Capítulo XI: Aprendiendo a ser vampiro
"Nuestra vida se cimienta en la muerte de otros".
—Leonardo da Vinci.
Un mes después
Los días pasaban poco a poco, con una lentitud casi desesperante. Desde esa noche de fuerte tormenta, el tiempo pareció ir mucho más lento que lo normal. La explicación a eso surgió en una de las caminatas del chico en la ciudad.
Tal como era de esperarse, las muertes se estaban haciendo demasiado escandalosas, hasta el punto de ser noticia diaria y común en los periódicos locales. Eso había causado que la obtención de comida de Chris se volviera mucho más difícil. Las personas casi no salían de noche solas y había muchos policías paseando por las calles más solitarias en busca del asesino.
Aun me causaba cierto escozor cuando nos referíamos a las personas como comida. Pero nada podía hacer con esa cruel realidad. Aunque me costara, tenía que aferrarme al hecho que de ellos tenía que sustraer la vida que mantenía la mía.
Por suerte para mi, Chris era quien conseguía y se encargaba de sustraerles la sangre para que yo no tuviera que clavar mis colmillos en el cuello de alguien. Solo me limitaba a beber de un recipiente. Pero sabía que ya era tiempo de hacerlo por mí mismo. No era justo mantener a Chris en esa posición. Si él lo hacía, también yo tenía que hacerlo.
—Chris... me gustaría —tragué fuerte, me perturbaba la idea, pero tenía que hacerlo—. Me gustaría aprender a cazar.
Él me miró un poco sorprendido—. ¿Estás seguro?
—N-no, pero tengo que hacerlo —aseguré—. Hasta ahora tú has sido quien me alimenta. Tengo que aprender a valerme por mi mismo también.
—No me molesta hacerlo. Pero si eso quieres, no me opondré —dijo. Luego se levantó de donde estaba sentado y comenzó a caminar hacia el bosque—. Vamos por aquí.
Titubeé por un segundo, pero luego corrí hacia él. Juntos nos internamos en el bosque que poco a poco era engullido por la oscuridad de la noche. Era ciertamente tenebroso, aunque lo irónico era que lo más peligroso de ese lugar, éramos nosotros mismos. Pero no comprendía mucho la razón de internarnos en ese lugar. Se suponía que la gente estaba en la ciudad, en sentido inverso a donde caminábamos.
—Oye, ¿qué hacemos aquí? —me atreví a preguntar.
—Cazando, como dijiste que querías —dijo lo obvio. Parecía que le divertía burlarse de mi ingenuidad—. Aquí en los bosques hay gente que se interna a cazar ciervos u otros animales —explicó como un sabiondo—. ¿Dónde crees que es mejor cazar a una persona? ¿En una calle llena de gente o dentro del bosque solitario?
—Está bien, comprendo el punto.
—No es muy distinto a cazar animales. Tienes que estar alerta y ser silencioso —entendí esa última indirecta.
Tras caminar por un tiempo, en silencio absoluto, nos topamos con alguien que estaba agazapado en unos matorrales, dándonos la espalda.
Aunque estaba lejos, podía sentir el olor a licor. También escuchaba los latidos de su corazón y todos los movimientos que hacía allí acostado.
—Allá hay otro —susurró Chris, a la vez que señalaba a una silueta que estaba de la misma forma, pero más adelante que el primero. No quedaba claro si eran compañeros o cada uno iba por su cuenta.
Tras agudizar mis sentidos, también percibí el mismo olor que en el primero. No entendía cómo podían salir a cazar estando tan ebrios. Por eso había tantos accidentes.
—¿Cuál atacaremos? —pregunté, tan silencioso como pude. La única respuesta que obtuve fue una mirada extraña por parte de mi compañero.
—Ya estás hablando como todo un vampiro —dijo. Gracias a ello pude reflexionar mis palabras y entender a lo que se refería.
Estar así, acechando en silencio desde las sombras, despertaba el instinto depredador que estaba latente dentro de mí. Me había olvidado por completo del temor a matar y el remordimiento de hacerlo. Solo era mi presa y yo.
—Lo mejor será que vayamos por el más cercano. Podrás arrastrarlo lejos, mientras yo distraigo al otro —explicó. Inmediatamente me puse nervioso, no me esperaba hacerlo solo.
—N-no sé si pueda hacerlo.
