VINGT-QUATRE.

—¡Yoon, ya bajaré! —anuncia Jungkook unos minutos después. El joven inmediatamente sonríe, secando sus manos en su pantalón al mismo tiempo en que se pone de pie, avanzando hasta la parte baja de las gradas.

A Yoongi le daba un poco de risa la situación, porque se sentía como si estuviese en el altar esperando por su novio, aunque no era una imagen para nada mala. En un futuro sería.

En otras palabras, se sentía como si su vida amorosa fuese parte de un cuento de hadas.

Los hermanos mayores, aunque habían criticado lo mucho que consentía a Jungkook, se pararon a sus lados con sonrisas brillantes en sus rostros. —Esto es muy de película.

—Lo que hacemos por ese mocoso. Aún recuerdo cuando cambiábamos sus pañales y ahora ya tiene novio —comenta Namjoon. —Somos unos hermanos mayores idiotizados.

—Lo son —respondió Yoongi y, antes de ser golpeado por Seokjin, Jungkook se asomó en la curva de las gradas.

—Estoy listo.

Min había creído siempre que los romances exageraban mucho las emociones, pero se dio cuenta en ese momento que no podía estar más equivocado. Su corazón latía con rapidez y sintió un mareo intenso por unos cuantos segundos justo antes de que su rostro se calentara y comenzara a temblar y sudar frío. Su estómago, maldito traicionero, se retorció en el momento en que procesó la imagen frente a él.

Jungkook no se había visto nunca tan precioso como en ese instante. Siempre era hermoso, por supuesto, pero en ese momento se veía especialmente entrañable.

No era nada muy diferente: un pantalón formal color kaki y, fajadas en este, una camiseta cuello de tortuga blanca y, sobre esta, una camiseta azul de cuello con los botones abiertos.

Terminaba su vestimenta con un cinto negro y unas zapatillas del mismo color. Su cabello, a diferencia del estilo habitual, estaba peinado hacia un lado. Utilizaba unos aretes plateados, al igual que los regalos que había recibido por parte de Yoongi y, en su rostro, un poco de sombra en tonos rojizos y los labios color cereza.

Etéreo.

Yoongi tragó, intentando eliminar el nudo que se había formado en su garganta.

—Te ves... precioso —habló casi sin aliento y, por unos segundos, se preguntó si lo había escuchado. Al ver el sonrojo de su novio, supo que sí.

Alzó su mano, ofreciéndola a Jungkook como apoyo, quien la tomó casi de inmediato. Cuando el menor llegó a estar solo una grada por arriba de su novio, Yoongi se inclinó a besar delicadamente su mano, aún mareado y aturdido por la belleza de su novio.

"Bueno, lo amo, por supuesto que siempre lo veré hermoso. Pero es sorprendente aun así". Seokjin y Namjoon, que solo habían visto todas las etapas de crisis de su cuñado en silencio, comenzaron a reír.

—Lo descompusiste, Kookie. Te ves demasiado lindo para que pueda soportarlo.

—¡Hyung! No digas eso, es vergonzoso —se queja, cubriendo su rostro con la mano que tenía libre. Yoongi seguía observando a su novio silenciosamente, con una expresión llena de amor y adoración.

Los hermanos mayores solo pudieron sonreír dulcemente ante la imagen. Esperaban que el resto de sus hermanos se dieran cuenta pronto de que el mocoso Min era bueno para su pequeño.

—Bien, bien. No diremos nada más, pero váyanse ya —terminó por decir Seokjin.

—¿Necesitan transporte? —cuestionó Namjoon, caminando junto a ellos hacia la entrada.

—Si no les molesta, nos iremos caminando. Iremos a un restaurante a unos diez minutos de aquí —habló finalmente Yoongi, entrelazando sus manos con la de su novio. Seokjin, que caminaba frente a la pareja, asintió.

—Bien, solo asegúrate de cuidarlo y traerlo en una sola pieza.

—Por supuesto —contestó de inmediato. Se detuvo frente al perchero cerca de la puerta, ayudándole a su novio a vestir una gabardina antes de ponerse la suya. Ambos cambiaron sus zapatos y agregaron bufandas alrededor de su cuello—, abrígate bien —murmuró, besando su coronilla—. Entonces, nos vamos. Lo traeré en unas horas.

