Capítulo XII: Pinturas
En voz de Christopher
"La luz cree que viaja más deprisa que nada, pero se equivoca. Por muy rápido que vaya la luz, siempre se encuentran con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando".
—Terry Pratchett.
La noche brinda acojo al pecado, con cánticos profanos y actos despreciables. Evoca lo peor del alma y despierta a las bestias que se ocultan durante el día, dentro de nosotros. Además, lo cubre todo con su manto de sombras, cuyo frío roció humedece nuestros cuerpos desnudos, entrelazados como serpientes a orillas del arroyo.
La palidez de nuestras pieles resplandecía en lo negro del suelo del bosque. Ni siquiera el cadáver desangrado llamaba tanto la atención como lo hacíamos nosotros.
Aun con la mente turbia por lo que acababa de ocurrir, me levanté del suelo y busqué nuestras vestimentas. Dan se veía igual que yo. Pero aun así, su mirada resplandecía con una belleza que solo la oscuridad y yo podíamos apreciar.
—Debemos resolver ese asunto —le señalé la prueba de nuestro crimen. El chico lo observó por unos segundos, con la mirada fija y sin expresión alguna. Luego, se levantó del suelo y se colocó sus prendas con rapidez.
—¿Qué vamos a hacer con él? —preguntó dudoso.
—No creo que haya tiempo de enterrarlo. Será mejor arrojarlo en el río que se conecta con el arroyo. Le ataremos unas rocas para que no salga a la superficie —le expliqué. Él no parecía muy convencido, pero no objetó nada—. ¿Estás bien?
—Sí, creo. Es que... —dudó por un segundo—. Por alguna razón no me siento tan mal como pensé que sería... matar. No fue como cuando asesiné a esos chicos en mi arrebato de rabia —expuso—. Casi no siento remordimiento. Y eso me asusta un poco.
Comprendía a la perfección ese sentimiento—. El remordimiento desaparece una vez que has matado para alimentarte por primera vez. Tu mente comprende cuan necesario es para ti hacerlo y minimiza el sentimiento de culpa o arrepentimiento —le expliqué—. Tu cerebro te protege de la destrucción.
—Entiendo. Y referente a lo otro... —en ese asunto parecía mucho mas avergonzado. No pude evitar sonreír por su actitud inocente.
—Sobre eso no estoy seguro. Supongo que fue una explosión el momento —me acerqué hasta él y acaricié suavemente su precioso rostro—. Sea por la razón que sea, aquello fue lo mejor que me ha ocurrido en mis trescientos años sobre el mundo. Por primera vez me sentí completo.
—Yo me sentí igual. Fue como si todo lo demás desaparecía y solo éramos tú y yo. Eso me gustó.
Parecía que ambos experimentamos lo mismo. Aunque él no lo entendiera por completo, lo que ocurrió entre nosotros fue más allá que una relación intensa y descontrolada. Fue la formalización de nuestro lazo y lo indestructible que sería.
Había escuchado de ello hacía mucho tiempo, mientras estaba en Italia. Según, cuando los vampiros se enamoraban, no era como el amor humano, sino mucho más intenso. Nuestra existencia se ligaba fuertemente a la de la otra persona y con el paso del tiempo, más intenso se volvía el vinculo.
Pensaba que eran solo poemas fantasiosos de vampiros enamorados. Nada más que ilusiones de un corazón embelesado por el dulce néctar del amor. No creía que fuese eterno ni tampoco duradero. Ya que en los humanos, el amor podía ser tan etéreo como un suspiro en la brisa.
Pero ahora que miraba los ojos azules de Dan, no veía un futuro en el que él no estuviera. Ni el deseo por la sangre despertaba lo mismo que el anhelo por verlo sonreír. Comprendí pues, que aquellas historias de tinte poético, eran tan reales como el día y la noche.
(...)
Justo después deshacernos del cadáver en el río, el amanecer se asomó por el horizonte. Con su odioso color naranja y dorado, anunciaba con tono arrogante el final de lo que fue una dulce noche. Nos apresuramos a llegar a nuestro refugio lo antes posible.
