Capítulo veinticinco: Sorpresas


—Scarlett, lista. Tienes sólo una hora para descansar —la voz del asistente de director me distrajo. Dirigí mi cabeza hacía la puerta del camerino, pero así de rápido como había aparecido, desapareció por igual. Suspiré pesadamente, y apoyé mí mentón sobre la palma de mí mano. ¿Cómo podría en una hora recapacitar de todo lo que había sucedido en mis últimos días?

Siguiendo mí instinto, el sábado había salido de casa directo al supermercado, con algo de dinero que me había quedado de los recursos que Johnny me había proporcionado mientras habitaba los Angeles, desempleada. Aquél día, particularmente, mientras caminaba, el barrio de  Hyde Park se me hacía más tranquilo y lindo a lo habitual. Era un lugar qué, a pesar de su nivel de delincuencia y pobreza, seguía teniendo la esencia californiana; esa, qué da al lugar un toque de aventura e ideas desenfrenadas.

Llegué al pequeño y vacío supermercado, tomé algo de leche y huevos. No tenía hambre. Las emociones me la habían restringido; pero debía comer para tener algo de fuerza. Cogí la leche de la nevera, y los huevos para después ir y pagar al mostrador. Una chica de tez morena y rostro cansino me atendió. Le sonreí, y al hacerlo, incurrió en mí mente una idea.

—Disculpa, ¿Tienes el periódico? —Pregunté, observando como pasaba mis productos por el mostrador. Ella asintió, e inclinándose, tomó una edición de Los Angeles Times y lo colocó junto a lo demás.

—Son 5, 90. —dijo, con voz gangosa. Sin dejar de sonreír, saqué un billete de diez dólares y se lo tendí. La chica tomó el billete, dirigiéndome ciertas miradas inquietantes de vez en cuando mientras contaba el cambio. Al final, me extendió diez centavos y otro billete de cinco. Clavando sus ojos con los míos.

—No eres de aquí, ¿cierto? —Me tendió el cambio, y lo tomé, negando con la cabeza.

—No. Vengo de Londres —respondí, guardando el dinero en mí bolsillo y cogiendo la bolsa con la otra mano.

La chica sonrió, una sonrisa que rayaba entre lo divertido y siniestro.

—No sé que habrás hecho para embarrarla, para haber abandonado aquél paraíso por... Éste lugar tan de la mierda —comentó. La entendía. Sé que varias personas creían que Londres era una tierra de prosperidad. Algo así como México veía a Estados Unidos. Sin embargo, la pobreza existía en todas partes, y a todos niveles.

Sonreí, y saqué el billete de cinco dólares junto a otro de veinte.

—Siempre habrá alguien que te ayude a salir de la mierda. Alguien lo hizo conmigo y por eso estoy aquí —Y dejé los billetes sobre el mostrador. Tomé mis cosas y me marché de nuevo a casa.


Al llegar puse los productos en la mesa, y tomé el periódico. Lo hojee con rapidez hasta llegar a la sección de clasificados; después me dediqué a buscar en la clasificación de "Casas" Había muchas, y con un lápiz medio roto, señalé dos que llamaron principalmente mí atención. Una estaba en Echo Park y la otra en Eagle Rock. Barrios de clase media, con individuos principalmente obreros. Perfecto para mí. Sólo esperaba que el sueldo me completara sino para comprar, aunque fuese, para rentar.


— ¿Señorita Blackwood? —Mis pensamientos fueron de nuevo interrumpidos, pero ésta vez fue por April. April había sido la asistente personal que los estudios me habían asignado. Aunque fui bastante explícita el primer día de que no necesitaba para nada una asistente, ellos habían insistido. April al principio parecía ser una chica bastante divertida, pero en realidad era tímida y nervuda— Señorita Blackwood, ¿Qué va a querer para almorzar? —Preguntó. Mordí mi labio, sintiéndome ligeramente extrañada. ¿Cómo pasamos del "no tengo que comer" al "no sé que comer"?

—Huevos y beicon suena bien —respondí. Ella asintió varias veces repitiendo "Huevos y beicon". Parecía que en cualquier momento iba a estallar. Me recordaba vagamente a Gollum, del señor de los anillos— Vuelvo en un instante, señorita —avisó, yo asentí sonriente. No quería que se sintiera nerviosa ante mí. Aún no era nadie.

—Sí, claro. Tranquila no te des prisa; nos queda aún una hora.

—Bien, enseguida vuelvo —y salió por la puerta del camerino. Suspiré de nuevo pesadamente. Deberían de darme un premio como la persona que suspira más. Sonreí, y volví a ver de nuevo el camerino que me habían asignado; en sí, era demasiado, más de lo que hubiera esperado, aunque Gary dijo que era de lo más sencillo. Pero lo amé desde que lo vi; Una habitación única, donde había un sofá enorme color negro, limpio y mullido. Frente a él, una enorme Televisión plana. Frente, una mesa de vidrio y base color blanca. Las paredes de un gris neutro, y el piso de madera cubierto en su mayoría por una alfombra. Me sentía bastante cómoda en él.

