Capítulo 11: Príncipe del hielo.
A media noche, un hombre bajaba las escaleras del castillo de hielo con un farol en su mano iluminando el camino a seguir. Una segunda figura encapuchada la seguía de cerca peldaño a peldaño hasta llegar a la mazmorra. El hombre se giró una vez más a mirar a aquella figura.
- ¿Está segura? Éste no es sitio para usted – comentó el hombre.
- Estoy segura, quiero verle – dijo Juvia y el hombre resopló antes de acercarse a la puerta y abrirla.
Las celdas se abrieron camino y el hombre la guió hasta donde debía estar aquel pirata al que ejecutarían mañana mismo en la plaza pública para dar ejemplo al resto de ciudadanos sobre la conducta que jamás se perdonaría en aquel reino. Juvia no podía creerse que harían algo como aquello, hacía años que en el Reino del agua no había ejecuciones públicas, estaban completamente prohibidas.
Juvia alcanzó la celda de Gray y se acercó hasta los barrotes con rapidez diciendo su nombre. Gray, que estaba sentado contra la pared del fondo, se levantó todo lo rápido que pudo al escuchar aquella voz y se acercó también a los barrotes agarrándose a ellos para no caerse.
- Gray, ¿qué te han hecho? – preguntó Juvia al ver los moratones y cómo debía sujetarse para no caerse.
- Estoy bien – intentó fingir Gray – Me han dicho que mañana tengo asiento en primera fila para la ejecución – sonrió.
- Idiota, yo no dejaré que te ejecuten, te lo prometo.
- Ya te lo dije una vez, Juvia, olvídate de mí y sé feliz, yo no puedo ofrecerte nada excepto sufrimiento.
- Juvia se acercó hasta el oído de Gray para poder susurrarle las palabras sin que nadie más tuviera ocasión a enterarse.
- Sé lo de tu hermana – susurró haciendo que Gray abriera los ojos ante la sorpresa.
- ¿Qué sabes de ella?
- Lo justo, que está presa aquí. Te prometo que la sacaré de aquí.
- No te metas en esto, Juvia, es peligroso.
- No dejaré que te maten sin más, ¿me oyes? – le dijo cogiendo su mano y dándole algo que Gray no pudo ni siquiera mirar cuando Juvia cerró su puño para que lo cogiera bien.
Juvia aprovechó aquel momento de dudas en que Gray trataba por el tacto identificar lo que tenía en su mano para coger su rostro a través de los barrotes y besarle con pasión. Una lágrima resbaló por la mejilla de Juvia dándose cuenta de que aquella sería la última vez que iban a verse, que todo terminaba en aquel momento. Deshizo el beso y apoyó la frente contra la de Gray.
- Vayas donde vayas, asegúrate de ser feliz – le susurró Juvia – Adiós, Gray.
Juvia trató de marcharse cuando Gray agarró su muñeca a través de los barrotes y le comentó que esperase un segundo. Se llevó las manos a la nuca y desató el collar que siempre llevaba consigo dejándolo con suavidad en la mano de Juvia.
- Quédatelo tú. Un día volveré a por él – dijo Gray – te lo prometo.
Juvia sonrió agarrando con fuerza el colgante y se marchó de allí llevándose con ella al guardia con el farol de luz, volviendo a dejar tras ella la oscuridad de la prisión. Gray miró su mano en aquel momento en que se quedó solo de nuevo viendo la llave de su celda.
- Joder – susurró Gray – Acabas de ponerme en un problema, Juvia – dijo mirando la llave.
Sabía de sobra que si escapaba ella sería la primera en quien sospecharían, el guardia diría que había estado allí, sabrían que era ella quien le había ayudado pero si no escapaba... era la muerte segura por la mañana. Tenía una encrucijada ahora mismo, salvarse él o ayudarla a ella. Agarró la llave con fuerza en su mano y decidió finalmente confiar en el plan de aquella chica, algo tenía en mente, eso estaba claro.
Abrió la puerta con la llave y salió al pasillo sintiendo cómo su poder mágico regresaba. Odiaba esas celdas donde consumían el poder mágico e impedían utilizarlo. Por fin podía volver a sentirse seguro teniendo al hielo de su parte nuevamente. Por suerte para él, los guardias estaban demasiado ocupados, seguramente Juvia había llamado su atención con alguna amena charla y le estaba dejando vía libre para escapar.
