Capítulo Único
Hace mucho, mucho tiempo, en el reino de Yokohama, el rey Fukuzawa anuncio el nacimiento de su hijo, lamentablemente la madre ofreció su vida a cambio de dársela al pequeño por lo cual solo el rey estaba presente. Un pequeño y tierno bebé de ebras rojizas con sus ojos cerrados al cual nombraron Chuuya, descansaba en la cuna real, ni modo que fuera de mentira digo-, el rey para celebrar invito a todo el reino menos al maléfico brujo del bosque, porque ¿Quién querría un brujo de magia oscura en la celebración de su pequeño? Obviamente nadie, así que la explicación está de más.
Organizó una gran fiesta en el palacio, gente de todo el reino viajo para conocer al pequeño príncipe el cual cuando grande seguiría pequeño pero aun no tenía conciencia de eso, invito a un viejo amigo, soberano del reino vecino Taneda, quien vino acompañado de su hijo, Osamu, ambos monarcas ansiaban el día donde pudieran unir sus reinos, desde el momento en que el príncipe de cabello castaño entró al castillo se volvió el prometido del bebé pelirrojo el cual le sacaba 3 años de vida, este lo miró extrañado para dejar en su cuna el regalo que le trajo.
Las trompetas anunciaron la llegada de otro invitado especial, que no eran ni más ni menos que las tres ilustres hadas que fueron cordialmente invitadas para bendecir al pequeño, el hada de traje blanco con diseño de rayas, Atsushi. El hada de traje negro con toques rojos, Ryunosuke y la última hada Kunikida quien tenía un traje verde perfectamente planchado, se presentaron ante al rey.
–Mi rey, cada uno de nosotros le otorgará un don al principe, en total serán tres dones –Hizo la obvia explicación el hada de traje verde para dar una corta reverencia y acercarce a la cuna– Príncipe, mi don para ti será la belleza, tan bello como el cielo del atardecer y tan feroz como el fuego –Alzó su varita mágica soltando brillos verde claro que cayeron sobre el dormido bebé.
–Dulce príncipe, mi don para ti es el de una melodiosa voz, tan dulce para calmar un reino entero y a la vez fuerte para hacerle frente a tus enemigos –El albino alzo su varita de la misma forma que el otro para soltar brillos celestes que cayeron sobre el pequeño.
–Príncipe, mi don para ti es- –El pelinegro fue interrumpido por un estruendo en la puerta del salón.
Las antorchas que iluminaban el salón fueron apagadas por una fría ventisca, las cortinas se removieron y en medio del salón se disperso un fuego verde para darle forma a un hombre alto de traje negro con una bufanda roja, sostenido de un bastón en el cual un cuervo de un sorprendente color dorado que solo podría explicarse por magia, se posó en el mango de este.
–Vaya, lamento llegar tarde, supongo que mi invitación se perdió por el camino –Comentó el brujo con algo de gracia.
–Tu no eres bienvenido aquí, Mori –El soberano del reino le hizo frente al intruso– Vete por dónde llegaste.
–Que cruel~ después de todo, yo también vengo a darle mi don al príncipe –Lo último no trato de ocultar la malicia en su voz.
–¡Guardias! –Tras la orden los guardias del palacio rodearon al brujo pero el cuervo en su bastón con un solo graznido una fuerza misteriosa los tumbo a todos, incluyendo a los invitados y al mismo rey– Ugh... Mi espalda...
–Deberías ejercitarte mas –Este se acercó al inocente bebé y sito– Príncipe, crecerás con gracia y belleza, lealtad y gratitud, encantarás quien te conozca –Con una sonrisa y una oscura mirada continuo– ¡Pero cuando cumplas los 21 años, beberas un vino el cual te causará un sueño eterno!
–¡Basta! –Con furia Fukuzawa apartó a Mori de la cuna– ¡Basta Mori, no puedes hacerle esto a mi hijo!
–Oh, pero creo que acabo de hacerlo –Este soltó una risa agria– Sufrirás el dolor de perder a alguien, ¡Así como tu lo hiciste conmigo! –En sus ojos se veía una tenue tristeza, rodeada del sentimiento de la venganza.
Tal y como llegó, se fue rodeado de fuego verde para que el salón volviera a estar iluminado como antes, los presentes cegados por el miedo la mayoría abandono el palacio volviendo a su hogar.
–¿Ahora que voy a hacer...? –Fukuzawa se cubrió el rostro con sus manos en un gesto de frustración.
