Capítulo 7
—¡No!... ¡Tía Lisa!... ¡¿Qué hiciste?!
Impulsada, casi como si de un resorte se tratase, la jovencita de piel canela y cabello oscuro se despertó sudando. Miró el reloj sobre su cómoda. Aún era temprano. En ese momento una mujer rubia de piel clara entró y se acercó preocupada hacia la adolescente.
—¡¿Carla?! ¡¿Qué sucede?!
—¡¿Ah?!... No, nada, mamá —jadeó.
—¿Segura? Te escuché gritar, hija. ¿Está todo bien?
—Sí, sí, descuida. Es que tuve una pesadilla muy... Extraña. Soñé que por culpa de mi tía Lisa... Mis dos tías Lisas, el tío Lincoln y la tía Lynn perdían... —el sólo recordarlo la hizo estremecerse—. ¿Sabes qué?, creo que ya se me olvidó. Pero fue algo muy extraño y desagradable.
—¿Dos Lisas? —la sola idea le hizo gracia a Lori—. No sé qué hacían tus otros tíos ahí, pero no me sorprendería si mi hermana decidiera clonarse a sí misma... Otra vez. Digo, si no contamos a tu primo Hugh.
A lo que ambas se echaron a reír; la madre haciéndolo visiblemente con cierta culpabilidad por fastidiar a uno de sus sobrinos.
—Está bien, mamá. Eso mismo pensé... —de pronto a Carla se le ocurrió algo—. ¿Tú sabes quién es el padre de Hugh?
Lori suspiró.
—Nadie lo sabe, excepto la misma Lisa que se niega a hablar de ello y... Creo que también tu tío Lincoln.
La sonrisa de Carla se desdibujó al recordar cierta teoría escandalosa que su primo le compartió en sus quince años.
—¿Él lo sabe? ¿Por qué él?
—Es sólo algo que tus tías y yo creemos. Mi hermana no quiere hablarnos nada acerca de eso, pero cuando él está presente parece ponerse tan nervioso como tu tía Lisa y nos desvía el tema. Como sea, si lo sabe nunca nos lo dirá, en caso que tu tía le haya hecho prometer guardarle el secreto. Es bueno para esas cosas.
De pronto Carla recordó fragmentos de lo que soñó, lo cual no había sido nada agradable.
—Supongo que sólo tuve una pesadilla por culpa de... No sé, tal vez lo sucedido en el capítulo anterior.
Su madre hizo una mueca.
—Me perdí justamente el capítulo seis. ¿Sabes qué pasó en él? Es extraño que no lo viera donde siempre.
—Lo colocaron como un capítulo especial aparte de la historia original. Bruno se le declaraba a Morgan y aparentemente ambos terminaban casándose.
—¡Qué asco! ¿Quién rayos va a querer ver eso? ¡A nadie le cae bien el personaje de Bruno!
—Descuida. Al final resultó que todo era una pesadilla de la hija de Lexi y Matt.
—¿En serio? Literalmente ese tipo de trama es un cliché bastante gastado y absurdo.
—Lo sé. Tal vez y por la mala recepción desligaron ese capítulo de la serie original.
Sólo por curiosidad Lori vería el episodio especial de la novela que le terminó cautivando al igual que su hija, aunque presentía que tal vez no le gustaría. Aclarado todo, se levantó y se despidió de ella.
—Bien, descansa ya, Carla. Lo que sea haya ocurrido fue sólo una pesadilla.
—Gracias, mamá.
—Y de la novela, descuida, es un hecho que Morgan se quedará con Wolf.
Una vez que salió, Carla se mostró disconforme. La idea de su madre por algún motivo le resultaba casi tan desagradable y repelente al igual que con lo que sea había soñado.
—No, espero que eso jamás ocurra.
Y se recostó de nuevo pensando en las actividades que podría hacer la mañana siguiente aprovechando las vacaciones de verano que aún le quedaban por delante.
Todavía intrigada por la notificación que acababa de recibir momentos atrás de la mujer interesada en conocer a su tío Lincoln, tomó su teléfono para darle un nuevo vistazo a su perfil, sorprendiéndose ante la novedad que la esperaba.
—Tiene que ser una broma. ¿Todo esto en tan sólo un instante?
No estaba segura de qué hacer al respecto, al no tener un precedente como ese anterior con ninguna otra persona, así que se apresuró a enviarle un mensaje a Lina para alertarla de lo sucedido.
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Aprovechando la privacidad que tenía en la habitación que antes fue de su tío y ahora sentía como suya, Lina revisaba los detalles que había anotado en su libreta sobre cuál sería el siguiente paso a dar. Fue en ese momento que su tía Lynn entró sin tocar y Lina se apresuró a guardar el cuaderno bajo la almohada.
—¿Qué pasa? —le preguntó Lynn al notarla tan extraña.
—No, nada tía... Ah... —nerviosa buscó una manera de desviar su atención, cuando se dio cuenta de la ropa que llevaba: Un bonito vestido rojo de una sola pieza, zapatillas y su cabello adornado con un broche de mariposa. Un atuendo bastante inusual en ella—. ¿Por qué vas vestida así?
—Voy a salir —respondió sin más—. Si tengo suerte, tal vez llegue tarde.