No encontró obstáculos de por medio hasta que salió. El puente levadizo estaba demasiado custodiado, así que prefirió crear un tobogán de hielo hasta el helado foso y corrió por su superficie hasta que al fondo, vio una silueta que le hacía un extraño gesto. Sonrió identificando enseguida a Natsu, aquel fuego sólo podía ser suyo. Se acercó hasta él y Natsu le dio la mano para ayudarle a salir del foso.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí? – preguntó Gray.
- Vimos el barco de la armada y lo seguimos a cierta distancia. Pudimos haberles enfrentado cuando os recogieron pero no lo vimos conveniente. Era mejor esperar a que bajasen la guardia. Cuando vi que te traían a la prisión de palacio me colé en la habitación de Juvia para hablar con ella.
- ¿Le contaste sobre mi hermana?
- Sólo lo justo, lo único que tú quisiste contarme, que estaba presa. ¿Qué está ocurriendo, Gray?
- Era sólo un trato – dijo resoplando – yo les traía a Juvia y ellos me devolvían a mi hermana – dijo Gray frustrado – ahora tienen a las dos.
- Tu hermana está a salvo. Juvia dijo que la liberaría, me lo prometió.
- Sí, también me dijo algo así. No sé en qué diablos está pensando pero se está metiendo en problemas ahí dentro – comentó Gray mirando hacia palacio.
- Retirémonos de momento, vayamos al puerto, tenemos el barco allí.
- ¿Os han dejado meterlo en puerto? – preguntó Gray confuso.
- Si sabes bien a quién pagarle para que no lo vea... - susurró Natsu – larguémonos de momento. No tardarán en darse cuenta de que no estás en la celda y te buscarán por todos y cada uno de los rincones del Reino.
Ambos chicos caminaron por la nieve hacia el muelle aunque Gray seguía pensando en Juvia y en el riesgo que estaba corriendo allí dentro de aquel palacio. Al llegar al puerto, una figura encapuchada les esperaba sentada encima de unos barriles de ron. Tanto Gray como Natsu se quedaron unos segundos paralizados hasta que la joven se bajó de los barriles poniéndose en pie y apartó la capucha dejando ver su rostro. Las lágrimas de Gray saltaron en aquel momento lanzándose a la carrera hasta abrazar a su hermana.
- ¿Cómo has salido? – preguntó Gray sin apartar sus manos de las mejillas de Ultear.
- Ella me dejó salir – comentó – una chica de mirada triste, dijo que me marchase por la puerta de atrás y que viniera al muelle, que tú vendrías.
- Saquemos el barco de aquí cuanto antes, llamaremos mucho la atención y van a registrarlo todo.
- De acuerdo – dijo Natsu subiendo al barco y dando órdenes de partir.
Ultear y Gray subieron a bordo pero cuando ya estaban arriba, Ultear siguió a Gray hasta detenerle lejos de sus compañeros.
- Gray... ¿Qué está ocurriendo? – preguntó.
- Es una larga historia. Ahora lo importante es marcharnos.
- ¿Y esa chica? – Preguntó.
- Es... la princesa del Reino del agua – dijo con la mirada perdida.
- ¿Qué has hecho, Gray? Conozco esa mirada y sólo la pones cuando no estás conforme con algo. ¿Qué te está destrozando por dentro? ¿De qué sientes culpa?
- De haberla traído aquí – dijo Gray.
- ¿Cómo?
- Era el trato, tu libertad a cambio de secuestrar a la princesa del agua. No sabía qué hacer para sacarte de prisión.
- Yo no hice nada, Gray y se habría demostrado en un juicio.
- No es cierto, sabes de sobra que ellos habrían manipulado las pruebas y nadie va a oponerse al Rey. Estarías muerta igual que yo. Ellos siempre ganan.
- Esta vez no, no puedes irte sin más, esa chica sigue ahí dentro.
- No sé cómo ayudarla en este momento – gritó Gray.
- Va a casarse – le gritó su hermana – va a casarse con Lyon por liberarme a mí, ha aceptado casarse con él si nos liberaba a los dos. ¿Cómo crees que consiguió las llaves? ¿Cómo crees que ha conseguido que nos marchemos sin que los guardias nos sigan a todos lados? Ayúdala.
Toda la tripulación se había paralizado al escuchar los gritos de ambos, al enterarse de todo el asunto. Entendían la posición de Gray, entendían la de Juvia y la de Ultear, pero nadie sabía qué hacer.
- El palacio está demasiado protegido – comentó Laxus – entrar sin un plan es una locura, es suicidio. Deberíamos pensar algo antes de actuar.