–Mi rey, Ryunosuke aún le queda un don que- –El de lentes fue interrumpido.
–¿Acabará con la maldición? –Le miró esperanzado.
–No podemos hacer eso señor... Morí es demasiado fuerte para nosotros –Aportó el albino– Pero tal vez pueda hacer algo.
Ryunosuke se acercó nuevamente al bebé y lo miró para alzar su mano, el no necesitaba una varita para hacerlo.
–Principe, la maldición que se te fue lanzada en venganza sera apasiguada por la misma razón, el día que encuentres a alguien que sea dueño de tu corazón y seas correspondido, despertaras de tu sueño eterno –Dijo para soltar brillos rojos que rodearon al bebé.
Fukuzawa sólo miraba la situación, sabiendo que fue su culpa que las cosas terminarán así, se dirigió a sus guardias y decretó que se deshagan de todo el vino del reino, orden que fue acatada enseguida reuniendo a los guardias para ir por todo yokohama para deshacerse del vino, ya sea derramandolo o beberselos ellos mismos, vaya que fue un espectáculo ver los rostros de los ciudadanos al tener que deshacerse de esa bebida alcohólica que a tantos le gustaban.
El rey estaba en un lío mental, no sabría como cuidar a su hijo si el brujo fácilmente podría venir y acabar con ello de una vez cuando se entere del último don que le dieron, las hadas se acercaron al rey para contarle su plan.
–Mi rey, tenemos una idea que puede que funcione para cuidar al principe –Dijo claro llamando la atención del rey– Atsushi, Ryunosuke y yo, tenemos una cabaña en el bosque al otro lado del territorio de Morí, si se entera de la contra-maldición puede que decida acabar antes o incluso con quien conozca el príncipe en su crecimiento.
–¿Me estas proponiendo que deje a mi hijo a su cuidado hasta que pase la fecha de la maldición?
–Siempre y cuando sea con su consentimiento su majestad.
Fukuzawa lo pensó y aceptó, la mejor forma de protegerlo a él y sus conocidos es que este alejado de todo lo demás, el territorio del cual le hablaba Kunikida es una tierra cálida y tranquila, decidió dejar a su hijo en manos de las hadas para que estas partieran lo antes posible, antes que Mori se dé cuenta de su plan.
Con la petición aprobada el bebé fue entregado a las hadas que partieron esa misma noche en un carruaje simple para no levantar sospechas.
Años y años pasaron, el príncipe Chuuya que creció como un huérfano adoptado por sus tres tutores, los cuales lo acompañaron todos esos años sintiendo un cariño paternal hacia el menor, creció para ser un bello joven de hermoso cabello rojo y revuelto junto con sus azules ojos que reflejan el mismo cielo, lo único malo fue que para acabar de cumplir los 21 es que aun conserve su estatura de 1,60 desde sus 16 años, por lo cual su carácter era algo fuerte y determinado con una voz que no le queda para su tamaño pero si el quiere puede calmar a su estresado tutor de lentes por las peleas diarias del albino y pelinegro que también estaban a cargo de él, pero hey, las risas no faltaron.
–Buenos días –Dijo alegre el pelirrojo recibiendo a sus tutores que venian recién despertando.
–Buen día Mocoso –Le devolvió el saludo el de lentes para chequear su libreta– Siempre puntual –Dijo con una sonrisa calmada para tomar asiento en la mesa.
–Después de tantos años era de esperarse que me acostumbrara a serlo, desde que tengo memoria me regañabas incluso si me tardaba en el baño.
–Kunikida no entiende las necesidades del cuerpo –Dijo el pelinegro para beber de su taza de café.
–¡Ustedes son los que deben respetar los horarios! –Y hasta ahí llegó el buen humor– ¡Miren al mocoso, el tiene más madera de adulto que ustedes dos juntos! –Señaló al pelinegro que tenía el ceño fruncido mientras dejaba su taza en la mesa y al albino que parecía más dormido que despierto– ¡Atsushi despierta!
–¡Fue Ryu-! Digo, buenos días –Dio un brinco en su lugar para restregar sus ojos en señal de despertar.
–¿Yo que hice, Jinko? –Este lo miró molestia.
–¿Eh? Nada, no sé de qué hablas –Tomo su taza de té y empezó a beber para terminar por escupirlo– ¡Esta salado!
