Capítulo 5
—Es sencillo—le explicó Himawari, aquella Uzumaki que a pesar de tener una corta edad, parecía ser una gran experta en el amor—, haré que el chico que me gusta se ponga celoso. ¡Sólo así me verá!
Sarada, quien escuchó su plan infalible tomó nota mentalmente.
—Un signo de amor...¿son los celos?—rio la Uchiha—. No te digo que no, Hima, pero... ¿no es demasiado malo depender de ellos?
—Síp, pero será solo una vez. Y bien...—la pequeña miró a la de ojos azabache y sin más, le dirigió una mirada bastante pilla—. ¿Es mi Nii-san quién te gusta, no?
Suspiró.
—Sí... y ya lo sabes, ¡Hima! No me hagas repetirlo—habló, no, más bien susurró a las palabras de su amiga. Ella no podía ver en el espejo cuan tomate parecía en aquel momento, pero lo estaba. Admitirlo es el error más grande que puede cometer alguien en el amor, pero, ¿y? Sarada era fuerte y ella lo sabía.
Sabía lo mucho que sufriría, pero todos esos pensamientos negativos se iban cada vez que miraba el rostro de aquel rubio.
"Papá".
Una palabra dolorosa inundó el pensamiento de la chica, un mal momento para hacerlo, es cierto, pero inevitable.
Recordó los ojos negros de su padre. Cuando Sarada observaba como su padre la miraba sentía una gran satisfacción. Era una joven prodigio, una joven que valía mucho e incluso Sasuke Uchiha lo sabía y no solo por el hecho de que sea su hija.
—¿Nee-san...?—la joven Uzumaki se entristeció bastante al ver como el rostro de su amiga cambiaba de una forma tan drástica—. ¿Estás bien, Nee-san?
Sarada reaccionó.
—L-Lo siento... Hima—le sonrió de la forma más aceptable posible. Por suerte para ella, últimamente había aprendido a sonreír de forma falsa y ser creíble por lo que, Himawari no sospechó nada, le devolvió la mirada—. ¡Seguiré tu plan!—rio Sarada—. ¿Está bien? Le daré celos a Bolt aunque espero que no se enfade... no es una buena forma.
—Pero es la única, ¡más cuando mi hermano es un completo testarudo!
Las dos chicas rieron a carcajadas al unísono mientras que Hinata escuchaba toda la conversación desde el piso de abajo. Bien, necesitaban intimidad, sí... pero ella quería haber sido invitada en aquel momento de chicas. Además, ¿Sarada enamorada de su hijo? Era estupendo.
—Tienes razón—la chica de ojos azabache le guiñó un ojo—. Pero la próxima vez que nos veamos tienes que contarme quién te gusta.
—Me lo pensaré—sonrió de forma pícara.
El sonido de la puerta cerrarse interrumpió la conversación de ambas chicas, por fin, la Uchiha suspiró al escucharlo.
—Gracias por tu tiempo, Himawari, pero no debo de olvidarme el por qué he venido aquí...
—Suerte con ello, Nee-san, mañana quiero verte para contarme qué ha pasado, ¿eh?
—¡Claro!
Sarada se levantó del suelo ya que estaba allí sentada y corrió. Bajó las escaleras y...
Sacudió la cabeza por completo y de forma instantánea se escondió entre la pared que cubría la escalera.
Abrió los ojos y al ver esa figura, no dudó en recordar.
—Algún día, papá, me reconocerás como tu hija—bufó la Uchiha ante Sasuke. Estaba cansada, agotada, pero aun así, seguía de pie entrenando su fuerza, sus habilidades médicas y su posesión del sharigan.
Sasuke miró hacia abajo por su corta estatura comparado con él.
—Esperaré ese día.
—Ya te lo he dicho, Sasuke—la voz de Naruto interrumpió los pensamientos de Sarada. Quizás no debió de ver eso, ni de escuchar esa conversación, ni siquiera debía de estar allí escondida. Lo que debía de hacer en aquel momento era subir las escaleras como una buena ninja que era, pero no podía. El miedo le paralizaba, o más bien, la impresión—. Encontraremos al culpable.
—Pero YA—habló su padre mientras se frotaba la frente—. Aun así, hoy he de hacer una visita a casa.