A Lina no le gustó cómo sonó eso.
—¿Salir? ¿Con quién?
—Con un tipo con el que no debería salir, pero no por ser dos años más joven que yo, sino porque tiene la madurez de un bebé. Pero, bueno, ya veremos qué ocurre.
Aunque admitía que lucía bonita, a Lina no le parecía precisamente que su tía se mostrase optimista ante la perspectiva de tener una "cita". Pensó en reclamarle donde quedaba el tío Clyde en todo esto, pero se distrajo por los mensajes entrantes que recibió. Cuando regresó su atención a su tía, tras tomar el bolso por el que había entrado, ella se marchó.
—Bueno —dijo Lina para sí misma—, por lo menos tal vez esta noche tenga la cama para mí sola.
El pensamiento no la consoló y se sintió culpable por no haberle increpado algo. Miró los mensajes de su prima, los cuales le ayudaron a olvidarse por completo de su tía Lynn debido a la impresión que le causaron.
—¡Tiene que ser un chiste! —sin perder tiempo abrió el chat privado que tenía con sus primos enviándoles un mensaje de voz—. ¡En mi habitación en este instante! ¡Es una emergencia!
Ni un minuto transcurrió cuando los cuatrillizos entraron atropelladamente, perplejos ante su llamado.
—¿Qué es lo que ocurre? —le preguntó Linka, esperando que hubiese una buena razón para haberlos alarmado de aquella manera justo cuando pensaban irse a dormir.
—¡Esto es lo que ocurre! —Lina les mostró el teléfono en un ángulo en que todos pudiesen ver la pantalla.
Liberty se tapó la boca, sorprendida tanto como el resto.
—¡¿Todas esas chicas acaban de responder justo ahora?! ¿Eso es normal en esas aplicaciones?
Lina negó con un gesto.
—Carla también está sorprendida de que aparecieran tantas interesadas en tan poco tiempo, y parece que siguen llegando todavía más mientras estamos hablando. Supongo que subestimamos el alcance de estas páginas de citas.
Su primo Lynn, maravillado, se lamentó que esas páginas fuesen sólo para adultos. Pensaba en las niñas de su escuela y lo popular que podría ser de tener semejante herramienta a su favor.
—Bien. Entonces, ¿ahora qué?
—Ni siquiera yo estoy segura. Tenía un plan por si aparecía una interesada, pero no tantas.
El pequeño Lincoln se rascó la cabeza pensativo.
—Supongo que tenemos que enfocarnos en sólo una.
—¿Pero en cuál?
Linka sacó su propio teléfono y accedió a la aplicación. Le abrumaba la cantidad de chicas que seguían sumándose. Una vez abrió el perfil de su padre, descubrió todos los puntos positivos que Carla había anunciado de él, como su inventiva, la facilidad que tenía para relacionarse con las mujeres y entenderlas la mayor parte del tiempo, gracias a quizás haberse criado entre tantas; su sensibilidad artística, detalles sobre sus hijos y sus deseos una vez más de sentar cabeza como un responsable y amoroso padre de familia, entre otras virtudes que junto a una de las mejores fotografías de su padre de cuando su madre vivía y él siempre estaba radiante, le hizo comprender el interés que despertó. Algunas de las interesadas ni siquiera eran del pueblo, mientras que otras tampoco lo eran del estado. De hecho uno de esos perfiles le pertenecía a una europea.
—Lo primero sería descartar a las mujeres que no sean locales —opinó la niña—. No sólo del país, sino también de Michigan.
Liberty, que también examinaba algunos de los perfiles, exclamó:
—¡Miren! Esta es de hecho de Royal Woods.
—Estas dos también. —le señaló Lincoln desde su celular otro par de perfiles.
Lina suspiró aliviada.
—Bien, eso facilitará un poco las cosas. Le preguntaré a Carla si puede crear un filtro para ver sólo a las interesadas del pueblo. No pueden ser tantas... ¿o sí?
Mirando los perfiles superficialmente, de pronto Lynn exclamó:
—Tengo a una mujer llamada Tabby que también es de aquí —de ahí abrió su perfil para ver más de sus fotografías—. ¿No es la que nos atendió en la tienda de discos esta tarde?
Sorprendidos se acercaron a corroborar que así era.
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Durante el siguiente par de horas continuaron revisando los perfiles uno por uno, guardando los de las chicas que vivían en Royal Woods. Linka soltó un bostezo sintiéndose de verdad cansada.
—Ya es algo tarde. Tal vez lo mejor sería dejar esto por hoy y darle seguimiento mañana que estemos más despiertos.
Aunque Lina quería continuar leyendo los perfiles, tuvo que darle la razón a su prima. Tanto ella como sus primos también se encontraban cansados. Además, no quería que los abuelos o sus madres en cualquier momento fueran a reñirles por estar todavía despiertos a altas horas de la noche.
No fue ninguno de ellos quienes los pondrían en alerta. Instantes después escucharon la puerta principal de la casa abrirse y azotarse al cerrarse, seguida de unos fuertes y ruidosos pasos dirigiéndose hacia las escaleras.
—¡Buenas noches, Lina!