—Bien, cualquier cosa no duden en llamarnos.

Ambos tararearon en afirmación y con un pequeño gesto de manos, la pareja finalmente salió de su hogar con destino al lugar de su cita.

La zona por la que andaban, que era céntrica, estaba llena de vida en ese momento. Familias andando juntas, autos haciendo largas filas para poder llegar a sus destinos, niños jugando en el parque, parejas teniendo citas casuales y locales llenos de vida.

Era algo que Jungkook, que viajaba solo a prisas montado en un auto, estaba disfrutando.

La vida que las personas le daban a la ciudad era fascinante. Y la compañía que tenía esa tarde lo hacía todo muchísimo mejor.

—Espero te guste el lugar —habló finalmente Yoongi por primera vez en el camino. Ambos andaban de la mano, disfrutando de la brisa fría y la vista del sol ocultándose poco a poco frente a ellos.

—Estoy muy seguro de que me encantará —asintió el menor, abrazando contra su pecho la mano de su novio—, estoy muy emocionado, Yoon. Es nuestra primera cita nocturna.

Yoongi comenzó a reír inmediatamente, confundiendo brevemente a su novio.

—Lo siento, es que sonó raro y somos adolescentes, no pude evitarlo —explicó, cubriendo su rostro con su mano levemente avergonzado.

Jungkook se sonrojó y golpeó a su novio en el brazo.

—¡Lo siento, Jungkookie!

—No suena como si de verdad lo sintieras.

Yoongi siguió riendo, escuchando con el corazón cálido las quejas infantiles de su novio. Siguieron avanzando de esta forma y, más temprano que tarde, llegaron al restaurante en el que Min había planeado su cita.

Era de estilo rústico, con luces cálidas y algunas plantas colgando de las vigas de madera del techo; las mesas estaban distanciadas una de otra y el espacio era mayormente abierto, con el viento entrando por las grandes ventanas de las paredes.

No tardaron mucho en tomar lugar en la mesa que el mayor había reservado, con Jungkook observando sus alrededores con asombro.

—Quizás no sea muy elegante, pero es bonito ¿no? —interrumpe la fascinación de su novio, sonriendo enamorado ante la emoción del menor—. Espero te guste mucho, Koo. La comida aquí es deliciosa.

El pequeño Kim, con un sonrojo adornando sus mejillas, asiente. Algo cálido se asentaba en su corazón mientras se daba cuenta de lo importante que era él para Yoongi. Nunca había pensado que podría amar a alguien de esa forma.

Para Jungkook, Yoongi había sido un regalo. Él, que había vivido obteniendo todo lo que quería, siendo cuidado y protegido por sus hermanos mayores, había conocido el amor en un chico que le gustaban los deportes, no hablaba muy bien el coreano y era solitario.

Al principio, él pensó que estaba ayudando a Yoongi a ya no sentirse solo. Ahora que lo volvía a pensar, fue Min quien lo había salvado.

Jungkook creció siendo mimado por sus hermanos mayores, exigiendo y recibiendo todo sin dar nada a cambio. No era maleducado, pero tenía esa idea de que podría conseguirlo todo gracias a ellos.

Sin embargo, viendo a Yoongi, se daba cuenta de que había muchas más cosas mejores que todo lo que sus hermanos le pudieran dar. Entre ellas, un romance adolescente como el que estaba viviendo.

Amaba a Yoongi, eso lo tenía claro. Y aunque su novio también le diera todo lo que estuviera en su alcance, sentía siempre esa emoción del reto que sentía que era amarlo.

Porque son adolescentes, porque no saben del mundo, porque no tienen la madurez suficiente para amar.

Para el amor, para enamorarse, no hay edad.

—¿Qué pedirás?

—Recomiéndame algo, Yoon —pide, sonriéndole de forma leve, como si estuviesen compartiendo un secreto súper importante -quizás sí era así-.

—Bien, entonces espero que disfrutes de mi favorito.

