Capítulo XV: Cazador de cazadores
"Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
—Friedrich Nietzsche.
El hombre buscó algo en un bolso de cuero que tenía, el cual también poseía raros símbolos como sus dagas.
—No parece que hagan efecto en ti —gruño, mientras me tomaba del cabello y posicionaba un cuchillo justo en mi cuello—. Se supone que al mirar estas runas sagradas te afecten de alguna manera. Pero no pasa nada, ¿por qué?
Aunque amenazara con apuñalarme, no sabía esa respuesta. Ni siquiera entendía de lo que estaba hablando.
—Boris, esto está tomando mucho tiempo —dijo la chica despreocupada—. Recuerda que tenemos que encontrar al vampiro que vinimos a cazar.
—Charlotte... se a que vinimos —escupió con molestia. Luego volvió a enfocar su aterradora mirada hacia mí—. Pero también es importante limpiar la ciudad de esta escoria.
—Pues hazlo rápido, me estoy aburriendo.
De repente una brisa fría corrió por el lugar, envolviendo todo con un escalofrío que helaba los huesos. Pero ella, en vez de causarme temor, revivió la esperanza que estaba casi extinta. Su olor, que para mí era dulce y salvaje, estaba mezclado con algo sutilmente amargo. Me atrevía a pensar que esa ligera diferencia se debía a su ira creciente.
—Será mejor que lo sueltes, Boris Markov —habló mi salvador, rodeado por un aura sombría que oscurecía aun más la negrura a su alrededor.
El mencionado comenzó a temblar y su pulso se aceleró, pero por la forma como lo hacía, me hacía dudar que se tratase de miedo. Parecía más como una emoción contenida, nacida de una rabia creciente y alegría retorcida.
—Q-que gusto me da verte, chupasangre —dijo el ruso, centrando toda su atención a Chris—. Me has facilitado enormemente mi trabajo.
—Boris, ¿ese es el que buscamos? —preguntó la chica, pero no recibió ninguna respuesta. Parecía que el tal Boris se había desconectado por completo del mundo. Salvo Chris, nada más parecía importarle.
—No ha pasado mucho tiempo desde nuestro último encuentro. Debí haberte acabado junto con Nikolai —dijo el chico. Su misma voz evocaba un aura tenebrosa e imponente. Luego fijó su mirada penetrante hacia mí. Fue tal, que hasta yo mismo temí de él.
—Ese fue tu gran error, vampiro. Dejaste vivir a alguien luego de haberle hecho mucho daño. ¿Acaso pensaste que no tomaría venganza de ello? —aseguró. Luego, sin previo aviso posó violentamente su pie sobre mi espalda lastimada—. Termina a éste, Charlotte. Del objetivo me encargo yo.
Me dolía, más de lo que podía parecer. Miré a mi amado, sus ojos centellaban por la ira y percibí como goteaba sangre de sus puños cerrados. Quise hacer algo, lo que fuera por salir de esa situación, pero mis piernas se negaban a cumplir con mi orden.
—Eres muy desconsiderado, Boris. Te quedas con toda la diversión mientras que yo me tengo que encargar de la basura —se quejó la chica. Luego alzó su látigo y me miró con una cruel indiferencia—. Veamos, si termino contigo rápido, podré divertirme también con ese guapo vampiro.
Por un segundo que pareció eterno vi como sería el resultado si no hacía algo. Después que terminasen conmigo, se aprovecharían de la irracionalidad de Cris y acabarían con él también. Aunque la mujer parecía frágil, me había demostrado su destreza y cuan loca estaba. El hombre aparentaba calma, pero parecía ansioso por acabar con mi amado.
No sabía ni mucho menos entendía la historia que había entre ellos, pero parecía algo profundo y seguramente turbio. Sin embargo, en ese instante no me importaban las consecuencias del pasado, sino las sombras que se cernían sobre nosotros en el ahora y que harían correr la sangre tras acabar con nuestro porvenir. No podía dejar que me matasen y luego asesinen a mi querido Chris.