—Si puedes, solo deja que tus instintos te guíen. Ve al arroyo que está hacia allá —señaló una dirección entre el bosque—. Yo voy en un minuto. Solo procura que no haga ruido. Puedes dejarlo inconsciente.
Terminé por asentir. Luego de unos cuantos segundos inmóviles, estudiando lo que haríamos, mi compañero trepó sigilosamente en los árboles y saltaba entre ellos con un silencio casi absoluto. De no ser por mis sentidos agudizados, sería incapaz de escucharlo.
Tragué fuerte por última vez y me preparé para hacer mi parte. Mi corazón se aceleraba más a medida que me acercaba al hombre. Chris me había enseñado a ser lo más sigiloso que podía, lo que era útil para aproximarme en silencio.
Llegando a estar a unos pocos metros me puse en posición, listo para dejarlo inconsciente. Pero de repente se levantó del suelo y volteó hacia mí. Por suerte me oculté tras el tronco de un árbol justo antes que girara. Sin embargo, escuché sus pasos vacilantes acercarse hasta mí.
Todo tipo de cosas pasaron por mi mente en ese instante. Si intentaba moverme a otro árbol, era seguro que me vería. Por lo que me quedé allí, esperando lo mejor.
El hombre se detuvo justo al lado del árbol, a pocos centímetros de mí. Alcanzaba a verlo casi por completo. Pero debido a su estado de ebriedad, no se había percatado de mi presencia. Dirigió sus manos hacia el cierre de su pantalón y el sonido cuando lo bajaba me hacía rechinar los dientes. Para mi desgracia pude ver como sacaba su flácido amigo y un segundo después, liberar todo el contenido de su vejiga.
Intenté lo más posible evitar el olor a orina de borracho, pero con el chorro cayendo a centímetros de mi zapato, era muy difícil mantenerme inmóvil. El sujeto parecía estar con la mirada perdida, mientras sentía el alivio de su vejiga. Pero cuando parecía estar terminando, algo lo hizo enfocar la mirada hacia el pie del árbol. Luego lentamente sus ojos fueron subiendo hasta llegar a los míos. En ese instante mi corazón se detuvo y entendí que ese era el momento. Dejé de pensar como lo hacía normalmente y me entregué a lo que mis instintos me indicasen.
El hombre dio un paso hacia atrás, sobresaltado por mi presencia. Pero antes que girase para huir e hiciera algún ruido, lo tomé del cuello e hice presión para que no pudiera gritar. Con la mano libre golpeé su nuca y en ese momento dejó de moverse.
Mis manos temblaban y mi respiración estaba entrecortada. Pero aun con ello, no perdí tiempo y lo llevé a cuestas. Aunque era un hombre grande, no sentía su peso en lo más mínimo. Gracias a ello pude moverme rápido hasta el punto donde me encontraría con Chris.
El olor y sonido del agua me guiaron por la espesura del bosque sombrío. Cuando llegué a las orillas del arroyo, dispuse cuidadosamente el cuerpo del hombre en unas rocas lisas. Luego esperé ansioso la llegada de mi compañero.
Mientras eso pasaba, no podía dejar de pensar en lo que había hecho y cuan excitante había sido. Por poco me había olvidado del remordimiento que me causaba arrebatar una vida. Sabía que estaba mal, pero descubrí sensaciones nuevas que se parecían mucho a gusto y jactación de haber cazado con éxito.
Escuché el ruido de una rama crujir e inmediatamente me puse alerta. Pero me alivié al ver que era Chris. Echó una ojeada rápida a la situación y pareció sorprendido al ver lo que había conseguido.
—Vaya... lo lograste —dijo incrédulo—. Ahora sabes lo que hay que hacer luego.
Asentí vacilante—. Si. Lo voy a hacer.
Dejé al descubierto el cuello del hombre. Podía sentir su pulso y el calor que emanaba. Mis colmillos crecieron, al igual que mis uñas. Me temblaba la boca, pero igual estaba dispuesto a terminar lo que había empezado. Cuando estuve por acercarme, el chico me detuvo.
—Primero límpialo. No querrás saber cuan desagradable es el sabor del sudor —me pasó un pañuelo que había humedecido con el agua del arrollo.
Hice lo ordenado y limpié toda el área que iba a tener contacto con mi boca. Volví a prepararme mentalmente y me acerqué hasta su arteria mayor.