–Así despertabas de una vez –Se cruzó de brazos el causante de la sal en el té.
–Otro día como cualquiera –Dijo el pelirrojo acostumbrado para empezar a servir tostadas ignorando la típica discusión verbal que se llevaba a cabo entre el albino y pelinegro.
–¡Tu aun duermes abrazado a la almohada Jinko!
–¡Por lo menos yo si duermo a gusto, no como tu que te levantas en la madrugada a rayarme la cara!
Ni idea en qué momento paso el tema del té a como dormía cada uno, Kunikida golpeo la mesa con su libreta los enfrentó iniciando una cómica pelea entre los tutores con el menor disfrutando del espectáculo.
–¡Es que no pueden callarse y comer un desayuno tranquilo!
–¡No! –Mencionaron ambos al unísono para mirarse con molestia.
–¡Cada quien duerme como se le da la gana!
–¡Lo dice el que extraña arrullar a Chuuya como cuando era un bebé! –Soltó el albino haciendo al de lentes sonrojar y al mencionado soltar un risa divertida.
–¡Eso no tiene nada que ver!
Así es, las risas no faltaban, no eran los tutores perfectos pero eran muy importantes para Chuuya, así siguieron para terminar el desayuno y cada quien hacer los quehaceres de la casa, el pelirrojo iba a empezar a ordenar el salón cuando el pelinegro lo detuvo.
–Hoy no es necesario que limpies –Dijo calmado.
–¿Que? Pero si es mi turno-
–Solo dejáselo a Jinko –Un "¡Hey! " se escucho del segundo piso de la cabaña– Tengo otra tarea para ti.
Y así Chuuya fue enviado a recoger frutas silvestres al bosque, ya lo conocía de memoria e incluso a los animales estaban acostumbrados a su presencia, tarareando una melodia partió en busca del recado después de ponerse su sombrero favorito que le cubría lo suficiente para no mostrar tanto su cara.
–Vaya, vaya, veo que te liberaron del encierro, pequeño monstruo –Dijo un hombre alto con bastón en mano y un cuervo dorado en su hombro.
–Buenos días Morí –Le saludo de costumbre el menor.
Y si, Chuuya conocío a Morí hace años cuando lo salvo de caer del acantilado, el increíble y estructurado plan de las hadas fue fácilmente descubierto por el brujo, que todos esos años estuvo en contacto con el menor, no le hizo daño, para nada, incluso se podría decir que le importaba.
–Hace años que no me llamabas monstruo –Dijo para estirar su mano y el cuervo dorado se pozo en su muñeca– Buen día Elise.
Después de una charla trivial se dirigió a buscar los frutos, aún tarareando una melodia mientras las recogía cuando el sonido de una rama rompiéndose llamó su atención dejando la canasta cerca del arbusto con las frutas, se dirigió al lugar.
–Ay, ay, ay... Eso dolió... Otro intento fallido –Dijo un castaño sentado con una rama rota a su lado y que estaba atada a su cuello, se deshizo del nudo para estirarse.
–¿Estas bien? –Se asomo por detrás del tronco para mirarlo escondiendo su cuerpo.
–¿Que si estoy bien? Estaría bien que esté intento fuera exitoso –Dijo el castaño irritado para levantarse del suelo– Momento... Esa voz es muy bonita como para que sea una de mi cabeza.
El castaño volteo y vio el pequeño cuerpo que se asomaba por detrás del árbol, se quedó admirandolo un rato para solo distinguir su cabello rojizo y un horrible sombrero que cubría su rostro.
–Mira pequeño, un niño no debe andar por estos lugares solo –Le resto importancia a como lo llamó.
–¡No soy un niño! –La dulce voz fue opacada por un gruñido de molestia sorprendiendo al castaño cuando el chico frente a él dejó ver su cuerpo.
–Pero sí tienes la estatura de uno.
–¡Pará tu información ya cumpli 21!
–¿A si? felicidades petit –Lo apodo para levantar un pulgar cuando lo felicito.
–¡No me llames así bastardo! ¡Yo tengo un nombre! –Este dio unos pasos hasta estar al frente del otro, notando la gran diferencia de altura, si que quedó pequeño.
–Al parecer creo que no entiendes que es la primera vez que te veo, obviamente no sabre tu nombre, pero eso cambiaría si me lo dices ¿No~? –Dijo burlón palpando el sombrero del pequeño.