De repente recordé unas palabras dichas por Chris en mi primer día como vampiro: «La sangre humana no solo es necesaria para vivir, también de allí sacamos nuestra fuerza sobrenatural». Como me había adaptado a solo tomar lo necesario, no tenía suficiente poder para enfrentarme a esos cazadores. Necesitaba fuerzas y para ello tendría que encontrar una fuente de sangre. Justamente había una con un pie sobre mí, a centímetros de mis colmillos.
Vi como el látigo filoso se dirigió hacia mí cara, con un destello plateado que destacaba en la oscuridad. Tenía que ser en ese momento.
Retorcí mi cuerpo rápidamente, haciendo que el cazador perdiera el equilibrio. Al mismo tiempo evitaba por milímetros el tajo del látigo. Sin detenerme a pensar en el dolor, me erguí lo suficiente para abalanzarme hacia el hombre tambaleante. Obviamente no se esperaba tales movimientos, por lo que no tuvo oportunidad de evitar que mis colmillos penetrasen en su cuello.
El calor de su vida invadió todo mi ser y se incrementaba a medida que ingería más y más su sangre. La fuerza embriagaba mis músculos y mis sentidos se agudizaban aún más que antes. Escuché silbar el aire tras el paso veloz del látigo y como se dirigía hacia mí. En ese instante me aparté del cazador y en un segundo llegué hasta donde mi amado. Él parecía absorto por lo que acababa de ocurrir, sin embargo no quería perder tiempo pensando en todo lo que estaba ocurriendo. Velozmente pensé en como huiríamos de allí, lejos del alcance de los cazadores.
—¡N-no dejes que se vayan, Charlotte! —gritó el hombre, tirado en el suelo y con una mano sobre la herida que le causé.
La mujer rió con cierta locura y lanzó varios cortes con su arma, evitando que saltáramos por las ventanas, mi primera opción. Tomé a Chris de la mano y lo arrastré hacia otra parte del edificio abandonado. Me reconfortaba su tacto, aunque estaba pegajosa por la sangre. Pero no era el momento para hablar sobre ello. Lo más importante era salir de allí con vida.
—No sabía que el vampiro a que llaman Cazador de cazadores tuviera amigos. Pero es mucho mejor —escuché como hablaba desde las sombras, muy cerca de nosotros. Inmediatamente nos detuvimos, ya que por el eco de las paredes se nos dificultaba ver de dónde provenía. En suma, había paredes y pilares desnudos por todas partes donde se podía esconder—. Los torturaré a ambos, uno al lado del otro. Será muy divertido...
Solo alcancé a ver un destello plateado aproximarse hacia mí. Esperaba un golpe fatal, sin embargo, fui envuelto por un manto fuerte y frío. Luego escuché un quejido silenciado a la fuerza y como su agarre protector se hizo más fuerte por un segundo.
—¡Chris...! —me aferré a él, para evitar que cayera. Sentí algo húmedo y pegajoso desde su espalda, olía intensamente a sangre.
—Vaya, vaya. No me esperaba que lo protegieras así —aseguró la mujer, quien se había vuelto a esconder y ágilmente se movía de un lado a otro para evitar que percibiera su presencia—. Boris y los otros exageraban con eso de que eras una bestia de sangre fría. No entiendo cómo es que has matado a tantos cazadores, siendo tan blando. Debiste dejar que matara a tu colega y luego haber huido.
—¡C-cállate, loca! —vociferé—. ¿Por qué no sales y nos atacas de frente?
—¿Acaso eres idiota?, me divierte ver como se desesperan buscando la salida. La frustración en sus miradas mientras inútilmente intentan escapar es embriagadora —vociferó con entusiasmo—. Solo vivo para matarlos y hacerlos sufrir.
Definitivamente estaba más que loca. Era habilidosa y sabía lo que hacía, en suma era retorcida y psicópata, eso la volvía mucho más peligrosa que el hombre llamado Boris.
