Capítulo 1
Frío.
Aquella noche hacía mucho frío, la noche en la que lo perdí todo.
A pesar de que ya hayan pasado más de dos años desde aquella trágica noche de diciembre, el recuerdo sigue doliendo. Un recuerdo que, por más que lo intente, sigue emergiendo de lo más profundo de mis recuerdos para devolver las lágrimas a mis ojos y las imágenes a mi mente.
Cada vez que el cielo amanece cubierto de nubes grises amenazando con una lluvia torrencial, de esas que inundan calles y desbordan ríos, mi mente viaja a aquella noche, a aquel preciso instante.
-Tierra llamando a Mary, ¿me recibes?- la voz de Kate, mi mejor amiga, me sacó de mis pensamientos.
-Oh, lo siento.- saqué mi mejor intento de sonrisa - ¿Qué decías?
Pude notar perfectamente en su rostro que no se había creído mi falsa sonrisa, pero me conocía lo suficiente como para saber que no hablaría hasta que no estuviera lista. Conmigo las preguntas nunca habían servido, al contrario, solo hacían que me cerrara aún más.
-Te decía que si habías oído los rumores que, al parecer, llevan corriendo un par de días por los pasillos del instituto.- me respondió con una sonrisa genuina en su rostro.
-Sinceramente, no le presto mucha atención a los chismes de pasillo, no traen nada más que problemas y malentendidos.- le dije sin mucho interés en ello.
Y era cierto, no le prestaba atención a esas cosas. Ya había sido el centro de atención de todos los comentarios varias veces y solo me trajo problemas. Nunca salía nada bueno de ellos.
-Ay Mary, Mary... qué voy a hacer contigo...- expreso mi amiga con fingido disgusto. -Si de vez en cuando escucharas algo de lo que dice la gente por los pasillos te enterarías que hay un chico nuevo y comienza hoy. - me explicó con un brillo en los ojos que delataba lo entusiasmada que estaba por ello. Y para qué negarlo, Kate siempre se entusiasma por todo.
-¿Un chico nuevo dices? ¿A mitad de curso?- pregunté arqueando una ceja.
No era normal que viniera gente nueva a nuestro instituto, y mucho menos a mitad de curso. Este se encontraba a las afueras del pueblo. Un pequeño pueblo rodeado de bosques escondido entre las montañas, carreteras de difícil acceso y pocos establecimientos en los que abastecerse. Definitivamente no era el mejor lugar al que mudarse, es mas, la gente suele irse de aquí en cuanto puede en busca de mayores facilidades para vivir.
-Sí, ¿no es genial? Por fin una cara nueva en este aburrido instituto. - dijo sin molestarse en esconder su entusiasmo por la noticia. Una amplia sonrisa decoraba su rostro al pronunciar aquello.
-Si tú lo dices...- me encogí de hombros.
-Agg, odio cuando te pones así, de verdad.- rodó los ojos.
Suspiré.
-Lo siento, tu mejor que nadie sabes cómo me afectan los días con este clima,- me justifiqué apartando la mirada de ella y posándola en la ventana de nuestra clase en el último piso, observando como el viento movía las ramas desnudas de los árboles del patio. -son demasiados recuerdos.
-Lo sé,- me abrazó de lado y, aunque no fuera demasiado amante del contacto físico, ese gesto consiguió reconfortarme un poco. -y no tienes que disculparte conmigo por eso. Sé por todo lo que has pasado desde aquel día y todo lo que sufres cada vez que lo recuerdas.
Kate siempre sabía lo que decir. Desde que pasó lo del accidente, siempre ha estado a mi lado. Esta chica de ojos avellanas y cabellera castaña clara llena de tirabuzones envidiables, e imposibles de imitar incluso con la mejor plancha del mundo, fue la única que me hizo ver que no servía de nada seguir lamentándose por algo que no podría haber sido capaz de evitar. Me sacó de la profunda oscuridad en la que me sumergí y me enseñó que la vida tenía sentido a pesar de todo lo que había perdido. Nunca me abandonó.
Sin ella no sé qué habría sido de mí.
-Ya,- dije alzando un poco la voz -dejemos de hablar de estas cosas deprimentes y centrémonos en lo verdaderamente interesante: el chico nuevo.- indiqué separándome lo justo de ella para romper el abrazo. -¿Qué más sabes?
Seamos sinceros, por mucho que odie que la gente hable a las espaldas de ellas nunca le diré que no a un interesante cotilleo. Y menos si viene de Kate que tiene una asombrosa capacidad para enterarse de todo enseguida, ni que fuera el FBI o la CIA.
La sonrisa volvió a su cara de inmediato. Me encantaba verla sonreír.
-Pues, si he escuchado bien, es de nuestra edad y, supuestamente, será incluido en nuestra clase.- empezó a explicar.
-¿En nuestra clase?- pregunté un poco confundida ya que éramos 26 alumnos en nuestro aula y no era normal ser tantos.
-Sí, al parecer dicen que si está en una clase grande podrá conocer a más gente y relacionarse mejor.- habló tranquilamente, sin darle demasiada importancia al asunto. La conocía demasiado bien y sabía que estaba encantada con la idea de tenerlo en clase.
-Bueno, puede que sea interesante tener a alguien nuevo en clase.- le aseguré a mi mejor amiga.
-¿A caso lo dudas?- una suave risa brotó de nuestras gargantas a la vez.
Poco después, nuestro tutor entró a la clase y nos indicó que fuéramos a nuestros pupitres. Una vez que todos estuvimos en nuestros respectivos asientos, mandó entrar a un chico a nuestra clase.
-Este es vuestro nuevo compañero, Daven Lorenz.- le presentó nuestro tutor. -Espero que lo integréis en la clase lo antes posible y lo hagáis sentir cómodo entre nosotros.- expresó el profesor Carter.
***
Hola a tod@s.
Si has llegado hasta aquí, muchas gracias por tomarte un tiempo en leer este inicio de una pequeña historia que lleva demasiado tiempo en mi cabeza. Sé que no será perfecta, que podrá tener algún error pero, ¿sabes algo? Las mejores cosas son imperfectas.
Espero que te haya gustado este inicio y, si es así, por favor házmelo saber. El apoyo ayuda mucho cuando estás empezando.
Disfruten del día y de los buenos libros.
SMnaira.
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