–No tengo porque darle mi nombre a un extraño e idiota burlón como tu –Este apartó la mano de su cabeza con un manotazo que por accidente también boto su sombrero seguido de un mágico viento que lo alejo más de él.
Su cabello pelirrojo danzaba ligeramente dándole un toque hermoso más el brillo azul de su mirada el castaño quedo hipnotizado por la belleza que poseía el otro.
–¿Que te pasa, te comió la lengua el gato? –Le dio una sonrisa burlona que sólo encanto más al castaño, haciendo que diera un paso atrás callendo de espaldas al pequeño riachuelo que estaba detrás– ¿¡Que-!? –Por supuesto, trató de sostenerse de algo siendo lo primero que estuvo su alcanze, el chaleco del pelirrojo.
Cayeron al riachuelo de no más de 10 centímetros de profundidad, empapando sus ropas, sin darse cuenta comenzaron a reírse, no saben si por la situación o por la apariencia del otro. Con ayuda de ambos salieron para estrujar sus ropas aún entre risas.
–¿Como no te diste cuenta que estabas por caer?
–Estaba de espalda, el que debería verlo fuiste tu, petit.
–Que sea pequeño no significa que no pueda patearte el trasero, payaso.
Ambos compartieron una charla de cosas triviales para conocer al otro, mientras se recuestan bajo el sol esperando que sus ropas se sequen. Mientras a lo lejos dentro de la cabaña la cual estaba echa todo un caos en un intento de hacerle un pastel de chocolate y diseñarle un traje al cumpleañero, nada complicado, si no fuera porque Atsushi tropezó con un bol lleno de crema que cayó sobre la cabeza de Ryunosuke el cual limpiaba y ordenaba, Kunikida estaba confeccionando el traje en el segundo piso, ajeno a la pelea entre dulces y basura en la parte de abajo.
–Ya terminé, como van- ¿¡Que demonios!? –Se detuvo a mitad de las escaleras para ver el salón completamente sucio, crema y restos de basura en las paredes, algunos muebles botados y pequeñas decoraciónes que le daban su toque al hogar echas trizas en el suelo, junto con un pelinegro que estaba aplastando con su peso al albino mientras le revolvía el cabello con una sustancia sospechosa que olía realmente mal, al parecer era de una bolsa de basura que debían haber sacado hace días– ¡Solo les pedí una cosa a los dos! ¡Solo una! –Está tan enojado que su cabello llegó a notarse erizado.
–¡Todo es culpa de Jinko!
–¡Te dije que fue un accidente!
–¡No importa de quien fue la culpa! –Contó mentalmente hasta 10... Iba a contar hasta 50 pero no tenían tiempo– El mocoso llegara en cualquier momento, ¡Limpien este desastre ahora o los haré compartir habitación!
Con esas palabras el pelinegro libero al albino y ambos rápidamente empezaron a limpiar todo lo que se cruzará.
–Es demasiado no lo lograremos a tiempo –Mencionó nervioso el albino, si había algo que odiaba era el castigo de tener que compartir habitación con el otro, ya que si peleaban en ese momento les caería otro castigo horrible.
–Maldición ¿De quienes creen que fue la culpa? –Les dijo sarcastico– Bien, pueden usarlas –De un chasquido invoco su varita y la de Atsushi, mientras en Ryunosuke desaparece una pulsera roja que restringia su magia– Como vuelvan a pelear tendrán que compartir la cama igual.
En segundos la casa ya casi estaba reluciente, lo único que faltaba era el pastel que quedó destrozado por la pelea, Atsushi usando su magia lo restauró e incluso le dio más detalles, quedando un presentable pastel. Suspiraron al fin de terminar y los tres se sentaron en el sillón, divisando por la ventana a Chuuya que venía con una sonrisa de oreja a oreja, rápidamente kunikida desapareció las varitas y la pulsera de Ryunosuke volvió a su muñeca.
–¡Volví! –Fue residido por unas pequeñas flores que Atsushi le lanzó en la cabeza– ¿Y esto?
–¡Feliz cumpleaños Chuuya! –Dijeron los tres al unísono.
–Esto no era necesario –Con una mano se quito las flores de la cabeza– Pero muchas gracias –Les dio una radiante sonrisa, digna de un principe.
–Te tenemos una sorpresa –Lo llevaron a la mesa donde estaba el pastel de chocolate y Kunikida subió al segundo piso para volver con un elegante traje– Aquí está tu regalo.