Tras soltárselo a coro, los cuatrillizos regresaron a sus habitaciones con prisa cerrando sus puertas, justo en el momento que la tía Lynn, con un humor de perros, asomó su cara por el pasillo.
Esta se detuvo un momento a mirar las puertas para asegurarse que no había moros en la costa, y enseguida soltó un suspiro molesto y se dirigió hacia la habitación. Estaba por abrir la puerta cuando alguien la llamó por el celular. Con fastidio lo sacó para contestar sabiendo de quién se trataba.
—¿Ahora qué quieres, Clyde?
Lina, que se había metido en la cama, se levantó interesada y pegó la oreja contra la puerta.
—¡Ya no tengo nada más que decirte...! ¡Deja de insistir...! Me lo dejaste perfectamente claro hace unos momentos... ¿No?... ¡Pues ya entendí! ¿Para eso me hablaste? ¿Es que crees que soy tan tonta que pensaste necesitaba que me marcaras para confirmar que aprendí la lección...? ¡Por supuesto que eso es lo que quisiste decir!... Mira... —se sostuvo la frente intentando apaciguarse—. Lamento que no llegáramos a nada, de verdad esperaba que tú y yo... Pues yo así lo veo, estamos todavía justo donde empezamos cuando me marché. Mira... Sí, Clyde, también te amo todavía, pero... Por favor, déjame en paz por ahora. Tal vez mañana volvamos a cenar... No, no lo haré. Aún necesito... Sí, aún tengo muchas cosas que necesito pensar... No, mis papás no tienen inconvenientes en que me quede con ellos algunos días más... Te prometo no irme a ninguna otra parte. Además, Lina no tiene inconveniente en que compartamos habitación.
La niña gruñó por lo bajo.
—Hasta mañana, Clyde... ¡Ya deja de presionarme...! Sí, también te amo. Adiós.
Lina suspiró. Los problemas de los adultos a veces parecían demasiado complejos. Al darse la vuelta vio sobre la cama su libreta de apuntes. Justo cuando la puerta se abría y al no tener tiempo para levantar el colchón y ocultarla, Lina se quitó la gorra para ponerla sobre su cabeza y volver a cubrírsela, en el preciso momento en que su tía entró.
—¿Qué haces despierta todavía?
—Ah... Miraba una película en mi celular —se tocó la cabeza evitando que la libreta resbalara de ella—. Y a ti... ¿Cómo te fue, tía?
Si se lo preguntó fue sólo para desviar la atención, lamentando enseguida haberlo hecho, pues en realidad, y por lo que escuchó, pudo darse una idea de cómo le fue tratando de arreglar las cosas con su tío Clyde, en especial cuando no parecieron haber durado mucho tiempo juntos en su cita. El ojo de Lynn tembló, pero al instante se recompuso. Había temido que Lina la hubiese escuchado, pero si le hizo esa pregunta le fue obvio que no lo hizo.
—No estuvo mal, pero te tengo muy buenas noticias —le anunció alegremente—. ¡Vamos a ser compañeras de habitación algunas noches más!
A Lina le costó trabajo forzar una sonrisa para corresponder la de su tía.
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—¿Puedes creer la tontería con la que me salió, Margo? ¡Ese testarudo no paró de darle vueltas al mismo tema!
Lina pensaba que lo mismo podía reclamarle a su tía, quien a altas horas de la madrugada continuaba hablando por teléfono con una de sus amigas, mientras que ella trataba de dormir sin éxito en el otro lado de la cama. Cualquier interés en saber cómo le fue a su tía con su esposo se había esfumado una hora atrás tras hartarse de ella.
—Espera, Margo, voy al baño. Deja que te explique lo que pensaba...
Su tía se levantó y salió de la habitación. Lina aprovecharía el momento para tratar de dormir si no fuera porque sabía que sería inútil con su tía, que continuaba entrando y saliendo desconsideradamente, ya sea al baño, a revisar las ventanas, o llevar su discusión al pasillo sólo por unos segundos.
Para matar el tiempo sacó su propio teléfono y comenzó a revisar los perfiles de las interesadas en su tío que no había visto todavía. El número ya no crecía tanto como antes, además que, gracias a Carla, podía distinguir quienes entre todas eran del pueblo. Nunca se imaginó que hubiese tantas solteronas por ahí tan cerca usando esa clase de aplicaciones o portales de citas, sin embargo, y por mucho que las viera, no estaba del todo segura sobre a quién escoger o con quién empezar. Con esto en mente, activó la linterna de su celular y entonces sacó su libreta para comenzar a anotar algunas ideas.
—¡Eso fue lo que le dije y...!
Inesperadamente, su tía entró sin que pudiese detectarla a tiempo. Asustada, por inercia la niña puso bajo su libreta la almohada y se recostó contra ella fingiendo dormir de manera muy obvia, lo que alertó a su tía.
—Creo que ya es algo tarde, Margo. Luego te llamo.
Lina, que le daba la espalda, sintió cómo al otro lado se acostaba Lynn y finalmente se quedó quieta. De pronto su tía la tomó por el hombro y le susurró al oído estremeciéndola.
—Muy bien, niña traviesa, ¿qué estás ocultando que no quieres que yo sepa?
