Capítulo dieciocho: ¿Golpe de suerte?

 —Blackwood… ¡Despierta! Han venido por ti… ¡Arriba! —Gritó un oficial que había entrado a aquel infierno en miniatura. Lo escuché perfectamente, pues no estaba dormida, me había despertado por lo menos desde hacía dos horas, el sol aún no había salido pero no podía conciliar de nuevo el sueño en aquél lugar tan inmundo. Me levanté y salí por la puerta enrejada sin ver al oficial, hacía la comisaría de nuevo, sin embargo me preguntaba ¿Quién se había apiadado de mí para sacarme de aquél lugar? Y aunque ya me lo esperaba, no dejó de ser sorprendente el ver al señor Johnny Depp afuera sentado, esperando, despeinado y en lo que parecía un pijama (Una playera blanca sin cuello y pantalones holgados azules) ¿No tenía frío?

—Señorita Blackwood —Dijo el comisario sentado tras de su escritorio, logrando que mi vista se desviara hacía él— El señor John Christopher Depp ha pagado su fianza, de forma que queda libre, sin embargo si vuelve a cometer el delito de robo será remitida a un tribunal para después dictársele sentencia. ¿Ha comprendido?

—Si señor.

—Puede irse, esperamos no volver a verla por aquí —Volví a asentir. De hecho yo también esperaba no volver a pisar nunca más aquél lugar, era horrible.

Di media vuelta y caminé hacía donde estaba él. Era primero de Enero y no se veía para nada ebrio ó cansado, al contrario se veía muy despierto y despreocupado. Al llegar junto a él se puso de pie y me miró fijamente.

—Scarlett… —Susurró al verme. Yo sólo logré devolverle la mirada— ¿Estás bien? —Preguntó. ¿Cómo explicarle que jamás me habían detenido y  que había pasado la noche más angustiosa de mí vida?

—Vámonos, por favor —Me limité a decir. No dijo nada y asintió caminando hacía la salida de aquél lugar. Las ganas de llorar me invadieron de nuevo, pero tragando en seco logré deshacer el nudo que se había formado en mi garganta. Salí a la calle y la luz me cegó por completo debido a la oscuridad de mi encierro, se veía que era muy de mañana todavía  Entramos en su coche y el silencio puso aún más tensión al asunto… No sabía que decirle, pero ¿Tenía que decirle algo?

— ¿Cómo supo que estaba aquí? —Me aventuré a preguntar. En un suspiro sacó de la guantera del coche un periódico. Miré fijamente el ejemplar y con leer la primera plana me bastó para comprender, rezaba así:

“Chica inglesa roba a productor de cine”     

—Cuando leí tu nombre, no pude creer que eras tú —Dijo en un murmullo muy quedo y con una terrible voz sentimental que causó más que estragos en mí. Voltee mi rostro para ver el suyo fijamente y hasta ese momento que no llevaba puestas las gafas pude ver en sus ojos la más horrible decepción. Oh, no…

— ¿Usted cree que de verdad le robé al tipo ese? —Pregunté en tono defensivo. Todavía intentan violarme y la única persona en la que confía duda de mí. Perfecto.

—Los policías no arrestan personas sólo porque sí —replicó con la más grande de las calmas, pero por dentro mi corazón se volvía añicos. Una sonrisa se compuso en mi rostro, era mejor sonreír para no llorar.

— ¡Él intentó violarme! —Me defendí sintiendo las lágrimas en mis ojos— Tuve que patearlo para salir de ahí, y cuando casi lo hacía me detuvieron… ¡Yo jamás robaría! Prefiero morir de hambre a hacer algo incorrecto, y lo sabe…—Y me detuve porque sentí que mi voz se quebraría. Él se quedó en silencio, indeciso. Pero yo no podía quedarme a ver como seguía defendiendo al maníaco que intentó violarme.

—Scar…

— ¿Sabe qué? Le agradezco mucho su ayuda, pero sí, lo comprendo…Es difícil creerle a una desconocida que a un amigo que quizá tenga mucho más tiempo junto a usted. Así que mejor le evito la pena de ponerlo en ésta situación y me voy. Un gusto señor Depp —Dije, sintiendo la furia latiendo en mí interior y sin esperar respuesta me bajé de su auto y sin ver atrás comencé a caminar por la acera. ¿A dónde? Ni idea, pero cualquier cosa era mejor a quedarme ahí y ver como él dudaba de mí, como lo había hecho aquella vez cuando Megan me había incitado a pelearme con ella.

Él dudaba a pesar de haberle demostrado siempre quien soy yo, obvio que dolía.

— ¡Scarlett! —Escuché que gritó. Quería detenerme y girarme a verlo, pero no, lamentablemente mí orgullo era bastante aquella vez, y en vez de caminar comencé a correr  con el frío quemando mi rostro y mi estómago gruñendo.

—Scarlett, por favor —Dijo tomándome del hombro. Me había alcanzado. Yo me detuve pero no me giré a verlo, no quería ver sus ojos avellana y rendirme ante cualquiera que sea su excusa— Te creo, yo jamás he dudado de ti. Yo confío en ti —murmuró con voz áspera. Mordí mi labio observando el concreto de la banqueta— Y no te estaba poniendo en tela de juicio, sólo pensaba en… En qué debí acompañarte a la entrevista… Ahora no te vayas, no conoces la ciudad, podrías perderte y no quiero perderte de esa forma tan absurda. —Terminó diciendo. Mi corazón aceleró sus latidos por una razón que me era desconocida, pero que sabía que era. Me giré a verlo y sí como lo había pensado, sus ojos me miraban fijamente, y ésta vez implorando. Jamás había conocido unos ojos más expresivos.

