Sam fueran prudentes en no dejar al alcance de su nieta nada indebido, que quizá de tanto en tanto a ellas les diese por probar con su banda tras los conciertos.

—Creo recordar haber visto a Lina con su laptop. Tal vez sólo están viendo videos en internet.

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—... y es por eso que considero que ella es la adecuada para el tío Lincoln. Según su perfil, ella es una mujer dura, competitiva, admite ser de carácter fuerte, no le dan miedo los retos que se le presenten, ni tampoco le molesta ensuciarse las manos. Justo lo que la tía Lynn me contó que a él le gusta de una mujer.

De esa manera, Lina terminó de dar su argumento a sus primos quienes, un tanto escépticos durante su perorata, habían continuado observando el perfil de la tal Taylor en la computadora. Linka se encogió de hombros.

—Supongo que podríamos darle una oportunidad. Aquí dice que es una ejecutiva bastante exitosa.

—Y no olvides que acá pone lo asertiva que es al tomar la iniciativa, por lo que no teme a lo que tenga que enfrentar —Lina le señaló esa parte en particular—. Para mí esa es una persona que está dispuesta a aceptar tener por pareja a alguien que ya tiene muchos hijos. ¿No les parece?

—A mí no me gusta —protestó Lincoln—. Se ve algo... Intimidante.

Lina negó con un gesto.

—Pero eso no es malo, Linky. Por el contrario, a mí me parece el rasgo de alguien firme.

—A mi me gusta —Lynn sonrió ganándose la atención de sus hermanos antes que de su prima—. Es bonita y en efecto se ve que tiene temperamento. Quizá no sea como mamá, pero pareciera semejarle un poco. ¿Es que ya se les olvidó que ella también era así?

Los chicos reflexionaron al respecto dándole la razón sin agregar nada tras apenas pensar en la comparación.

—Era eso lo que a papá le gustaba mucho de mamá —les señaló Liberty—. ¿No recuerdan esos momentos cuando papá provocaba mamá a propósito, sólo para ver cómo reaccionaría en su contra, incluso cuando no pareciese que le favoreciera?

—Es verdad —convino Linka—. Cuando nos enojábamos con mamá por tratar a papá así, él la defendía y ella nos tranquilizaba diciendo que él tenía un lado... ¿Cómo era que decía ella?... Masoquista.

Lincoln se rascó la cabeza.

—¿Qué es masoquista?

Lynn le hizo un gesto de burla por su ignorancia, aunque en realidad ni siquiera él estaba muy seguro de que significaba aquella palabra que su madre solía pronunciar en español.

—Supongo que se tratan del tipo de personas que les gustan las chicas como lo fue mamá o lo es esa Taylor.

A pesar de mantener aún ciertas renuencias sobre lo que su prima pretendía, no podían quitarse la curiosidad de lo que podría suceder durante un encuentro entre su padre y esa mujer.

—Entonces... —Lina los apuró al verlos tan indecisos—. ¿Tienen ya su veredicto?

Los cuatro hermanos se miraron entre sí. Parecían haber llegado a un unánime acuerdo silencioso. Fue Linka quien habló por el resto.

—Está bien, Lina. Vamos a aceptar darle una oportunidad a esa mujer y ver qué es lo que sucede.

—¡Excelente! Entonces concertaré la cita.

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Para Taylor el día en la oficina avanzaba de forma lenta y monótona, sin nada interesante por hacer. Había terminado bastante temprano el papeleo pendiente de las facturaciones referidas a los últimos clientes, cuando el tono de aviso en su celular la tomó por sorpresa. Una que se hizo mayor cuando se dio cuenta que se trataba de una alerta de aquella página de citas donde un par de meses atrás se había armado un perfil.

Había dado con algunos prospectos interesantes, entre ellos recientemente a uno en especial que le llamó la atención al revivirle viejos recuerdos. Le sorprendía que en efecto se tratara de ese tonto el que la estaba contactando. Se imaginó que cuando Lincoln Loud se diera cuenta que era ella una de las que comenzaron a seguir su perfil ensuciaría sus pantalones del susto.

L: hola Taylor

L: vi que estabas interesada en conocerme

L: un gusto

L: yo también estoy interesado

La mujer, que en un par de meses cumpliría cuarenta, soltó un "¡Ja!". Comprendió a través de aquel mensaje que ese tonto no la había reconocido. Se detuvo unos segundos para pensar un poco antes de textearle algo.

T: hola Lincoln

T: no te acuerdas de mí?

T: una pista...

T: tus amigos, el autobús de la secundaria, mi lugar y el de mis amigos de entonces y...

T: calzones chinos!

