24. Última repetición

¿Es tan mala la novela que nadie me deja un comentario?

Llegó un auto a toda prisa. Vi la puerta y a Boun bajarse con arrebato y furia del lujoso auto que deduje, era nuevo. -Sube- Dijo con su posesiva autoridad, la cual no me molestaba desafiar a ratos.

-Bo... Boun.- El chico frente a mí palideció cuando lo vio salir del auto. Noté sus piernas zarandeándose como hojas de árbol en una tortuosa tormenta. ¿Por qué será? ¿Cómo se conocen?

-Así es imbécil, soy yo.

-Tengo una conversación pendiente con este idiota. Cuida de Tee, llegaré dentro de un rato.- Dije refutando su orden pero evidentemente mi labio inferior temblaba. Y mis manos eran gelatina por el miedo a su reacción ante mi intento de desafío en público.

Rodeó el auto y abrió la puerta del copiloto. Luego de una acalorada discusión de ''sube ya'' y en respuesta un ''no lo haré'', la tensión se robó la atención de otras personas que quedaron alrededor al reconocer al famoso empresario con fortuna de procedencia dudosa.

-Prem, no tengo intención de obligarte pero menos de dejarte a solas con este idiota ambicioso.

-¡Te dije que Yatch y yo tenemos que hablar! ¡No veo cómo te puede afectar eso a ti!- Crucé mis brazos sobre mi pecho -No eres quién para ordenarme algo. No soy uno de tus perros falderos.

Lo escuché chasquear la lengua. Oh mierda, lo hice enojar. Qué humor más sensible tiene hoy. -Realmente detesto cuando eres así de terco.- Me agarró del brazo algo brusco y me hizo entrar al auto. Subió al asiento del conductor y se acercó súbitamente a mi cara. Tomó mi mentón obligándome a mantener la mirada sobre él. -La próxima vez que hagas eso, dejarás de conocer al Boun paciente y calmado. Todos tenemos nuestros límites y no querrías explorar los míos gatit...

Al día siguiente...

Desde la ventana de mi salón de clases pude ver a un grupo diminuto de hombres con trajes oscuros entrando a la universidad. Seguro algún ricachón se metió en problemas, pensé. Pero un yunque mental cayó en mi cabeza cuando de en medio de los hombres salía Boun con un estilo realmente llamativo, desbordante de elegancia pero sorprendentemente sencillo. Mis ojos hicieron contacto visual con él y como un imán, su sonrisa me contagió. Sin esperar el cambio de turnos, salí corriendo del salón. No me iban a amonestar, después de todo soy el ''novio'' del mafioso más sexy y apetecible de Tailandia. Regaño mental para mí por mis pensamientos lascivos. Casi atropellando mis pies, me dirigía hasta donde vi a Boun pero una mano frenando mi paso con su agarre en mi antebrazo me trajo de vuelta a la realidad.

-¡Boun! ¿Qué haces aquí?- Levantó una ceja cuestionándose mi pregunta. Cruzó sus brazos sobre su pecho.

-¿No se supone que estabas desesperado por verme? Te vi corriendo en mi dirección.- Imagino mi rubor extendido en mi rostro hasta las orejas. Mi cara estaba realmente ardiendo al caer en cuenta de mi reacción al verlo entrar a la universidad.

-Me refiero a qué haces en la escuela tan temprano y con esos custodios tenebrosos.- Solo se encogió de hombros en señal de que no iba a responderme sinceramente así que mejor se quedaba callado. Caminamos por el pasillo en silencio hasta que me descuidé y pensé en voz alta.

-¿Nosotros habremos caminado antes por aquí, de mano? ¿Nos besamos?

-Oh, hicimos más que eso en esta escuela, créeme.- Lo miré con sorpresa, me di cuenta de que había exteriorizado mis pensamientos. Tapé mi boca automáticamente. Tomó mi mano y me llevó a una oficina que se parecía a una enfermería. Entramos y cerró la puerta detrás.

-Necesito tu ayuda.- Se quitó el saco y abrió los botones restantes de su camisa habitualmente cerrada hasta la mitad. Mis ojos casi se salen de órbita al ver un vendaje con sangre saliendo sobre su hombro derecho. No era muy profunda la herida pero para mí era como si se hubiese acabado el mundo. Me subió en la camilla mientras y se acercó con un botiquín. Él mantuvo su mirada en mí y su cuerpo en medio de mis piernas. Me temblaba el pulso tanto por su respiración casi tragándose mi olor como por la herida que intentaba curar.

Tratando de regular mi propia respiración mordí mi labio inferior. Casi salté del susto cuando de repente colocó un pulgar sobre mi boca haciendo que liberase mi labio. -Si haces eso me harás perder el poco control que tengo cerca de ti.

Surgió rozando mi labio con su dedo, sostuvo su mirada pecaminosa sobre mí y sin pensarlo me lancé a sus finos labios. La excitación que sentí nada más lo besé, fue indescriptible. Era familiar ese deseo que esperaba, me consumiera hasta hacerme perder la razón. De momento cerré los ojos y al abrirlo me encontré sentado a horcajadas sobre él en una silla de hierro, fría e incómoda, pero nada de eso importó.

Dándonos besos de añoranza desconocida y desenfrenada nuestras ropas terminaron esparcidas por el suelo. Boun se colocó un condón y metió dos dígitos en mi agujero empapados con un lubricante sacado de algún lugar que no supe descifrar. Sin poder evitar la manifestación de nuestros instintos más profundos y los placeres carnales, me dejé caer varias veces sobre el duro miembro de mi amante, lanzándonos al deseo como a una piscina sin fondo. Sin palabras mayores que gemidos espontáneos ahogados en besos, dejé que el dolor físico se apartara y el placer venidero tomara las riendas. Sentí la lujuria avivándonos como cerillas en gasolina, dejadas descuidadamente mientras lo montaba con ritmo descontrolado y hundía mis uñas en la espalda del castaño que gemía mi nombre una vez tras otra, marcándolo con medias lunas rojas y haciendo mío parte del espacio entre su cuello y su hombro. A su vez Boun me agarraba de las caderas con fuerza dejando morados en ellas con sus dedos, los que preferiría dejar visibles para mí evidenciando nuestro ardor, hacía que se su miembro se hundiera más en mí deseando que rozara a menudo mi excitada próstata. Tomó uno a uno mis pezones, lamiéndolos y tiró suavemente de ellos con sus dientes. Besó y succionó en cada lugar que podía de mi cuerpo cuando con una mano tiró hacia atrás de mi pelo rubio para centrarse en mi cuello humedeciéndolo con su lengua áspera y cálida. La otra mano la llevó a masturbar mi erecto y descuidado pene. Nos dejamos dominar por un apetito natural incluso después de haber llegado ambos al clímax.

Aun cuando salió de mí y notando que ambos estábamos sucios por los restos de semen, seguimos con los besos y las caricias a nuestro mojados y cansados cuerpos hasta que una gran cantidad de pasos sonaron afuera. La hora de irse a casa. Quise hablar para decirle que debíamos vestirnos pero alguien tocó la puerta y Boun tapó mi boca con la suya metiendo su lengua hasta el fondo de mi cavidad, dejándola explorarla entera. 



《Notas de la autora》

Gracias por leer🖤🥦❤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top