Capítulo nueve: Algunas referencias.
P.O.V Narrador.
Poco a poco, el lugar se fue quedando vacío. Los alumnos partían a sus respectivos hogares, y el profesorado salía con igual emoción que un alumno. Todos, menos Johnny Depp. Que se encontraba en su oficina; La oficina del presidente del RADA, para ser un puesto muy importante, la amplia habitación estaba humildemente decorada. Este se encontraba sentado detrás de un simple escritorio, ordenando ciertos papeles. Él no era el presidente, pero era el encargado de Ayudar a Alan Rickman el presidente, aquél invierno. Y como lo había dicho con anterioridad; A pesar de estar de vacaciones, nunca descansaba. Revolvía hoja, tras hoja. Pero ¡Tanto mejor! Entre mas ocupado, sus pensamientos no lo molestarían. Unos toquidos lo interrumpieron bruscamente, pero sin inmutarse, invito a pasar a quien quiera que fuese.
Al escuchar la invitación, Robert Downey, entro a la oficina del presidente. Se le veía relajado, en comparación al que revolvía el papeleo. Johnny alzó la vista, y apenas lo vio, continúo con su trabajo.
— Siéntate — Invitó. Robert miró las sillas, y eligió la primera que vio. Esperando a que Johnny terminase de hacer lo que hacía, Robert comenzó a juguetear con sus pulgares. Viendo para los cuadros, que se erigían en las paredes. No era la primera vez que estaba allí, pero siempre le habían llamado la atención aquellas pinturas. Johnny firmó dos documentos más, para después dejar la pluma a un lado, juntar sus manos y mirar a Robert.
— Te agradezco, hayas venido — Comienza Johnny. Robert sonríe y le mira atento.
— No es nada. ¿Para que soy bueno? — Preguntó. Johnny sonrío y busco entre sus papeleos, los datos de una chica de nuevo ingreso. Después se los paso a Robert. El cual tomo los papeles y los miro detenidamente, casi al instante reconoció a aquella chica.
— Ella es nueva…
— Si. Esta en mi clase — Responde sin despegar la vista de la hoja — ¿Qué pasa con ella? — Preguntó devolviéndole la hoja, con sumo cuidado. Johnny suspiro.
— Pues ella am… ¿Recuerdas que me pediste su expediente? — Preguntó dudoso. Robert hizo memoria y al instante asintió.
— Si, y recuerdo que me dijiste que no me lo podías dar. Sabiendo que lo…
— Que lo necesitabas — Completó Johnny. Robert asintió de nuevo —.Tu y yo somos actores profesionales, ¿Qué tan importante es un expediente?
— Pues… — Robert titubeo y sonrío —.Es importante porque en él viene las destrezas y debilidades de un aspirante a actor…— Respondió natural. Johnny asintió, y resoplo.
— El problema, es que… Ella no tiene expediente — Dijo Johnny. Robert iba a hablar, pero Johnny le gano la palabra — .Porque nunca ha ido a una escuela preparatoria — Termino de decir. Robert lo miro, absorto.
— Entonces… ¿Cómo esta aquí? — Preguntó confundido. Johnny sintió el rubor en sus mejillas, pero aun así con un supremo esfuerzo, se calmo.
— Eso no importa, no mucho — Contesto ronco — El caso es que, necesito que alguien me haga un expediente, quizás no sea necesario pero sí Alan vuelve y ve que hay algo fuera de norma me tiran por la borda.... Y como me imagino que tú ya has puesto algún ejercicio de rutina, o trabajado con ella, pensé que me puedes dar alguna referencia — Pidió intentando sonreír. Robert lo miro, atónito. Sin saber que decir.
— Bueno si, pero, es necesario un sello de alguna institución para aprobar el expediente ¿No? — Preguntó.
— Si, yo me encargo de eso. Ahora, solo dime ¿Qué tal es? — Dijo con cierta impaciencia. Robert se quedo mirando un cuadro, y sonrío al recordar lo buena que era actuando.
— ¿Sabes? Me sorprende un poco me digas que no viene de ninguna escuela de preparación — Murmuró pensativo. Johnny entrecerró los ojos.
— ¿Por qué lo dices?
— Actúa bien. Muy bien. Claro, como todo principiante es dudosa y temerosa, falta afinar algunos detalles. Pero por lo general, es perfecta para este trabajo — Opinó Robert. Johnny sonrío satisfecho. Aquello significaba que no haría ninguna falta entrometerse con algún jurado, pues la opinión de alguien como él valía más que el mejor jurado del mundo.
— Perfecto —Responde Johnny pensativo— Me imagino, que puedes darme una descripción detallada. ¿No? — Dice tomando de nuevo su elegante pluma, y una hoja en blanco.