T: LOL

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—¡¿Es esa Taylor?! —Linka exclamó indignada—. ¡Tiene que ser una broma!

Lina estaba sorprendida.

—¿El tío Lincoln en serio ya la conocía? ¿Tú también sabes quién es?

—Una vez papá nos contó de una chica que solía molestarlo junto con otros patanes cuando entró a la secundaria con sus amigos. ¿Ustedes no se acuerdan?

Se volvió hacia sus hermanos que, por sus expresiones, parecían tratar de hacer memoria. Liberty preguntó con timidez.

—¿Te refieres a ese grupo que papá nos contó que con sus amigos les tenían tanto miedo que trataron de evitarlos por días evadiendo el autobús?

—¡Ya me acordé! —Lincoln parecía entusiasmado—. Nos lo contó por esa vez de ese chico que me molestaba en la escuela y sobre cómo al final se los quitaron de encima al poner a todos los del autobús en su contra. Entre el grupo nos dijo que había una chica llamada Taylor.

Lina regresó su atención a la pantalla. Taylor le había texteado preguntándole si seguía todavía ahí.

—¡Esto es excelente!

—¿De qué estás hablando? —la regañó Linka —. ¡Esto es terrible! Papá lo último que querría hacer sería salir con una de sus bravuconas.

—Primita, te lo pregunto con todo el respeto que te tengo, ¿pero qué me dices de tu mamá? Hasta donde me sé la historia, ¿no se supone que la tía Ronnie Anne fue la bravucona de mi tío cuando iban juntos a la primaria? ¿No fue así cómo ellos empezaron a relacionarse cuando se conocieron? ¡La historia podría volver a repetirse!

De forma inevitable, los cuatrillizos sintieron un malestar. Nadie se atrevió a decir lo que estaban pensando, salvo Hugh que no supo medirse.

Vaya que se trataría de un reemplazo bastante acertado.

—¡Cállate, idiota! —Lynn le gritó a la pantalla del celular de su prima—. ¡Nadie va a reemplazar a nuestra mamá! ¡Ella era única!

—Lo... Lo siento, Lynn —se le escuchó bastante apenado—. ¿Eso significa que ya no te gusta?

—Ah... Sí, por supuesto. Es sólo que... No sé.

No tuvo el valor para reconocer que precisamente le había gustado por lo mucho que le recordaba a su madre. Se puso en pie y fue a asomarse por la ventana de la casita pretendiendo que vigilaba que no hubiera moros en la costa. Había mucho en lo que tenía que pensar acerca de la finalidad de aquél plan.

Los chicos, algo incómodos, habían perdido el hilo de la conversación, en especial Liberty y Linka quienes sopesaban la aseveración de Hugh sobre si genuinamente no estarían buscando un reemplazo descarado de su difunta madre para su padre. No fue sino hasta que, una vez más, Taylor insistió preguntándole por mensaje a Lincoln Loud padre si seguía ahí.

—Dejamos pasar mucho tiempo —Lina les avisó al mostrarles el mensaje de la mujer—. ¿Qué le digo?

Liberty fue la primera en espabilar.

—Dile que estabas atendiendo a alguien en el trabajo, pero que ya estás de vuelta.

La excusa surtió efecto. Taylor ya estaba por mandarlo al diablo, pero pudo comprender lo que le explicó. Se suponía que ella también debería estar trabajando.

T: esta bien

T: Entonces, Lincoln...

T: que me cuentas?

T: que has estado haciendo?

Tras leerles el mensaje a sus primos, el otro Lincoln tuvo una idea.

—Contéstale que vendiendo casas en la inmobiliaria de bienes raíces que tiene.

Lina miró a su primo impresionada.

—¿Realmente es de él? Creí que solo trabajaba ahí como vendedor.

Linka le explicó entonces.

—En realidad es dueño de la mitad de la inmobiliaria, la otra mitad es de un amigo suyo. Sólo que a papá le gusta más realizar las ventas de forma más directa y personal a como lo hacen los empleados; por lo que su amigo está a cargo de la administración por completo. Pero no creo que sea necesario que le cuentes todo eso ya —miró a su hermano Lincoln—. Entiendo lo que pretendes. Crees que se impresionará si ella piensa que él es su propio jefe, ¿verdad?

El niño asintió. Lina escribió aparentando estar ya familiarizada con Taylor lo que sus primos le permitieron, lo cual en efecto asombró a la mujer.

Lynn se paseaba de un lado a otro de la casita mientras sus hermanos junto a Lina y Hugh, que en ocasiones arrojaba alguna sugerencia, conseguían hacer sentir a Taylor más en confianza con el Lincoln que conoció en su juventud.

