|𝟎𝟑| 𝐂𝐚𝐬𝐞𝐲 𝐏𝐫𝐢𝐞.

“¿Sus ojos? Los que calmaban la voz de mi cabeza.🦋”

Salimos de Central Coffe y nos dirigimos hacía una tienda de la esquina. En la vidriera tenía tres vestidos preciosos que irradiaban elegancia. Los precios eran bastantes altos pero, eso no me lo impedía a la hora de darme un gusto.

Entramos con Casey a la pequeña tienda, allí dentro habían más vestidos, de diferentes colores, diseños y marcas.

—¿Éste tipo de cosas, te gustan?—Acotó Casey observando todo.

Me gustaría responder que me dejaron de gustar cuándo ya no podía disfrutarlos como antes, ahora tenía marcas que se notaban y cicatrices profundas adornaban mi piel. Debía estar usando constantemente una chaqueta encima para tapar todo lo que mi piel gritaba.

—Son bonitas, sí. —Me limité a decir. Ella quiso decir algo pero una mujer rubia, demasiado bien vestida nos atendió.

—¿Cómo puedo ayudarles?—Preguntó con una gran sonrisa.

—Buscaba un vestido... —Intenté terminar la frase pero mi acompañante me interrumpió. Dejándome con las palabras en la boca.

—Un vestido rojo sensual—Explicó.

La vendedora nos lanzó una mirada cómplice y salió detrás del mostrador. Los zapatos resonaban con cada pisaba, se acercó hacia nosotros y, como si fuese una vieja amiga de toda la vida, nos agarró del brazo y fuimos llevadas a otra sala.

Ésta habitación se diferenciaba de la anterior por su gran armario, miles y miles de bolsas con la marca de la tienda adornaban los estantes. Por debajo, se lucían unos vestidos para todos los gustos.

Me acerqué a los primeros que estaban colgados, paseé mis dedos tocando la tela de cada uno.

—Las dejaré aquí para que elijan uno, hoy hay descuento en dos por uno. —Cass y yo nos ojeamos sorprendidas, no podía tener tanta suerte. —Los vestidores están a la izquierda, pueden probarse los que deseen, mientras haré algunos trabajos.

—Es usted muy amable...—La señora pareció notar que había olvidado presentarse.

—Soy Lisa Parker, un placer señoritas.

Sin más que agregar, se retiró de la sala dejándonos a solas. Nuevamente volví a mirar a Casey y comenzamos a saltar felices. Nos entendimos con solo un par de miradas.

—¡Pruebatelos todos!—Dijo husmeando unos zapatos.

—Anda Cass, tu también lo harás—Afirmé, ella se negó pero me consideraba una persona muy insistente.

Ella terminó por rodar los ojos y aceptar mí humilde pedido.

—¡Día de chicas!

Comenzamos a probarnos todos los vestidos elegantes que había en la tienda, cada uno de ellos tenía su toque y nos hacían lucir el cuerpo. Mientras nos pasamos la tarde decidiendo que llevar, al final opté por un vestido rojo corto y otro blanco. Cass no quiso llevarse nada.

Pagamos adecuadamente y luego nos encaminamos a la salida, entre risas. El ambiente se tornó extraño cuando noté a Casey mirándome.

—¿Por qué sigues usándola? ¡Hay que lucirse!

Ella intentó sacarme la campera que tenía encima pero el impulso me obligó a empujarla. Me lanzó una mirada de confusión, sus ojos tenían una mezcla que no lograba reconocer.

—Lo siento—Susurré apenada.

Le palmee el hombro para poder mirarla, aún así parecía estar perdida.

—Sólo quería que lucieras tu vestido floreado...—En todo momento sus ojos no conectaron con los míos. Cerró sus párpados y respiró hondo — Sabes que, creo que ya es tarde, Beca.

No entendía a qué se refería, hasta que pasó por mí lado sin saludarme. Me quedé inmóvil viéndola alejarse, era mí culpa. Fui grosera con ella cuando solo intentó sacarme la chaqueta. Ella no tiene la culpa de la vida que tengo. 