—Ah... Nada, tía Lynn.
Entonces sintió su mano metiéndose bajo la almohada, lo que hizo a Lina girarse para impedir que tomara su libreta.
—¡Hey! ¡Eso es privado!
—Oh, vamos, somos compañeras de habitación. Un poco de confianza te sentaría bien.
Por lo que hasta donde la conocía, Lina desconfiaba que pudiese guardarle el secreto de lo que hacía, o que siquiera lo aprobara, pero también comprendió que estaría bastante insistente y pesada con el tema.
—Me da pena, es... —improvisó al momento—. Una canción que estoy escribiendo.
—¿Una canción? —eso sorprendió genuinamente a Lynn—. No me imaginé que querías seguir el camino de tus madres.
—Pues... Es algo experimental, ¿si?
—¿Puedo echarle un vistazo?
—¡No!
—Vamos, tarde o temprano vas a querer mostrársela alguien. Qué mejor que una crítica de alguien que ya conoces, y no seré muy dura contigo.
—¡No está terminada!
Lynn intentó tomar la libreta una vez más sin conseguirlo, pues su sobrina continuó impidiéndoselo.
—¡No es para tus ojos!
Lina temió haber sonado más dura de lo que esperaba hacerlo. Su tía se sorprendió más por su actitud.
—Lina, ¿acaso... esa canción que estás componiendo es para... un chico?
La peliblanca se impresionó por la deducción de su tía.
—¡¿Ah?!... No...
Lynn abrió los ojos con sorpresa.
—¿Entonces es para una chica?
—¡¿Cómo?! —Lina quedó desconcertada.
—Si es así, descuida. Si no juzgué a mi hermana, es decir tu madre, mucho menos lo haría contigo. Incluso lo comprendería.
—¡Tía, alto! ¡No es eso!
—¿La chica es bonita? ¿Es alguien del pueblo? ¿Cómo la conociste?
—¡Qué no es eso!
—¿Es alguien que ya conozco? ¡Por favor, no me digas que es una de tus primas!
—¡Qué asco! ¡No!
—¿Asco? ¡Oye! Las chicas no tienen nada de malo. No es que me gusten, pero por tus mamás no me imaginé que fueras una intolerante.
—¡Me refería a que pienses que me guste una de mis primas!
—¡Perfecto! Entonces si no es Linka, Liberty o Carla, tal vez sea esa amiga de Carla de su fiesta. ¿Cómo se llamaba?
—¡No hay ninguna chica! ¡Ni siquiera me gustan! ¡¡¡SÓLO ME GUSTAN LOS CHICOS!!!
Había gritado lo último tan alto, que en sus habitaciones los hijos de Lincoln no pudieron evitar reírse por la incomodidad que estaba sufriendo su prima. Abajo, los abuelos se habían levantado unos segundos mirando al techo de su cuarto, esperando que sea lo que estuviese haciendo su hija con su nieta terminara pronto. En la otra habitación, Luna suspiró consternada y miró a Sam quien le sonreía de forma altanera.
—Te lo dije.
—Está bien, me equivoqué. Mañana te pagaré los veinte dólares.
De regreso en la habitación, Lynn se inclinó hacia adelante, desconcertada por la manera en que su sobrina se atrevió a gritarle.
—Definitivamente voy a ver lo que escondes ahí.
Y se lanzó para tratar de quitarle la libreta de nuevo.
—¡No, espera! De acuerdo, tú ganas, es... Es una canción que estoy dedicándole a un muchacho, ¿está bien? —intuyó que tal vez si le daba por su lado, su tía finalmente la dejaría en paz—. Me gustaría que cuando la termine, él y únicamente él la escuche. ¿De acuerdo?
Además, técnicamente lo que tenía escrito ahí sí estaba pensado para un hombre al que quería mucho: su tío.
—¿Ves? —sentenció la mujer sintiéndose satisfecha—. ¿Tan difícil te fue confesármelo?
Se levantó de la cama, tomó la silla que estaba frente al escritorio y se sentó en ella con el respaldo por delante mirando a su sobrina.
—Entonces, cuéntame, ¿cómo es él?
Por lo menos parecía haberse olvidado de la libreta. Mientras tanto, Lina se dio la vuelta para buscar un lugar seguro en una de sus maletas donde guardarla.
—Ah... Es... Peculiar.
—¿En qué sentido? Cuéntame más.
La niña no estaba segura de qué inventarle. Nunca se sintió muy creativa cuando estaba bajo presión. Mientras pensaba en algo a la vez que guardaba su libreta de planes, Lynn, bastante interesada en el tema, de forma discreta hurgó en los cajones del escritorio buscando alguna pista del novio de su sobrina.
—Bueno, él... —no supo por qué, pero de pronto evocó la imagen de aquel muchacho en la tienda de música. No la del tipo corpulento con el que se estuvo peleando por el disco de caramelo, sino el otro que tenía parte de la cara cicatrizada—. No es de muchas palabras.
—Con que un chico misterioso. ¿Y es guapo?
—Ah... Creo... Creo que tiene mi edad, es pelirrojo y tiene una... Una cicatriz.
