Capítulo 10: Traiciones.

El sol empezó a salir por el horizonte despertando a Juvia. Abrió los ojos con lentitud siendo el humo de la hoguera lo primero que consiguió ver, se estaba apagando pero aun así, no sentía frío. Tenía encima la chaqueta de Gray y éste la abrazaba con firmeza contra su pecho desnudo pasándole su calor.

Juvia sonrió al verle dormir tan plácidamente. Acarició aquel flequillo oscuro apartándolo ligeramente de su cara para verle mejor. Ni siquiera se despertó cuando paseó las yemas de sus dedos por aquellas blancas mejillas.

Juvia se levantó buscando su ropa y vistiéndose. Hacía frío pero como todas las mañanas, más en el punto donde estaban, al límite del Reino del hielo. Caminó un rato por la arena mojando sus pies en aquella agua sin importarle lo fría que estaba. Seguía siendo la heredera del Reino del agua, le calmaba sentir el agua correr entre sus dedos.

Cerró los ojos abrigándose mejor con la chaqueta, dejándose envolver por la brisa que corría hasta que sintió el abrazo a su espalda. Gray estaba tras ella abrazándola con calidez, hundiendo sus labios en aquel sensual cuello dejando dulces besos. Juvia sonrió por las cosquillas, jamás habría imaginado que Gray pudiera llegar a ser romántico.

- ¿Estás bien? – le preguntó Gray.

- Mejor que nunca – le dijo Juvia – ojalá pudiera quedarme aquí contigo para siempre.

- Lo siento Juvia. Sólo espero que un día puedas perdonar todo lo que voy a hacer.

- ¿Por qué Gray? Sólo quiero saber el motivo para secuestrarme.

- No puedo decírtelo, lo siento.

- ¿Por qué siempre esquivas mis preguntas? ¿Qué me ocultas? – le preguntó girándose hacia él pero Gray soltó el abrazo intentando irse. Juvia agarró su muñeca impidiéndolo – por favor, confía en mí.

- Confío en ti – dijo Gray – pero no voy a envolverte aún más de lo que ya estás. Entiéndeme Juvia.

- No puedo perdonarte si no sé lo que ocurre.

- Entonces tendré que aprender a vivir sin tu perdón – dijo Gray marchándose.

Gray se dirigió hasta un árbol cercano recogiendo su camiseta y colocándosela antes de ir en busca de sus botas. Se calzó y desapareció entre la vegetación dejando a una confundida Juvia en la playa de blanca arena. Juvia chasqueó los labios frustrada, sabía que ese chico le mentía, que le ocultaba algo grave, algo demasiado importante para él pero por alguna razón, no se lo quería contar. No sabes las cosas le hacía preocuparse el doble, creía empezar a conocer a ese chico, se hacía el duro, el mujeriego pero no lo era en absoluto, tenía un gran corazón y no haría algo tan rastrero como secuestrarla si no fuera por una buena razón. Por más que pensaba no podía adivinar qué estaba ocurriendo allí.

Se sentó en la arena enfadada o quizá más melancólica que enfadada. No sabía cómo ayudar a ese chico si él no quería contarle lo que estaba ocurriendo allí. Miró el horizonte durante horas hasta que Gray regresó con algunas frutas y más leña para encender el fuego. El frío se estaba marchando con los rayos del sol pero aun así, Gray había preferido ir encender de nuevo la hoguera por si acaso debían quedarse en esa isla más tiempo del necesario.

- Acércate al fuego, no quiero que pases frío – comentó Gray.

- Qué más te dará lo que pase, ni siquiera me cuentas qué está ocurriendo.

- Es por tu bien. Es mejor que no sepas nada más.

- Deja que yo decida lo que es por mi bien o no, tú no tienes derecho a tomar decisiones por mí.

- No te conviene estar tan cerca de un pirata.

- Quiero estar cerca de uno – le dijo Juvia acercándose a él hasta que sus labios casi se rozaban.

- Eres princesa, acabarás casada con alguien de tu misma posición, la vida es así.

- Escapemos juntos entonces, renuncio a ser princesa.

- ¿Y ser fugitivos toda la vida? ¿Qué clase de vida crees que es esa? – gritó Gray.

- Tú siempre has sido un fugitivo.

- Sí y estoy cansado de tener que huir siempre. No sabes lo que es tener que estar siempre mirando a tu espalda por si alguien trata de matarte con tal de obtener una maldita recompensa que han puesto por tu cabeza. Huir no es siempre lo correcto.

- Entonces casémonos en secreto, nadie podrá arrebatarnos eso una vez casados.

- Me ejecutarían y asunto resuelto. Soy un pirata Juvia, para mí sólo hay un futuro y es una horca. No te arrastraré conmigo a esta vida.

