Capítulo 20


Andrei

Alzo la mirada para contemplar el gran edificio que se alza ante mis ojos y no puedo evitar la mueca que se forma en mis labios. Era una de las empresas e abogados más importantes del país, varias personas en mi carrera pidieron pasar sus prácticas en este sitio y cada una de ellas fue rechazada. Incluso yo lo consideré en un momento dado, pero al ver la cantidad de rechazos anuales, decidí no gastar mi tiempo y terminé optando por otros sitios antes que la editorial de Saint me reclutara.

—¿Me estás queriendo decir que Dimitri trabaja aquí?

—No exactamente —responde el Saint en un tono burlón—. El edificio y la empresa son suyas.

Sé que no debería sorprenderme, que mejor trabajo para el Pecado de la Soberbia que trabajar en este sitio; sin embargo, no deja de ser asombroso el poder de cada uno de ellos. Saint enreda sus dedos entre los míos y me guía al interior de la construcción. Ni siquiera se para a observar a las personas que inclinan su cabeza a modo de saludo, nadie de la seguridad detiene nuestro avance, es evidente que están adaptados a ver a Saint en este sitio.

El demonio de ojos dorados me guía hacia un elevador morado que da directo a una de las oficinas en la última planta, incluso ha de introducir un código numérico para tener acceso a ella. Mientras nos desplazamos hacia el despacho, no logro evitar los nervios que se forman en mi cuerpo. Es la primera vez que nos vamos a reunir todos juntos para hablar sobre los sucesos que ocurrieron en el Infierno, sobre el hechizo de localización con sangre, la visión que obtuve sobre el chico; el chico que parece ser la clave para la profecía.

Había vuelto a la ciudad con Saint la mañana anterior, sin embargo, utilicé todo mi tiempo libre para volver a mi apartamento con Tristán y relajar un poco la tensión que aún recorría a mi amigo. Tristán no ha vuelto a sacar a flote lo sucedido en la cabaña de Saint; no obstante, mientras limpiábamos, me ponía al día con los deberes o veíamos alguna película, fui más que consiente de su mirada preocupada siguiendo cada uno de mis pasos. Solo comenzó a relajarse cuando comenzó a ser consciente de que no me iría a ningún sitio, que no me perdería por estar en peligro. Saint no nos interrumpió en todo el día y se lo agradecí; aunque ya las cosas entre nosotros estaban arregladas, necesitaba estos momentos para manejar mi vida mortal. Para sonreír con mi mejor amigo, burlarme cuando parecía cabreado al mirar alguna notificación en su móvil o llamar a mi hermano y prometerle que quedaríamos pronto para conversar. La idea de presentar a Alexander y a Saint daba vueltas en mi cabeza desde hace varios días.

Por otro lado, eso no significó que me alejase por completo de la compañía de Saint. Al caer la noche volvimos a encontrarnos en el astral, por primera vez en mucho tiempo, cargados de calidez y tranquilidad. Aprovechando todo el tiempo perdido a su lado, enredados entre las sabanas con cada parte de nuestros cuerpos tocándose; cuando llegó esta mañana para recogerme, las risas cómplices entre ambos no faltaban. Saint me ha planteado la posibilidad de vivir con él, pero mientras todos los problemas que nos rodean se resuelven prefiero permanecer en mi apartamento. Aun no soporto recordad como los espectros llegaron ahí, si volvieran en algún momento y dañaran a Tristán no podría soportarlo. Por lo que, es importante resolver todo lo que nos rodea.

Siento que mis nervios comienzan a florecer, pero como si fuera capaz de sentirlo, Saint pasa su mano de forma cálida y suave a lo largo de toda mi columna vertebral.

—Todo irá bien, estaremos bien...

Asiento, aunque sé que no es una promesa que él pueda hacer dado que toda esta guerra tan solo acaba de iniciar. Por lo menos tengo a Saint a mi lado y es todo lo que necesito para afrontar lo que nos depara el futuro.