—Vamos a salir de esto —le aseguré a mi querido chico, este alzó la mirada. Sus ojos escarlatas estaban esperanzados, incluso más que los míos. Sin embargo, también veía en ellos un profundo dolor silenciado.
—S-se que lo haremos —dijo en un susurro. Luego se apartó de mí y giró en dirección a donde se suponía estaba la chica—. Si ataca de frente, podré usar mi virtud y detenerla por el tiempo necesario para escapar.
No alcanzaba a entender como su resistencia al sol podría sacarnos de esa situación. No era precisamente algo que sirviera para defenderse o atacar a distancia. A menos que su virtud fuese mucho más allá de lo que pensaba.
—Ya va siendo hora que acabe con ustedes. Al menos podré llevarme el crédito de haber matado al vampiro cazador de cazadores —aseguró orgullosa, luego su látigo plateado emergió de las sombras en nuestra dirección—. ¡Sus cabezas serán el adorno perfecto para mi sala de estar!
Yo me agaché para evitar el ataque. Esperaba que mi chicho hiciera lo mismo, pero en cambio, permaneció en su lugar y alcancé a escuchar un latigazo enmudecido. Tras mirar con atención, vi como Chris detuvo con una mano el paso del látigo. Percibí como corría la sangre de su mano, sin embargo no se inmutó. Después de haber detenido el arma de la mujer, tiró de ésta para hacerla salir de su escondite.
—Buen movimiento, pero aun tengo muchos juguetes para usar con ustedes —sacó unos cuchillos finos de alguna parte y apuntó hacia nosotros. Chris alzó la mano no lastimada y con la palma abierta la señaló—. ¿Es tu pedido de misericordia...?
De repente la mujer cayó en sus rodillas, gritando de dolor y cubriéndose los oídos desesperadamente. Tras unos segundos en eso, mi chico me tomó de la mano y me arrastró de ese lugar.
Tras salir del edificio corrimos en dirección al bosque, esperando no toparnos con ningún humano y lograr escapar de esos cazadores.
Corrimos y corrimos entre callejones y lugares poco transitados sin detenernos por alrededor de cinco minutos. Ni siquiera nos atrevíamos a parar a recuperar el aliento. El temor de ser encontrados por los mensajeros de la muerte nos hacía ignorar toda fatiga.
Tras entrar en el oscuro y tétrico bosque nocturno, pudimos detener nuestra huida y respirar más aliviados. Mis piernas aun temblaban, no por la fatiga, sino por el hecho de haber escapado de la muerte, otra vez.
—E-eso estuvo cerca... —de repente fui abrazado por mi chico. Se aferró a mí con bastante fuerza, tanta que me resultó asfixiante. Sin embargo no me quejé, solo me atrevía a imaginar lo que había sentido verme en aquella situación.
—Lo siento... —musitó.
—Nada de lo que pasó es tu culpa. Nadie podía saber lo que iba a ocurrir —además, si había algún culpable, ese era yo. Si no siguiese aferrado a mi vida humana, no me habría arriesgado a rescatar inútilmente a Valderrama. Pensaba que lo podía salvar de las garras del asesino, pero en cambio solo aplacé unos instantes su fútil muerte y lo llené de falsas esperanzas en sus últimos momentos de vida.
—Si no fuese por mí, esos cazadores no habrían aparecido —aseguró él—. Ellos están cazándome y no se detendrán hasta destruirme.
Ahora que lo mencionaba, la mujer lo llamó «cazador de cazadores». Además que también estaba la reacción emocionada de Boris. Todo parecía tener un origen en algo que había ocurrido entre Chris y esos cazadores.
Existía una historia detrás, tal vez oscura, tal vez cruenta y tal vez no me incumbía. Pero después de lo ocurrido, necesitaba respuestas. Si no, el sentimiento de culpa en mi pecho acabaría por destruirme.
Segundo capítulo de la tanda publicado. Espero que les haya gustado.
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