Iba a dar un paso cuando el teléfono vibró en mí bolsillo. Un mensaje de Lucke.

¿Dónde estás? ¡No me cagues la noche!

Guardé el móvil, no pude contestar porque un taxi venía en mí dirección. Le hice señas con los dedos para que se detuviera y me monté dentro de el.

El chófer era un hombre pelinegro, al menos eso dejaba entre ver la boina que llevaba puesta. Por el espejo ojeé que no era una persona mayor, parecía no pisar los treinta.

—¿A dónde vamos, señorita?—Preguntó poniendo en marcha el vehículo.

—Al edificio Wade, por favor.

El hombre asintió y comenzó el viaje. Wade era conocido por ser uno de los más grandes edificios y con mejor calidad para hospedarse. Contaba con mil doscientas habitaciones, cinco elevadores para subir y escaleras por doquier. La administración era muy buena a diferencia de los demás hoteles. Tenía un plus; un gran patio de comidas para desayunar, almorzar, merendar, cenar o pasar el rato.

La avenida principal estaba ajetreada de vehículos, no había ningún paso libre por lo que estuvimos esperando minutos. Los nervios me carcomían porque la hora estipulada se acercaba. Chequeaba la hora en el móvil hasta que una llamada entró.

—Amor... Perdón. La calle está...

No pude terminar de hablar, se oyó un golpe y luego la voz de Luke.

A mí no me interesan tus excusas. Te quiero aquí en media hora.

La llamada dió por finalizada y me quedé con el teléfono pegado a la oreja. Traté de contener las lágrimas que querían salir, comenzaba a estresarme cuando no llegaba a horario. Primero debía pasar por Wade a cambiarme en nuestra habitación y luego salir apurada hacia la empresa de Luke. Me arrepentía de haber perdido tiempo en la cafetería.

El corazón se me aceleró en el momento en que el auto arrancó de nuevo. Podía sentir algo de esperanza en mi interior.

—¿Señor podría apurarse? Es de suma urgencia.

—Lo siento señorita, estoy haciendo lo que puedo.

—Es que, de verdad necesito llegar lo antes posible —Insistí.

Él me observó a través del espejo, debió ver la súplica en mí porque en un abrir y cerrar de ojos estábamos en la puerta de entrada.

Bajé del auto y me acerqué al conductor.

—¿Podría ser tan amable de esperarme unos minutos? Volveré rápido— Aseguré chequeando el reloj en mi celular.

—Señorita, eso sería un costo adicional...

—Se lo pagaré pero se lo pido, por favor espérame.

El hombre de boina extraña asintió rendido. Le agradecí de igual manera y salí apresurada, estaba tan estresada por la hora; tenía solo veinte minutos exactos y no llegaría, así que no me di cuenta que choqué con alguien.

Concentré la visión en la persona que se interpuso en mi camino y una corriente pasó por mi cuerpo. Me avergonzaba por lo de hace rato y no sabía dónde meterme para ocultarlo. Casey había llegado.

—Casey— La llamé por su nombre, ella me echó un par de vistazos pero, parecía seguir molesta.

—¿Beca?— Preguntó a la espera de mí respuesta.

—Perdoname. Me comporté horrible. Créeme que no fue mí intención empujarte de esa forma...

—Beca, luego hablamos. Están esperándote.

Ella señaló detrás de mí, lleve mis ojos hasta donde me mostraba y noté que el hombre hacia una seña para que me apurase.

—Casey...

Otra vez una llamada entró a mí buzón y no tenía que fijarme para saber quién era. Me sentía demasiado presionada. Mis ánimos de no ir volvieron pero ya era tarde para cancelar.

—Nos vemos.

Con eso, Casey se perdió por el patio de comidas del hotel. Traté de no pensar en eso y corrí al ascensor.

