Capítulo 2
Andrei
«Tensión»
Esa era la palabra exacta para describir el ambiente de la habitación. Nos rodeaba tal silencio, que juro que el sonido de una aguja al caer al suelo hubiese creado eco en la estancia. Ninguno de los dos apartaba la mirada del otro y, de no ser porque sus pupilas reflejaban una incredulidad similar a la mía, diría que acabo de volverme completamente loco.
«¿Cómo es posible?» ¿Cómo puede ser que el hombre que me ha acompañado en mis sueños por más de cinco años se encuentre en la misma habitación que yo?
Intento buscar una explicación lógica a lo que está sucediendo frente a mis ojos. Sin embargo, por mi cabeza no transcurre ninguna respuesta acertada en estos segundos. Diría que le he visto antes y que por ello soñé con él, pero no es posible. Sencillamente, nunca le conocí antes de que los extraños sueños iniciaran; jamás le habría olvidado si ese fuera el caso.
Sus dorados ojos me observan de pies a cabeza. Parece confundido, inseguro e incluso desconfiado. Como un cazador que observa cada uno de los detalles antes de tomar la decisión sobre su presa. No obstante, cuando abrí la boca para decir algo, todo cambió. En menos de lo que dura un parpadeo, el hombre que me miraba transformó la tensión y el shock de su cuerpo por pura indiferencia. Aunque continuaba presentando cierta rigidez en toda su figura, su personalidad cambió a una de empresario seguro y relajado, dejándome con más preguntas que respuestas.
El dolor y la confusión que me atravesaron casi fueron suficiente para convencerme de dar media vuelta y salir corriendo. Mejor eso que lanzar alguna pregunta que confirmase que estaba demente.
Por otro lado, quería decirle algo, cualquier cosa. Casi que necesitaba exigirle una explicación; que me revelase que estaba sucediendo, como era esto posible. Quiero que me asegure que no estoy alucinando y que este no es nuestro primer encuentro. Pero, sobre todas las cosas, anhelaba que me dijera porque no ha vuelto a aparecer en mis sueños. Sin embargo, por la forma tensa en la que aún se hallaba su mandíbula, la misma que en numerosas ocasiones acaricié de forma tierna, dejaba claro que no era el momento para ninguna interrogante.
Cuando el silencio comenzó a lucir como una tercera persona en la habitación, el hombre de cabellos color miel carraspeó su garganta sacándonos a ambos de la nube de incertidumbre que se creaba ante nosotros. Extendió su mano señalando la silla que se encontraba a pocos pasos de mi persona en una clara invitación para que tomara asiento.
Mis piernas se encuentran un poco entumecidas, aun así, me obligo a avanzar para sentarme en el fino mueble.
Él también toma asiento a su lado del escritorio antes de carraspear su garganta para comenzar a hablar.
—Como le decía, lamento que haya tenido que esperar tanto tiempo. —su voz es distante y fría, nada comparado al cálido y dulce tono que recuerdo.
—No se preocupe, imagino lo ocupado que debe estar.
Intento igualar su entonación y me doy una palmadita de ánimo por no haber tartamudeado en mis palabras. No voy a mentir, ¡me jode! Me jode demasiado que mi cabeza este hecha un lio, pero que él solo se comporte como si yo fuera un cero a la izquierda, como si yo existiera, como si me lo hubiese imaginado todo segundos antes de cruzar esa puerta y solo el brillo nervioso de sus ojos de vez en cuando le traiciona.
—Mi nombre es Saint James, soy el fundador de Golden Greed y también uno de los editores...
«Saint» Después de tantos años conozco el nombre del hombre que ha protagonizado mis más profundas fantasías. Luego de tantas décadas, finalmente tengo la respuesta a la pregunta que le hice noche tras noche y que él siempre evitó.
«Saint James»
Y, como si fuese una burla del destino, ahora de tan buena fe me dice lo que yo quería, él parece ignorar mi existencia.
Debo de permanecer callado demasiado tiempo, porque cuando vuelvo a centrarme en Saint me observa con la ceja alzada, como si estuviese esperando una respuesta de algo. Me doy cuenta entonces que, mientras yo había estado perdido en mis propios y confusos pensamientos, el de ojos dorados continuó hablando. Por lo visto, lanzó alguna pregunta importante de la cual no tengo ni la menor idea de que se trataba. Siento como mis mejillas comienzan a arder al rojo vivo por la vergüenza.
—Perdón, podría repetir, creo que todo esto sigue siendo muy repentino para mí. —Y vaya que es repentino.
Saint suspiró antes de volver a hablar.
