IV: Miradas escondidas

Apresúrate.— Dijo una chica de cabello negro ondulado mientras miraba al chico que se encontraba sentado en la banca del parque.

¿Por qué tanta prisa por irte, Hilal? Le cuestionó el chico soltando un  suspiro de resignación 

— Porque hoy es el último día que estaremos los dos juntos  ¿Algún problema? — Replicó Hilal con la mirada fija en los ojos de Adel .— Realmente eres un idiota Adel.

— Vamos torpe.—  Adel se levantó y se paro a su lado — No es como que me vaya para siempre, solo es un viaje de tres meses.—  Le aseguro Adel a Hilal dándole una cálida sonrisa como prueba de su sinceridad. Ella  levantó unos centímetros la mirada para encontrase con la cálida sonrisa de su hermano a la que correspondió con una media sonrisa. Te lo prometo Hilal, estaré aquí para antes de que te des cuenta.—  Hilal regreso su mirada a la nada y Adel comenzó a caminar.

Ella dudó un par de instantes si debía seguirlo. 

— Oye Hermano.—  Se apresuró a decir Hilal mientras, corría tras el chico de cabello negro delante de ella.

— ¿Qué pasa torpe?—  Preguntó Adel. Hilal miró a los lados por un instante para finalmente regresar la mirada al frente.

— No nada,olvídalo.— Respondió Hilal mientras aceleraba un poco el paso y señalaba un puesto a unos cuentos metros de ambos. Vamos ahí.—  Adel dirigió su mirada a donde Hilal había señalado y asintió con la cabeza, Hilal sonrió, ambos tomaron dirección al lugar y se dispusieron a pedir un algodón de azúcar color azul, para cada uno. 

— ¿Cuándo va a madurar?  Se preguntó Adel mirando la sonrisa inocente y llena de ilusión con la que Hilal miraba su algodón de azúcar .

— Andando torpe, hay que llegar temprano a casa.— Dijo Adel a Hilal. Le prometí a mamá que llegaríamos antes de la cena.—  Hilal se encogió de hombros y comenzó a caminar.  

Hilal realmente no era hermana de Adel , ella era la hija del segundo matrimonio de su padre, una extranjera Árabe. Hilal era sólo una niña de 13 años que llego a su vida un par de  meses atrás, después de la muerte de la madre de Adel. La madre de Hilal era una mujer hermosa de cabello negro ondulado, largo hasta la cintura y de ojos verdes. Hilal por su parte era casi idéntica a su madre, a excepción del color de  ojos que era igual al de su padre. Un color negro intenso.

¿Están seguros de que es él?— Cuestionó un hombre a espaldas de ambos chicos a otro.

 Aún no estamos seguros de si es la chica o el chico.—  Respondió el otro.

¿Por qué no tan solo vamos por los dos?  Cuestiono el primero que había hablado. 

— Porque podríamos llamar la atención de "ella" y no necesitamos que venga a interferir. Además no es seguro siquiera que sea alguno de los dos, solo es una suposición. Una supuesta profecía de Ekaitza Le contestó su compañero. Por ahora solo podemos vigilarles hasta estar seguros.— 

Los dos hombres que habían estado escondidos entre los árboles ahora se movilizaban de la misma manera que lo habían estado haciendo todo el día, entre las copas y ramas.

Hilal sintió un escalofrió recorrer su espalda y sintió la ligera necesidad de mirar hacia atrás y lo hizo, de reojo únicamente, para no encontrar nada como esperaba.

 Oye Adelfried ¿No sientes como que alguien nos sigue?—  Pregunto Hilal insegura.

— No, para nada.— Contestó Adel con la mirada fija adelante. Hilal aun así miró una vez más para asegurarse y luego seguir su camino junto a su Adel. 

Hilal  no lo llamaba por su nombre, era algo a lo que aún no se acostumbraba ,aunque algunas veces se le escapaba llamarlo Adel o Adelfried, dependiendo de qué tan alterada estuviera . Su "hermano" ( Adjetivo el cual no le gustaba utilizar en lo más mínimo.) era un chico de cabello rojizo, un poco largo y algo chino como el de su padre, más alto que ella, obviamente, y con la edad de 17 años. A pesar de que eran familia por parte de su padre, ellos no se parecen en nada, pues aunque ella tiene los ojos de su padre, Adel no, él tienes los ojos del mismo color que los tenía su madre (la madre de Adel.) , un azul casi cristalizado.

Adel había sentido un nudo en el estómago al escuchar a su hermana llamarlo por su nombre completo. Ella jamás lo hacía a menos que algo realmente le molestara. Adel la miro caminar a su lado, perdida en sus pensamientos. — Tiene una linda sonrisa — pensó un poco más tranquilo al ver a su hermana sonreír. Él de verdad pensaba que si hubiera conocido a Hilal de otras formas y ella con unos dos años más de edad , podría haberse enamorado de ella. Después de todo, no podía negar que era una chica amable, tierna y dulce. Cosa que a él siempre le había gustado en la mujeres,  además de que nunca se daba por vencida y era bastante linda.

 Adel, alguien nos está siguiendo. Interrumpió Hilal los pensamientos de  Adel , quien se quedo desconcertado por unos instantes. 

— ¿Estás segura?— Pregunto un poco confundido.

— Desde hace un rato tengo la sensación de que alguien nos mira.

Adel miro hacia atrás de reojo y se percató de un movimiento sospechoso en las copas de los árboles.

Bien hay que salir de aquí Le dijo  Adel impaciente mientras la tomaba del brazo y aceleraba el paso. 

Para mala suerte de ambos la noche comenzaba a caer y esos los ponía aun más nerviosos. Adel podía sentir como Hilal se estaba comenzando a asustar y eso lo podía muy incomodo. Cada vez había menos personas en el parque y el ambiente se ponía mucho más tenso. Hasta que llego un punto en el que todo era silencio, lo cual ponía muy nerviosos a ambos. 

Hilal miro a Adel y estaba apunto de decirle algo, cuando una chica choco con Adel. Tenía la capucha de una cazadora puesta por lo que no pudo ver su cara. Ella pasó de largo sin decir nada y ambos chicos la miraron alejarse lentamente, de pronto el silencio incomodo que antes había, ahora estaba siendo dispersado por los sonidos de algunos autos, las hojas de los árboles era sacudidas sutilmente por el viento y la oscuridad de la noche era iluminada por la luz de la luna. 

Ellos siguieron con su camino con una tranquilidad total, era como si de pronto todo se hubiera espumado. 

Mientras tanto aquel par de hombres que antes había estado tras los hermanos, ahora se habían quedado inmóviles y en silencio rogando al cielo porque, la chica del la cazadora nos los hubiera visto. Pero ella se encontraba justo a la mitad del sendero con una sonrisa arrogante y la vaga sensación de que esa noche sería muy divertida





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