Cuando las puertas se abren, no me sorprende encontrar a Dóminic ya dentro de la oficina de Dimitri bebiendo de un vaso que posee un oscuro líquido ámbar, mientras que este último se halla sentado en su escritorio revisando varios papeles. No nos habíamos visto desde la cabaña y me sorprendo a mí mismo al sentirme aliviado al notar que parecen recuperados de sus heridas. Mi sonrisa se expande sobre todo con Dóminic que sonríe al verme.

—Tristán parecía muy enojado esta mañana, ¿no tendrás nada que ver con eso? —Mi voz se llena de sarcasmo mientras entro a la estancia y la risa de Dóminic solo aumente.

—No sé a qué te refieres. —Sin embargo, el destello diabólico de sus ojos delata su mentira.

—No busques problemas Dóminic... —inicio, pero Saint me interrumpe.

—Te diviertes mucho para tratarse de un simple humano, querido hermano, terminaré pensando que la Lujuria ha caído por fin.

La comisura de los labios de Dóminic se alza en un pequeño gesto de sonrisa. No obstante, es la intensidad de su mirada sobre el líquido ámbar la que más llama mi atención.

—El día que caiga por alguien se congelará el Infierno Saint, incluso si se trata de un humano tan poco común como Tristán.

Deseo preguntar a qué se refiere, pero el carraspeo de la garganta de Dimitri llama la atención de todos los presentes. Saint toma asiento en la silla disponible frente al escritorio del mayor y, rodeando mi cintura con una mano, me arrastra hacia su regazo. Sus dedos no dejan de jugar con mi columna en una pequeña muestra de calma y apoyo.

Aun así, por primera vez observando a Dimitri, siento que no debo estar preocupado. A pesar de todo lo que me han dicho, incluso de lo que yo mismo pensé, no encuentro ya en mi ser ninguna especie de resentimiento hacia él. No cuando lo vi luchando en el Infierno hasta caer derrotado, todo para apoyar a Saint.

—Lo siento —murmuro, aunque sé que el hombre que me mira detenidamente es capaz de escucharlo—. No debí haberme ido así, les causé problemas...

Y como una barrera que por fin se rompe, Dimitri suspira dejando caer los muros que le rodean y demostrando una enorme vulnerabilidad en sus ojos. Me recuerda al día en la cabaña en que mencioné a Mateo por primera vez. Tanto en ese momento como ahora, Dimitri no parece el duro abogado de treinta y pocos años, sino que en sus pupilas pesa el poder y el agotamiento de todos sus siglos de existencia.

—No voy a mentirte pequeño mocoso, —No aparta su mirada y, a pesar del mote molesto, no hay ninguna especie de resentimiento en su persona—. Que te marcharas así fue un problema grande, pero no creo que sea tu culpa solamente; no cuando no iba a darte las respuestas que tu querías...

—Entiendo porque no lo hiciste.

Y lo hacía, lo que nos deparaba el futuro era más grande que todos nosotros. Incluso el poder que desperté en la cueva estaba a punto de matarme.

—Dimitri, —llamó con suavidad Saint— ¿Qué quiso decir Anchor en el Infierno? ¿Sobre qué fuiste reclutado?

Dóminic también aparta la mirada de su vaso para atender al mayor de los demonios que se recuesta en su asiento, pasando sus dedos pulgar e índice por el tabique de su nariz a modo de masaje.

—No se supone que supieran...

—Pero lo sabemos —responde Saint.

—Al igual que a Mateo, me ofrecieron quedarme a guiar al ejercito; obviamente me negué.

—¿Por qué? —interroga Dóminic lleno de confusión.

—En serio piensas que los habría dejado solos.

No puedo decir cuál de los demonios menores luce más sorprendido. Es evidente que no conocían nada de esto, el sacrificio...

—¿Tiene eso algo que ver en tu pelea con Mateo?

—No, no lo tiene. —La crudeza de su tono y el cambio de postura indica que da la conversación por terminada. Gira su cuerpo totalmente en mi dirección, su expresión volviendo a ser la del hombre de negocios que conocemos—. ¿Por qué Mateo te llevó abajo?