En dos minutos que parecieron eternos ya había llegado a mí piso. Caminé con rapidez hasta posarme frente a la puerta, no esperé un segundo más. Entré y deposité el bolso y las bolsas de compras sobre la mesa. Me despoje de la ropa que tenía puesta mientras que oía como el celular no dejaba de sonar.

Con cuidado de no desperinar mí cabello, coloqué el vestido y éste se amoldó a mí silueta al instante. Me planté frente al espejo de la sala y me gustó lo que vi, aún dejando a la vista las marcas de mis brazos, el resultado fue complaciente.

Un vestido rojo ajustado al cuerpo, su tela de seda tenía una abertura en la pierna derecha que empezaba desde un poco más arriba del muslo. No mostraba más que lo necesario. Acompañé la prenda con una campera de jeans negra, tenía algunos hilos colgando de las roturas y para finalizar, unos zapatos del mismo color que el vestido. Tenían un agarre largo hasta más arriba del pie.

Su tacón era adecuado para caminar sin que duela algo. Realmente me sentía muy elegante. Usé la campera para cubrir un poco el escote. Cambié las pertenencias a otro bolso negro mas pequeño, tenía una larga cadena dorada y unas mariposas.

Bajé apresurada y el conductor aún seguía allí. Chequeé por última vez el móvil antes de guardarlo y solo me quedaban ocho minutos, ni más ni menos.

Mientras subía de nuevo me percaté de que tenía diez llamadas perdidas de mí novio. Mierda.

—A la empresa Moore y asociados— El hombre se me quedó mirando un buen rato antes de prender el motor. Tragué grueso y moví mis dedos nerviosa.

—¿Tiene algo especial hoy?—Su pregunta aumentó mí nerviosismo. Mí instinto sabía que algo raro pasaba. El conductor de vez en cuando me echaba el ojo por el espejo. Su mirada me inquietaba.

—Una junta con alguien importante—Me limité a responder.

—Creo que ese alguien se va a sorprender...

—¿A qué se refiere?

—Me gusta como está vestida.

Mí boca se abrió de la impresión al escucharlo mencionar aquello. De pronto, sentí que el auto se hacía pequeño y el espacio entre el hombre y yo, comenzaba a asfixiar.

—¿Disculpe?

El miedo me invadió en cuanto el señor detuvo el auto en plena calle. Estaba a dos cuadras de la empresa, ¿Por qué se detenía ahora?

Con disimulo desabrochó su cinturón de seguridad y se giró hasta quedar frente a mí. Tanteé la manija de la puerta pero ésta tenía seguro. Las puertas no abrían.

No, no, no. Ésto no puede estar pasándome.

—Su escote me provoca... —Estiró su brazo para alcanzarme y ahogué un grito, me cogió del bolso con fuerza y mis ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Suélteme, degenerado!

Empujé su brazo, no podía soltarme y las manos me temblaban presas del miedo que se instaló en cada parte de mí ser. Creí que era mí final, lo tenía muy cerca de mí, a tal punto de sentir su asquerosa respiración en mí cuello. Pero, unas luces rojas y azules lo hicieron regresar a su asiento.

El llanto no me salía, me sentía sucia. ¿Era mí culpa? ¿Por vestirme así? ¿Por querer estar presentable logré provocar a alguien?

Unos nudillos golpearon la ventanilla. Apreté con fuerza mí bolso, quería irme lejos, ni siquiera quería estar en esa maldita empresa.

—¿Por qué se detuvo en el medio de la calle?— El oficial, un señor canoso con anteojos nos observó a ambos.

—Lo siento oficial, la muchacha tenía ganas de vomitar.

—¿Se encuentra bien, señorita?— Ésta vez el poli sólo clavó sus penetrantes ojos en mí.

¡No! ¡Intentaron tocarme! Quise decirle, pero nada salía de mí boca. Tenía el corazón en la garganta y el alma me pesaba. Reposé la mano sobre la manilla y me dirigí hacia ese hombre que conducía.

—Necesito irme, tenga... — Extendí mi otra mano con un par de billetes en ella. Las puertas no tardaron en abrirse y cuando mis pies tocaron el suelo, sentí que desfallecía.