Cerré los ojos y abrí mi boca. Luego, en un arrebato de locura, clavé mis colmillos en su cuello. De repente el cuerpo se retorció y escuché un gemido agónico. Rápidamente Chris colocó su mano sobre su boca y restringió la mayoría de las sacudidas del sujeto. A pesar que había despertado, no fui capaz de detenerme. Solo me apresuré a sorber la dulce sangre que se vertía en mi boca. Tras diez segundos el tipo dejó de moverse y entonces mi compañero se retiró.
Se sentía muy diferente a cuando bebía de un recipiente. El calor era mucho más intenso y la sensación de poder mayor. Mi cuerpo se abandonaba a la satisfacción de robar la vida de otro. No había arrepentimientos ni miedos, tampoco pena o tristeza por hacer lo que hacía; lo único que sentía era un deleite nacido de un acto sacrílego. Podía ser reprochable y demás, pero en ese instante había perdido todo sentido de moral. Aquello a lo que tercamente me aferraba, como si aun fuese un humano desapareció. Me olvidé por completo de lo que mi alma condenada sufría y temía. Mi lienzo perfecto fue manchado por pinceladas carmesí, pero no me importó, el rojo sangre se veía mucho mejor.
Tuve que luchar conmigo mismo para separarme del cuello del hombre. Mi respiración era profunda y pesada, pero me sentía satisfecho. Me aparté de él y le di paso a Chris, quien esperaba paciente y ansioso su turno. Normalmente nada lo sacaba de su calma, pero en ese instante parecía dominado por sus instintos más primitivos.
Él tomó mi posición con rapidez e incrustó sus colmillos en el mismo lugar que yo. Sus ojos resplandecían como brazas ardientes y su respiración se volvía pesada, al igual que la mía. Veía en él a una fiera salvaje aferrándose a su presa. Era muy perturbador y brutal el acto, pero verlo comportarse de esa forma, posesivo y salvaje; me excitaba de la misma forma que me hizo sentir el sabor de la sangre.
Tras haber agotado la vida del hombre, se apartó temblorosamente de él. Una gota roja corrió por la comisura de sus labios. Eso incrementaba aun más mi lascivia.
Ambos cruzamos nuestras miradas al rojo vivo y sin decir nada, nos aproximamos el uno al otro hasta encontrarnos violentamente en un beso endulzado por pasión y sangre. No sabía como habíamos llegado hasta ese punto, pero tampoco me interesaba saberlo. Lo único que me importaba era saborear la boca de mi compañero de pecado y tocar sus rincones más íntimos.
—E-eres... i-increíble... —balbuceó entre resoplidos y besos fogosos—. Q-quiero hacerte mío y solo mío.
—Y-ya soy tuyo y... s-solamente tuyo —musité, mientras que osadamente bajaba mi mano hasta llegar su maciza entrepierna. Solo recibí un gruñido de su parte al acariciar suavemente su virilidad.
Él por su parte bajó sus manos hasta mis glúteos y los manoseó sin delicadeza. Aunque fuese tosco e impulsivo con su acto, me encantaba esa faceta agresiva. Mi excitación crecía aun más a medida que me trataba más posesivamente. Nunca me había sentido así.
Así nos mantuvimos durante unos minutos. Dos sombras en la oscuridad, restregando sus cuerpos apasionadamente; saboreando los besos del contrario y acariciando aquello que despierta los más bajos impulsos. El acto de goce e ímpetu fue avanzando hasta que ninguno poseía ropa y estábamos sumergidos en el arroyo.
La pasión solo iba en aumento. Como no necesitábamos recuperar el aliento, podíamos darnos el lujo de llevar nuestra lujuria hasta el máximo de lo imaginable y superarlo. Aunque fuese mi primera vez, no había dolor en el acto y Chris se aseguraba de ir lento y con cuidado, aun a pesar de su fiereza impulsiva.
No había frío, no había luna en el cielo, no había nada más que nosotrosen un manto de oscuridad. Ni siquiera el cuerpo inerte a orillas del arroyo,perturbaba nuestra inhumana descarga de pasión.
Saludos mis amores, espero que estén bien. Ojalá que hayan disfrutado de este capítulo, tanto como yo disfrute escribiéndolo. Acepto opiniones y recomendaciónes, y una estrellita tambien es bievenida.
Me despido, no sin antes invitarlos a mis otras historias disponibles en mi muro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top