En su oficina, la mujer jugueteó con una pluma sintiendo de pronto un arrebato de nostalgia. Tras leer el último mensaje de su viejo conocido acerca de lo bien que le había ido en el lado financiero, se apresuró a textearle.

T: pues te felicito por todo lo que has logrado

T: Sin duda llegaste más lejos de lo que imaginé harías cuando...

T: ya sabes

T: perdón si me escucho como una niña

T: pero no me sentiré tranquila hasta que te lo diga

T: no hablo por los amigos que tuve y a quienes de todas maneras no he visto en mucho tiempo

T: pero de mi parte quiero disculparme contigo por lo que te hice en la secundaria

T: era joven e inmadura y se que tal vez eso no sea excusa para haberte tratado como lo hice

T: pero de todas formas te pido perdón por eso

El pequeño Lincoln se conmovió, con todo y que sabía que Taylor no le hablaba a él precisamente.

—Eso es muy tierno y también habla muy bien de ella, ¿no lo creen?

Mientras sus hermanas le daban la razón, Lynn rumió por lo bajo teniendo que reconocer muy a su pesar lo mismo. Sin esperar a que sus primos le dijeran qué contestarle, Lina se apresuró a hacerlo sintiéndose inspirada y murmurando lo que escribía.

"Muchas gracias, Taylor"... "Eso significa mucho para mí"... "Pero descuida"... "Hace mucho que superé eso y no te guardo rencor"... "Como mi difunta esposa solía decir"... "Eso ya es agua pasada".

Los ojos de Taylor se abrieron enormemente ante ese mensaje, lo mismo con los primos de Lina al darse cuenta de lo que ella hizo. Ansiosos, esperaron su reacción que tardó sólo un poco más a lo que Taylor ya los había acostumbrado al responder.

T: lamento mucho tu pérdida Lincoln

T: fue reciente?

L: gracias

L: fue hace como 3 años

T: ya veo

T: y me parece muy valiente que te hayas hecho un perfil de citas

L: no me fue fácil si te soy honesto

L: me ha costado superarlo

L: amaba a mi esposa

L: pero creo que es hora de comenzar una vez más y mirar hacia adelante

La mujer suspiró embelesada. Lo que la hizo sorprenderse a sí misma. Es verdad que el tonto al que solía molestar en la secundaria le pareció que se había vuelto un hombre muy atractivo y por eso le envió la solicitud de contacto, pero no esperaba sentirse todavía más atraída hacia él tras conocer un poco sobre su pasado.

Los chicos suspiraron de alivio al ver que contrario a ahuyentarla, captaron todavía más su interés.

Continuaron conversando durante unos minutos más. Esta vez y para mostrar el interés que se espera de un hombre hacia una mujer, toda la atención se la dieron a Taylor para que les contara sobre cómo le fue después de la escuela, a qué se dedicaba y cómo le estaba yendo.

—Deberíamos de preguntarle cuáles son sus pasatiempos —sugirió Lynn tras reponerse del sentimiento de culpa—. Tal vez averigüemos si tiene algo en común con papá.

—Es una excelente idea.

Lina le texteó lo siguiente a Taylor después que ella terminara de contarles sobre sus gustos musicales.

L: así como lo cuentas suena a que es un grupo bastante bueno

L: buscaré algunas canciones de ellos

L: personalmente me gusta más Smooch

L: por cierto, ¿a qué te gusta jugar?

La mujer alzó una ceja

T: Jugar?

T: a qué te refieres?

L: pues jugar

L: tu sabes

Molesta, Linka le soltó un ligero sape en la cabeza a su prima.

—¡Tonta! ¡Esos dos son adultos! ¡Ellos ya no juegan a nada! ¡La vas a hacer pensar que papá es una especie de sujeto infantil e inmaduro!

—¡Perdón! No se me ocurrió verlo de esa manera.

Mientras que con apuro el grupo de niños pensaban en una forma de arreglar la metedura de pata de Lina, Taylor se sonrojó al creer entender a qué se refería Lincoln con "jugar". Una vez más miró hacia la puerta de su oficina y por la ventana de la misma para corroborar que nadie se diese cuenta de lo que estaba haciendo. Mordiéndose el labio le contestó bastante sorprendida por su atrevimiento que, lejos de molestarla, al contrario, le causó una impresión positiva. Vaya que el peliblanco había desarrollado con los años más valor del que le demostró esa vez cuando niños y eso le gustó mucho. Le pareció... Excitante.

T: lo que me gusta son los juegos de rol

T: y a ti?

Lincoln Jr. sonrió abiertamente.

—¡A ella también le gustan!