Con la llegada del día, el manto oscuro que nos protegía ya no estaba. No era prudente que alguien viera vagando por el bosque a un par de sujetos vestidos de negro, cerca de donde alguien acababa de desaparecer. Además que, la resistencia al sol de Dan era menos eficiente que la mía.
Por suerte llegamos a la casa antes que la última estrella desapareciese en el azul celeste del cielo. Rápidamente cerramos la puerta y las sombras gentilmente nos acogieron.
Dan fue hacia una habitación a buscar ropa limpia, mientras que yo me quedé curioseando la vieja mesa donde estaban sus dibujos.
Era algo desordenado. Había papel por todas partes, colores y pinceles dispuestos sin cuidado y dibujos a la intemperie del tiempo. Sin embargo, el desorden no llamó mi atención, sino fue un dibujo hecho por completo con lápiz de grafito. Era frenético y aberrante. Apenas y alcanzaba a ver unas figuras en ella.
Tras prestar más atención, me di cuenta que entre esos garabatos se podía apreciar un par de figuras entrelazadas. Sus cuerpos parecían incompletos hasta el pecho, pero se podía ver la cabeza y los hombros. No pude evitar pensar que así se veía cuando estábamos en el arroyo.
Mi corazón dio un vuelco al ver que a un lado, se alcanzaba a diferenciar sutilmente otra silueta, pero mucho más completa. Justo en el mismo lugar donde se encontraba el cadáver del hombre.
Tal vez era solo mi imaginación tras una noche intensa. Pero tras lanzar una ojeada a los otros dibujos, pude ver que éste se repetía un par de veces más. Uno hecho con creyón de cera y otro con pintura. Pero en esencia eran casi idénticos al primero.
—Estos dibujos... —no estaba muy seguro, pero tenía que comprobar algo. Así que llamé al chico.
Dan apareció justo después de mi llamado. Estaba terminando de vestirse.
—Dime, ¿ocurre algo? —preguntó con naturalidad.
—¿Podrías explicarme el significado de estos dibujos? —pregunté. Él me miró un poco confundido por un par de segundos.
—Los hice ayer... creo. La verdad es que a veces mi mente se desconecta y cuando vuelvo en mí, me encuentro con que hice unos garabatos sin sentido —explicó, aunque más que una respuesta solo avivaba mi intriga—. ¿Qué ocurre con ellos?
—Es que me parece ver lo que ocurrió entre nosotros aquí —señalé los dibujos—. Mira, estas dos figuras somos nosotros en el arroyo. Por eso se ven incompletos, el resto del cuerpo está bajo el agua. Y mira —indiqué con mi dedo la otra silueta—. La otra figura que apenas se ve, es igual al hombre muerto en la orilla. Es apenas visible porque estaba en la tierra oscura y era casi invisible.
Por unos segundos pareció incrédulo, pero a medida que le explicaba, parecía mucho más serio y con la misma intriga que yo.
—Espera un momento —me dijo, luego buscó entre las páginas de su libreta una hoja suelta con un dibujo igual que los otros—. Dime qué te parece eso.
Lo miré por unos segundos y no tardé nada en darme cuenta que eran dos siluetas grandes y una pequeña. Eran de muchos colores, pero igual de incoherente que los otros. Sin embargo, no pude evitar recordar aquel día en que lo vi hablando con el humano. Las dos figuras grandes eran Dan y el otro chico, mientras que la más pequeña podía ser yo, que lo miraba a lo lejos. Todo ello se lo expliqué detalladamente.
—Este dibujo lo hice ese mismo día. Había hecho otros igual, pero los deseché porque no me gustaban —explicó. Luego tomó los hechos con color negro—. Estos los hice ayer, durante el día. Aunque no entiendo porqué. Simplemente cierro los ojos y me pierdo por un rato. Cuando vuelvo en mí, me encuentro con estos dibujos extraños.
Esos detalles me dieron la respuesta a lo que significaban esos dibujos. Aunque me sorprendía que ya lo había desarrollado, teniendo tan poco tiempo como vampiro.
—Dan, creo que es tu virtud —le dije. Aunque no estuviese del todo seguro, era lo único que podía explicar el misterio de esos garabatos—. Me parece que eres capaz de ver el futuro.