— ¿A que te refieres? — Preguntó Robert confundido.
— Me refiero, a que quiero que dejes de ser, profesor por un segundo. Y saques al crítico, director de cine que llevas dentro y me digas todo lo que viste hoy: Defectos, cualidades, hobbies, etc. — Le dice Johnny, sacando la punta a su pluma.
— Solo es un día — Replica con calma Robert — En un día no puedo decir mucho.
— Pero, puedes decir algo. Así que comienza, que soy todo oídos — Ordenó un Johnny sonriente. Robert suspiro, y fijo sus ojos café claro en todos y cada uno de los cuadros. Johnny lo miraba con curiosidad. Hasta que los ojos miel de Robert toparon con los avellana de Depp. Johnny pudo notar un destello oscuro, mientras una sonrisa asomaba al rostro de Robert.
— Bueno, lo primero que pude notar es firmeza. Es una chica con carácter decidido — Miró al cuadro que tanto le fascinaba; El que se encontraba arriba de la silla de Johnny. Y mirándolo, sintió brotar las ideas — Es humilde, muy humilde. También es lista, graciosa y simpática, educada, tiene finos modales —Johnny, anotaba con rapidez — Tiene voz suave, si algún maestro de música le trabajase la voz, seria una estupenda para musicales. Claro, necesita un maestro que le infunda teoría de arte dramático — Robert suspiró. Y paseo la mirada por los cuadros — Y tiene algo que se necesita en esta industria, aunque no tanto; Es atractiva, muy bella, como lo describiría el mismísimo Beethoven, la nota perfecta. Y para el poeta, sería el bello atardecer, ese que lo inspira — Johnny se detuvo frenéticamente al escuchar hablar así a su compañero. Y se le quedó mirando. Observó que este sonreía complacido, miraba atento la pintura que yacía detrás de él con aire soñador. Sin saber el porque, aquello le había molestado. Después miró lo que había escrito.
— Y creo que es muy sensible — Añadió Robert recordando algo — Por ejemplo, después del receso, entró con los ojos llorosos. Bueno, casi llorando. Sea lo que sea que la hizo enojar, no debió de ser algo tan malo, ¿Qué puede suceder aquí? — Dijo viendo a su compañero a los ojos. Johnny se quedó un poco pasmado. Él sabía el porque. Pero se contuvo a no decirlo.
— Creo que con eso tengo, Robert — Le respondió Johnny — Muchas gracias. Te puedes retirar — Le pidió paciente. Robert lo miro y asintió.
— Está bien. Me retiro — Dijo poniéndose en pie — Que tengas suerte, Johnny — Sonrió y se alejó de allí sin mas. Johnny le devolvió la sonrisa y se quedo leyendo, una y otra vez, lo que le habían dicho de ella. ¡Lo sabía! Él sabía que impresionaría aun así al más grande actor que existiera. No, no admitía que Robert fuese un GRAN, GRAN actor Si no que, ella era buena, y así como lo había impresionado a él, impresionaría a cualquiera. Sólo quedaba mandar la descripción a cualquier escuela (de las buenas, la mejor) Y que le hicieran un expediente.
Suspiró. Era hora de irse también. Tomó sus cosas, las llaves de su coche, apagó las luces y salió de allí, cansado y pensativo. Cruzó con lentitud los pasillos de la desierta escuela, y subió con pesadez a su coche. Se sentó en las finas pieles que forraban los asientos del auto, y antes de ponerse a conducir, observó con detenimiento el paisaje: El cielo gris, como siempre ha estado en Londres. Lo único anormal era el frio. Claro en Inglaterra todo el año hacía frio. Pero este era distinto, era el frio que anunciaba el mes de diciembre. El mes navideño. Donde las familias se reúnen, y comparten experiencias a la par que disfrutan de su pequeño festín. Donde los niños eran los más emocionados, y los padres sonreían al ver la felicidad de sus hijos.
Negó para si, con la cabeza. Encendió el coche y se puso en marcha hacía la casa de su hermana. No quería detenerse, el conducir distraía sus pensamientos. Pero para su mala suerte, un semáforo se atravesó en su camino. El peso de la soledad lo abrumaba, y es que diciembre pasó a ser uno de sus meses menos favoritos, por el simple hecho de no tener con quien celebrarlo; Claro, tenia a sus hermanos, y sobrina. Amber no estaría con él, ya qué hacía más de dos meses que se habían separado. Sus hijos estarían en Los Ángeles con ella, porque no querían verlo y eso le dolía y mucho. Entonces sin saber porque recordó lo que había dicho Robert; ''Entró casi llorando, pero ¿Qué puede suceder aquí?'' En su mente, brotaba el germen de una descabellada idea. '' ¿Y sí le importo?'' Se preguntaba a sí mismo. Se quedó pensando, quizás él era para Scar, un padre, un amigo… Alguien importante, y él estaba feliz de que le viera como a su padre, y en el fondo se sentía mal por que hubiese llorado. “Bien John, por lo menos eres importante para alguien” Suspiró, y se alegró de ver que la luz había cambiado. Y arrancó a toda velocidad a casa de su hermana. Por eso a él le fascinaba trabajar, pues entre mas ocupado, mejor.