Juvia se quedó helada en el sitio, entendía perfectamente la posición de Gray, entendía la suya, dos mundos completamente opuestos que jamás podrían unirse, un mundo de delincuencia y un mundo de completo poder e influencias, sus caminos volverían a separarse y no sabía cómo unirlos, no se podían unir de ninguna forma. Una lágrima resbaló por su mejilla sintiendo aún como Gray caminaba a su espalda hacia la hoguera. Se daba cuenta de cuán diferentes eran ambos, de cuánto le amaba y de cuánta tristeza y dolor soportaría el resto de su vida sabiendo que jamás podría olvidar a ese chico.

Ambos comieron en completo silencio al medio día. Ninguno de los dos se atrevía a iniciar una conversación, sabían que la hora de despedirse se acercaba cada vez más, que en cualquier momento aparecería un barco entre los acantilados y los recogerían, que pronto estarían en el Reino del hielo y todo acabaría, sólo las melancólicas miradas de ambos les acompañaban, mirándose una y otra vez y apartando la vista cuando se cruzaban con los ojos del otro.

A mitad tarde, unas velas blancas salieron de detrás de los acantilados atravesando la bahía donde estaban. Gray que se había marchado a buscar algo de leña ni siquiera se dio cuenta de aquel barco pero Juvia lo vio enseguida. La joven sonrió contenta de que por fin les hubieran encontrado aunque en el fondo, sentía cierta opresión en el pecho sabiendo que allí todo terminaba.

Juvia bajó los brazos lentamente dándose cuenta de aquello. Si les encontraban ahora no volvería a ver a Gray. No había terminado de bajar los brazos cuando Gray se abalanzó sobre ella derribándola al suelo. Ella ni siquiera lo entendió.

- ¿Qué te ocurre? – preguntó Juvia sin entender nada.

- Ese no es mi barco.

- ¿Qué? – preguntó Juvia confusa mirando hacia el barco.

- El mío tiene velas cuadras, ese es de la armada real del hielo, velas blancas triangulares.

- Lo siento, no lo sabía. ¿Crees que me han visto? – preguntó Juvia.

- Por cómo está cambiando el rumbo, sí, vienen hacia aquí.

- ¿Qué hacemos?

- Nada – sonrió Gray – es un isla, no hay donde huir. Bajarían los soldados del barco y registrarían toda la isla hasta encontrarnos. Ya no hay nada que hacer.

- Lo siento mucho Gray, yo no lo sabía.

- No te preocupes, de todas formas en algún momento tenían que venir por ti. No creí que fuera a ser precisamente aquí.

- ¿Qué pasará contigo?

- Nada bueno, supongo – comentó Gray intentando sonreír – no te preocupes, siempre he sabido cuidarme solo.

No hablaron mucho más al ver que el barco se acercaba y bajaban los botes al agua. Algunos soldados subieron a los botes y remaron hacia la costa tratando de alcanzarles. Juvia se sorprendió de ver allí a Lyon, el príncipe del Reino del hielo, lo había conocido en el baile. Con mucha educación le propuso marcharse de aquella isla y aunque miró a Gray unos segundos, éste le insistió para que le siguiera de buenas maneras antes de que la situación se complicase más.

La última vez que Juvia consiguió ver a Gray, se lo llevaban encadenado hacia una de las bodegas de carga mientras algún soldado le empujaba de mala manera o le daba alguna patada para que caminase más rápido. Odiaba que le tratasen así pero aunque intentó ir a ayudarle, Lyon se lo impidió metiéndola en el camerino y obligándola a sentarse en la silla frente a la gran mesa de caoba.

- Creo que en el baile no tuvimos la oportunidad de hablar – comentó Lyon sirviéndose una copa de whisky.

- ¿Qué vais a hacer con él? – preguntó Juvia refiriéndose a Gray.

- Vuestro padre debe estar preocupado. Desapareciste sin más y aquí estabas, con un pirata ni más ni menos. No es preocupéis, ahora conmigo estáis a salvo – dijo Lyon acariciando la mejilla de Juvia pero ésta golpeó su mano apartándola de ella.

- He hecho una pregunta. ¿Qué vais a hacer con él?

- ¿Qué se hace con un pirata buscado en todos los mares? – preguntó Lyon sonriendo antes de dar un sorbo a su bebida.

- ¿Vais a ejecutarle? – preguntó Juvia con miedo en sus ojos.

- Ha secuestrado a la princesa del Reino del hielo, ¿Qué más se puede hacer a una persona así?

- No me ha secuestrado, yo me escapé con él – intentó mentir para liberar a Gray de aquellas acusaciones.

- Nadie creería eso, princesa – dijo Lyon sonriendo – Ese... chico... tan solo es un pirata más. El mundo estará mejor sin escoria como esa.

Juvia fue a hablar cuando el almirante tocó a la puerta pidiendo permiso y preguntando a Lyon hacia dónde dirigirse. Juvia se sorprendió aún más cuando pusieron rumbo al Reino del hielo en vez de al Reino del agua para devolverla a su casa.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top