Liberty se tapó la boca con ambas manos. Sentía que quería llorar.

—A papá le encantan... Como a mamá... ¿Recuerdan esos domingos en los que comenzábamos a jugar "Hechizeros y cerdos" después del desayuno y a veces terminábamos hasta la hora de la cena?

Lina y Hugh también lo recordaron. En alguna ocasión que fueron de visita con sus tíos y primos, aunque no juntos, concordaron con uno de esos domingos familiares. Incluso les había tocado participar en dichos juegos. Lincoln rió con nostalgia.

—Sí. Mamá decía que esas cosas eran de nerds, pero era ella quien terminaba apasionándose más a la hora de jugar cuando tomaba el rol de druida jabalí o espadachína cerdo salvaje.

—El tío Carl solía decir que mamá era una nerd. —les recordó Lynn.

Lina, animada, le respondió a Taylor.

L: me fascinan los juegos de rol!!

L: te gustaría jugar uno alguna vez?

La mujer sintió un cosquilleo agradable recorriéndole el cuerpo. Miró una vez más la foto de Lincoln en el perfil que tenía. Era apuesto, además de muy osado y atrevido. Reflexionó un poco. Por culpa de su trabajo ya había pasado tiempo desde la última vez que se permitió una escapada de sus deberes para divertirse. Con horror se dio cuenta que ya sería como un año desde la última ocasión que se divirtió en serio con alguien, cuando conoció a un tipo en un bar al que fue para festejar su último ascenso. Aunque no pasó nada trascendente entre ambos después o más allá de esa noche... ¿Por qué no? Se lo merecía y Lincoln probablemente haría de la experiencia algo verdaderamente divertido si estaba dispuesto a seguirle el juego en sus fantasías.

T: vaya que eres muy atrevido al ir directo al punto, Linky

T: está bien

T: me agrada la idea

T: Tengo libre este fin de semana

T: te parece bien?

Las chicas chillaron ansiosas por finalmente haberle conseguido una cita a su padre. Lina se apresuró a darle una respuesta con la hora y el lugar preguntándole si lo conocía.

T: el buffet franco mexicano Jean Juan?

T: si lo conozco

T: muy elegante

T: vas por buen camino si lo que buscas es impresionarme

T: entonces nos vemos ahí el sábado ;-)

Y mientras Taylor suspiraba forzándose a mantener la calma, disimulando bien el hecho de que se sentía emocionada casi del mismo modo en que lo haría una adolescente, en el hogar de los Loud, los hijos de la persona con quién creyó conversar celebraron su victoria.

—¡Esto es excelente! —Liberty bailoteó junto a Linka, provocando que los tablones del suelo crujieran para espanto de sus hermanos—. ¡Finalmente conseguiremos que papá vaya a...!

Se detuvo entonces, cuando cayó en la cuenta de algo en lo que no había pensado.

—Espera, Taylor aceptó salir con papá, pero... ¡¿Cómo se supone que haremos que él acepte salir con ella?!

La burbuja de felicidad del resto de sus hermanos pareció reventar ante aquél pequeño, pero muy importante detalle. La única que se mantuvo optimista fue Lina.

—¿En serio creen que no pensé en eso antes? De hecho, esa será la parte más sencilla. ¿Cierto, Hugh?

En eso, no fue su primo, sino el padre de los cuatrillizos quien le respondió por medio del teléfono sorprendiendo a los chicos y asustándolos a partes iguales.

Afirmativo, mi querida sobrina.

Lynn, incrédulo, se acercó al aparato con temor.

—¿Papá?

Prueba de nuevo... —le pidió la voz de su padre antes de sorpresivamente cambiar a la de su primo—. Mi estimado hermano de otra madre.

Lincoln fue el primero en entenderlo antes que sus hermanos, aún aturdidos por la impresión.

—¿Inventaste algo para imitar la voz de papá?

En realidad el programa ya existía desde hace algunos años. Aunque su acceso se volvió con el tiempo... Digamos "no lícito". Demasiada controversia a su alrededor para efectos delictivos. Sin embargo pude encontrar una versión mejorada del mismo en el que mi madre a modo de distracción estuvo trabajando y este es el resultado. Es algo rudimentario, pero me permite modificar mis patrones de voz a los mismos que tiene nuestra unidad paterna tras ingresar algunas muestras que obtuve de las grabaciones telefónicas obtenidas de haber intervenido su línea.

Linka se sintió incómoda sin saber que pensar de eso.

—Está bien. ¿Y qué se supone que haremos con la voz de papá?

—Nada por el momento —le respondió Lina—. Eso sólo fue un ejemplo. Hugh también puede imitar con esa cosa la voz de su jefe, que es lo que nos interesa.

