NEUF.
1 de septiembre.
Era una mañana agitada en el hogar Kim. Los cinco hermanos mayores se agrupaban fuera de la puerta del cumpleañero con regalos, un pastel y globos de un metro de altura con el número 16. Solo Seokjin y Namjoon estaban duchados y vestidos con ropa informal, los otros tres seguían en pijamas.
Con sigilo, abrieron la puerta de la habitación y a la cuenta de tres comenzaron a cantar a gritos, despertando del susto al cumpleañero.
Jungkook, aturdido, con los ojos entrecerrados y el cabello alborotado, se sentó de golpe, escuchando las voces de sus hermanos poco a poco con mayor claridad. Una sonrisa se pintó en sus labios cuando escuchó una pequeña explosión; serpentina cubrió su cama.
Restregó los ojos con sus puños para intentar quitarse el sueño de encima y cuando pudo abrir bien los ojos, observó sorprendido la cantidad de regalos regados sobre su cama, a su alrededor. Una pequeña risita escapó de sus labios y negando divertido aceptó el abrazo apretado de Taehyung.
Uno a uno el menor de los Kim recibió su felicitación, hasta tener al final también el delicioso pastel entre sus manos. Parecía ser de chocolate, cosa que encantó al pequeño porque era su favorito.
Y era un pastel hecho en casa, algo que le conmovió. Tomó un trozo de chocolate que estaba puesto como decoración y jadeó de gusto con el sabor dulce. Sus hermanos sonrieron emocionados al notar el brillo en los ojos del menor.
—Muchas gracias, hyungs —su voz suave retumbó en los oídos de sus hermanos, haciéndolos sonrojar mientras sus corazones latían como locos: el bebé sonriente que tanto amaban de pronto estaba ahí nuevamente, brillando más fuerte que el sol.
—Todo por nuestro Kookoo —fue Taehyung el primero en responder. Seokjin se encargó de tomar nuevamente el pastel y con unas palabras en voz baja hacia Namjoon, se retiró. Entonces llovieron abrazos apretados y aplastantes que el menor disfrutó.
Los gemelos se lanzaron primero al ataque, llenando de besos su frente y mejillas mientras Hoseok y Namjoon reían. Dos minutos después, Jimin y Taehyung se quejaban mientras eran jaloneados y regañados por el mayor de los presentes.
—Dejen de acaparar a Jungkook, desconsiderados. No son sus únicos hermanos —su ceño fruncido causó escalofríos en todos. Y fueron Namjoon y los otros dos quienes se estremecieron aún más al ver la dulce sonrisa que se pintó en su rostro en el instante en que volvió a ver al cumpleañero.
Había preferencias.
—Feliz cumpleaños, mi conejito —su voz tuvo un tono maternal que sonrojó de emoción a Jungkook. Hoseok lo acunó en sus brazos y abrazó contra su pecho, besando su cabello repetidas veces. Namjoon no pudo evitar reflejar en esa escena un recuerdo de su infancia.
Fue el momento en que tanto Hoseok como él se enamoraron de Jungkook (aunque más tarde lo negarían por varios meses antes de finalmente aceptarlo). Fue amor a primera vista.
Recordaba que su padre había llegado con el pequeño bultito en brazos, luego de meses de no haber sabido nada de su madre y su embarazo.
Seokjin, Hoseok y Namjoon ya estaban en edad de comprender todo lo que había sucedido. La tristeza en ellos era clara a comparación de los hiperactivos mellizos. Taehyung fue el primer en cargar aquel revuelo de mantas, la fascinación evidente en su rostro le causó curiosidad.
Ninguno quiso acercarse, sin embargo. Solo observaban en silencio a sus tres hermanos menores, repitiéndose en sus pequeñas cabecitas a penas maduras que ese era el hijo final. Que no tendrían más hermanos.
Cuando Jimin lo tomó, pocos segundos bastaron para que pusiera la misma expresión que su gemelo: mejillas sonrojadas, ojos brillantes y rebosantes de amor. Namjoon reconoció la mirada de su madre en él, la que la bella mujer les dirigía cada vez que la llamaban.