–Es... Es hermoso –Se levanto y lo recibió gustoso– ¿Puedo usarlo ahora? –Los mayores asintieron y corrió a su habitación para ponerse el traje, le quedaba como un guante, volvió al primer piso– ¡Me encanta!
–Nos alegra que te gustará, todos pusimos de nuestra parte –Le mencionó el albino.
–Es perfecto, ya quiero ver la cara que ponga el cuando venga –Dijo sonriente mientras se asomaba para ver por la ventana.
–¿Quién? –Habló primero el pelinegro.
–¡Hoy conocí a alguien! –Los miró y en sus ojos se veía un leve destello de felicidad– Se llama Dazai y es todo un payaso –Comenzó a relatar como lo encontró y su última conversación con el.
–¿Entonces estas de paso pero tu caballo se asustó y te dejó abandonado? Pfff, que mal por ti.
–No es mi culpa que sea tan cobarde el animal ese –Se cruzó de brazos– Tengo que ir al hogar de un amigo de mi padre... A hacer algo y así...
–¿Entonces ya te vas a ir? –Le miró con cierta tristeza, por primera vez hablaba con otra persona que no fueran sus tutores y a pesar de empezar con el pie izquierdo, el castaño era agradable, aún como payaso, pero agradable.
–Lamentablemente si, petit –Coloco su mano en la mejilla del otro–¿Qué? ¿Ya me extrañas~? –Se burló tirando de su mejilla.
–Idiota –Apartó su mano con una sonrisa– Y deja de llamarme así.
–No me quieres decir tu nombre así que te llamaré así –De entre los árboles se asomo un caballo blanco– ¡Oh, cobarde volviste! –El castaño se levantó y camino a agarrar al caballo por las riendas.
–No me digas que se llama Cobarde el animal... –Dijo incrédulo mirando al caballo.
–Pero le queda a la perfección –Se fue al costado del animal y empezó a asegurar la silla– Bien, no se rompió nada.
–¿Ahora si te vas? –Se sujeto de la camisa del castaño y este le sonrió.
–Lamentablemente si, tengo algo que discutir con el amigo de mi padre –Dijo recordando su compromiso.
–¿Podré... Volver a verte? –Miró al suelo, se sentía indefenso y no entendía la razón.
–Por supuesto –Tomó la mano que estaba sujeta a su camisa y la elevó hasta la altura de sus labios para besarla– Eres alguien muy interesante petit, volveré para molestarte –Le guiño un ojo para subirse de un salto al caballo.
– Idiota... Si tienes tiempo hoy en la noche ven a la cabaña en el bosque, mis tutores y yo celebraremos mi cumpleaños –Dijo sonrojado y avergonzado por la reciente acción.
–Nos conocimos hace unas horas, no creí que fueras tan precoz petit~ –Se cubrió la boca mientras reía.
–¡Pervertido! ¡Solo largate para terminar lo que debas hacer! –Todo rastro de vergüenza se esfumó.
–Como digas petit~ –Empezó a avanzar con su caballo– ¡Llámame Dazai! –Y salió con el caballo a trote para terminar cuanto antes sus asuntos.
–Y luego se marchó en su caballo –Decía sonriendo– Es un poco payaso pero no mala persona.
–Chuuya...
El nombrado miró a su tutor de lentes, los tres tenían una mueca de tristeza y no entendía porque, ¿No estaban feliz por el? Acaba de conocer a alguien que lo ponía feliz, también sacaba su lado gruñón pero no le molestaba tanto.
–No puedes encontrarte con el –Dijo seco Kunikida.
–¿Que...? ¿Porque? –Soltó sorprendido–Después de años por fin conozco a otra persona aparte de ustedes, además no va a hacerme daño y si lo fuera hacer le patearia el trasero primero.
–No... Mira es complicado –Después de mucho tiempo el de lentes estaba nervioso.
–Estas comprometido –Habló por fin el pelinegro, el si tenía el suficiente carácter para aclarar las dudas de Chuuya sin omitir nada– Con el principe del reino vecino, Osamu.
–Ryunosuke... Tienes que estar bromeando –Este se puso de pie frente a él, teniendo que elevar su mirada, ugh, que malo ser pequeño para esta situación– Es imposible que me case con un principe, digo, no es que porque no sea guapo me considero un gran partido –Elevo su ego solito– Solo que, ¿Porque me dicen esto ahora? ¿Desde cuando se supone que estoy comprometido? ¡Si soy huérfano!