Su primo desde el celular volvió a tomar la palabra, en esta ocasión usando la voz de otro adulto.

El señor Hassam, como ya te explicaron mi estimada prima, no es el jefe de mi unidad paternal no reconocida, sino su socio. Pero es comprensible la confusión dado el curioso trato mutuo que se tienen.

—¡Deja de hacer eso! —le reclamó Linka—. ¡Es espeluznante!.

—Lo siento —Hugh retomó su voz natural—. Me dejé llevar. Encuentro un tanto entretenido el uso del dispositivo.

—Eso no. ¡Me refiero a tus insinuaciones acerca de que nuestro papá también es el tuyo!

Temiendo que Hugh tensara el ambiente, pues sus primos no tomaban con mucho humor las escandalosas aseveraciones que hacía constantemente sobre su teórico origen, Lina los dirigió de regreso a lo importante.

—Dejemos lo que tía Lisa pudo o no pudo haber hecho con el tío Lincoln para otro día.

—¡Papá no hizo nada con su hermana! —gritaron los cuatro.

A los reclamos de los cuatrillizos se les unió el mismo Hugh, que volvió a musitar algo acerca de una probeta y un experimento, por lo que Lina tuvo que alzar todavía más la voz.

—¡Lo que sea! ¿Es que no quieren saber cómo conseguiremos que su padre salga con Taylor? —algo disgustados guardaron silencio—. ¡Bien! Mi plan es que el sábado, Hugh, imitando la voz del jefe... Socio... Ese señor, le hablará al tío Lincoln diciéndole que se reúna para una muy importante cita de negocios con una cliente interesada en comprar una casa.

Los chicos se vieron entre sí inseguros.

—¿Así de fácil? —le preguntó Lincoln.

—Bueno, no tan fácil. Préstenme mucha atención, primos.

Sacó la libreta donde solía trazar sus planes. En las páginas que les mostraría había hecho una serie de anotaciones llenas de tachones y correcciones, algunas ejemplificadas con dibujos muy sencillos. Desde el celular, Hugh, que estaba ya al tanto de todo y siendo el primero al que Lina le había explicado su plan por la mañana cuando contactó con ella, colocó para amenizar el ambiente como fondo un tema musical que nadie reconoció cuál se trataba.

-0-0-0-

Rita miró hacia la ventana de la sala donde se encontraba en el sillón escribiendo algunas ideas en su tablet para un artículo mientras que, a su lado, su esposo leía un recetario de cocina que pidió en internet.

—Lynn, ¿alcanzas a escuchar eso?

El anciano puso atención a lo que oía sin apartar los ojos de su lectura.

—Deben ser los chicos. Parece que sólo están escuchando música en la casita después de todo. Supongo que ya no es necesario que vaya a revisar qué es lo que hacen.

Rita se tranquilizó al respecto, aunque de todas maneras continuó con el oído atento.

—Esa música me parece familiar. ¿A ti no?

—Es el tema musical de esa saga de películas clásicas que tanto le gustaban a Lincoln y Clyde: "La gran estafa". También las vimos juntos.

—¡Es verdad! Ya me acuerdo. Buenas películas —volvió a retomar su escritura para enseguida añadir—: La que protagonizaron el grupo de mujeres sin duda fue la mejor.

El viejo señor Loud por fin apartó la vista de su libro para verla con tristeza, pensando que finalmente la senilidad estaba afectando a su esposa.

-0-0-0-

"Préstenme mucha atención, primos. Lo que vamos a hacer será por partes".

"Para la primera fase de la operación, y como ya les expliqué, Hugh telefoneará en la mañana del sábado al tío Lincoln simulando la voz de su jefe..."

"Socio".

"¡Lo que sea!... También lo hará con un programa especial que tiene con el que puede esconder su número telefónico mostrando el de cualquier otro en su lugar en el detector de llamadas".

Lincoln decidió empezar su fin de semana con una buena cerveza, sintiendo que se la merecía a modo de recompensa tras haber conseguido en la semana realizar con éxito la renta del almacén, cuando sonó el teléfono de su casa. Tras revisar el número suspiró disgustado. ¿Es que no podía dejarlo tranquilo el sábado?

—¿Qué pasó, Hassam?

—Buenos días mi estimado socio —le habló con una inusual y curiosa formalidad—. Lamento importunarte tan temprano, pero te llamaba para comunicarte que hay una persona interesada en un inmueble en particular con la que me gustaría que te reunieras para concretar la venta.

—¿No puedes asignarle eso a alguien más?