Pero era la primera vez que la reconocía entre hermanos. Todos se amaban, amaban jugar juntos y cuidarse. Pero aquella expresión denotaba completa adoración y devoción hacia aquel pequeño ser. Su curiosidad se acrecentó, pero antes de poder dar un paso hacia los tres menores, Hoseok se le adelantó.
Se acomodó al lado de Jimin y tomó al pequeño bebé en brazos. Más pequeño de lo normal. Namjoon se sorprendió, su corazón latiendo desbocado al notar nuevamente esa expresión brillante. Las palabras se atoraron en su garganta mientras veía la tristeza y dolor disiparse para darle paso a la total devoción y entrega a aquel pequeño ser.
Junto a Seokjin se acercó a pasos rápidos, viendo finalmente el rostro del recién nacido. Mejillas regordetas, una de ellas aplastadas contra el pecho de Hoseok. Labios pequeños, rositas y adorables. Una nariz como un botoncito y ojos grandes, redondos y brillantes.
Su corazón dio un brinco al verlo y con la boca seca pidió en silencio tomarlo. Sus brazos temblando ante la ansiedad. Aquel pequeño cuerpo, liviano y débil se acomodó en sus brazos, acurrucándose contra su pecho y sonriendo.
Y Namjoon no pudo verlo, pero sabía que su rostro se había iluminado, mientras en su mente se repetía innumerables veces una sola cosa “debo protegerlo”. Su corazón latía desbocado, con devoción. El dolor que había relacionado a ese pequeño ser se había ido, siendo remplazado por el más puro amor de todos.
Su aturdimiento fue obvio cuando, de cierta forma, una parte de él le hizo sentir como su madre. Como si ella deseara que todos cuidaran de él bebé que les dejó como último regalo.
Esa tarde, mientras el señor Kim observaba sorprendido las reacciones de sus hijos, los hermanos mayores le juraron completa devoción al recién llegado Jungkook.
La sonrisa en el rostro usualmente serio de Namjoon no se hizo esperar. La llegada de Jungkook en sus vidas era la mejor cosa que les había sucedido.
Avanzó con prisa y con una mirada hizo clara su petición. Hoseok soltó al menor y Namjoon lo tomó en brazos como a un bebé, abrazándolo contra su pecho. El cumpleañero sólo se sonrojó, sin ser capaz de acostumbrarse ante ta penosa acción efectuada cada año en su cumpleaños.
Namjoon no daba más explicación que un escueto “es para renovar mi promesa”. Jungkook no entendía nada, pero no lo cuestionaba. A lo que sí estaba acostumbrado (y encantado) eran a las miradas de adoración de sus hermanos; los comentarios al azar sobre lo tierno que era y lo mucho que lo amaban.
Jungkook también los amaba.
Luego de que Namjoon reviviera aquella sensación de entrega total una vez más, lo dejó en el suelo y beso su frente. —Ve a darte una ducha. Desayunaremos todos juntos, Koo —repitió las indicaciones que Seokjin había dejado y le permitió retirarse al baño.
Los demás hermanos salieron, Hoseok con destino a su baño privado y los mellizos a la sala de estar, con intención de seguir sin bañarse por otro rato.
—Si no se bañan, no podrán ir a dejar a Kookie al instituto —dijo Hoseok sin siquiera volverlos a ver, sin detenerse ni nada parecido.
Sabía que con eso, haría que ambos corrieran a darse un ducha rápida. Y eso hicieron. Namjoon solo rió mientras bajaba las gradas y se dirigía a ayudar a Seokjin en lo que pudiera.
Jungkook, mientras tanto, se hallaba saliendo de la ducha cuando su celular sonó; emocionado se apresuró a este, ese era el tono especial de Yoongi. Con una sonrisa contestó la llamada, cerrando la puerta de su habitación con seguro para más privacidad.
—Buenos días, bello amor mío —escuchó del otro lado de la línea. Un sonrojo se esparció por sus mejillas al escucharlo: su novio era cada vez más abierto a usar apodos cariñosos.
