Capítulo 13

Maratón 1/4


Su corazón estaba agitado. Uno... dos... Diablos, no podía contar más. No podía dejar de pensar en el peligro que corría Konoha. Era como una guerra de sexos, era como si la mitad de aquella población de repente, estuviese en contra.

—S-Sakura-chan, nos estás asustando...—siseó la Uzumaki, mirando como las demás cuatro kunoichis seguían sin mantener la calma, en especial Ino, que anteriormente en su casa habían ocurrido sucesos... inexplicables.

—Sí, suéltalo ya frentona.

—Querrán que caigamos a sus juegos—soltó, de la nada, dejando a las cuatro restantes patidifusas. ¿A qué se refería aquella pelirosa?

—¿Qué juegos?—ironizó Temari—Ya no somos niños.

—Creo que se refiere a... juegos sexuales, ¿no?—prosiguió Tenten.

—Imposible, frentona, ¿verdad?—pero bien ella sabía que sí, que era posible, y que precisamente estaba ocurriendo en su casa.

—Es Orochimaru—dijo en tono calmado, mirando seriamente a las kunoichis—. Me lo encontré, y me explicó su plan. Contó que... los chicos están metidos en una especie de sello maldito, que hace que, de la nada, sean depredadores sexuales.

—¿Y qué pretenden con esto?

—No lo sé—arrugó la frente, analizando la situación—. Como es lógico, pretenden distraernos del peligro real.

—¿Y cuál es?—quiso saber la Uzumaki, preocupada por su familia.

—Seguramente no lo sabe—contestó Temari—. Y por eso nos has reunido aquí, ¿cierto?

—Sólo sé que para curar a los chicos, o sea, curar a la distracción, debemos de ganar el concurso.

—Sí, es cierto. Pero también el concurso podría ser una distracción, ¿verdad? ¡¿Y qué es lo que diablos pretenden?!—golpeó la Yamanaka en la mesa.

Sakura se la quedó mirando, suspirando mientras.

—¡Ino-cerda, mi mesa, shannaro!

—Sí, sí, lo siento...

—Investigaré sobre esto, ¿está bien? No dejéis que os distraigan, y sobre todo... de momento, vayamos a por ese concurso. Todas. Demos lo mejor de nosotras.

—¡Sí!—dijeron todas.

—Aunque déjame a mí lo de investigar—propuso Tenten—. No tengo últimamente mucha clientela en la tienda así que... Además, echo de menos las misiones que teníamos antes.

—Bien, pero ponte límites. No sabemos en qué está pensando Orochimaru.

***

Ella sabía que al mirar aquellos ojos azules que tanto amaba y ahora eran en parte suya, caería ante la tentación. Caería ante su mirada. Caería ante él.

—Eh, eh, Sarada-chan...—siseó, observando el bosque.

Ambos se habían ido a una cita, propuesta del Uzumaki. Le dijo a su novia que quería tiempo a solas, que necesitaba concentrarse en ella y no en los rumores seguro que falsos, según él, que corrían por la aldea.

—¿Sí?

—¿Desde cuándo... me amas?—quiso saber.

La cara del rubio, a formular aquella pregunta, fue demasiado. No podía tan siquiera mirarla a los ojos, ¿cómo hacer que sus palabras fluyeran?

Amor.

¿Algunas veces os habíais preguntado qué es? Porque Boruto sí. Muchas veces se preguntaba si ese cosquilleo tan grande que sentía por la pequeña Haruno era real. Muchas veces estaba interesado en saber más, querer más de ella, ya sabéis... estar unidos—ehemlemonehem—. El Uzumaki insistía, una y otra vez, que el largo recorrido con tan solo aceptar que estaba enamorado ha sido demasiado difícil, y a veces quería echarse para atrás. ¿Y si lo demás también es difícil? ¿Y si cada vez se complica?

—Fue hace... años—contestó, igual de tímida que lo estaba él—. Cuando Shino-sensei nos preguntó a quién protegeríamos—tragó saliva cerrando sus hermosos ojos ónix.



—¿A quién protegeríais? Como es obvio, no podéis escoger ningún familiar—a la hora en la que Shino-sensei dio aquellas instrucciones, todos se miraron sorprendidos.

Recién habían entrado en la academia, y estaban orgullosos de ello, sin duda. Pero con el estrés que debían de soportar, no hacía falta que en su mente rondara aquella pregunta tan importante para muchos.

Boruto Uzumaki miró hacia atrás ya que estaba en primera fila, y recorrió a cada persona. Luego, suspiró bastante cansado y aburrido de aquella estúpida pregunta. No merecía tener respuesta.

En cambio, Sarada Uchiha estaba ahí, quieta, tambaleando la pluma de lado a lado e imaginando como escribía diversos nombres. Claro, tenía amigos y sobre todo, personas como Tía Ino, Himawari, Chouchou... Pero, ¿a cuál de ellas escoger?

—El tiempo pasa—informó Shino.

Miró a su mejor amiga, que estaba justo al lado. Centró la vista en su papel y observó cómo escribió con letra cursiva "papas".

—Oye, Chouchou-chan, ¡no puedes proteger a la bolsa de papas!

La pelirroja suspiró.

—¿Ah, no?

—¡No!

Al momento en el que ambas se miraron para reírse, un pequeño avión doblado las dividió, separándose.




—Lo cierto es que nunca imaginé que un detalle tan pequeño como aquel avión que hice llamaría tu atención.

—¿Qué? No sólo fue el avión. Yo en realidad siempre mantenía mis ojos en ti.

—¿Es por ser el hijo del Hokage, verdad?—inquirió el rubio.

—¡No!—negó con rapidez. Se ajustó las gafas mejor para mirar y disfrutar del bonito día que hacía. Soleado. Algo que no era muy común para entonces en Konoha—. Baka, fue antes. Desde que tenía memoria y te veía solo, columpiándote en aquel triste columpio melancólico. Pensé que ambos éramos iguales, criándonos sin padres. Muchas veces quise... hablarte.

—No estaba solo.

—Lo sé, pero te sentías taaaan solo...

***

—Sakura—llamó Kakashi. Persiguió a su alumna durante unos minutos, queriendo saber de ella. Queriendo contarle sobre algunos sucesos, y sobre todo, queriendo decirle lo que estaba ocurriendo—. ¡Sakura!—volvió a llamar.

La pelirosa, inmensa en sus fríos pensamientos y recientes dudas, no escuchó el grito abrumado de su exsensei. Hasta que al fin se giró.

—K-Kakashi-sen-

—Sí, ya, ya—la calló—. Han venido las dos participantes del concurso. 

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