—Me temo que la persona está siendo contactada por inmobiliarias rivales y dados tus excepcionales dotes de convencimiento me parece más prudente poner en tus manos dicha empresa.

Lincoln sintió que estaba hablando con Lisa. Se talló los ojos todavía amodorrado.

—Está bien, yo me encargo. ¿Cuál es la propiedad?

"Aunque Hugh le proporcionará la dirección, no es ahí a donde enviará primero al tío Lincoln, primos".

—¿Me repites por qué tengo que reunirme con ella en el Buffet franco mexicano?

—Evidentemente para que le expliques con calma, en un ambiente tranquilo y sin presiones, los beneficios que le reportaría hacer más esta clase de tratos a largo plazo con nosotros. Se trata además de una ejecutiva que podría ayudarnos a expandir nuestra compañía. Míralo como una formalidad empresarial.

—Deja de hablar así tan raro. Está bien, lo haré.

—Excelente. Por favor te pido que vayas lo más presentable y formal posible, debidamente aseado y de preferencia afeitado. Consigue resaltar tu atractivo natural. También compórtate sumamente atento y servicial con ella. Conquistala con tu mejor porte.

—No seas tan exagerado. Sólo trataré de venderle una casa y quizás asociarla con nosotros. Ni que fuera a c*gérmela.

—¡Yiuk! ¡Eso fue tan inapropiado!

—Pues... Perdón, "mamá" —se preguntó de nuevo cuándo fue que Hassam se había vuelto tan propio.

Está bien, socio. Te excuso. Como te decía, por lo que más quieras, trata de cerrar el acuerdo. Recuerda que esto lo haces también por tus hijos, para preservar debidamente su patrimonio.

—¿Tus suegros están de visita de nuevo y los tienes ahí presentes?... Nha, mejor olvídalo. Te deseo suerte en quedar bien con ellos esta vez. ¿Puedes darme el nombre de esa mujer?

—Te pasé la información concerniente de ella a tu correo como de costumbre. No es que desconfíe de ti, pero sólo para asegurarme que no suceda algún inconveniente estaré monitoreando tus avances vía telefónica.

—Eso no será necesario. —Lincoln encontró bastante ofensiva la insinuación de que lo tendría vigilado por temor a que metiera la pata.

Ya te dije que confío en ti, pero... Ya sabes. La empresa y eso... Bien, dejo esto en tus manos. Hasta luego, socio.

Lincoln apenas y le daría un vistazo a los datos de la clienta, pero no sería sino hasta después de haberse bañado.

Más tarde, mientras se afeitaba, se preguntó de dónde le sonaba su nombre.

-0-0-0-

"Una vez Hugh haya enviado al tío Lincoln a aquel restaurante con los datos que le pasó por el correo de su socio tras haberlo hackeado..."

"Si estás enterada que eso y lo del teléfono, junto a lo de suplantar la identidad de otra persona, son delitos serios, ¿verdad?"

"Sí, Linky. Estoy enterada. Pero el riesgo lo vale. Además, a los menores no les dan cárcel. Una vez el tío Clyde y el tío Lincoln medio destruyeron un centro comercial cuando niños, además de aterrorizar a media ciudad y ni siquiera los mandaron al reformatorio. Todo lo que les dieron fue servicio comunitario".

"Estoy seguro que nada de eso pasó en la vida real y de seguro lo viste en una caricatura navideña".

"Pues así fue como me lo contó la tía Lynn, Hugh.... ¿En qué me quedé?... Ah, si... Como les decía, entonces nosotros nos adelantaremos al restaurante para vigilar y mantener en orden el encuentro entre ambos".

Los chicos, con sus mochilas al hombro, estacionaron sus bicicletas en el callejón detrás del restaurante tan pronto llegaron, siendo Hugh quien lo hizo de último bastante agitado ante la falta de costumbre a la actividad física. Pero no fue eso lo que provocó la burla de Lynn cuando miró una vez más su bicicleta mientras Lina, que no tenía una propia estando de visita en casa de sus abuelos, lo soltaba del torso para bajarse de la suya.

—¿Segundo lugar honorífico en la escuela pero aún no sabes andar en bicicleta sin las rueditas laterales? ¿Seguro eso no es un triciclo?

—¡Cierra la boca! Mis estudios educativos son muy importantes como para distraerme de los mismos con otro tipo de actividades superfluas.

—¡Cállense los dos! —tras regañarlos, Linka se dirigió a su prima—. Bien, ya estamos aquí. ¿Seguimos con el plan cómo nos indicaste?

Lina asintió recordándoles cada detalle de lo que les indicó días atrás.

"Para entrar al restaurante tendremos que hacerlo de forma sigilosa para no ser descubiertos".

