1. Comienzos

— Llevo esperándote media hora, ¿Vas a venir o qué?

Paula se termina de vestir mientras tiene el móvil apoyado sobre la cama con su amigo de fondo en altavoz. Ha estado toda la tarde componiendo y no se ha dado cuenta de que había quedado con Enzo, su mejor amigo.

A pesar de las horas que ha empleado con la guitarra y las melodías, no ha obtenido nada, hace meses que no tiene inspiración y su discográfica no para de presionarla porque sus fans están pidiendo música nueva. Pero, ¿Como pretende sacar nuevas canciones si ni siquiera las ha compuesto? Por eso, Paula siente que está pasando por un bache bastante complicado de superar.

Niega con la cabeza y se da de bofetadas mentalmente, no sirve de nada pensar en eso ahora que tiene prisa.

Rápidamente se peina y coge las llaves de casa y salir pitando a coger el bus, en total son unos veinte minutos hasta llegar al lugar de encuentro, Enzo está sentado en un banco justo en frente mirando el móvil.

— Perdón, no me di cuenta del tiempo.

— Tranquila, he llegado hace diez minutos.

Paula se ríe ante el comentario de su amigo, Enzo y ella se conocieron hace unos años cuando Paula decidió mudarse a Barcelona con la idea de intentar empezar en esto de la música, y fue gracias al programa de Operación Triunfo que pudo dar un paso más en su sueño de ser cantante. Aunque de vez en cuando echa mucho de menos a sus padres, y a pesar de que les llama todos los días es inevitable que esos kilómetros afecten de más.

— Tienes suerte de que el partido de hoy sea aquí en el Palau Blaugrana sino te hubiese dado el plantón.

— Y por eso eres el mejor. - Paula sonríe mientras se engancha del brazo de Enzo a la vez que caminan sin una dirección específica.

— Ya he avisado para que te dejen entrar en nuestro aparcamiento.

- He comprado entrada, además iré en bus, no me apetece sacar el coche, luego el tráfico apesta.

— Te puedo traer yo.

Paula sonríe y restriega su frente por el brazo de su amigo como un gesto de agradecimiento y cariño, quizás no se conozcan de toda la vida, pero siempre ha sido así, no necesitaban esa confianza que se construía con los años porque ya la tenían. Era una de las pocas cosas que hacían que Paula quisiera quedarse en Barcelona.

— Hoy va a ser el último partido al que vaya por un tiempo mi querido Enzo Vitale.

Enzo frunce el ceño y se para en seco.

— No hice nada malo para que te enfadases, ¿No?

— No, por primera vez no, esta mañana me ha llegado una carta, me han invitado a una concentración durante dos semanas, con artistas de todo el mundo, Enzo. - cada vez que habla más acerca del tema siente que la emoción inunda todo su cuerpo.

Enzo, por un momento no entiende bien que le están contando, pero al ver la cara de Paula entendió lo que significaba para ella, no tardó ni dos segundos en estrecharlas entre sus brazos y levantarla por los aires como en una película clásica de los 90. Paula en cambió sintió como su corazón se llenaba de una sensación cálida, no sabe exactamente si es por lo importante que es Enzo para ella o el simple hecho de que su comportamiento hacia él ha cambiado durante las últimas semanas, hacía bastante tiempo que no se sentía así, pero el miedo era más fuerte que cualquier cosa.

Es por eso que jamás le dirá nada. No hasta que se sienta preparada para dejar ir.

— Eso es estupendo, prefiero que dejes de venir a verme solo por hacer lo que amas a que vengas todos los partidos sin vivir tu sueño.

— Es algo que ya he hablado con mi familia, pero me faltabas tú,no quería irme sin despedirme antes, mi vuelo sale mañana.

— ¿Cuánto tiempo te vas?

— Dos semanas.

De pronto, Enzo hace una mueca triste.

— Ey, que solo van a ser dos simples semanas, además, el balonmano está sobrevalorado.

— Muchos de mis compañeros decían lo mismo y ninguno de ellos volvió. - Enzo pega pequeñas pataditas al aire mientras camina con la mirada fija en el horizonte.

Paula rodea con sus brazos los hombros de su mejor amigo mientras le mira a los ojos con una sonrisa dulce.

— Pero, yo si que voy a volver, no hay nada que me haga querer quedarme en Londres, lo tengo todo aquí, contigo y con mi familia en Valencia.

Enzo resopla y le devuelve la sonrisa a su amiga.

— Te creo, ahora vamos a por algo de comer que me muero de hambre.

...

El tiempo había transcurrido como un huracán, ni siquiera se había dado cuenta hasta que por fin estaba justo en frente de la puerta de embarque, tampoco había sido consciente hasta ver a su madre dándole un último abrazo. Su hermana Mónica la miraba con cierta envidia, pero en el fondo sabía que la iba a echar de menos, o por lo menos más de lo que ya hacía.

En cambio su padre estaba sereno, más bien por el hecho de que si empezaba a llorar no iba a parar, Paula fue uno por uno prometiendo que les informaría de todo, que los iba a echar mucho de menos y de que les enviaría todas las fotos posibles. Por último estaba Enzo, que no parecía muy alegre por estar en el aeropuerto, pero por lo menos lo estaba intentando.

— Cuidate mucho y no fumes demasiado.

— Sabes que si no estás tu me cuesta. - Enzo hunde su cabeza en el cuello de Paula, como un cachorro buscando cobijo en el cuello de su madre.

— Venga que entre entrenamientos y demás no te darás ni cuenta.

Paula acaricia la mejilla de su mejor amigo y se separa, queda media hora para su vuelo y todavía tiene que facturar su equipaje. Se despide de todos una vez más y camina en dirección hacia zona de facturación de maletas.

A partir de ahora estaba en su responsabilidad vivir durante dos semanas en un país completamente desconocido.

Y lo peor de todo.

Estaba sola.

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