- ¿Y qué hacemos cuando tengamos el plan? – preguntó Gray – ¿la secuestramos otra vez? ¿La llevamos de vuelta a su casa y les decimos un... "lo sentimos, la secuestramos por una buena causa, ya os la devolvemos"? ¿Creéis que funciona todo tan fácil? En cuanto vieran nuestro barco nos bombardearían, no nos dejarían ni acercarnos a tierra.
- Podríamos buscar otra ruta – comentó Natsu.
- ¿Cuánto tiempo tenemos para idear un plan factible de entrar ahí sin morir? – preguntó Gray.
- Al menos necesitaríamos tres días y pedir ayuda a la gente del pueblo que aún nos apoya – comentó Laxus.
- Se casa en dos días – dijo Ultear – sólo tenéis mañana para idear un plan.
Toda la tripulación pareció desanimarse de golpe con aquello. No tenían tiempo para hacer nada al respecto. Dos días era demasiado precipitado para crear un plan seguro de entrada y escape. Demasiado riesgo, demasiados cabos sueltos y no tenían ni una idea de cómo era el palacio por dentro.
- Al menos necesitaríamos los planos – comentó Laxus.
- Estarán en la biblioteca – comentó Natsu – pero será imposible llegar a ellos.
- Moved el barco – gritó Gray finalizando la discusión – hay que salir del muelle antes de que nos encuentren.
Todos se pusieron en marcha y movieron el barco hasta una playa no muy lejana pero que ya nadie iba por allí, la antigua casa de Gray. Al bajar a tierra, Gray empezó a sentir la nostalgia de aquella vida. Iba a ser un buen soldado para la marina real pero conocer al futuro Rey, darse cuenta de lo que planeaba hacer Lyon le había hecho alejarse de todo, no quería pertenecer a un cuerpo en el que no creía, no eran sus ideales. A Lyon sólo le importaba tener poder, por eso se quería casar con Juvia, gobernar dos Reinos sería muy ventajoso para él. Se convirtió en pirata y saqueó los barcos reales, intentó frenar todo lo que pudo la expansión del poder de Lyon pero nada daba resultado. Cuando descubrieron quién era el que saqueaba sus barcos, decidieron jugar a algo más rastrero, encarcelar a su hermana y utilizarle para sus objetivos. Ahora se sentía despreciable por todo lo que había llegado a hacer.
Entró por la destartalada casa, estaba llena de polvo y suciedad, no era para menos. Hacía años que ni Ultear ni él habían vuelto por aquella casa, les traía demasiados malos recuerdos del fallecimiento de sus padres. Cogió la primera botella que vio y la limpió el vidrio como pudo con su chaqueta para poder beber. Ultear le vio sentarse en una vieja silla que era de su padre y simplemente... beber.
- ¿Esa es tu solución? – preguntó Ultear.
- ¿Tienes una mejor? – preguntó Gray – Intenté parar a Lyon y no funcionó, intenté salvarte y he metido a una chica inocente en una prisión de hielo. Siempre he sido un fracaso, no hay nada más.
- Ella creía en ti y yo también. Toda tu tripulación cuenta contigo, eres alguien Gray, sólo tienes que empezar a creer en ti mismo.
- Se acabó, Ultear. Juvia dijo que me fuera lejos, dijo que fuera feliz y tampoco voy a poder cumplirlo, mi felicidad era ella. No tengo tiempo para hacer algo, sólo soy un pirata, la gente me odia, en cuanto me vean acercarme me matarán, no puedo simplemente pedir ayuda a nadie, estamos solos intentando liberar a una princesa que tendrá la mayor vigilancia del mundo. Lyon no la perderá de vista ni un segundo con tal de que se case con él.
- Eso es cierto – escuchó a Natsu – pero aún queda una persona que podría ayudarnos y no está vigilado. El Rey.
- Está enfermo.
- Mejor para nosotros, sabemos dónde encontrarle, en su dormitorio.
- ¿Y cómo entrarás, Natsu? Olvídalo, mañana mismo nos marchamos de aquí – dijo Gray metiéndose en una de las habitaciones.
- No cambiará de idea – dijo Ultear con cierta tristeza.
- Él no, pero yo tampoco – dijo Natsu sonriendo – déjamelo a mí. Mañana no nos iremos a ningún lado. Llegaré hasta el Rey cueste lo que cueste, va a tener que escucharme – comentó mirando la pulsera que le había quitado a Gray la primera vez que le ayudó a salir del foso.
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