Capítulo IV: Nueva vida
"No hay que darse por ofendido cuando los demás nos oculten la verdad, ya que nos la ocultamos tan a menudo a nosotros mismos".
—François de La Rochenfoucauld.
Tristemente, aunque me aferrara a una falsa ilusión, la verdad se posaba frívola delante de mí. Me aferraba del hecho que todo carecía por completo de sentido. Aunque fuese un pintor, cuyo sentido de cordura se expresaba de manera distinta al resto, me encontraba dividido entre mis creencias y la realidad.
Aun deseaba que todo fuese una pesadilla, cuyo final estaba próximo. Pero con el paso del tiempo y las cosas que veía, solo autenticaban aun más lo que tercamente me empeñaba en negar.
Observaba como aquel que supuestamente me salvó, drenaba la sangre de un desconocido justo delante de mí. Él se aferraba con fuerza al cuerpo, mientras que succionaba con vigor del cuello de esa persona. Después de transcurrir unos momentos, se apartó de él y empezó a echar la sangre sobrante en un recipiente metálico.
Lo peor de este horrible hecho, era que se me hacía agua la boca ver ese líquido carmesí derramarse en esa vasija. Mi garganta se volvía mucho más áspera y el vacío en mi estómago se acrecentaba aún más. Mi dentadura dolía por algún motivo, al igual que por debajo de mis uñas.
Aunque pensara en ello como atroz para mí, deseaba más que nada hacerme con esa vasija que contenía la vida misma de un ser humano. Me embelesaba su color, pero el olor que emanaba de aquello, era embriagador hasta el punto de casi hacerme perder la cordura.
—Ten —acercó la sangre que acababa de sacar de ese ser humano—. Es necesario que la tomes, sino enloquecerás.
Su advertencia era bastante seria. Pero me encontraba en un conflicto conmigo mismo, si lo hacía, perdería por completo mi humanidad. En suma, si lo llegara a hacer, sentiría un remordimiento en el pecho por el resto de mi vida... mejor dicho, existencia. Ya mucho pesar había en mi corazón el hecho de presenciar el desangramiento de una persona sin decir nada. Por suerte Chris tuvo la misericordia de dejarlo inconsciente para que no sufriera.
—N-no es correcto... —intentaba negarme al deseo, pero mientras más lo rechazaba, más se acrecentaban las ideas impuras.
El hombre se posicionó más cerca de mí, aun con el recipiente sangriento muy cerca.
—Tienes que aceptar el hecho que ya no eres humano. Puedes negarte en este instante, pero para mañana es posible que pierdas la razón y causes un desastre. Créeme cuando te digo que la sed de un vampiro es lo peor. No es algo que puedas ignorar.
—P-pero... si lo hago, entonces no habrá marcha atrás.
—¿Crees que conservarás tu humanidad si no bebes sangre? —inquirió con inquisición—. Cuando las gotas de mi sangre entraron a tu boca fue como si firmaras un pacto. Y a partir de ese instante dejaste de ser humano. Mi advertencia fue clara y tu deseo por sobrevivir habló por ti. Ahora no puedes simplemente negarlo todo.
Sus palabras eran duras, pero no podía refutarle nada. tenía toda la razón. No conocía el alcance total de su advertencia en aquel momento, pero igual hubiera aceptado si me los hubiera especificado. Solo quería sobrevivir sin importar que. Y no me iba detener a pensar en las consecuencias de mis acciones.
La verdad puede ser dura e insensible. Por eso preferimos ser endulzados por la piadosa mentira. Buscamos refugio en ella cuando la verdad nos asecha con el fierro ardiente de las consecuencias.
Sin darme cuenta tenía el recipiente con la sangre justo en mis manos. En un destello de inconsciencia acabe sosteniendo lo que aborrecía y anhelaba al mismo tiempo. En ese punto era crucial aceptar la verdad de mi situación y no esconderme de ella. Me di cuenta que desvanecerme por el hambre y la sed no era algo inteligente, si llegaba a perderme, podía terminar haciendo cosas de las que me arrepentiría por siempre.
—Está bien —dije. Luego tomé una profunda bocanada de aire, preparándome para hacerlo.
