CINQ.
El lunes luego de la cita, la rutina de ambos volvió a cambiar. Yoongi notó que a Jungkook le gustaba la leche de fresa, así que le llevó una cajita y se la entregó en cuanto lo vio, ganándose miradas de los demás. Jungkook simplemente le sonrió amablemente.
Durante las clases, ambos se lanzaban miradas furtivas o se pedían cosas estúpidas, como ayuda con saber cuando era 3+70.
A la hora del almuerzo, Jihyo y Mingyu no se aparecieron, así que fueron solo ellos dos. Y terminaron considerando ese tiempo a solas como una cita.
Ambos estaban comiendo en un silencio cómodo mientras leían. Esa semana, Jungkook le había dejado a Yoongi leer Los Miserables, ya que habían empezado a ver la literatura universal. Hasta el momento iba disfrutando la lectura.
—Hey, Kook-ah —llamó de pronto, mientras masticaba el contenido de su bento.
—¿Mhm?
—¿Has probado el sashimi*(1)?
Jungkook dirigió su atención a Yoongi, quien también lo veía, y negó.
—Mira, prueba. Este es de atún —le ofrece un trozo de su comida y lo acerca a sus labios con sus palillos luego de haberlo remojado en la salsa.
Jungkook se sonroja levemente, pero acepta la comida gustoso y sonríe de forma brillante por el delicioso sabor.
—Me gusta, Yoon-hyung. ¿Tú lo preparaste? —Yoongi asiente, ofreciéndole ahora un trozo de salmón.
—Casi solo puedo preparar platos japoneses, sigo aprendiendo gastronomía coreana —explica, pues probablemente Jungkook solo lo ha visto comer platillos de Japón.
—Tiene sentido —murmura, viendo el bento de su acompañante. Luego de unos momentos, sonríe—. Es adorable, hyung.
Con eso, el corazón de Yoongi se detiene unos segundos antes de inclinarse y besar la mejilla del pequeño Kim.
—Tú eres demasiado adorable para tu propio bien —comenta y se gana la risa sonora de su chico bonito. Entonces le llena el rostro de besos y termina por abrazarlo contra su pecho.
El resto del almuerzo, lo pasan abrazados, leyendo ambos Los Miserables, con Jungkook explicándole algunas palabras a Yoongi y compartiendo de la comida de ambos entre ellos.
Comportándose ya como una pareja.
Ninguno de los dos podía (y tampoco quería) detener el latir acelerado de sus corazones, la molestia en sus estómagos a causa de los nervios de estar cerca y el sonrojo que no dejaba sus mejillas. Aquellos síntomas, que podrían asimilarse a una enfermedad, indudablemente les encantaban.
Estaban cayendo poco a poco en un estado de enamoramiento profundo por el otro y, como un acuerdo tácito, habían decidido disfrutar de cada pequeño momento juntos mientras sus sentimientos crecían a velocidades increíbles. Dentro de su burbuja de encanto, nada iba a molestarlos.
Los días que siguieron a eso, terminaron por establecer la nueva rutina a sus vidas. De vez en cuando, Jihyo y Mingyu los acompañaban también, pero usualmente eran momentos solo para ambos.
Las semanas pasaban y, con ello, el sentimiento fuerte crecía cada vez más alrededor de ambos. Había días en que, durante el almuerzo, Yoongi no tenía ganas de repasar y con unos cuantos besos en las mejillas y frente de Jungkook, conseguía que ambos se acurrucaran y leyeran el libro de la semana.
Aún así, Jungkook seguía siendo estricto con él. Estaba agradecido, porque probablemente la bruma del enamoramiento lo tenía más tonto y el pequeño Kim le ayudaba a mantenerse con los pies en la tierra, aunque de vez en cuando ambos se dejaran llevar por la ola de sensaciones increíbles de estar al lado del otro.