Me removí en el sillón, viendo fijamente la televisión encendida pero sin volumen. Sentía que mí vida había pasado muchos cambios en sólo tres días. Como sí aquél último encuentro con Johnny Depp hubiera desencadenado una serie de reacciones que habían culminado con la licuadora emocional que ahora me cargaba. Podía ser eso, o que andaba en mis días. Da igual.

El primer día en Lionsgate fue bastante bueno, más de lo que esperaba en realidad.

Gary Ross juntó a absolutamente todo el elenco de THG. Liam y Josh, me saludaron, Liam fue bastante tímido, mientras que Josh fue bastante amable. Los fríos saludos de los demás no me inquietaron en lo absoluto, pues, sabía que era difícil ser amable con alguien que jamás había pisado un set de cine.

Después de conocer al equipo de trabajo, fui llevada a los camerinos de maquillaje. Conocí a Victorie y a Sasha. Igual de amables, se pusieron de inmediato en la ardua labor de convertirme en la chica en llamas. Mí cabello paso de rubio, a castaño, cosa qué me sorprendió bastante. Después mis imperfecciones ocultas con maquillaje, y varios tratamientos en el cabello y rostro que, en lo personal, me aburrieron bastante.

Al último, filmamos sólo una pequeña escena, que fue donde Peeta y Katniss son entrevistados por el famoso Caesar Flickerman. Aún así, todavía nos faltaba más de la mitad de la entrevista.

La que filmaríamos dentro de cincuenta y cinco minutos.

Pero ni así, podía olvidar a Johnny.

Decidí qué, de ahora en adelante diría su nombre por igual como en apellido y en pensamiento. De igual forma, su nombre era bonito. Valía la pena decirlo en voz alta y pensarlo en secreto. Pasé mis manos por mi cabello, desesperada. Apenas era martes y yo, ya le extrañaba. No había vuelto a mi casa. Creo qué, no sé... Había cosas que me enredaban más y más en el asunto. Tenía que aclarar mí mente.

Me gustaba. Bien, un progreso. Sí, me gustaba. Creo qué, si varias chicas enloquecían por él, ¿Qué defecto debía tener yo para ser inmune a sus encantos? Bien, pero, ¿Me gustaba tanto como para ansiarle verle aparecer en cualquier momento tras la puerta de mi camerino y me preguntara como me ha ido?

Sí.

Mierda.

Inconscientemente, metí la mano al bolsillo de mí pantalón donde guardaba desde el viernes el papel con su número y  la dirección de los estudios donde trabajaba. Mordí mí labio, pensativa; No quería llamarle tan pronto, pues no quería molestarle. Pero necesitaba oírle. Pero quizás estaría tan ocupado que me contestaría seco, y no lo soportaría. Pero quizás se alegrase, y charlaríamos por más tiempo.

Tenía que hacer algo que no me involucrara directamente, y que llevara mí firma. Pero, ¿Qué?

—Señorita —April entró por la puerta con una bandeja plateada cargada con mí almuerzo. La miré fijamente, y entonces mí mente dio un chispazo— Su desayuno —dijo, y colocó la bandeja en la mesita de vidrio. Seguí mirándola, ignorando la comida.

— ¡Eureka! —Exclamé— ¡April! Tú, eres mí salvación. —Le dije, tomándola por los hombros, y sonriendo feliz. April, con cara nerviosa y pulso tembloroso me miró fijamente, sin entender— Rápido, ¡Bolígrafo y papel! —pedí.

—Sí, sisisisi, señorita —murmuró apresurada, y en un segundo tuve lo que pedí. Rasgué un trocito de papel, y sacando la fina punta al bolígrafo, me dispuse a escribir:


«Johnny:

La vida en Lionsgate es buena. Hay comida. Y cámaras. Y no sé sí volveré a verte. O sí quieras volver a verme. Nunca te he entendido, disculpa. ¿Podrías ser un poco más específico?

Te quiere, Scarlett.»


Enrollé el papelito, y se lo di a April.

—Necesito que lleves esto a esta dirección —le di la dirección de los estudios en otro papelito. Ella miró ambas cosas.

—Muy bien, señorita, ¿A quién?

—A Johnny Depp —contesté. Ella abrió mucho los ojos y  su boca.

— ¿Jo-jo-johnny De-Depp?

—Sí, el mismo. ¿Ocurre algo con él? —pregunté al verla más nerviosa de lo habitual.