Y entonces le conté todo, como Mateo me ofreció una nueva forma de conocer el final de la profecía. Cómo me llevó por el río hacia la cueva y la cabaña y, casi puedo jurar, que todo su cuerpo se tensó cuando mencioné ese sitio. Le conté sobre la sangre que salió de la herida de mi mano y del mapa; de como este se quemó mientras realizaba el hechizo. Le hablé de mi breve visión en la que presagiaba al chico en peligro y, por último, la zona que el mapa indico. Ni un solo segundo de la narración Saint dejó de brindarme su apoyo a pesar de que ya sabe la historia.

—Pero no entiendo mucho de que tiene que ver eso con la profecía.

—Mateo te contó que te faltan muchos milenios para tener una visión del nivel de la profecía; es por eso que necesitamos a un oráculo. Ese hechizo marcó el lugar donde está.

—Lo que no entiendo —interrumpió Dóminic— Y no te lo tomes a mal cuñado, pero, si Andrei es tan importante para el ejercito de Lucifer, ¿por qué Mateo lo trajo de vuelta a nosotros?

Asiento, Saint me había dicho algo parecido luego de salir del Infierno.

—No creo que Mateo esté en ningún bando, —responde Dimitri mirando a la nada—. Solo defiende su propio interés, pero algo es seguro: Si está tan desesperado por conocer el final de la profecía es que ya la segunda parte está en proceso.

—¿Segunda parte? —No logro evitar preguntar.

Dimitri solo se coloca en pie y se acerca a uno de los cuadros en la pared detrás de su escritorio, cuando pasa la mano sobre el lienzo, este se transforma en una pequeña caja fuerte. No sé si el resto puede notarlo dado sus faltas de expresiones, pero contengo el aliento al notar que esta está llena de runas que la protegen. Dimitri nota mi expresión y su risa se amplia.

—Veo que tus poderes mejoran mocoso.

Al abrir la caja, noto que esta está totalmente vacía excepto por un antiguo pergamino. El tono de la hoja es amarillento demostrando lo antiguo que es, algunas de sus esquinas se hallan quemadas y la zona interior parece completamente destruida, como si hubiese sido roto hace demasiado tiempo.

Dimitri vuelve a acercarse al escritorio y coloca el fino papel sobre la mesa. Y antes de que cualquiera pueda pronunciar palabra alguna lee en voz alta:


La sangre que despierta abrirá camino a una nueva guerra.

El heredero de las tinieblas se alzará entre los vivos, eligiendo la luz o la oscuridad como su único destino.

Irán al abismo, donde se enfrentarán al traidor abandonado y la sangre que correrá de sus manos alimentará a los caídos.

Los opuestos volverán a unirse y los siete primeros olvidarán sus penas para alzarse de las sombras como uno...


Cuando las palabras se detienen, todos guardamos silencio. Hay partes de la profecía que puedo entender el significado, pero otras no termia de ser claro.

—El final... —Inicia Saint, pero Dimitri le detiene.

—Fue destruido, por eso Mateo busca al oráculo y el tiempo corre como una bomba con cuenta regresiva.

—Andrei es la sangre que despierta —repite Dóminic—. Fue el inicio, los ataques concuerdan con el despertar de sus poderes.

—Pero —Me tiembla la voz—. ¿Quién es el heredero? ¿Qué es...?

—El hijo de Lucifer —expone Dimitri y todos nos quedamos procesando la noticia.

—¿Y Por qué dice que se alzará entre los vivos? —vuelve a preguntar Dóminic luego de unos segundos.

—No lo sé, pero tengo una idea...

Y entonces recuerdo.

—Mateo mencionó que no soy el único ser a quien los espectros buscan en la superficie, en la tierra de los vivos.

Dimitri asiente.

—El heredero de Lucifer ya está entre los humanos, es hora de llamar a todos nuestros hermanos...

Fin.

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