–Chuuya, eres el hijo del rey Fukuzawa, el día que celebraron tu nacimiento el brujo oscuro te lanzó una maldición, tuvimos que esconderte para protegerte a ti y a tus conocidos, hoy al atardecer volveremos al castillo –Se cruzó de brazos el pelinegro, no lo demostraba pero le tomó cariño al pequeño y le dolía tener que soltarle todo de la nada.
–¡Pero no puede ser! ¡Yo-! –De sus ojos empiezan a caer lagrimas– Todo este tiempo... ¿Me mintieron? Creí que era huérfano, que- –El pequeño cayó dormido gracias a la magia de Kunikida.
–Esto es lo mejor –Dijo volviendo a guardar su varita– Vamos, tenemos que arreglar el carruaje –Los tres empezaron a ordenar sus cosas con magia y partieron al castillo.
Mientras en el castillo el castaño discutía con quien debería ser su futuro suegro.
–Rey Fukuzawa, con todo respeto no puedo llevar a cabo el matrimonio con su hijo.
–Osamu, la última petición de tu padre antes de caer enfermo fue esa, debemos unir los reinos antes que los bandidos de guild ataquen.
Si, poco tiempo después que el pequeño Chuuya fuera adoptado por las hadas, recibieron ataques del reino de guild, el rey Fitzgerald quería que el príncipe de cabello rojo se casara con su hijo Edgar, pero Fukuzawa lo rechazo alegando que se casaría con Osamu, Fitzgerald en respuesta en pequeños grupos de bandidos empezó a atacar al reino, que sólo podría hacerle frente cuando el compromiso de Chuuya y Osamu sea oficial.
–Yo... Tengo que hacer algo antes –Dijo Osamu a quien le gusta que sus conocidos le llamen Dazai, volvió a montar en su corcel para regresar al bosque, si se casaría, por lo menos se despedirá del pequeño pelirrojo que hizo temblar su corazón.
Dazai pasó galopando junto a un viejo carruaje conducido por un pelinegro que no volteo ni a verlo, sin saber que su querido petit yacía dormido dentro de este.
El carruaje llegó al castillo y con magia mágicamente mágica, llevaron al pelirrojo a sus aposentos, su propio cuarto que era una de las muchas torres que tenía el castillo, fue dejado con delicadeza sin despertar aún de su sueño.
–No se abra activado la maldición ¿No? –Derrepente habló el pelinegro mirando al durmiente.
–No seas idiota, solo se activará cuando beba un vino, por suerte hace años el rey declaró que se deshicieran de todo le vino en el reino.
El pelirrojo empezó a removerse en la cama para sentarse en ella y mirar triste a sus tutores.
–¿Como llege aquí? –Habló en voz baja mirando por la ventana, estaba en el castillo que solo podía mirar de lejos sobre un árbol en el bosque en el que creció.
–Nosotros te traimos –Declaró el albino.
–¿Como? ¿Con magia? –Los tutores no respondieron– Imposible... ¿Saben hacer magia? ¿¡Ahora me dicen que tengo el poder de controlar la gravedad o algo así!? ¡No son diferentes al brujo que me lanzó la maldición! –Exclamó molesto.
–¡No! Nosotros no hacemos nada malo, el lo que quiere es venganza y- –Atsushi fue interrumpido.
–¡Ya no quiero saber más! –Se cubrió los ojos, su voz salió rota– Dejenme sólo... –Murmuró.
Las hadas le dieron su espacio y salieron a informar al rey de la llegada del príncipe, el cual estaba en su habitación frustrado, traicionado, sus bellos ojos azul soltaban lágrimas a montón.
–Lo siento Dazai... –Su disculpa quedó en el aire– Eras un payaso muy agradable...
Un humo verde inundó el suelo de la habitación pero Chuuya estaba concentrado en descargar su frustración en lágrimas como para darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor, para darle forma a una botella de vino con un logo que decía "Petrus" junto a una copa, el pelirrojo lo vio.
–¿Que es esto? –Se acercó a la mesa y abrió la botella– Huele muy bien... –Tomo la copa y se sirvió, el sol estaba cayendo dejando a la oscuridad de la noche rodear al reino, Chuuya bebió de la copa– Y sabe muy bien –Siguió y siguió bebiendo hasta terminarse la botella, la copa en sus manos cayó al suelo junto con su cuerpo, quedó dormido con sus mejillas levemente sonrojadas por el alcohol y si, fue por la maldición, no se crean que se emborracho.