"Mamá" pensó la Uchiha "No puede verlo. ¡Se rompería!" y era algo que ella no quería, no quería ver a su madre decaer de nuevo o ver como poco a poco quería morir. Era una niña, bueno, ya era una adolescente, pero aun así, sabía cómo su madre lo pasaba de mal.
—¿Qué le dirás a Sakura-chan?—habló Naruto con una expresión de miedo.
—Ya bien lo sabes que lo diré. Así, al fin, podré desatarla de todo esto.
Una lágrima se deslizó por la pequeña Sarada. No había tiempo a reaccionar y ya debía de tragarse unas cuantas cosas: Una; su padre estaba en la aldea. Dos; Su padre iría a casa. Tres; Naruto Uzumaki, el Hokage... un traidor.
—Gracias por todo, Naruto—le agradeció, tras eso, el Uchiha se marchó de aquella casa.
"Irá a casa" pensó para sí misma la Uchiha.
—Mierda, Sarada... No sabía que estabas ahí—suspiró. Tras esas palabras, Sarada dejó de esconderse y se mostró ante Naruto.
El rubio observó como la chica lloraba de forma silenciosamente pero a la vez estaba en un shock tremendo.
—Lo siento-
—Traidor—se limitó a decir la Uchiha sin pensárselo dos veces. Esas palabras, además de que le dolieron a Naruto, también le sorprendieron—. Eres un traidor, Hokage-sama.
Y bajó la cabeza. ¿Sabéis por qué? Porque él pensaba que sus palabras eran ciertas. Ciertas y merecidas, por supuesto. Sí, lo había hecho por razones pero... no estaba dentro de su código de honor.
Sarada, llorando, se marchó de allí dando un fuerte portazo aunque esa no sea su casa y comenzó a correr hacia la suya. Debía de impedirlo, Sasuke no puede ver a Sakura, si lo hacía, la pelirosa terminaría herida de nuevo. Porque eso es lo que hace su padre, herirla sin parar. Ya suficiente tenía con los folletos, ¿ahora por qué él debía de aparecer?
***
Se levantó del asiento y esbozó una sonrisa en cuanto sintió un chakra muy poderoso acercarse hacia el apartamento en el que vivían, el apartamento que aún tenía un aroma familiar y amorío. De repente la puerta se abrió y Sakura se preparó para atacar con su humilde sonrisa.
La lágrima de su ojo izquierdo se estremeció al ver cómo tan lindo rostro, pero a la vez idiota, se ponía delante de ella. Él no podía aguantar con esta farsa. No sabiendo que su esposa estaría esperando por él. Así que... por muy estúpido que fuese, debía de decir esas palabras.
—Sakura yo-
—Bienvenido a casa, Sasuke—interrumpió la pelirosa con esa sonrisa tan bella que sabía poner. No lo hacía a propósito, desde luego, pero debía de hacerlo, se sentía feliz de verlo, de poder besarlo y de...
—Te odio, Sakura Uchiha.
¿Qué? ¿Perdón? ¿Ella había escuchado bien? ¿El Sasuke que conocía le había dicho...esas crueles palabras? Pero, ¿por qué? ¿Por qué simplemente ese idiota azabache no le decía a su esposa que sus palabras de "te odio" son mentira? ¿Por qué no le dice: "te quiero. Por eso debo de alejarme"? ¿Por qué es tan idiota, joder? Debería de hacerlo. Si lo hubiese hecho, las lágrimas de la Uchiha se hubieran sustituido por una sonrisa en perfectas condiciones.
Pero ahora sí... esas palabras tuvieron un tacto doloroso en el corazón de la pelirosa. Como si... poco a poco dejase de creer en que todo volvería a ser como antes.
—Yo...—siseó. No sabía qué decir, pero sí qué hacer: no dejarse pisotear. No de nuevo. Si bien no era por ella, sería por su hija—. Yo también te odio, Sasuke Uchiha.
Y esas palabras eran dolorosas de pronunciar, sin duda. Pero tampoco eran inciertas del todo.
"Te odio" al haber Sasuke pronunciado esas palabras, pensó la Uchiha, había hecho que un candado en su corazón se cerrase.
Sasuke se sorprendió por las palabras de la pelirosa. Él pensaba que se echaría a llorar o a decir "sigo creyendo que me amas" o decir cualquier tontería que ella diría, pero no era cierto. Sus ojos jade, tan bonitos que le parecían, ahora se habían tornado con algo más que odio. Sus labios dejaron de sonreír para convertirse en un "(" mientras que sus cejas solo eran más que otra pista para demostrarle al Uchiha que estaba enfadada, y cuanto la había cagado.