—N-no. S-sólo q-qué... Jamás creí que, que lo c-conocería

—Ah, bueno no sé sí lo conozcas —respondí, recordando lo extraño que solía ser con las visitas— Pero, no es nadie fuera de lo común —Mentí. April sonrió ampliamente— Sí no te dejan pasar, di qué vas de parte de Lionsgate una comisión muy importante. ¿Está bien? —Volvió a asentir, y sin decirme nada, salió de nuevo.

Respiré profundamente y después exhalé pesadamente. Vi el plato de desayuno y lo piqué con el tenedor para llevarme unos trocitos a la boca. Dediqué a comer sin pensar durante algunos minutos hasta que alguien llamó a la puerta, y después vi a David (el asistente de director) asomar de nuevo la cabeza.

—Scarlett. Me temo que hemos tenido algunos problemas en producción. No podemos filmar hoy... —Anunció.

—Oh, ¿es grave? —pregunté, dejando el tenedor a lado del plato vacío.

—No, pero no se soluciona fácilmente —me sonrió. David era un hombre de edad media y poblado cabello castaño. Su sonrisa era simpática— Mañana retomaremos, puedes irte a casa.

—Ok, gracias.

—A ti —dijo, y cerró la puerta tras de si. Torcí ligeramente la boca, pensativa, y después me levanté. Tomé mí bolso, y salí de mí camerino directo a los elevadores. Era la una de la tarde, la mayoría se encontraba almorzando o estudiando su diálogo. Llegué al primer piso y le dije a la recepcionista que sí veía a April, por favor le dijera que fui a mí casa. Quería la respuesta en directo.

Salí y una ventisca primaveral típica de marzo me saludó con una caricia en el rostro. Sonreí sintiéndome bien. Feliz. Aunque no del todo, siempre faltaba algo para ser del todo feliz. Una vez en la calle, encaminé mis pasos a la parada del bus con la cual me había familiarizado el día anterior, y tomé el que me llevaría a Hyde Park.

El trayecto fue, bastante desesperante. La ansiedad me comía viva. Una respuesta, ya sea negativa o positiva, destruiría mis nervios por completo.

Aunque, debía recordarme a mí misma, que estaba volando demasiado alto al suponer que Johnny Depp estaba interesado en mí. Pero, era tan difícil. Era difícil el fingir que no ocurría nada, cuando ocurría todo. Y ahí, viendo por la ventanilla sucia de aquél sucio camión me cuestioné: ¿Por qué nunca antes me había enamorado? Probablemente, sí lo hubiera hecho anteriormente, ahora podría tener mis emociones controladas, pues ya sabría como reaccionar en ambos casos.

Llegué a casa, mí viejo y sucio edificio favorito en el mundo. Subí las escaleras, pero no vi a Jobb. Supuse que estaría arreglando la lavadora de alguna vecina. Los tacones nuevos golpeaban fuertemente el acero, y daba cierto eco a la desierta escalera. Al llegar a la puerta saqué las llaves y abrí.

—No. Algo me dice que no saben jugar póker —Dijo Robert, viendo fijamente a los chicos que tenía frente a él.

—Soy el amo. —respondió uno de ellos.

—Yo sí no sé —Una vocecita más aguda corroboró a Robert.

Mí corazón se aceleró. Mis ojos se humedecieron.

—Scarlett, dile a tus hermanos que el Joker sí es válido en una partida de póker —Entendí perfectamente la alusión a mí, al igual que ellos. ¡Mis hermanos! ¡Mis hermosos y preciosos, y pequeños hermanos estaban ahí! ¡En Estados unidos, conmigo!

— ¡Scaaar! —Gritó Richie el voltear a verme. Por dios, había olvidado lo tierno y hermoso que era. Abrí los brazos para abrazarlo, pero como él era pequeñito, terminó abrazando mi pierna— Scar, Scar, Scar —repetía hilarante. Me arrodillé junto a él y lo abracé fuertemente, sin importarme la falda o los tacones. Necesitaba abrazarlo.

—Oh, mí richie ¡Richie! —dije, abrazándolo fuertemente. Conteniendo algunas lágrimas. Él me devolvió el abrazo con fuerza. Después vi que Peter se acercaba, y le tendí una mano que él tomó con fuerza.

—Te extrañamos —musitó, serio. Le dediqué una sonrisa.

—Y yo a ustedes —respondí, y levantándome, le di un beso en la frente al pequeño Richie, dejando mí labial grabado en su frente bajo sus cabellos rubios. De pronto vi a Robert qué, de pie junto a mí, tenía los brazos abiertos. Fruncí el ceño, al verlo en aquella posición.

— Ó sea qué como yo no me fui de viaje, ¿No tendré abrazo? —el puchero que su barbilla formó fue tal, que negué y le di un corto abrazo.