En el momento en que Chuuya cayó, se oían estruendos y explosiones en el reino, estaba siendo atacado.
–¿¡Que está pasando!? –Exclamó a su guardia el rey el cual estaba hablando con las hadas.
–Nos están atacando mi rey –Habló el consejero real Ranpo– Los bandidos del reino de Fitzgerald.
–Llama a todos los guardias, que evacuen el pueblo- –El suelo tembló, alguien hizo explotar unos barriles de pólvora dentro del castillo.
–Ya me adelante a eso, ustedes –El consejero señaló a las hadas– Vayan a buscar al prometido del príncipe.
–Pero no sabemos dónde está, el- –Kunikida fue interrumpido.
–La maldición ya hizo efecto –Se cruzó de brazos dejando impactados a las hadas– Busquen al joven que se encontró en el bosque, rápido.
Ranpo se fue del salón dejando al rey y las hadas con la palabra en la boca, si Ranpo lo dice debe ser verdad, no por nada es el más inteligente del reino y casi mano derecha del mismo rey.
–¡Hagan lo que dice! –Exclamó a las hadas y estas con un chasquido le salieron alas, salieron volando en busca del chico que su pequeño menciono.
–Veo que tienes problemas, Fukuzawa –Mori salió de las sombras y se acercó al nombrado.
–Mori... Todo esto es tu culpa, si ellos no logran encontrarlo mi hijo nunca despertará y no podremos aliarnos con el reino de taneda, ¡Este reino caerá!
–Lo sé... Soy consciente de que yo cause todo esto, ¡Me rompiste el corazón y está es mi venganza! –Alzó la voz molesto para mirarlo con tristeza– Y yo me desquite con el niño... Hace años que lo estoy vigilando entre las sombras...
–¿Que? ¿Y le hiciste algo? –Lo tomó de los hombros sacudiendolo levemente.
–Pude hacerlo, pude dejar que cayera por ese acantilado pero... No lo hice.
–¿Porque? –Busco la mirada en el otro por el extraño comportamiento del otro.
–Porque es tu hijo –Le miró a los ojos con un antiguo cariño– No importa cuando odio guarde en mi corazón ese niño... Solo no pude... Tampoco pude levantar su maldición... Por eso te propongo un trato, Fukuzawa.
–¿Cual?
Mori habló, dejando sin palabras al rey, solo esa solución les quedaba para salvar al pequeño, mientras en el bosque Osamu rodeaba la cabaña en busca de señal de alguien, sin encontrar rastro alguno.
–¡Petit! ¡Tengo que hablar contigo! –Golpeaba la puerta con fuerza– ¡Enano! ¡No me dejes plantado!... ¡O hermoso petit, deja caer tu cabello~! –Le canto mirando la ventana.
–¿Quién eres tú? –Hablo Kunikida a espaldas del castaño– ¿Viniste a ver a alguien no?
–¿Eh? Si, si –Hablo nervioso al ser descubierto actuando más payaso de lo normal– Vine a ver al petit que me invitó a su cumpleaños, lo conocí hoy.
–¡Entonces tu debes ser el payaso del cual nos hablo! –Alegó Atsushi.
–¿Payaso? Le dije que me llamara Dazai –Se cruzó de brazos el castaño– ¿Ustedes son-? ¡Oigan!
Entre las tres hadas tomaron al castaño y empezaron a volar de vuelta al castillo.
–¡Auxilio me desmayo! ¡Digo, me secuestran! –Grito el castaño aferrándose a los brazos que lo traían colgando mientras volaban sobre los árboles– ¡Solo quería hablar con petit!.
–Dazai, el chico que conociste es en realidad Chuuya, el príncipe de yokohama –Habló Atsushi, dejando al castaño en silencio– Hace años el brujo oscuro le lanzó una maldición por lo cual tuvimos que esconderlo hasta el día de hoy y ya fue afectado, solo tu puedes despertarlo de su sueño etern- –El albino se detuvo, los tres se detuvieron para mirar el reino en llamas, y no llamas el animal, llamas de fuego, parte de las casas estaban quemadas y destruidas mientras en el castillo una pequeña parte de la entrada se encontraba en ruinas, volaron hasta la entrada para encontrarse con los bandidos del reino enemigo.
Apenas el castaño tocó el suelo agarro una espada y empezó a luchar contra el enemigo.