—Entiendo —Lynn no parecía estar teniendo éxito en encontrar alguna evidencia al respecto, aunque le estaba prestando atención sintiéndose divertida por escucharla—. ¿Son de esas cicatrices que confieren un aire rudo y atractivo?
A ese chico Lina no lo calificaría precisamente como atractivo... Aunque en realidad, y tras meditarlo en breve, supuso que de no ser por esas quemaduras, tal vez lo sería a juzgar por el lado sano de su cara.
—Sí... Algo así.
Por estar pensando en el muchacho había perdido la noción de lo que estaba haciendo, así que se apuró a guardar la libreta y sellar la maleta con candado.
—Por favor, tía Lynn, no se lo vayas a contar a nadie, sobre todo a mis mamás. Sería algo muy incómodo y en realidad todavía no tengo nada con él.
Lo último que necesitaba era emocionarlas por algo que no era cierto. En ese momento se dio la vuelta de nuevo hacia su tía, quien rápidamente, y sin que la notara, sacó una cajita de madera que encontró en el fondo de uno de los cajones y la colocó tras su espalda actuando con mayor discreción de lo que lo había intentado su sobrina.
—Descuida, puedo entenderlo. Seré una tumba, como diría tu tía Lucy.
—Gracias.
—¿Y cómo tu novio se hizo esa cicatriz? ¿Es un raspón o algo así?
Estaba por confesarle que se trataba de una quemadura y no tenía idea de cómo le ocurrió, cuando se lo pensó mejor. No era necesario que le diera tantos detalles a su tía, en especial sobre un muchacho que sólo estaba usando como excusa y con el que no había intercambiado más de unas pocas palabras.
—Sí... Eso creo, un raspón. Probablemente se cayó de la patineta o algo así.
—¿Le gusta patinar? ¡Vaya! Seguro que a tu tía Ronnie Anne le hubiera caído bien. Ella era una experta en esas cosas.
De pronto a Lynn se le ocurrió si Lina no tendría acaso una fijación heredada hacia los skaters, algo así como la que tuvo Lincoln quien terminó con una.
—Quizás, aunque en realidad no estoy muy segura de cómo se la hizo, sólo es algo que supuse.
—Ya veo. ¿Y cómo se llama?
Estaba por responderle que era "Chris", o al menos así recordaba que el otro chico lo llamó, pero sintió que se estaría extralimitando más de lo que ya lo había hecho al contarle todo lo anterior sobre él.
—No lo sé.
Esto desconcertó a la mujer.
—¿Cómo te va a gustar alguien sin saber siquiera cómo se llama?
—No lo sé. Es alguien que conocí una tarde en el centro comercial y me gustó mucho, eso es todo.
Lynn recordó lo que era tener once años. Ciertamente es una edad en la que apenas uno descubre el hasta entonces inexplorado mundo del romance, donde cosas como la atracción confundida con "amor a primera vista" están a la orden del día. Supuso que tal vez en efecto estaba siendo demasiado pesada con su sobrina.
—De acuerdo, te dejaré en paz. También tuve tu edad, ¿sabes? Sé lo que es pasar por esas cosas, por lo que me gustaría que de verdad me tengas la confianza para contarme más adelante y me dejes ser tu confidente. Te prometo que nada de lo que llegues a decirme saldrá de esta habitación.
Parecía haberse olvidado de sus problemas con el tío Clyde, algo que Lina aprovechó y la hizo sentir culpable por ilusionarla. Tal vez si le daba algo de lo que esperaba podría mantenerla bajo cierto control.
—Está bien, tía. Gracias. ¿A ti también te pasó algo así a los once?
—En realidad fue a los trece, pero igual cuenta porque me sucedió por un chico de once.
—¿Tuviste un novio de once a los trece? —ahora si que estaba genuinamente interesada.
—Nunca fuimos nada. No dejé que pasará más allá de un enamoramiento platónico, aunque me duró mucho tiempo. Pero no tienes nada de qué avergonzarte. Si tienes la oportunidad de conocer al muchacho que te gusta, tienes más posibilidades de que algo ocurra entre los dos de las que yo tuve.
—Bueno... Ya veremos.
Confiada en que había conseguido poner su libreta de apuntes a salvo, se puso de pie sintiendo seca la garganta a causa de todo lo que tuvo que gritar para protegerla.
—Creo que iré al baño y después por un vaso de agua. ¿Quieres uno, tía?
—Sí, gracias.
Una vez que Lina salió, Lynn calculó los segundos que a su sobrina le tomaría regresar antes de abrir la caja y verla. ¿Sería que su sobrina guardaba ahí alguna pista del misterioso chico de la cicatriz? Casi se sentía mal por violar su privacidad, pero la curiosidad le tomaba más terreno. Igualmente se prometió a si misma que aquello que descubriera sobre el tema no se lo contaría a nadie más.
Era una caja de madera pequeña, con mucho polvo encima, por lo que comenzó a dudar que fuese de Lina. Al abrirla vio algunos papeles amarillentos de libreta y recortes de hojas blancas. Parecían estar guardados allí desde hacía años. Con cuidado los desdobló de uno en uno para leerlos.
Lo siento, patético.
Este es mi numero:
555-0121
Escríbeme.
Decía la primera nota.
Para tu ojo.