—Buenos días —respondió con voz suave al mismo tiempo en que comenzaba a vestirse, su celular detenido entre su mejilla y su hombro.
—Feliz cumpleaños, cielo —las mejillas del menor se tornaron aún más rojas y una risa suave escapó de sus labios. Se verían en unos minutos y aún así se había molestado en llamarle.
—Gracias, Yoongi-hyung —respondió en un tono lleno de timidez, que hizo sonreír al mayor al otro lado de la línea. Hablaron un poco mientras ambos se arreglaban por su cuenta para el Instituto, las risitas de Jungkook resonando en su habitación por cada broma que su novio hacía.
Los gemelos y Hoseok escucharon el alboroto, pero no pudieron reconocer nada de la plática y, suponiendo que era alguien felicitándolo, simplemente lo dejaron ser y se retiraron.
Cuando Jungkook se colocó finalmente el saco, soltó un suspiro y no pudo evitar dibujar un puchero en sus labios. —Yoonie, es hora de que baje a desayunar. Pero nos veremos pronto —un sonido afirmativo seguido de un dulce 'te quiero' por parte de su novio fue lo que finalmente acabó con la llamada.
Dándose los toques finales, bajó las gradas de su casa con emoción mientras escuchaba el bullicio de sus cinco hermanos en la cocina. Se sentía como un verdadero hogar.
—¡Taehyung, te he dicho que no te lo comas todo! —escuchó la voz de Seokjin a medida que se acercaba al lugar.
—Son para Jungkook, glotón —regaño Hoseok esta vez. Luego todo fue silencio, probablemente el tono cortante del mayor fueron suficiente advertencia para el gemelo menor.
—Buenos días otra vez —saludó animadamente, tomando asiento junto a Hoseok y permitiendo que Seokjin le sirviera el desayuno en un plato.
—Buen día —respondió el segundo mayor, viéndolo de reojo con curiosidad; aquella espinita de incertidumbre sobre el receptor de aquella llamada le empujó a, en su papel de hermano estricto y sobreprotector, preguntar algo al respecto—. Por cierto, Koo.
—¿Mhm? —balbuceó con las mejillas llenas de pancake, haciendo a todos en la mesa sonreír enternecidos.
—¿Con quién hablabas tan animadamente?
La pregunta sorprendió al menor; por pura suerte pudo disimular su expresión y ganó tiempo mientras tragaba la gran cantidad de comida que había ingerido. Sus hermanos estaban en silencio, esperando por un explicación mientras Jungkook maquinaba en su mente una forma de disfrazar la verdad. Era malo para mentir, así que esa opción era más viable para que le creyeran.
—Es un amigo y compañero, solo me habló para felicitarme. Lo conocí a inicios de este año y nos llevamos bien, vino de Japón —con esa respuesta, las facciones de los mayores se relajaron y asintieron, conformes por el momento.
Pero Jungkook sintió una molestia en su pecho y sus ojos picando, amenazando con dejar salir lágrimas.
Un amigo y compañero, solo eso.
Decir esas palabras le habían dolido tanto que, definitivamente, se encargaría de presentarlo con sus hermanos. Ese día sería una buena opción, así que definitivamente comenzaría a prepararse emocionalmente.
Lo que restó del desayuno fue silencioso de parte de él. Sus hermanos comentaban con emoción sobre la celebración que realizarían por la tarde con una lista limitada de invitados: ellos cinco, Jihyo y amigos de sus hermanos mayores a los que Jungkook apreciaba enormemente también.
Su cabeza, sin embargo, se hallaba en un lío, pensando en cómo introducir a Yoongi con su familia; no podía procesar nada de la información hasta que Jimin, con voz dulce, le preguntó algo que le pareció relevante.
—¿No te gustaría invitar a tu nuevo amigo? —los ojos del menor se iluminaron al instante; Seokjin y Jimin, que tenían un amor lleno de dulzura por su hermano (sin dejar la sobreprotección, solo sabiendo contenerse mejor), se enternecieron ante la imagen mientras que Namjoon, Hoseok y Taehyung se tensaron. Esa clase de brillo en su mirada no auguraba nada bueno.