Cerré mis ojos y en un movimiento rápido me llevé la vasija a la boca y velozmente vertí su contenido en ella, sin darle tiempo a mi mente de pensarlo más.
El simple contacto de mi lengua con la sangre, despertó en mí un montón de sensaciones que no creía capaz de sentir. Su sabor era fascinante e indescriptible. Me llevó a un estado de éxtasis y satisfacción que ningún ser humano había siquiera imaginado. Era una fiesta alocada en mi boca, pero no se limitaba únicamente a ésta. Mi ser adquiría una fuerza asombrosa, podía sentir como recorría y llegaba a todos lados.
Mi cuerpo se abandonaba a merced del placer. Pero justo cuando alcanzaba el punto máximo de goce, una lágrima de resignación corrió por mi mejilla fatigada. Un último gesto humano y la prueba máxima de mi decisión por abandonarla.
—¿Cómo te sientes ahora? —inquirió mi salvador, una vez que terminé hasta con la última gota de sangre.
—B-bien... creo. Siento mi cuerpo extraño... como si estuviese hirviendo —le expliqué, mostrándome algo confuso por todo lo que mi cuerpo experimentaba.
—Es la primera vez que tomas sangre. Es normal —aseguró con tranquilidad—. La primera gota de sangre es tan importante para un vampiro recién transformado, como lo es el calostro para un bebé. No habrá necesidad que lo vuelvas a tomar en días, o hasta en una semana incluso. Pero eso ya depende únicamente de ti.
Realmente me sentía algo aliviado de no tener que hacerlo tan a menudo. Aunque lo haya la primera vez, no me quería transformar en un monstruo como lo hizo mi profesor.
—Si es así, entonces beberé sangre solo cuando sea necesario —aseguré. El hombre me lanzó una mirada incrédula.
—Eso está bien si quieres vivir tanto como una mosca. El mundo de los vampiros es muy hostil, de muchas maneras. Tu viste una parte —me hizo rememorar su pelea con el señor Cuzatti. Por lo poco que recordaba, había sido bastante agresivo su encuentro.
—¿Por qué es hostil? ¿No se supone que son difíciles de matar?
—"Somos" difíciles de matar, pero igual podemos morir asesinados. Las razones principales son los cazadores y otros vampiros —comenzó a explicar—. Si llegase a haber muchos vampiros en una ciudad regular como esta, sería muy llamativo que ocurriesen tantas muertes y eso atraería a humanos especializados en cazarnos. Así que vivir en las sombras y no llamar la atención es de vida o muerte para nosotros. Este mismo escenario también aplica para las luchas entre vampiros por el control de territorios. Si hay más individuos, habrá más dificultades. Todo es cuestión de supervivencia y eliminar a la competencia.
—Entonces no creo que sobreviva si me encuentro con otro vampiro o un cazador de esos. Apenas y estoy entrando a este mundo, no sé como pelear siquiera.
—Es posible. Muy pocos vampiros jóvenes sobreviven sus primeros meses después de la transformación. Solo los fuertes y hábiles serán capaces de vencer a sus oponentes y sobrevivir a los cazadores. Pero el primer paso para fortalecerte es beber —señaló el cadáver del hombre que desangró—. Si solo tomas la sangre mínima, apenas y serás capaz de mantenerte. La sangre humana no solo es necesaria para vivir, también de allí sacamos nuestra fuerza sobrenatural.
Miré con resignación al cadáver inerte. Tristemente, si quería vivir tendría que matar y consumir la vida de otros seres humanos. Es la vida que fui obligado a vivir, por culpa del destino. Si no hubiese aceptado la invitación del monstruo en que se convirtió mi maestro y haber ido a ese bar, nada de aquello habría pasado.
—¿Podrías entrenarme... para sobrevivir? —le pregunté con seriedad. Aunque odiaba lo que me estaba pasando, ya no era un humano y tenía que vivir mi nueva vida. Pero no podía hacerlo solo.
Chris rascó su cabeza, mostrando por primera vez un gesto de nerviosismo.
—Supongo que puedo hacerlo. Yo te transformé después de todo. Creo que es mi obligación —dijo al fin, luego de meditarlo por un momento.