Sólo pude oír como el oficial le pedía el documento y los papeles del auto al señor, sin embargo, a los segundos él desapareció por la solitaria calle.

—¿Necesita que la lleve?

No podía quedarme sola en el medio de la nada, corría el riesgo de que volviese. Asentí aliviada, ahora más que nada quería paz y dormir un buen rato.

Al subir en la patrulla, mi teléfono sonó.

—¿Hola?

¡¿Dónde carajos estás?!

El tono de Luke me dejaba notar que no estaba contento. Habían pasado los minutos y no llegué al horario que indicó. Ir hacia la empresa era mi única opción, aunque guié al oficial hacia el departamento.

—Amor... No me siento bien.

—¿Crees que yo sí? ¡Acabo de quedar como estúpido frente a la mujer!

Lo siento, no era mi intención.

—¡Nunca es tu intención! ¡Vete a la mierda!

Y colgó. Dejándome más sensible de lo que ya estaba. No fui capaz de aguantarlo más, me volví un mar de lágrimas en instantes. El hombre a mi lado, detuvo el auto frente al edificio Wade.

—¿Usted está bien?

Bien era lo único que no me sentía ahora. De sólo imaginar que si no hubiese llegado aquél oficial, estaría pasando algo peor. Las imágenes se mantenían vivas aún en mí cabeza, dando vueltas como cualquier otro pensamiento, me reproducía repulsión.

Desajusté el cinturón de seguridad, el hombre mantenía firme su vista en mí y no lo culpaba, no podía parar de llorar, mis manos temblaban a la hora de mover la manija de la puerta. De pronto, una calidez invadió mí hombro. Giré mí cuerpo y noté su palma reposada sobre mí.

—Si hay algo en lo que pueda ayudarle solo...

Negué con rapidez. Luego de lanzar un suspiro y despedirse, el auto arrancó perdiéndose por la entrada del edificio.

No quería hablar con nadie, el valor que solía tener antes se había esfumado con la vieja Beca.

Al ingresar dentro, las luces del patio de comidas se encontraban apagadas, el lugar estaba en una oscura penumbra y en un silencioso vacío. Había cierto horario en donde se mantenía abierto, ojeando el reloj de mí celular, era casi medianoche.

Solía coger el ascensor pero, quería despojar la mente de todo y subí por las escaleras.

Al cabo de diez minutos ya estaba parada frente a la puerta de mí departamento. Cuando iba a abrir la cerradura, alguien me agarró con fuerza del cabello. La llave se resbaló de mí mano y cayó al suelo. La respiración agitada se pasó por toda mí clavícula.

—Abre la puerta, Beca— Era la voz de Luke. La fuerza que empleaba en mí cabello era bruta, sabía que se venía lo de siempre.

Con la mano temblorosa tomé el juego de llaves y sollocé para mis adentros. Inserté la llave y logré abrir la cerradura.

Me lanzó con vehemencia contra la mesa, el costado de mí estómago dió con una de las puntas. La puerta fue cerrada de un fuerte golpe. Las lágrimas no se hicieron de rogar, comenzaron a descender con cada punzada en la costilla.

—Luke, por favor... Para —Mi voz sonaba ronca debido al llanto que guardaba. Él sólo carcajeó.

—¡¿Por qué mierda no fuiste?! — Su grito retumbó en toda la sala— ¡Siempre decepcionando a las personas! — Pateó una de las sillas destrozando en instantes unos floreros. Esos que me regalaba cuando cumplíamos un mes.

—¡Perdoname! —Intenté levantarme del piso pero no hizo falta, otra vez me tomó del cabello y pude notar sus ojos inyectados de sangre. Estaba furioso, no podía ocultarlo. Escaneó todo mí cuerpo.

—¡¿Por qué lloras?! ¡Joder!

—Amor... Perdoname por faltar, no tenía ánimos... Estaba aterrada...

Sollocé con más fuerza cuando me golpeó contra la pared, su mano tampoco tardó en aparecer. Abofeteó mí mejilla.

