"El pequeño ángel del Dios Dragón"
Desde la antigüedad el Dios Dragón vagaba por las calles diariamente, como buscando algo. Los aldeanos de una pequeña villa salían huyendo o se inclinaban con respeto.
Su rostro no reflejaba emociones.
El tiempo pasaba y su recorrido era el mismo y no decía nada. Los aldeanos ya solo lo veían como otro de ellos.
Un día una pequeña pelota llega a sus pies y este la mira y con él al pequeño niño de unos 12 años.
—Perdón mi señor.
El Dios Dragón miró aquel pequeño y tomo la pelota y esta se consumió por su fuego.
Aquel joven sollozo por su pelota y reverencia al darse cuenta que delante de él estaba el Dios Dragón.
—Era una pelota vieja. No llores por ella.
Empuñó su mano y al abrirla hizo que una pequeña esfera roja creciera, dejando a la vista otra pelota.
—Esta es mejor, ¿no lo crees?
—¡Sí, señor! ¡Gracias!
—¿Cuál es tu nombre?
—Soy Gulf señor —responde tomando la pelota.
Todos a su alrededor miraban aquella escena sorprendidos. El Dios Dragón jamás intercambiaba alguna palabra o daba algún obsequio.
—Un lindo nombre.
—Gracias, señor, ¿puedo preguntar el suyo? Todos lo llaman Dios Dragón, nadie sabe su nombre.
—Supongo que nadie lo sabe porque nadie me lo ha preguntado. Soy Mew.
—Mew, ¿por qué lo llaman Dios Dragón? ¿Es un dragón?
—Eres muy curioso, pero sí lo soy.
Una mujer corre y abraza a su hijo y se inclina haciendo una reverencia.
—¡Pido perdón a mi señor si mi hijo lo ha molestado!
—La que me molesta eres tú qué interrumpes una conversación.
—¡Perdón a mi señor!
Aquella mujer se aparta. Mew vuelve a mirar a Gulf.
—¿Quieres ver al dragón?
—¡Sí, señor! ¡Por favor! —grita Gulf muy entusiasmado.
Mew se hace aún lado y cierra los ojos. Los aldeanos empezaron a buscar refugios muy asustados.
El cielo empezó a tornarse negro y la tierra a sacudirse levemente.
Los ojos del Dios Dragón se abren y su forma humana empezó a desaparecer, alas de gran tamaño empezaron a aparecer y estás rápidamente se movieron para elevarse.
Las alas lo envuelven y se abren de golpe revelando al Dragón con un gran rugido.
Los aldeanos salieron y miraban maravillados al Dios Dragón y su nueva forma que pronto bajo a tierra quedando cerca a Gulf.
—¿No me tienes miedo?
—No, mi señor, usted es hermoso. Gracias por mostrarme a su Dragón. Vuelva pronto.
Después de aquel comentario, Gulf emprendió su camino a jugar. El Dragón movió un poco sus alas y voló en dirección desconocida.
Los días iban pasando y ya no hubo rastro del Dios Dragón. Gulf miraba con su pelota todos los días en dirección a la entrada para verlo, pero este ya no aparecía.
Los años empezaron a pasar y aquella pelota ya estaba vieja y Gulf creció. Se hizo un hermoso joven con 18 años y siempre estaba sentado mirando en dirección a la entrada.
—Ya es hora de dejar ir aquel bello recuerdo.
Al tomar su pelota esta se revienta y dentro de esta había lo que parecía ser una escama de Dragón, tan brillante y radiante.
—Es hermosa, seguro la hizo con alguna de sus escamas. Te voy a guardar por siempre en mi corazón.
Los días iban pasando y Gulf ayudaba a su familia en el trabajo. El dinero empezó a faltar y la aldea empezó a entrar en más sequía.
Todos estaban preocupados y lo atribuían a la falta del Dios Dragón.
Desde aquel día que desapareció, la aldea no había vuelto a ser la misma y los aldeanos se reunieron para hablar de lo que podrían hacer.
—¡Debemos ofrecer al Dios Dragón algún sacrificio para que vuelva!
—¡Algo buscaba aquí que jamás encontró y se fue!
—¡Ya son muchos años que vivimos así!
—¡Si no tenemos solución, esta aldea desaparecerá!
Gulf observaba como todos discutían y se alejó. Saco de su bolsillo aquella escama roja que beso y luego llevo a su corazón.
—¿Dónde estás? ¿Tú eres realmente el causante de todo esto?
—¿Por qué sería yo el causante? —pregunta Mew detrás de Gulf.
—¡Mi señor!
Gulf se gira y lo mira asombrado y realiza una reverencia.
—Me duermo unos años y me culpan a mí de la sequía.
—¿Dormir mi, señor? ¿Eso hizo estos 6 años?
—Claro, se llama hibernación, ahora recuérdame, ¿quién eres tú? ¿Por qué llevas una de mis escamas?
—Soy Gulf mi señor, el chico que le dio la pelota roja, tenía 12 años aquella vez que nos vimos.
—Eres un bello ángel ahora Gulf, estás hermoso.
—Gracias mi señor, todos estos años deseaba verlo otra vez, no sabía que podía hibernar tanto.
—Temas de dragones, me despertaste con aquel dulce beso y sentí tu gran amor al poner mi escama en tu pecho.
—Espero que haya sentido que lo he amado, desde mi corta edad lo he adorado y anhelaba su regreso.
—Eras tú lo que tanto buscaba en este lugar por años, solo que eras muy pequeño, ya tienes 18 años. ¿Verdad?
—Así es mi señor, ¿me aceptaría como su esposo?
Mew mira atentamente a Gulf y se acercó.
—Es todo lo que quiero para ser feliz, tú eres lo que en mi vida faltaba, te irás conmigo y esta aldea nuevamente será próspera y la riqueza abundará nuevamente.
—Está bien mi señor, pero no quiero que duerma tanto —manifiesta Gulf con burla.
—Estando contigo a mi lado, eso no es necesario ahora.
—¿Y si envejezco?
—Tendrás vida eterna a mi lado, mi ángel te lo juro.
Mew toma su escama y este cambia a un anillo que posa en el dedo anular de Gulf y ambos sonríen.
La forma humana de Mew cambia a Dragón y Gulf sube a su regazo para emprender el viaje.
Los aldeanos miran al cielo y los ven pasar y su tierra nuevamente era verde y el agua fluía.
Pequeños gritos de alegría inundaban la aldea y los dos amantes viven felices en su nuevo hogar.
꧁𝐹𝑖𝑛꧂
Palabras 1000
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