Por supuesto, Jungkook seguiría disfrutando de vivir esa emocionante aventura que es estar enamorado.

Charlaron de cualquier cosa mientras esperaban su comida, y siguieron haciéndolo mientras disfrutaban de la cena. Los sonrojos en los rostros de ambos, las risas cómplices y las sonrisas llenas de cariño revelaban los secretos de sus corazones; era como si sus cuerpos gritaran lo mucho que se amaban.

—Por cierto, Jungkookie —llamó Yoongi, recordando lo que había pasado con anterioridad.

—¿Mhm?

—Hablé con Namjoon-hyung —menciona, tomando un trago de su soda para aclarar su garganta antes de seguir hablando—, me dijo que ya estoy aprobado —anuncia con una sonrisa.

El rostro del menor se ilumina al instante, riendo luego suavemente. —Lo sabía, Namjoon-hyung caería más temprano que tarde en tus encantos.

—Estás inventando. Quien sea que te conozca se vuelve inmune a los encantos del resto de las personas.

—Tampoco exageres —descarta sus palabras, agitando su mano para quitarle importancia al asunto—. Pidamos los postres, mejor —cambia de tema y Yoongi ríe, porque sabe que Jungkook no tiene forma de contradecir lo obvio.

—Bien, bien. Pide lo que desees —ofrece, llamando pronto a un mesero para poder ordenar la última parte de la cena.

Habla por unos segundos mientras observa de reojo a su novio, cuyos brillantes ojos reflejaban la tenue luz de la luna que iluminaba las calles pero que, poco a poco, se perdía en las nubes grises.

—Ya pedí, solo hay que esperar —dice, estirando su mano para tomar la de su novio que estaba frente a él—. ¿Sucede algo?

—No es nada, solo que ya está bastante oscuro —murmura Jungkook mientras esperan, viendo a través de la ventana el cielo nublado.

—Así es. Pero es por el invierno probablemente, porque es temprano aún; no te preocupes por ello —agradece al mesero que les entrega en ese momento los trozos de pastel—, anda, come, antes de que se oscurezca aún más.

Jungkook tararea en afirmación, sonriendo por el sabor dulce del postre. —Gracias por esto, Yoongi.

Y el mayor solo atina a sonreírle a su novio. Como si estuviesen teniendo una silenciosa conversación.

El tiempo pasa de esa forma, con la pareja inmersa en su propio mundo mientras la luna se esconde detrás de nubes grises y el aire se enfría aún más. Pero, incluso con la noche cayendo sobre la ciudad, esta sigue viva, brillante, alegre.

Y es varios minutos después, una vez Yoongi ha cubierto los gastos y ambos se disponen a salir del restaurante para tomar camino al hogar Kim, que sucede.

Al principio son solo pequeñas partículas que pasan desapercibidas, al menos hasta que sobre la nariz de Jungkook cae uno de ellos y le eriza la piel. En ese momento, el menor mira hacia arriba y sonríe emocionado.

—¡Yoon, está nevando! —anuncia, estirando su mano para recibir los copos que cada vez aumentan en cantidad y tamaño—. Es la primera nevada de la temporada.

Y el mayor sabe lo que eso significa.

Así que abraza a su novio contra su pecho y besa su frente con una sonrisa. Él no suele creer en esa clase de cosas, pero no puede evitar pensar que es una buena señal.

Quizás los adultos duden de su amor porque son demasiado jóvenes para saber lo que quieren. Pero esa sensación de estar enamorado, de creer que tendrán un para siempre juntos, es parte de crecer y no harían nada por perder esa experiencia.

—Te amo —murmura contra su coronilla, sonriendo cuando la risita dulce de su novio inunda sus oídos.

—Te amo también, Yoon.

Sí, creer en un para siempre no era tan malo.

Hasta aquí esta actualización jejaj, gracias por leer y votar tanto, los quiero aaaa

Por si no saben, en Corea "se cree que si ves la primera nevada del año junto a tu pareja, este amor perdurará para siempre. Por esta razón se pueden ver muchas parejas en las calles de Corea durante la primera nevada, con la esperanza de que su amor no termine nunca".





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