-Ronnie Anne.
xoxoxo
Rezaba la segunda.
¡Feliz martes de
hamburguesas, tonto!
-Ronnie Anne.
xoxoxo
Leyó anunciaba la tercera, con un corazón al final.
Espero que eso
detenga las burlas.
-Ronnie Anne.
Leyó en la cuarta, que también tenía dibujado un corazón.
La mujer se sintió muy conmovida por su hermano, quien hasta la fecha conservó aquellos recados de quien fuese el amor de su vida. Prestó atención a la manera en que Ronnie Anne abrevió los besos y abrazos que le mandó a Lincoln en esas notas. Estaba segura que incluso en aquel entonces para él debieron de significar mucho.
En eso, Lina regresó con los vasos con agua. Curiosa le preguntó a su tía que eran aquellos papeles. Por un instante temió que fuesen de sus anotaciones, hasta que los vio con mayor atención sobre su hombro y entendió de qué se trataban antes de que su tía le respondiera.
—Los mensajes que tu tía Ronnie Anne solía dejarle a mi hermano cuando eran niños.
Lina recordó la fotografía que vio de ambos en casa de su tío de aquél entonces.
—Nunca me imaginé que estuvieron juntos desde tan jóvenes.
Lynn suspiró.
—No es que estuvieran juntos desde entonces. Con decirte que su relación comenzó de manera complicada. A esa edad tu tío era un chico muy sensible, mientras que ella era la bravucona que lo molestaba en la escuela.
Lina estaba impresionada.
—¿Entonces cómo fue que él se fijó en ella?
—No estoy segura... Bueno, siendo sincera, tanto yo como todas tus tías fastidiábamos a tu tío todo el tiempo cuando era un niño y un poco más después de eso también. Tal vez le tomó el gusto a la mala vida que le dábamos. Tu tía Ronnie Anne me parece fue la primera chica que lo trataba tan mal como nosotras, así que supongo que por eso terminó enamorándose de ella.
Lina se tocó los brazos incómoda.
—Eso... Suena demasiado raro, como si tuviera un complejo por... Algo raro.
—Bueno, sólo es una teoría que tengo. A él nada de eso parecía molestarlo, o quizá sólo se trataba que desde niño fue alguien muy maduro, en ocasiones hasta más que yo o mis hermanas mayores, a veces incluso dejaba muy atrás a tus abuelos. Casi nunca se dejaba afectar por las críticas negativas que le hicieran, afrontándolas mejor que nosotras mismas al punto que terminábamos aprendiendo de él.
Había nostalgia y cariño en su voz. Lina nunca se imaginó que su tía Lynn tuviera al tío Lincoln en tan alto concepto.
—Parece que es más excepcional de lo que imaginaba.
—Tampoco creas que fue perfecto o algo así. Tenía sus momentos en que todo podía salirle mal, incluso cuando parecía que conseguía salirse con la suya. Recuerdo una vez que con el bobo de tu tío Clyde se las arregló para cundir el pánico en el pueblo al hacerle creer a todos que un monstruo mitad tiburón y mitad cocodrilo andaba suelto por ahí.
Lina no pudo imaginarse un escenario más absurdo. Estaba segura que eso su tía debió inventárselo.
—Vamos, tía, eso se escucha a algo que tal vez podría ocurrir sólo en los dibujos animados, pero nunca en la vida real.
—Yo sólo te lo estoy contando cómo sucedió. Nunca era bueno dejar a Lincoln solo por su cuenta mucho tiempo, pues podría tener algo entre manos que tal vez era algo malo sin que él mismo se diera cuenta. Lo bueno es que tu tía Ronnie Anne sabía ponerle un límite cuando era necesario, y lo mismo él a ella, pues en ocasiones, y no sé si se lo contagió o era algo que tenían en común, por lo que me contaron, ella podía ser tan creativa para armar planes como él, de la misma manera con resultados a menudo cuestionables. Tal para cual esos dos.
Lynn suspiró perdiéndose entre aquellos recuerdos, lo que hizo que a Lina se le ocurriera algo.
—Tú te juntabas mucho con ellos, ¿no es así?
—La verdad... No. No tenía nada en contra de tu tía Ronnie Anne, pero no la frecuentaba mucho, al menos no tanto como lo hacía con tu tío. Era con él con quien solía pasármelo bastante bien. Ambos éramos muy unidos, al menos... Hasta que se comenzó a interesar en las chicas. Incluso en ese aspecto maduró antes que yo lo hiciera. Yo a su edad aún actuaba como si los chicos tuvieran piojos y fuesen contagiosos. En cambio Lincoln con las niñas no era así. Y en ocasiones... Sentía celos de Ronnie Anne al pensar que se llevaba mejor con mi hermano de lo que pensaba lo hacía yo.
La joven asintió pensativa. La relación fraternal entre sus dos tíos debió de haber sido muy fuerte como para que ella pensara de verdad que fue siendo desplazada por la novia de su tío. Era curioso. De pronto sintió temor al pensar que su plan estaba condenado al fracaso si la única mujer en la vida de su tío desde siempre fue la tía Ronnie Anne.
—¿Entonces siempre fueron sólo ellos dos? ¿Mi tío nunca tuvo otra novia?