—Lo siento, sólo qué me desconcerté un poco —Contesté con voz aún ahogada por la emoción. Le sonreí— ¿Cuándo llegaron?

—Hoy mismo, hace media hora los recogí del aeropuerto. Su alteza real Depp, me dijo que sí podía ir por ellos —los miró y después me miró a mí— Y helos aquí.

—Mil gracias, Robert. —Agradecí— Pero yo podía haberlo hecho, de verdad —Él negó con la cabeza.

—Bagatelas, Scar. Además me gusta tener pretextos para visitarte, y asegurarme de que estás bien, ya sabes. No confío del todo en Johnny. —Miré a los chicos, que nos veían serios. Ellos tenían una gran educación, cosa que agradecía.

—Vayan al otro cuarto, ya los alcanzo —les dije, para que no se aburrieran. Ellos asintieron y caminaron hacía el otro lado. Sonreí, eran tan lindos— De hecho, ya no dependeré de él, financieramente —le expliqué, y volví la vista a él.

— ¿No?

—No.

— ¿Te sacaste la lotería?

—No.

— ¡Ya sé! Vendes ojos ilegalmente, por Ebay.

—No —dije, algo extrañada.

—Me rindo.

—Conseguí empleo, soy la nueva Katniss Everdeen. —Expliqué, algo orgullosa. Su quijada hizo que su boca se abriera más de lo normal.

— ¿Ka-katniss? —dijo, tartamudo. Asentí efusivamente con la cabeza. Robert descruzó sus brazos, y me abrazó fuertemente de nuevo, balanceándome de un lado a otro. Feliz— ¡Felicidades, felicidades, felicidades! FE-LI-CI-DA-DES —repetía bastante alegre. Sonreí fuertemente, tanto, que me dolieron mis mejillas.

— ¡Gracias! Qué lindo —murmuré. Él me soltó y me tomó por los hombros. Me obligó a verlo a los ojos.

—Nadie más se lo merece —Aseguró— Te irá bien. Lo aseguro.

—Gracias, de verdad. —Robert me sonrió amable, y después revisó su reloj de pulsera. Hizo una mueca.

—Me tengo que ir, Susan me espera —Murmuró con voz cansina y monótona.

— ¿Susan?

—Mí esposa —Aclaró— Nos vemos, Scar. Muchas felicidades, espero verte en los Oscar —se despidió y después de darme un beso en la mejilla, salió.

—Cuidado señor —exclamó al abrir la puerta, pues casi chocaba con Albert. Mi corazón saltó de nervios al verle; Altivo, elegante, serio y con una sonrisa discreta.

—Buenas tardes, señorita Blackwood —Saludó— Vengo de parte del señor Depp, que me pidió personalmente le hiciera llegar esto, pues quiere que me dé una respuesta en directo —Y extendió hacía mí, un pedazo de papel amarillo. Lo tomé, y mordiendo mí labio lo abrí, decía:

«Scar:

Me alegra enterarme de que estés tan bien ahí. Y, claro que me gustaría saber más de ti. Es siempre un placer saber de ti. Sin embargo, las notitas son del siglo XIX. Hay algo llamado internet y Gmail o Outlook. (Qué no tenga Twitter o Facebook, no significa que no tengo dirección de correo) Espero que el dinero que ganes lo destines para una Computadora, internet, y una casa.

Por cierto, el viernes estoy libre. Me cuestiono en que quizá sea una mala idea, pero me gustaría tener una cita contigo. (Disculpa que no te lo pida personalmente, pero estoy tan atareado que me  es imposible el salir del set)

Es obvio, que tenemos que hablar.

¿Aceptas?

Te quiere, Johnny».


Alcé los ojos de la carta, sintiéndome mucho, mucho más ligera y pesada a la vez. Albert me sonreía.

—Sí —dije a Albert. Él asintió.

—Perfecto. Nos vemos el viernes entonces, señorita Blackwood —Y con una afable sonrisa, cerró la puerta ante mí.

Mordí mi labio, y apreté la carta contra mí pecho.

Era inevitable, estaba cayendo en las garras de Johnny.


Nota: Holis. ¿Cómo están? Espero bien. Sólo quería aclarar para todas mis hermosas y sensualonas lectoras qué; No se alteren. Relajen la raja (?) Mí historia tiene tanto escenas románticas con Johnny Depp, como con Robert Downey Jr, como drama, asesinatos, odio, venganza, y bla, bla bla (?) (tengo planeado todo, todito)

Otra cosa: En poco, tendremos el tráiler de la novelaa:DD Sí ustedes tienen algún video de Rob o Johnny que amen mucho, me lo pueden dejar abajito en un coment, porfis.

Y es todo, gracias por los leídos y comentarios, me alegran el día n.n

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top