—Tú...—prosiguió la chica. Sasuke debía de callar y escuchar lo que ella debía de decir. No le quedaba otra, al menos, le debía eso—. Has estado comportándote de una forma muy idiota todos estos años. Te he esperado demasiado, pero nunca pensé que te marcharías de nuevo teniendo una hija en común y que debería volver a esperar—mientras hablaba comenzó a cerrar sus puños con fuerza apretando y clavándose sus uñas—. ¿Y sabes qué? Ahora mismo me doy cuenta.
—¿De qué?
—De que fue un error haberme enamorado de Sasuke Uchiha.
Retuvo las lágrimas para ella misma, y de un golpe empujó a Sasuke hasta fuera de su casa para cerrarle la puerta en las narices. Luego, no lloró. No iba a dejar que eso pasara, no más. Sasuke Uchiha acaba de morir para Sakura, próximamente, Haruno.
De repente la puerta se abrió de un golpe y dejó a la vista a una azabache bastante agitada.
—¡Mamá! ¡Vámonos!
—No importa—le habló Sakura con una grata sonrisa—. Ha estado aquí, y no pasa nada.
—¿A qué... te refieres?
—¿Te apetece pasar de página, amor mío?
***
—¿Esas palabras dolieron, verdad, Sasuke?—Shikamaru se interpuso entre la conversación de Naruto y Sasuke—. Son las palabras que diría Temari en una discusión, solo que pensé que Sakura no era tan problemática...
—¡Cállate, Shikamaru!—le regañó Naruto.
—En cuanto a ti, Naruto... A ti también te dolió las palabras de Sarada, ¿cierto?
Todo lo que pronunciaba Shikamaru era cierto y ya lo sabían, por lo tanto, no había necesidad de repetirlo.
Ambos se apoyaron en la mesa del Hokage y soltaron un suspiro.
—Ambos sois Hokages—dijo Shikamaru—. Naruto, tú proteges a la aldea desde dentro, y tú, Sasuke, desde afuera. Os une el amor a la aldea, pero parece que vais perdiendo.
—No es tan fácil...
***
La Uchiha intentó hacer que sus pensamientos de lo que pasó el día anterior en su casa se marcharan, pero, a veces era casi imposible, más cuando no durmió la noche anterior y se sentía bastante cansada. Aun así, era un nuevo día y debía de comenzar una táctica. Boruto Uzumaki era suyo, y así debía de ser.
—Lo siento, chicos—les habló a sus compañeros de equipo y a Konohamaru, quién era su sensei, empezando así el plan A—, hoy no podré entrenar con vosotros.
—¿Qué?—preguntó el sensei del equipo—. ¿Por qué?
—He quedado con Inojin—observó el rostro de Boruto. Nada: no había ni una sola expresión en él—. Discúlpenme, esta vez... tendrán que entrenar solos.
—¡Muy bien! Diviértete, Sarada-chan.
—Gracias, Konohamaru-sensei.
—¿Puedo ir?—preguntó Mitsuki entre risas, sabiendo que Boruto no estaba prestando atención. De seguro si Boruto estuviese ahí, presente, de forma mental, estaría gritando.
—No—rio Sarada—, para la próxima, ¿de acuerdo? Adiós, shannaro.
***
—Gracias por esto... Inojin—agradeció la pequeña mirando los ojos azules de Inojin—. En serio, solo espero que el plan vaya bien...
—Bueno... Y sino, habrá chicos mejores, ¿cierto?
—Sí...—susurró la Uchiha sabiendo que no. Vale, era un pensamiento muy pesimista pero en ese momento solo lo quería a él, y ya está. Ni otro chico más entraría en su mundo.
—Y bueno... déjame darte esto, Sarada-chan.
Extendió su mano y la pequeña se sorprendió al ver lo que había entre ella. Sonrió.
—Sakuras—habló la Uchiha sonriendo—. Muchas gracias, Inojin, las atesoraré.
Las agarró con delicadeza y decidió que, durante la cita, las tendría a mano.
—Es una cita...falsa—habló Inojin—, pero aun así, ¿adónde querrías ir?
—¿Entrenamos?
—¿Entrenar?—se rio el muchacho—. ¿En serio propondrías un entreno para una cita?