Su tiempo juntos dejó de reducirse solo a estudiar; cuando Jungkook tenía libre de su club, iba a sentarse a las gradas del gimnasio a ver al club de básquet entrenar. Cuando Yoongi se safaba de un entrenamiento, iba a meterse al club de periodismo y se acostaba al lado del más bajo, viéndolo sonreír a su cámara como un pequeño emocionado.
Se gustaban mucho, pero estaban yendo sin prisas. Aprovechaban cada oportunidad que tenían para conocerse más, e incluso encontraron gustos en común. Kim, a pesar de su imagen firme, seria y estoica, era un otaku sentimental.
Ambos disfrutaban de ver anime, películas japonesas, eran fanáticos de Harry Potter y les gustaban los mangas y libros de terror. Yoongi odiaba las películas de romance y Jungkook las amaba. Jungkook odiaba las películas de gore y Yoongi las disfrutaba.
A ambos les fascinaba las similitudes y diferencias que compartían. Una tarde de estudios, Jungkook admitió que le gustaban los deportes y que había practicado varios, pero que su pasión era la fotografía. Yoongi admitió que disfrutaba de leer y escribir cualquier cosa que se le llegara a la mente, aunque siempre amaría el básquetbol sobre todas las demás cosas.
Luego de dos meses de que iniciarán las tutorías, comenzaron también a verse fuera del Instituto más seguido.
Salían a hacer cosas típicas, a la biblioteca o al parque a leer, a comer un helado o tomar una malteada. Lo único que deseaban era pasar tiempo juntos.
Ninguno de los dos se explicaba la revolución de emociones que ocurría en su interior. Pero no les molestaba para nada. Juntos estaban descubriendo ese mundo, que hasta ese entonces había sido desconocido.
Yoongi se encontraba siendo aturdido por todo lo que estaba sintiendo. No se quejaba, lo adoraba, pero aquello era abrumador. Su forma de expresar al menos un poco de todo el amor que estaba naciendo, dirigido hacia Jungkook, fue volcado en una hoja con ayuda de un lápiz. Palabras sueltas acerca de lo que sentía y pensaba de su pequeño Kim, que terminaron formando el primer poema de muchos otros que Yoongi escribiría en secreto para el chico a quien amaba.
Una semana después, una tarde de entrenamiento, mientras descansaban cinco minutos, Mingyu y Yoongi se sentaron lado a lado y, de pronto, el Kim lo dijo.
—Jihyo ya es mi novia.
Yoongi no se sorprendió, ya lo esperaba. Lo que sí le dejó un poco perplejo, fue el pensar que todo ocurrió bastante rápido. Ellos dos eran lo contrario a él y Jungkook. Sin embargo, le sonrió a su amigo.
—Me alegro por ustedes —aseguró, tomando un trago de su botella. Y luego otro y otro más. Cuando el agua se acabó, comenzó a jugar con el envase mientras pensaba en sí decir lo que deseaba o no—. Yo estoy pensado decírselo pronto.
Mingyu sí se sorprendió.
—Así que... —comenzó el chico, comenzando luego a reír con alegría—, ¡eso es genial, Yoons! Ustedes harán una pareja asombrosa.
Min no pudo evitar la sonrisa que surcó sus labios, ni el sonrojo que cubrió sus mejillas.
—Pero no sé cómo —aclaró—; Jungkook es una persona tan preciosa y merece el mundo entero, ¿cómo puedo pedirle que sea mi novio de una forma no tan patética?
—No seas pesimista. También le gustas mucho, él no es superficial y tampoco alguien que le guste las cosas exageradas. Creo que siendo tú estás bien —le palmeó el hombro dándole apoyo—. Haz algo que sepas que va a volverlo loco. No sé, pídele ser tu novio con un libro o algo así —bromea y se levanta para retirarse.
Sin embargo, aquella idea se quedó en la cabeza de Yoongi en lo que restó de la tarde. Jungkook llegó a notarlo distraído, pero no dijo nada pues no parecía ser nada negativo. Simplemente parecía estar pensando.
Esa misma tarde, caminaron tomados de las manos como de costumbre y se despidieron con beso en la mejilla, ambos yendo por sus caminos con una sonrisa boba.
