Capítulo 15

Maratón 3/4


Un azabache frunció su ceño. Las letras, las palabras que leía no se las podía creer, al menos, no la forma en la que estaba expresada.

Karin, la Uzumaki, comenzó a masajear de forma gustosa los hombros del Uchiha, quién estaba desnudo en aquel colchón por temas de la noche anterior.

—Ahora no, Karin—le habló, sabiendo qué era lo que quería. Sexo. Y entonces las cosas ya eran distintas, no podía hacerlo sabiendo que su familia, o al menos su hija, estaría en peligro.

—¿Es por ellas, verdad? ¿Sarada-chan está en problemas?—mencionó la Uzumaki sentándose encima del Sasuke tumbado como si fuese un caballo. Ella, en cambio de él, estaba en ropa interior y no desnuda. Sus ojos, su melena corta y roja se balanceaba a la vez que ella lo hacía para masajearlo.

—No, bueno, no lo sé. Estoy seguro que podrán arreglárselas sin mí.

La Uzumaki suspiró.

—Sasuke-kun, hablamos de tu familia, ¿sabes? Quizás... no estaría mal pasarse por ahí. Le debo mucho a Saku-

—No me hables de ella—interrumpió—. Por lo que más quieras, no me hables de esta traidora.

—¡S-Sasuke-kun! ¡No hables así de la madre de tu hija! Ella no te traicionó, recuerda que fuiste tú quien le obligó a hacerlo.

Incluso el Uchiha estaba sorprendido por las palabras de Karin. Era la primera vez en mucho tiempo que se atrevía a decir algo así, más contra él. Aunque claro, también debía de admitir que todo lo que decía era cierto. Sakura, todo lo que hizo, fue por él. Ya sean errores o aciertos, todo era su culpa, o al menos, casi todo.

Él le destrozó el corazón, y aquella no fue la última vez.

Él le obligó a estar con Lee.

Él le mintió, diciéndole que no la amaba.

¿Y por qué era tan difícil no decirlo? ¿Por qué no terminaba con aquella farsa y le decía, que por mucho que se haya acostado con otra, aún la seguía amando? Sería ir y decirle que aún pensaba en ella cada día, cada noche. Que se imaginaba que Karin era ella. Que le gustaría estar con ella, con Sarada, bajo la chimenea. E ir a los festivales de Konoha que aunque para él eran aburridos, era divertido sólo por estar con ellas.
Le gustaría contarle que quisiera otro hijo, igual de hermoso que ellas.

—L-Lo siento—se disculpó la Uzumaki con lágrimas en los ojos—. Pero Sakura-chan es mi...amiga.

—Lo sé.

—Y soy la madrastra de Sarada, por eso yo...

—Lo sé, no te preocupes—suspiró—. Pero no pienso ir. Konoha se las puede arreglar sin mí. Además, hoy mismo tengo que infiltrarme en un lugar. Posiblemente termine mi misión antes de lo planeado, según cómo vaya.

***

El Uchiha estaba agotado. No podía dejar de pensar, mientras caminaba hacia aquella cueva desolada, en las palabras de Naruto. Algo apretaba su pecho muy fuerte, y era algo que hacía mucho no experimentaba: preocupación.

Aquellas inseguridades salían a la luz cuando en su mente sólo aparecían aquellas dos Uchiha's. Perdón, Haruno's. Le rompió mucho el hecho de que Sakura haya querido divorciarse, y eso sólo le dice algo: ya no tiene nada con ella. Sarada... aún, ya que era su hija y quiera o no, tenía de su sangre. Pero más le apenaba por la Haruno.

—Sasuke-kun—interrumpió la Uzumaki, la cual estaba temblorosa. Sus pasos eran cortos, y de vez en cuando, sufría de mareos inexplicables. Seguramente no debió alimentarse bien—. T-Tengo que vomitar.

El Uchiha la miró sin apenas expresar alguna de sus emociones, y de seguida, subió su capucha para ocultar su rostro.

—Vete ya, Karin. No hace falta que me acompañes más. Nos veremos en la posada.

—¡S-Sí!—usualmente ella le diría que no, que le acompañaría hasta la entrada, pero enferma no le servía, así que, prefirió marcharse.

Comenzó a correr y desapareció. Mientras el viento fuerte chocaba contra sus mejillas, algo la alarmó. Muchísimo. Karin paró en seco y cayó al suelo de rodillas. Estaba cerca de Konoha, siempre lo habían estado, pero aun así, el chakra que sentía no era de un ninja normal y corriente. Era de un Uchiha.

—¿S-Sarada-chan?—gritó desesperada, frotándose su barriga—. ¿Sarada-chan, estás ahí? ¡Sarada-chan!

Inhaló y exhaló todo lo que pudo mirando a su alrededor, estando alerta. Poco a poco cerró sus ojos sin apenas poner resistencia y cayó hasta quedar tumbada encima de las hojas del vil otoño.

***

La misión era simple: pasar desapercibido en aquella misión, adoptando la identidad de Zero Karuma y escuchar atentamente todas y cada una de las palabras que decían.

Para el Uchiha era simple, pero aun así siempre cabía la posibilidad de cagarla. Aquella misión era demasiado importante, tenía que ver con Konoha.

—Bienvenido sea, Karuma—saludó un peli-plateado.

—Hm.

El oji-ónix pasó al frente, sentándose en la silla de piedra. Delante había una mesa en forma circular, y sólo había tres miembros más, la cual la misión le sería más complicada de lo que pensaba.

—Muy bien, comenzamos la reunión—dijo el hombre de gafas y melena larga y naranja.

—Sí, estoy de acuerdo.

—¿Cómo va la misión?—preguntó el pelirrojo, dando a entender que era el líder de aquello, o al menos, el que más experiencia tenía, y por lo tanto, el que más mandaba.

—De momento tenemos a Uzumaki Hinata, Nara Temari, Yamanaka Ino, Tenten, Kasumi, Shiero y finalmente...—hizo una pausa, mirando a Sasuke—...Uchiha Sakura.

—Haruno Sakura—corrigió el de lentes—. Se divorció del Uchiha.

—Eso nos facilita más. Tenemos que conseguir que esa chica trabaje para nosotros, la necesitamos.

—Va a ser complicado—informó el que saludó a Sasuke en la entrada, el cual vestía ropajes oscuros—. Tiene buenas amigas. Además, las demás participantes: Kasumi y Shiero, no van a dejar que ganemos. Nos odian por lo que hicimos en sus aldeas.

—Pero eso ellas no lo saben.

La pausa se creó en aquella reunión. Todos miraron al Uchiha, que hasta entonces no había hablado.

—¿Tú qué opinas, Karuma-donno?

Pensó sus palabras y finalmente habló, más decidido que nunca.

—Vayamos a por Haruno Sakura.

Pero al decir eso, claro que no lo pensaba. Tenía que seguir con el papel de Zero Karuma, aunque le costaba muchísimo. El verdadero Karuma estaba muerto, y cada minuto que pasaba en aquella reunión se alegraba aún más de haber sido él, con sus propias manos frías, quien hubiese matado y torturado a aquel ser.

—Quizás ya tenga un plan para capturar a la chica.

—¿Ah, sí? ¿Cuál es?

—Haciéndole daño a lo que más quiere.

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