Un perezoso empleado notó a seis niños escabulléndose bajo el podio de la recepción creyendo haberlo evadido. El lugar a esas horas estaba casi vacío y en vista que no habría reservaciones hasta la noche, salvo por una que no tardaría mucho en llegar, les hubiera dicho que no necesitaban hacer eso sí todo lo que querían hacer era usar los baños, a donde los vio ingresar; pero era el cambio de turno, por lo que prefirió apresurarse a entregarle el puesto a su relevo olvidándose de advertirle a este sobre esos niños.

Ya en el baño, Lina y los cuatrillizos sacaron cinco conjuntos de ropa elegante de sus mochilas. Liberty, además, sacó un estuche de maquillaje.

"Una vez que estemos dentro, nos apresuraremos a caracterizarnos como los meseros del restaurante".

Los dos chicos latinos se analizaron mutuamente con ojo crítico ya vestidos y apenas caracterizados con bigotes falsos, en adición con una pequeña barba postiza, a diferencia de Lina y sus hermanas quienes sólo ocuparon la ropa y el bigote.

—¿Es en serio? —soltó Lynn tras mirarse al espejo—. ¡Nos vemos todavía más absurdos de lo que en el plan se escuchaba cuando nos lo explicaste! ¿Cómo puedes pensar de verdad que esto funcionará?

—El tío Clyde me contó que una vez hizo esto aquí mismo cuando era un niño y le funcionó.

Sus primos se mostraron escépticos.

—¿De verdad pudo engañar a todos haciendo esto y salirse con la suya?

—Pues... Pudo engañar a todos, menos al tío Lincoln. Parece que no le salió como esperaba lo que quería.

Eso no ayudó a renovar la fe de sus primos en el plan precisamente.

—¿Y para qué había hecho esto?

—Ni idea. Esa vez la tía Lynn no le dejó terminar de contarme. Incluso se enojó con él por hacer que recordara eso... El punto es que debemos intentarlo. Además traje algunas pelucas para ocultar el color de nuestro cabello.

No había mucho problema con los chicos, pero gracias a Lina, Linka se volvió rubia, Liberty castaña y la misma Lina pelinegra. Lincoln negó con un gesto.

—Tengo un muy mal presentimiento de todo esto.

—Tranquilo, Linky —Lina le apretó el hombro de un modo reconfortante—. Tú y Lynn vigilarán el terreno para el resto.

—¿Por qué nosotros? —le preguntó Lynn.

—Porque ustedes destacan menos que nosotras.

Hugh levantó la mano.

—¿Qué hay de mí? ¿Por qué yo no necesito usar un disfraz?

—Porque, como ya lo expliqué, tú te vas a quedar en el baño para marcarle al tío Lincoln en el caso que sea necesario interrumpir la cita fingiendo ser su jefe, digo socio. Creí que parecía evidente.

El niño asintió.

—Pues... Sí, lo es... Sólo que eso de disfrazarse me pareció divertido.

—En casa podemos jugar contigo a los disfraces —le propuso Liberty, enternecida por el puchero que hizo—. Pero será cuando terminemos esto.

—Hecho —de su mochila sacó cinco pares de auriculares inalámbricos que les entregó a cada uno de sus primos y primas antes de entrar en un cubículo para encerrarse ahí—. Con esto permaneceremos en contacto. Podré escucharlos todo el tiempo y ustedes a mí. Sólo procuren hablar en voz baja y con una mano cubriéndose la boca para disimular ante los demás lo que están haciendo.

Hasta Lynn, al igual que los demás, quedó asombrado ante el ingenio de su primo.

—¡Excelente! ¡Realmente esto es mucho mejor que sólo jugar a los espías de a mentiras!

—Salvo que esto no es de a mentiras, ni es un juego —le recordó Lina—. Ahora salgan primero ustedes antes de que...

Un hombre entró al baño y en breve miró extrañado a los chicos, en especial a las dos niñas con bigote. Negó con la cabeza y siguió ocupándose en sus asuntos al entrar en uno de los cubículos. Algo nerviosa, Lina se dirigió a su grupo.

—Bien. Creo que ya nos tomamos mucho tiempo y mi tío y Taylor no tardarán en llegar. ¡Todos a sus posiciones tal y como lo planeamos!

Cuando salieron, un empleado vio a los niños, pero siguió en lo suyo. Lo que sorprendió en especial a Lincoln señalándoselo a Lynn mientras se alejaban.

—¡Increíble! ¡Realmente no notó nuestros disfraces!

Cuando se apartaron, uno de los auténticos meseros los observó y le preguntó a su compañero.

—¿Y esos niños disfrazados?