—¡Nunca tienes ánimos, maldita perra!

—¡Luke ya!

—¡Luke nada!

Me soltó y salió en busca de aquello. No era necesario pensarlo porque ya sabía lo que venía después de un golpe. Mi novio, la persona que tanto amaba a tal punto que dolía, apareció con un cinturón negro entre sus manos.

—¡Quedé como idiota frente a Emma! ¡Por tu culpa, basura!

—Luke intentaron tocarme, tenía miedo.

Él se detuvo a observarme, mí corazón dolía  con cada golpe. No se movió por un rato, permanecía inmóvil allí, viéndome desde arriba. Quería abrazarlo, hacerlo entrar en razón y decirle que lo amaba aún más que a mí misma. Calmarlo.

Luke se arrodilló frente a mí, me agarró del mentón y nuestras miradas conectaron pero, no veía nada más que enojo a través de ellos. De esos hermosos ojos celeste que muchas veces hicieron que las mariposas de mí estómago revolotearan. ¿Por qué ya no las sentía?, ¿Estaban muertas?

—¿Sabes por qué te pasa eso? ¡Porque pareces una puta barata vestida así!

El cinturón impactó en mis piernas, justo en el lado en donde la tela no cubría, aunque ni siquiera podría detener cada uno. Callé mis gritos mordiendo la campera.

—¡Provocas a los hombres! ¡Muestras lo pechos! ¿Qué esperas? ¡Contesta!

Otro golpe.

Cada vez venían con más intensidad.

No sé que dolía más, sus golpes o las palabras que soltaba con cada uno de ellos.

Me rompía en pedazos.

¿Por qué? ¿Por qué el amor dolía así?

Todo parecía infinito hasta que se detuvo. Mis piernas dolían más que la noche anterior. Hoy pareció estar más enojado, estresado y todo ¿por qué?, por mí.

Me quedé tirada unos segundos en el suelo, recomponiendo el desastre que era. Sin poder evitarlo mí mente empezó a divagar en mí día, recordé con tanto detalle aquellos ojos. Algo en mí se calmó.

Los ojos de Casey mirándome, podía perderme y no sentir el dolor en mí con gan sólo una de sus miradas. Ella tenía los ojos más extraños que había visto alguna vez pero, esa particularidad de tener uno verde y otro azul era simplemente impresionante.

¿Sus ojos? Hoy calmaron el tormento de mí vida.

Me reincorporé sobre frío suelo blanco, Luke estaba sentado observando a la nada. Incluso podría decir que parecía perdido.

—Amor

Lo llamé pero no contestó. Con el dolor expandiéndose por todos lados de mí, me acerqué hacia él. Abracé su cuerpo.

—Vamos a descansar Luke, mañana es Navidad. —Susurré destrozada.

—Perdon, no sé que me pasó. Perdoname Beca.

—Tranquilo, es mí culpa.

—Lo sé, también es la mía.

Bajé la mirada.

Me ayudó a ponerme de pie, no podía apoyar bien porque dolía demasiado. En uno de ellos tenía más morado.

Tomó la opción de levantarme en volandas y caminar conmigo hasta la cama. Me depositó sobre ella y se tumbó a mí lado. Ambos sentíamos la tensión que había, no éramos idiotas. Sin embargo, estábamos acostumbrados a ésto. Tanto que lo notaba normal.

—Beca...

Su voz era casi inaudible. La habitación se hallaba a oscuras, no podía verlo pero si oírlo. Entonces me permití llorar en silencio.

—¿Qué, Luke?

—Te amo

Y eso me terminó de destruir por completo.

—————°• 🌷 •°—————


Hola mis queridos lectores... ¿Cómo están?

Un capítulo fuerte... Me dolió escribirlo. Lloré con cada parte de la historia 😔✋🏻

Espero les esté gustando...

Aquí dejo adjuntada la vestimenta que tenía Beca.


Sin más, nos vemos.

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Los tkm ❤️‍🩹

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