Llegó por fin a la opulenta mansión de su hermana. Tenía gustos muy excéntricos, casi como los de él. Bajó de su coche, y entró algo atrofiado.
— ¡Johnny! Mí vida, al fin llegaste —dijo Debbie mientras bajaba los escalones— ¡Me tenías con pendiente! —se acercó y lo abrazó, un abrazó que Johnny respondió con gusto.
—Deb, sabes que trabajó arduamente en el teatro…—respondió Johnny dándole un beso en la mejilla y separándose de ella. Debbie lo miró y sonrió falsamente.
—Sí… —dijo ella y se alejó de él rumbo a la sala. Johnny conocía ese, sabía que su hermana se encontraba molesta con él por algo que no recordaba. Así que la siguió a la sala.
— ¿Ahora que hice, Deb? —preguntó mientras miraba fijamente a su hermana. Ella lo miró atento, y se encogió de hombros.
—Deberías de saberlo, John—Lo llamó por su nombre bien, eso era aún más mala señal. Johnny se sentó y la miró como si regañaran a un niño pequeño.
— No, no lo sé. Por eso te pregunto…—el rostro de ella se quedo inflexible— ¿No me vas a decir?
—Sí… Sobretodo, para que tomes medidas en el asunto —Johnny alzó ambas cejas, confundido.
—Tú dirás…
— Hay veces en las que no te entiendo, simplemente no te entiendo, John. Es muy admisible, que le des el derecho de estudiar a tú sobrina, pues es una chica con estudios, preparación, buen apellido una gran candidata y amiga de la Noble Casa Windsor… Pero ¿A una sirvienta?
— ¡Ay, no de nuevo! —exclamó Johnny sabiendo por donde iba todo el asunto y poniéndose en pie.
—John Christopher Depp Segundo ¡Siéntate! —Le ordenó. Johnny la miró con una sonrisa de lado.
— ¿O sino qué? —Retó con sólo ese aire rebelde que hacía resaltar sus facciones y darle un aire de juventud y picardía.
—O sino le diré a Tim qué estás castigado y no podrás seguir filmando Alicia a través del espejo…—Respondió cruzándose de brazos y alzando una ceja. Johnny abrió una boca.
— Tú…No… No…Puedes… ¡Te lo prohíbo! —le apuntó con un dedo acusador.
— ¿Qué no puedo? —y sacó su celular y comenzó a Marcar algunos números ante la incredulidad de Johnny. — ¿Aló? ¿Sí? ¿Tim eres tú?
— ¡No lo hagas! —gritó Johnny acercándose a ella. —Cuelga ese teléfono.
—Sí, Tim, ¿No escuchas como me grita? Así que no podrá filmar Alicia… No… Lo siento…—Y Johnny desesperado tomó el celular y se lo puso en la oreja.
— Aló, aló ¿Timmy? No le hagas caso, está chiflada. Apenas termine mi estadía en Londres me iré contigo para Los Ángeles… Sí, no… No, no estoy castigado. Ok, bye —y colgó ante la mirada furibunda de su hermana.
—Muy bien, ahora siéntate Johnny y escúchame —Sí a Depp no le gustaba algo es que le dieran ordenes.
—Te escucho perfectamente de pie —respondió algo frío.
—Iré al grano… Scarlet agredió a Megan, y es mi sobrina también… Me importa más Megan.
— ¿No te contó que intervine a favor de ella? —replicó molesto.
—Sí, y te lo agradece. Pero Johnny, ¿No es mejor evitarnos esto y sacar a la gente esa de ahí? Tú prestigio, el del RADA corren riesgo, Johnny —Él rodó los ojos ante tal discurso. Debbie se puso de pie—Sólo piénsalo…
—Yo no tengo nada que pensar —respondió tajante—Me voy a mi habitación, se me quitó el hambre —dicho esto salió del salón y se dirigió a la amplia escalinata de mármol, molesto. Sí a alguien había que sacar era a la mediocre de su sobrina. No era por ofenderla, pero aunque sabía mucho de actuación, él recuerda las cantidades de personas que tuvo que saludar para que ella saliera con honores de su preparación. Por eso él no decía nada, tarde o temprano la farsa caería.
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