El menor asintió varias veces, sonriendo brillante.
—¿Puedo invitar a dos amigos míos y de Ji? —preguntó, recordando al novio de su amiga y lo feliz que ella estaría de tenerlo en la celebración, al igual que él.
—Claro, cariño. Es tu fiesta —recordó Jimin y Hoseok a su lado se limitó a acariciar su cabello y besar su sien antes de levantarse.
—Termina de comer para irnos, Koo. Iré yo a dejarte —menciona el segundo mayor mientras se retira a lavar sus platos sucios.
Acabó con prisa, recordando que Yoongi le había pedido un tiempo antes de clase en su escondite. Ese pensamiento le hizo emocionarse una vez más mientras limpiaba sus labios y se levantaba luego de murmurar un 'permiso' a sus hermanos.
Seokjin se levantó y le arrebató el plato, enviándolo a lavarse los dientes al mismo tiempo en que Taehyung tomaba su mochila y se la cargaba hasta la sala de estar. Namjoon se encargó de verificar que sus zapatos estuvieran brillantes y luego de que saliera del baño, Jimin le alisó el saco y quitó el polvo invisible de su hombro.
En la zona del recibidor, estaban sus hermanos esperándolo. Cada uno le dio un abrazo y un beso en la frente, le ayudaron a ponerse los zapatos y Hoseok cargó su mochila al hombro, con la lonchera en su mano derecha y en la mano izquierda las llaves del auto.
Ambos salieron juntos y se dirigieron en un Tesla al Instituto. Escuchaban las canciones favoritas del menor en las bocinas del auto y Hoseok le hablaba de su trabajo y de lo que tenía que hacer ese día.
Hoseok, como Seokjin, era un emprendedor. También fue el más rebelde durante la adolescencia; desde los 6 años demostró una gran aptitud para el baile. Comenzó por presentarse en los shows de talentos escolares y a los 9, cuando Jungkook nació, comenzó a juntarse con chicos mayores que le enseñaron el arte del break dance, locking y popping.
A los 12, entrando a la adolescencia, comenzó a escaparse de clases y de casa para bailar con sus amigos en las calles. Seokjin, quien era un adolescente también, era el único que podía retenerlo al menos un poco.
Por suerte, esa etapa duró muy poco y a los 14 aceptó unirse a una academia formal de baile y trabajar en todos los géneros existentes.
El baile se convirtió en su forma de expresar sus emociones; estando ahí, en una sala de ensayo, moviéndose al compás de cualquier clase de ritmo, su alma se ablandó y todo el dolor que había guardado comenzó a ser reemplazado por alegría rebosante. Recuerdos felices y momentos felices.
Cuando se graduó de preparatoria, inmediatamente supo lo que deseaba hacer. Pidió el dinero que se invertiría en su universidad y abrió una academia de baile; él, sin embargo, tuvo un camino más tumultuoso que Seokjin, así que se vio en la obligación de tener un segundo trabajo y andar por las calles reclutando chicos.
Luego de un show de demostración, la academia de su hermano brilló entre muchas y se convirtió en el lugar de estudio de muchos amantes del arte. A los veinte años, ya tenía tres trofeos en nombre de su academia, que se enfocaba mucho en el street dance pero que incluso impartía clases de ballet y danza contemporánea, así como ritmos latinos.
Hoseok era otra persona que Jungkook admiraba demasiado; había trabajado duro para hacer prosperar su academia.
—Así que, ¿tienen una presentación este fin? —preguntó luego del largo discurso del mayor sobre lo emocionado que estaba con la nueva coreografía que habían realizado.
—Sí, y quiero que tú vayas a verlos Koo —pidió mientras finalmente aparcaban. Jungkook asintió varias veces mientras se inclinaba a besar la mejilla de su hermano.
—Te prometo que iré. Suerte en el ensayo de hoy, Hobi-hyung —el mayor solo sonrió y le revolvió el cabello antes de dejarlo ir.
Ese día prometía ser bueno.
Yey, llegamos. Muchas gracias por el apoyo.
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