—Por supuesto que sí. Verás, Ronnie Anne dejó de vivir un tiempo en Royal Woods para mudarse a la ciudad con su familia, tiempo que cada uno tomó por su lado. De hecho tengo presentes a un par de chicas con las que tu tío anduvo, pero nunca se trató de nada serio. Cuando ambos fueron a la misma universidad fue que empezaron a salir oficialmente, y entonces... Ya te debes imaginar lo que después ocurrió.
—Se graduaron, se casaron y tuvieron cuatro hijos —Lina suspiró enternecida—. Suena como un cuento de hadas.
En cambio Lynn suspiró cabizbaja.
—Sí, salvo que los cuentos de hadas suelen terminar con un final feliz, no como lo hizo Ronnie Anne. Sea lo que fuere, tu tío siempre sólo tuvo ojos para ella... Tal vez todavía los tenga y ese sea su problema.
Lina la miró con mayor atención. ¿Estaba insinuando lo que ella pensaba?
—¿Por qué es un problema?
—Porque no la deja ir y eso le está acarreando otros problemas, tanto para él como para tus primos. Tal vez... Si se abriera a la posibilidad de seguir adelante y empezar de nuevo con... Alguien más, no lo sé. Es joven y bien parecido. Si de verdad quisiera, presiento que no tendría problemas en conseguir que otra chica se fije en él.
Su tía parecía quedarse muy corta en sus suposiciones, teniendo en mente todas aquellas notificaciones de mujeres interesadas en conocerlo.
—¿Realmente lo ves muy mal, tía?
—Sí, pero ya no tanto a como se puso las primeras semanas de... Bueno, cuando murió tu tía. En esos días temí mucho por él. Creí que haría una locura y tal vez él mismo pensó que la haría, por eso fue que les encargó sus hijos a tus abuelos. Ya no está tan mal, pero tampoco está tan bien como debería.
Era evidente que a Lynn le afectaba demasiado el estado de Lincoln, tanto como sus propias preocupaciones ante sus problemas maritales. Al verla tan vulnerable, Lina pensó que quizás podría sacarle algo de información a favor del plan que había armado con sus primos. Después de todo era ella la persona más a su disposición que mejor conocía a su tío.
—Tal vez llegue a suceder y alguien aparezca en la vida de mi tío. Alguien que... No lo sé... Lo motive a salir adelante.
Lynn estaba escéptica.
—No me imagino quién podría ser. Para Lincoln creo que nadie nunca llenará los zapatos de tu tía Ronnie Anne.
—No es necesario que lo haga, sólo... Basta con que tenga algo que a mi tío le guste. De hecho, cuéntame, tía, ¿sabes cómo son las mujeres que a mi tío le interesan?
Sonriente, Lynn se rascó la mejilla pensativa.
—Bueno, imagino que prefiere a las mujeres que sean duras, competitivas, de carácter fuerte, que no tengan miedo de ningún reto, ni de ensuciarse las manos. Sin duda ese debe de ser su tipo de mujer ideal.
—Básicamente iguales a como fue la tía Ronnie Anne.
Su tía parecía asombrada.
—¡Es verdad! ¡Ronnie Anne también reunía las mismas características!
—¿También? —Lina se sorprendió—. ¡Conociste a una chica que reuniera las mismas características! ¡Tal vez si está disponible podríamos presentársela!
Esto puso nerviosa a Lynn.
—Ah... Mejor no. Ella... ¡ya está casada!
Lina suspiró con derrota.
—Entiendo. Una lástima que ese sea el problema.
Su tía asintió sonrojada, murmurando más para sí misma.
—Sí... Ese es uno de los problemas.
De pronto tocaron a la puerta, lo que sobresaltó a Lina, pero no a Lynn, quien se levantó de la silla para ir a abrir y encontrarse con su cuñada soñolienta.
—Buenas noches, Sam. ¿Qué ocurre?
—Su conversación es lo que ocurre, Lynn. Son las dos de la madrugada y están haciendo mucho ruido en toda la casa con su plática. Algunos tenemos que levantarnos temprano.
Lynn se extrañó.
—Creí que estarías acostumbrada a desvelarte con Luna. Por eso de que dan conciertos y todo eso.
—Pero ahora no estamos dando ningún concierto. Además, también están nuestros sobrinos, tus padres y no quiero que por tu culpa Lina se esté trasnochando.
—¡Bueno, ya, perdón! Ahora mismo nos iremos a dormir, ¿está bien?
Sam miró por encima del hombro de Lynn a su hija, quien se encogió en su sitio avergonzada.
—Lo siento, ma... Ah, ¿de verdad se escuchó todo lo que estuvimos platicando?
—No se les entendió casi nada, pero de que se sintió el ruido, se sintió.
Eso alivió a Lina, no quería que nadie se enterase a detalle de lo que estaba planeando con sus primos, como tampoco lo que estaba compartiendo con su tía en ese momento.
—Me dormiré ya, mamá. Buenas noches.
—Buenas noches, cariño. Buenas noches, Lynn. Hasta mañana.
Lynn asintió.
—Buenas noches, Sam. Dale las buenas noches a mi hermana de mi parte.