Por alguna razón sentí un extraño revoloteo en mi estómago tras su respuesta. Le agradecí con una sonrisa. Algo insignificante tomando en cuenta todo lo que había hecho por mí.
Con mi energía ya totalmente recuperada, me aparté de donde estaba sentado y me dirigí a la salida. Justo en el momento que crucé el umbral de la puerta, una mano fría tomó mi hombro repentinamente.
—¿A dónde vas? —inquirió Chris.
—Pues a mi habitación, tengo que ir antes que pregunten por mí —le expliqué.
El pelinegro soltó un suspiro cansado y con cierto disgusto. Rápidamente me cuestioné mis acciones y la razón de su molestia.
—Creo que aun no ha quedado claro. Tu vida como humano ha acabado, tienes que olvidar a tus amigos, familia y sueños —dijo tajante. Eso fue como un duro golpe a mi estómago—. No puedes simplemente mostrarte al mundo así, primero tienes que adaptarte. Si no, te volverás un blanco fácil para los cazadores.
—Pero... mi carrera como pintor...
—Se terminó. Eso no podrá ser. Imagínate siendo reconocido por muchos y que a medida que pasen los años, seguirás pareciendo un chico de... ¿diecisiete?
—Dieciocho —corregí, con la cabeza a gachas.
—Ok, entonces... tu situación sería comprometedora por ese aspecto —finalizó su explicación. Yo sentía que lloraría en cualquier momento. No esperaba que también tuviera que olvidarme de mi sueño, después de haberme esforzado tanto—. Dan, lo siento. Sé cómo se siente eso. Yo también lo pasé mal cuando me transformé.
—¿Qué sueño tuviste que dejar atrás?
—Pues... yo no tenía muchas metas para el futuro. Solo tuve que olvidarme de personas muy importantes. Mis padres... —detuvo sus palabras. Tal parecía que era un tema muy delicado como para compartirlo a la ligera—. El punto es que esta existencia está llena de sacrificios. Algunos están más dispuestos que otros a aceptarlas. Pero al final, todo se reduce a sus ganas de mantenerte con vida.
—Entiendo. Supongo que es un precio más que pagar por querer sobrevivir —volví a sentarme en el húmedo y frío lugar donde estaba antes. Nunca me había sentido más desanimado. Cuando por fin alcanzaba a imaginarme un lienzo luminoso para mi, éste se tiñe de negro—. ¿Cuándo podré salir a la calle?
—Cuando anochezca, obviamente ¿O es que no sabes que los vampiros terminan calcinados al ser expuestos a la luz del sol?
—Pero tú estabas bajo el sol, cuando nos vimos por primera vez en el parque —le recordé. No me había olvidado de ese momento gracias a que mi mente se había encargado de recordármelo cuando estaba a punto de morir.
—Yo poseo cierta habilidad. Algunos vampiros tienen lo que se llamaría poderes que los hacen destacar del resto, eso lo llamamos virtud. Algunos tienen sentidos mucho más desarrollados que los demás vampiros. Otros son capaces de crear ilusiones. Yo puedo resistir la luz del sol como un humano normal. Es de gran ayuda para pasar desapercibido.
Eso era increíble. Ahora comprendía el porqué soportaba tranquilamente la luz crepuscular.
—¿Será posible que yo también tenga una virtud? —le pregunté emocionado.
—Es demasiado pronto para saberlo. Apenas llevas unas pocas horas transformados —expuso—. Aunque es probable que puedas soportar un poco el sol. A veces, los vampiros adquieren un poco de la habilidad de quien los transforma —eso avivó un poco la esperanza que se había extinguido en mi.
Si al menos pudiera ser capaz de estar bajo el sol, podría no estar condenado a habitar en las sombras por siempre. Ya demasiados sacrificios había tenido que hacer, como para agregarle el hecho de tener que salir de noche, cuando el resto del mundo duerme plácidamente, ajena a la existencia de sus habitantes noctámbulos.
Espero que les haya gustado. Pueden dejarme sus comentarios si gustan, y también darle una estrellita. Nos leemos pronto.
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