Jungkook cruzó la esquina de su casa sin borrar la alegría de su expresión.
Al abrir la puerta de calle de su casa, pudo ver desde esa distancia de metros las luces de la casa, lo que significaba que alguno de sus hermanos estaba en casa (lo más seguro es que fuese Jin).
Con pereza caminó hasta la puerta de entrada, abriendo esta con su llave y dejando sus zapatos a un lado, su abrigo siendo colgado del perchero.
Con la mochila aún al hombro caminó hasta la sala de estar, desde donde llegaba el bullicio, para saludar a su hermano. Sin embargo, se detuvo abruptamente al notar ahí a su hermano mayor más cercano a su edad, Taehyung: aquel que no había visto desde hace varios meses atrás.
—¡Hyung! —exclamó y, dejando su mochila de lado, corrió para lanzarse sobre su hermano, quien, aún con el dolor de ser aplastado, lo abrazó con todo el amor del mundo—. Te extrañé tanto —se quejó, escondiendo su rostro en su pecho mientras este acariciaba su cabello.
—Yo también a ti, Kookie. Pero por fin regresé a casa —dijo con emoción, apretujando más al chico contra su pecho—, lamento haberme ido por tanto tiempo.
Kim Taehyung era el penúltimo de los hermanos Kim: alto, piel bronceada, ojos color caramelo y cabello color miel rizado. Tenía una sonrisa preciosa, algunos lunares encantadores repartidos por su rostro y una peculiar mirada, con solo un doble párpado.
Su atractivo físico y su actitud social le habían abierto el camino al mundo de las celebridades.
Era un modelo profesional, embajador de Gucci y actor recién debutado a tan solo 21 años. Hace unos meses se había ido a Jeju para la filmación de su segundo drama y parecía que finalmente el largo proceso de producción había acabado.
Sin él, la casa se sentía demasiado sola. Su usual bullicio mantenía siempre los ánimos de todos altos; una vez se fue, el vacío se sintió demasiado. Claro que los que quedaron dentro de aquel lugar seguían disfrutando de estar juntos, pero la falta de una persona tan brillante como lo era Taehyung siempre era notoria.
Jungkook se sentó al lado de su hermano, acomodándose casi sobre su regazo para seguirlo abrazando.
Era el hermano bebé, después de todo.
Taehyung rió bajito y le acarició el cabello, besándole la frente sin poder borrar la gran sonrisa en su rostro. Se sentía tan bien volver a estar con su familia, aunque sólo fuera una porción de ella.
—Hoy llegaste tarde, Kookie. ¿Por qué? —menciona el mayor luego de un rato de silencio. Jungkook suspira intentando esconder las reacciones de su cuerpo al solo pensar en Yoongi.
—He estado haciendo de tutor desde hace unos meses, así que me quedo hasta más tarde en la escuela —cuenta con voz tranquila, con tono casi monótono, aún cuando su corazón latía desenfrenado por pensar en el tiempo que pasaba junto al chico que le gustaba.
Taehyung, que no notó nada fuera de lo normal, cambió de tema y ambos se enfrascaron en conversaciones al azar.
Los hermanos pasaron abrazados, dándose mimos y demostrándose lo mucho que se extrañaban hasta que alguien más se unió a la escena.
El hermano mayor de entre todos y quien se había quedado a cargo del cuidado de Jungkook: Kim Seokjin.
El mayor se vio sorprendido, porque definitivamente no esperaba ver a Taehyung en casa, pero luego de unos segundos avanzó a pasos agigantados hacia ambos y con lágrimas en los ojos los abrigó bajo un cálido abrazo.
Los menores, aturdidos por tanto amor comenzaron a llorar también y, como hace mucho no pasaba para Taehyung, crearon ese lugar seguro entre ellos, al que llamaron hogar.
(1) Sashimi: es un plato de mariscos crudos o algún otro ingrediente, cortado en trozos del tamaño de un bocado y comido con un condimento como la salsa de soya.
Doble actualización esta semana porque cumplo años😎
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