Cuando la mujer se marchó, Lynn en dos saltos regresó a la cama pegándosele mucho a Lina para susurrarle.
—Podemos seguir, pero lo mejor será que bajemos el volumen —dio dos ligeros golpes con los nudillos a la pared sobre la cabecera, provocándole sin querer una pequeña grieta—. Paredes delgadas.
Lina comprendió a lo que se refería. Nunca se imaginó que la estructura fuera así de frágil en la casa Loud.
—Tía Lynn, ¿no conoces a alguna chica a la que mi tío tal vez le interesaría...? Ya sabes, conocer.
—Posiblemente, pero... —incómoda lo meditó unos segundos—. No. No es que crea que mis amigas sean malas, pero... No le dejaría mi hermanito a cualquiera. Tendría que tener a mis ojos un estándar muy alto para permitirle siquiera una cita.
A Lina su tía le hizo gracia y le resultó un tanto adorable. Su tono de voz de hermana celosa que a su edad aún se sentía en la obligación de proteger a su hermano menor, para cualquier otro que no supiese su parentesco, podría pasar por el de una ex que no está dispuesta a dejar que su anterior novio salga con quien sea.
—Ya veo —soltó un bostezo muy prolongado—. ¿Y en serio ninguna de tus amigas...?
—Lina, te ves cansada. Tal vez tu mamá tenga razón y lo mejor es que ya nos vayamos a dormir. No porque sean vacaciones debes descuidarte. El cuerpo lo reciente, créeme, sé de eso.
Aunque le hubiera gustado continuar, en efecto Lina estaba sintiéndose fatigada. Ya habría tiempo de sobra más adelante.
—Está bien. Buenas noches, tía.
—Buenas noches, Lina.
Lina se acurrucó en su lado dándole la espalda. Estaba por conciliar el sueño... Cuando un sonoro tronido la despertó, lo cual no fue nada en comparación al molesto hedor que invadió la estancia.
—¡Pero qué asco! ¡¿Qué se murió?!
De ahí se incorporó asustada al pensar que estaba teniendo otra pesadilla relacionada con zombis. Su tía la miró indignada.
—¡Oye! Eso fue muy ofensivo de tu parte, jovencita.
Al comprender de lo que se trató, Lina se cubrió la nariz.
—Lo siento, tía —comentó enfadada—. ¡Pero eso fue muy grosero de tu parte!
—Eso no fue grosero. Es algo que no pude controlar. Esas cosas no siempre avisan cuando quieren salir. ¡Esto si es grosero!... ¡HORNO DANÉS!
De pronto, con ambas manos cubrió a su sobrina con la sábana al tiempo que dejaba escapar una flatulencia mucho más potenciada a la anterior. Lina se agitó desesperadamente tratando de escapar de ahí dentro, mientras que, entre risas, su tía sujetaba la sabana con fuerza para impedírselo.
—¡¿Ya aprendiste la diferencia, sobrinita?!
—¡Puaj!... ¡Vas a matarme, tía!
Unos golpes de la pared continua advirtiéndoles que ya se callaran detuvo la acción de Lynn, pero no sus risas mientras Lina salía finalmente de debajo de la sábana jalando aire con desesperación.
—Nha, deja de ser tan delicada. Tu tío a tu edad podía aguantar mejor que eso.
Aquella declaración de su tía la hizo cuestionarse cómo rayos es que el tío Lincoln la tenía en tan alta estima... o cómo es que seguía vivo.
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Los "hornos daneses ocasionales", como su tía los llamó, fueron sólo una parte de los problemas de dormir con ella. Con los ojos abiertos, Lina se rindió ante sus intentos por dormir ignorando los lacerantes auditivos que su tía le producía con sus ronquidos. ¿No sería una mentira de su tía aquello de que solía compartir la cama con su tío cuando niños? ¿Es que entonces ella no solía ser tan molesta? Como sea, no podría concederle la oportunidad que de verdad estuvo dispuesta a darle, por lo que una vez más se levantó. Sacando su libreta con una pluma, tomó su celular, su almohada, una cobija y salió de la pequeña habitación.
Estaba por dirigirse hacia el baño para quedarse a dormir en la tina otra vez, cuando recordó lo que Carla le había dicho la mañana anterior por teléfono; por lo que en el último minuto se decidió a bajar por las escaleras y dirigirse hacia la sala, donde se tumbó sobre el sillón, acomodó la almohada y se cobijó para poder dormir en paz.
Tras pensárselo unos segundos, antes de que la agarrara el sueño, encendió una pequeña lámpara que estaba a un lado sobre una mesita y dejó algunas anotaciones en su libreta de lo que estuvo hablando con su tía horas atrás.
"Chicas fuertes, duras, competitivas, de carácter fuerte, que no tengan miedo de ningún reto ni de ensuciarse las manos."
Luego sacó su celular y una vez más revisó los perfiles de aquellas chicas, deteniéndose en uno en particular, la cual, por lo que aprendió, parecía ajustarse bastante bien a las características que a su tío le encantaban en las mujeres.
Decidida, escribió un mensaje al chat de sus primos esperando a que por la mañana lo revisaran y estuviesen de acuerdo con la elección que satisfecha había hecho.
—Tal vez he dado con la indicada.
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