—Te comentaba que la universidad nos envió su expediente cuando se solicitaron las prácticas aquí, no me queda duda de que es un alumno de primera, señor Callahan; sin embargo, mi asistente debió de confundirse con las fechas para esta reunión. Estamos esperando por la visita de un escritor llamado Kieran Jacobson y no sé qué problema ha ocurrido con la agenda que les programaron a ambos para la misma hora. Es por ello que le preguntaba si podría reunirse conmigo en otro instante...
Parpadee, o sea que...
—¿No lo sabe? —interrogué, aunque mi pregunta parecía más una afirmación. La expresión de sorpresa se debió notar en mis facciones dado que Saint frunció el ceño con sospecha.
—Perdón, pero quiere ser más preciso, señor Callahan.
Suspiré y abrí mi mochila para sacar los dos correos que había recibido de la editorial y que a última hora imprimí como un método para asegurarme a mí mismo que no estaba alucinando. Los dejo sobre el escritorio para que el hombre frente a mí pueda examinarlos y, al ver los nombres en ambos papeles, sus ojos se abren de par en par llenos de asombro.
—Esto tiene que ser una broma. —Las palabras salen como un susurro de sus labios; sin embargo, suenan lo suficientemente altas como para que lleguen a mis oídos. No puedo evitar el enojo que me recorre, están siendo demasiadas cosas para asimilar en un solo segundo y un hombre que debería ser solo una fantasía loca me observa como si todo fuese culpa mía.
Cuando hablo, no puedo evitar que mi voz salga a la defensiva.
—¿Le parece mi trabajo una broma, señor James?
—¿Me dirá usted que le hayan mandado dos correos es pura casualidad?
—Yo no creo en las casualidades. Su empresa fue la que me llamó, no yo a ustedes. Ni siquiera he decidido aún si deseo publicar con su editorial, vine porque me quieren hacer una oferta, no al contrario. Soy un éxito en internet sin tener que mostrar mi rostro, uno de los autores de romance y fantasía más vendido, tengo propuestas de muchas editoriales, ¿por qué jugaría a esto con ustedes?
Silencio otra vez. Una fase que nunca había explorado a su lado y que, ahora, la estoy odiando.
—Creo que debo disculparme —respondió luego de pocos segundos—. No esperaba que fueras tan joven, ¿qué edad tienes?
Quise saltar y dar un golpe en la mesa mientras gritaba que ya la sabe.
—Veintiuno.
—Tus novelas llevan varios años en las redes, ¿eso significa que eras menor de edad cuando iniciaste? —Asiento con la cabeza, no es de extrañar que no lo sepa; él nunca me contó su nombre y yo también guardé mis pequeños secretos— ¿Puedo preguntar cómo se le ocurrieron estas historias?
La sonrisa se colocó automáticamente en mi rostro sin que lo pudiera evitar.
—Los vi en un sueño.
Y ahí estaba, un ardiente destello de reconocimiento en sus ojos dorados que me confirmaban que no estaba alucinando. Su mirada viajaba por todo mi cuerpo hasta centrarse en mi rostro al final. La comisura de sus labios curvándose en una sonrisa llena de promesas ocultas que conseguía erizar mi piel. Por unos segundos, era el hombre que recordaba, aquel que me contaba maravillosas historias del mundo más allá de lo conocido; el que me aseguraba que yo no estaba loco y que en algún momento la verdad saldría a la luz. Una verdad que según él podría dañarme.
Y con este pensamiento me volví a enojar, porque ahora me encontraba más desprotegido que nunca, más vulnerable. Sin saber qué cosas eran ciertas y cuales meros productos de mi imaginación. Y pensando en todo lo que ha sucedido hasta este segundo siento una punzada de terror atravesar mi cuerpo, porque si Saint existe eso significa que las oscuras criaturas de ojos rojos y cuerpos de sombras también son reales y quizás, solo quizás, si son esos demonios los que he visto acecharme.
Necesitaba respuestas en un terreno neutral, algún sitio en el que yo me sintiera a salvo y con el control de la situación. Eso solo ocurría cuando cerraba los ojos y me permitía soñar. Cuando Saint llegase esta noche a nuestra habitación haría que me dijese toda la verdad, ya no tenía motivos para no verme ahí ahora que nos conocemos en la realidad.
Pero este pensamiento fue demasiado ingenuo de mi parte. Pues, cuando el sol se marchó dándole entrada a la luna, cuando cerré mis ojos y los abrí al mundo de ensueños, a diferencia de las últimas noches en las que Saint se marchaba temprano, en esta ocasión no estaba...
Fue entonces que lo comprendí, a partir de ahora estaría solo...
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