—Un momento... ¿crees que mi virtud es ver el futuro? —parecía muy confundido—. No lo sé. Hasta ahora no he adivinado nada. Ni siquiera soy capaz de interpretar esos garabatos.
—Creo que se debe a que apenas está desarrollándose —me detuve a pensar por un momento la situación y entenderlo—. Piénsalo, has hecho dibujos que anteceden a un hecho. No es algo normal, ni siquiera para un vampiro ordinario.
—Tienes razón. Hasta ahora he acertado dos de dos. Tal vez fuese mucho más si hubiese conservado los otros dibujos que destruí. Aunque me gustaría ser más detallado con eso de ver el futuro —aseguró con tono ofendido—. Digo, mira esta cosa. De milagro tú le hallaste sentido. No es por ser arrogante, pero soy capaz de dibujar mucho mejor.
Reí por su actitud. Me parecía adorable.
—Mejorará a medida que pase el tiempo —acaricié su cabello—. Antes me parecías especial. Pero ahora es un hecho que lo eres. Con pocos meses siendo vampiro ya desarrollaste una virtud muy rara. Además de ser mi hermoso sanguisuga, también eres un prodigio entre los vampiros.
Él me dedicó esa sonrisa que me satisfacía más que toda la sangre del mundo. Tan bella como sus ojos, como su rostro, como todo su ser.
Sinceramente me sentía feliz por él. Para un vampiro, una de las cosas más asombrosas era desarrollar una virtud. Pero, por más gusto que me daba, también temía por él. Habilidades así de raras despertaba la avaricia de muchos clanes. Yo mismo lo viví con el desarrollo de mi virtud.
Existían clanes que además de ser una familia, también se convertían en un bastión contra de otros clanes. Ya que como enemigos naturales, siempre se estaba en la búsqueda de aquella pieza que brindara la ventaja en contra del otro. Y ser capaz de ver el futuro lo volvía automáticamente en un bien invaluable para cualquier clan deseoso de poder.
—Pareces preocupado —aseguró él, posando su suave mano sobre mi rostro.
—No es nada —le resté importancia. No quería perturbarlo de alguna manera—. Me voy a cambiar.
Caminé hasta uno de los cuartos y busqué ropa limpia de entre mis pocas prendas, guardadas sin cuidado en una vieja caja de cartón.
Mientras me cambiaba, muchos pensamientos pasaban por mi mente. Algunos buenos, otros no tanto. La explosión incontrolable que tuve en el bosque con Dan había causado en mi muchas cosas que me costaba entender.
Estando allí, totalmente a oscuras, rodeado por la ruina y sin un futuro; dudas sobre mi mismo modelaban entre mis pensamientos. Surgían y se desvanecían de una manera nunca antes ocurrida. Era absurdo, pero no podía evitar pensar en nuestro porvenir y cuan beneficioso era para Dan estar conmigo. Después de todo, antes de conocerlo solo me dedicaba a destruir.
No comprendía la razón de tales pensamientos. Tal vez era porque por primera vez alguien más estaba a mi lado, queriéndome y viviendo lo que yo vivía.
Nunca antes me había detenido a pensar como lo hacía en ese instante. Nunca antes había encontrado resguardo en un pecho y tampoco sentido el suave tacto de una mano amorosa. Nunca antes alguien me estaría esperando ansiosamente entre las sombras para amarme como él lo hacía. Tras décadas de nunca haber sentido, la luz por fin llegaba cálida y gentil.
Pero como solía ocurrir, antes que la luz apareciese, la oscuridad ya dominaba y difícilmente desaparecería con facilidad. Mi peor temor era que aquella nube gris de la que me escondía, terminara por alcanzarme y desatara el caos, llevándose a Dan consigo.
Hola mis amores, espero que les haya gustado este capítulo. Disculpen si no había vuelto a actualizar, me he mudado a otra ciudad y todo el asunto se había acaparado toda mi atención. Pero ya estoy aquí, con muchos capítulos ya hechos y solo en la espera de ser publicados.
Nos seguimos leyendo. No olviden votar y comentar si creen que lo merece :)
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