"¿Por qué no?" pensó "Boruto estaría de acuerdo conmigo."
—Entonces... ¿qué propones?
—Un paseo por las afueras.
—¡Sería peligroso!
—No te preocupes, Sarada-chan, yo te protegeré.
La Uchiha menor rio ante ese comentario. Bien, Inojin era bastante fuerte, sí, pero estaba segura que si había algún contratiempo, ella podría sola.
—Está bien, caminemos por las afueras.
Y eso hicieron, yéndose hacia las afueras. Se marcharon sin informar a nadie, pero el ambiente que se podía oler ahí era un ambiente romántico. Bien, Sarada debía de admitir que Inojin era romántico y atento con ella, pero ella no buscaba eso. Ella buscaba diversión, insultos con romanticismo dentro, ella buscaba a Bolt, algo totalmente distinto.
Pero de repente, algo ocurrió.
—¿Estás bien, Sarada-chan?—preguntó Inojin preocupado a la vez que cogía a Sarada antes de que su cuerpo débil impactara en el suelo.
—Claro, ¡siempre estoy bien!—mintió de forma alegre.
Inojin se echó a reír. A pesar de estar mal, ella es capaz de sonreír para no preocupar a otros, una de las cosas que amaba de ella, porque amigos míos, Inojin no sentía un simple cosquilleo en el corazón. Sentía más. No era un capricho, para él, Sarada era más.
—¿Sabes?—sonrió—. Tu comportamiento se parece a cuando tu madre tenía tu edad. Mi madre me explicó muchas cosas sobre ella...
—¿Por qué?—murmuró.
—Bueno, siempre tuve curiosidad por saber de la madre de la chica que amo.
Sus palabras no tomaron por sorpresa a la pequeña Uchiha, pero pensó que no era el momento.
—¿Qué te ha pasado, Sarada?
—Ayer...—siseó—...no pude dormir. Estaba pensando.
—¿En tu padre?
—Sí...
Inojin sentó a Sarada apoyándola en un árbol.
—Lo siento, quizás sí fue mala idea el salir de Konoha.
—No importa... ¿no?
—Sí. Se está haciendo de noche y nos hemos alejado bastante.
—¿No... nos da tiempo?
—No—contestó el rubio paliducho—. Lo que más me sabe mal es... el hecho de que estés en este estado.
—¡Shannaro!—dijo con actividad Sarada, lo malo, es que de nuevo volvió a agotarse—. Bien, eso fue una estupidez... pero... no soy débil, Inojin. Solo... cerraré los ojos.
Y eso hizo: cerró sus ojos.
Inojin, quien observó como la luna se ponía, miró el rostro de Sarada, quien ya había dormido por más de una hora. Hacía frío, nadie lo negaba. Pero lo que más admiraba de aquella noche es aquella chica que se encontraba a su lado.
Tocó una de sus manos como si estuviese haciendo algo mal, pero no le importó. Estaban heladas. Completamente heladas. Sonrió y de inmediato miró de nuevo al cielo.
—Lo siento...—susurró—. No soy como Boruto, yo no tengo chaqueta.
Y rio ante la estupidez que él mismo había dicho.
—¿Pero qué digo?—suspiró mirando a la chica dormida—. Sarada-chan... desde siempre quise decírtelo como Dios manda, ya que únicamente has escuchado que te amo—comenzó a declararse sabiendo que ella estaba en un sueño profundo—. Te quiero. Siempre he estado observándote en la academia desde atrás y dibujándote. Me hace extraño, ya que al dibujarte siento esas extrañas mariposas que todo enamorado siente, pero sé que tú nunca te fijarás en mí. Sé que le eres fiel a tus sentimientos...—en ese momento se apagó, pero de seguida Inojin continuó en su estado de alegría—. Pero no me importa, Sarada-chan. Estando a tu lado, aunque sea como amigo, ya me complace. Incluso prometo protegerte aunque sea con mi vida.
Y la miró. Miró sus pestañas cerradas acercándose más sin querer y sin saberlo. Miró sus mejillas rojas debido al frío y su piel cálida. Le quitó las gafas colocándoselas hacia su derecha con sumo cuidado y, acercó su rostro.
—Por favor...—murmuró ya rozando casi sus labios—. No me odies por lo que estoy a punto de hacer pero... no resisto. Al menos, antes de renunciar, quisiera probar esta exquisitez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top