–¿No hubiera sido mejor que me dejaran en su habitación? –Dijo mientras se abría paso entre los bandidos y las ruinas.
–¡Nuestros poderes no son ilimitados! –Le grito Kunikida– ¡Apresurate!
Osamu empezó a correr por los pasillos del castillo, mientras en la parte baja del lugar, un fuego verde se disperso, quemando a los invasores mientras a los residentes del lugar no les hacía daño, el rey aceptó el trato que le propuso el brujo.
Los invasores abandonaron el reino y el mismo fuego verde que los echo, estaba restaurando los hogares de las personas, que interesante, el fuego normal solo causa destrucción mientras este reconstruye lo destruido, en fin la hipocresía.
–Más te vale que cumplas, Fukuzawa –Habló Mori cuando terminó y deshizo su magia.
–De todas las cosas que podrías pedirme tenía que ser eso...
–Espero que nos llevemos bien –Este le miró con una sonrisa– ¡Seré el padrino de la boda!
Mientras, Osamu subió y subió, jadeando de cansansio y apenas sintiendo sus piernas, ¿Porque tenía que estar en la torre más alta? Como no logré despertar al pequeño se lanzaría por la ventana. Llegó a la habitación y vio al pequeño acostado en el suelo cual borracho que tendrá una horrible resaca cuando despierte, río despacio y lo tomó cual princesa para acostarlo en su cama, lo miró de arriba abajo.
–¿Quién diría que el chico gruñón del bosque en realidad sea mi prometido? –Este se acercó a su rostro y susurro– Petit durmiente... Debes despertar –Y beso los labios del pequeño, una suave brisa entró por la ventana mientras que Osamu se separaba y miraba al durmiente, aún dormido– Petit, por favor despierta –Lo sacudió un poco y su mirada se volvió oscura, se levantó de su lado y camino a la ventana, dispuesto a saltar tal cual se dijo a sí mismo en las escaleras.
–¿Que crees que haces? –El pelirrojo lo miraba mientras se sentaba en la cama para estirarse– Ni se te ocurra lanzarte, Dazai.
Osamu volvió con el menor y lo abrazo, siendo correspondido al instante por Chuuya quien bostezaba.
–Me lanzaría si no despertabas Chuuya –El mencionado iba a preguntar como sabía su nombre pero el castaño enseguida explico– Petit, soy tu prometido Osamu, cuidare muy bien de ti~.
–¿¡Que!? ¡Pero si dijiste que te llamabas Dazai! –Habló ya más despierto.
–Dije que me llamaras Dazai, es un apodo, me llamo Osamu –Este acaricio los cabellos rojos del más bajo.
–Entonces... Supongo que estaremos mucho tiempo juntos ¿No? –Se dejó llevar por las caricias.
–Así es, que te parece si nos lanzamos juntos desde esta hermosa torre, bello petit –Tomó la mano del otro y la beso mientras le hacía la petición.
–¡Y arruinaste el momento bastardo! –Chuuya se separó sonrojado de él.
Ambos bajaron para encontrarse con él rey y el brujo donde aclararon que aceptan el compromiso, al mismo tiempo donde se le revela a Chuuya que Mori sería el padrino y que le lanzó la maldición hace años, su rostro era todo un poema y Osamu solo reía de la extraña situación ya que las hadas se metieron en la discusión alegando que ellos debían ser los padrinos.
Así, Chuuya el petit durmiente, tuvo una alegre y divertida boda después de varios meses del ataque, obviamente no se casaría apenas despertara, donde su reciente esposo le sacaba de quicio para calmarlo dándole un beso en la frente con los presentes observando, las hadas se limpiaban lágrimas al ver a su bebé ya casado, Fukuzawa controlaba al brujo Mori de no hacer algún trato con los invitados, una alegre boda. Que se arruinó cuando Atsushi y Akutagawa iniciaron su pelea diaria ignorando la situación en la que estaban, volcando el pastel sobre el castaño y algunos invitados.
–¡Atsushi, Ryunosuke! –Kunikida empezó a regañarlos y el pelirrojo sólo reía a carcajadas, nada podría acabar con su tan buen humor.
–Chuuya~ ¿Quieres comer pastel de tu esposo? –Le guiño coqueto Osamu.
Se retracta, sólo el castaño arruinaría un momento tan cómico para reemplazarlo con las ganas de ahogarlo con el pastel.
Fin.
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