—Supongo que están jugando a los espías con unas niñas de bigotes postizos y pelucas que andan también por allá.

—¡¿Otros?! Esperaba que los de ayer fueran los últimos de la semana. ¿Es que este es el único lugar del pueblo donde los niños vienen a jugar a eso?

—Como sea. Piensa que es menos trabajo para nosotros.

—Eso sí —se dirigió hacia uno de los últimos niños que salieron del baño y acababan de separarse—. ¡Oye, tú!

Lynn casi saltó ante el llamado de aquel hombre.

—¿Es a mí?

—Sí, tú, el nuevo. La mesa seis, la que está por la derecha al fondo, al lado de la maceta con el cactus. Su orden ya está en ventana. Tómala y llévaselas.

—¡Sí señor!

Cuando Lynn se marchó a acatar la orden, el sujeto le habló a su compañero.

—Voy a adelantarme el almuerzo. ¿No vienes?

—Hasta que termines, quizás deje a cargo a una de esas niñas con bigote postizo.

—Está bien. Si terminan de jugar pronto, me avisas para regresar.

Tras marcharse, el de la recepción en el podio continuó en su puesto, cuando un hombre se presentó frente a él para que lo atendiera.

—Bienvenido al "Buffet franco mexicano Jean Juan". ¿En qué le puedo ayudar?

—Soy Lincoln Loud. Tengo una reservación para dos. ¿Llegaría ya mi acompañante?

—Aún no, señor. Permítame. ¡Oye, tú!

El pequeño Lincoln palideció al ver a su padre. En verdad este se había esmerado en mejorar su aspecto. Estaba bien peinado, afeitado, con los zapatos negros recién lustrados. Usaba un pantalón de vestir gris oscuro a juego con su saco, camisa blanca y corbata negra. Tratando de fingir lo mejor posible la voz haciéndola gruesa, le preguntó cubriendo su cara con uno de los menús.

—Ah... ¿Qué quiere?

—Lleva al señor Loud a la mesa tres, la que está en la esquina izquierda frente al cuadro de Frida Kahlo.

—¿Quién?

—¡Esa de allá! La mujer de la ceja gruesa al lado del cuadro de Napoleón.

—¡Ah! Está bien.

Con nerviosismo y acatando las órdenes del recepcionista, el niño le hizo una seña a su padre para que lo acompañara, cuando una mujer los detuvo.

—¿Lincoln?... ¿Lincoln Loud?... Veo que ya llegaste.

Padre e hijo quedaron sorprendidos cuando se dieron la vuelta y se encontraron a una muy atractiva mujer de casi cuarenta años, cuya cabellera castaña le cubría un ojo. Vestía una camisa blanca y una falda café a la altura de las rodillas de tipo ejecutivo, además de unos tacones negros en sus pies bajo sus torneadas piernas morenas. Su atractivo era tal que tanto el padre como el hijo y el recepcionista tragaron saliva, siendo Lincoln el primero en salir de su estupor.

—Ah... ¿Tú eres Taylor?

—¿Sorprendido de verme después de tanto tiempo? —le sonrió complacida por la reacción de sorpresa que le produjo, la cual sólo aumentó cuando se acercó a él y, poniéndose de puntillas, lo besó en la mejilla cerca de la comisura de los labios—. ¡Vaya que creciste bastante desde la secundaria!

Confundido, Lincoln se presionó mentalmente a sí mismo para tratar de entender rápido a lo que esa mujer se refería.

—Disculpa... ¿Nos conocimos en la secundaria?

Lincoln, el pequeño, apretó los dientes. Los receptores de los auriculares tenían tan buen alcance que, gracias a él, sus hermanos y primos estaban escuchando todo lo que ocurría. Las chicas discretamente se asomaron para mirarlos. Lynn por poco, a causa de la impresión, le tira encima su orden a un sujeto al entregársela. Lina dio un paso hacia atrás y se cubrió la boca, dispuesta a pedirle a Hugh que telefoneara de forma inmediata a su tío. Su primo, anticipándose al hecho, estaba por hacerlo, cuando Taylor retomó la palabra.

—Muy divertido, Lincoln Loud. Supongo que esperabas a... No sé... Tal vez una chica rural en pantaloncillos vaqueros y un tatuaje en el brazo.

—Ah... Bueno... Yo.

Ella se le acercó y le susurró al oído con una sonrisa insinuante.

—Bueno, sí tengo un tatuaje, pero está muy bien escondido... "Bebé de sexto grado".

Fue entonces cuando, con esa expresión, algo se activó en el cerebro de Lincoln Loud padre.

—¡¿Taylor?!... ¡¿Taylor de la secundaria?!

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