—Sólo quiero irme a casa. Mí pobre vida como la tenía antes —Confesé y un suspiro escapó de mi boca— Yo no tengo ningún motivo para quedarme aquí. 

— ¡Claro que lo tienes! Algo que es mucho mejor que tú vida de antes

— ¿Qué? —Pregunté curiosa. No había nada, ni un pequeño motivo por el cual quedarme ahí.

—Tú —Respondió en un murmuro— Tú eres tu propio motivo. Debes resistir, debes luchar, no por mí, ni por nadie, por ti…

—Pero desde que llegué aquí no he hecho nada más que caer, y caer…

— ¿Y tú sabes por qué caemos? —Preguntó con una ceja alzada y esbozando una media sonrisa. Me encogí de hombros, cansada.

—No.

—Para aprender a levantarnos —Lo miré fijamente. Quizás tenía razón, pero aquello era demasiado. Una vida bastante traumante para tener veintidós años. —Anda, volvamos al coche y vayamos a desayunar, ¿No tienes hambre?  —Preguntó volviendo a su habitual rostro frío. Suspiré resignada, de todas formas no podía volver a Londres sin algo de dinero, estaba enteramente en manos de él.

—Algún día le pagaré todo esto, lo prometo —Dije mientras su auto avanzaba por las algo solitarias calles de Los Ángeles. Claro, en año nuevo ¿Qué alma salía después de las fiestas? Yo sabía lo que era una fiesta de año nuevo gracias al trabajo con mi ex-jefa qué hacía las más locas, elegantes y divertidas de todo Inglaterra.

Y a mí me tocaba recoger los pedazos.

—No me debes nada. —replicó tranquilo sin despegar la vista del camino. Sonreí, era lindo cuando se lo proponía. De pronto, su celular comenzó a sonar, él sin problema lo tomó y contestó.

— ¿Hola? —Preguntó. Yo miré hacía otro lado, no me gustaba que supiera que escuchaba sus cosas privadas. — Sí, dame un segundo… Scarlett, es para ti —Yo alcé ambas cejas y me giré a verlo. ¿Para mí? Tomé el teléfono que se extendía a mí y sorprendida me lo coloqué en el oído.

— Hola —Saludé tímida.

— ¡Scar! —Saludó efusivamente mí interlocutor. Sonreí haciendo un ligero puchero sin reconocer su voz— Soy yo, Robert —Se apresuró a aclarar. Sonreí más ampliamente.

—Si, ya lo sabía —Mentí. Una risa lejana se oyó al otro lado y sonreí aún más. Él era muy divertido.

— ¡Feliz año!

— ¡Feliz año, Robert! —Respondí con la misma felicidad. Él tosió un poco.

—Bueno, me gustaría preguntarte como estás pero estoy hablando al celular del gran Johnny Depp y seguro ahora le han de estar hablando miles de productores con miles de propuestas de trabajo —Decía en tono sarcástico que me pareció muy divertido— Como sea, ¿Estás ocupada el viernes? Podría pasar por ti, e ir a cenar… Ya sabes como viejos amigos, y así no malgastar el tiempo del buen Johnny —Me quedé helada. ¿Ir a cenar? ¿Con él? Woah… Dudé unos segundos, no sabía si estaría ocupada el viernes— Si no quieres no, eh —Bromeó. Negué ligeramente con la cabeza.

—Claro que quiero, está perfecto —Y le di la dirección donde me quedaba.

—Bien a las seis paso por ti, feliz año de nuevo y pórtate bien. Bye.

—Bye —Y colgué. Le pasé el teléfono al señor Depp que me miraba de reojo.

— ¿Y bien? —Preguntó tomando su celular. Me encogí de hombros ¿Qué quería que le dijera?

—Me deseó feliz año, y… También me invitó a cenar —Respondí. Él asintió sin despegar la mirada del camino.

—Sólo espero que no sea mañana… —Dijo por fin, después de un momento de silencio. ¿Mañana? ¿Qué había mañana? Me desconcerté un segundo. —Tendrás otra entrevista de trabajo —Aclaró al ver que no respondía. ¿Otra entrevista? No, no quería más atropellos, más atentados contra mí persona.— No te preocupes, salgo de viaje el viernes igual así que podré acompañarte… Tranquila, todo saldrá bien —Susurró en tono más bajo. Y aún intranquila, no tenía opción, debía ir.

Sólo esperaba tener suerte ésta vez.

Jueves por la mañana y aún sigo dudosa de sí ir o no a la entrevista. ¿Soportaría romperme una vez más en mil pedazos? No lo sabía, y no lo quería descubrir, pero sí llegaba a fallar ¿Qué mejor que hacerlo frente al señor Depp? Así él mismo comprobaría qué de verdad no estaba hecha para el estrellato, para la fama, para ser alguien. Aunque yo soñaba con ser alguien.

Se escuchan tres toquidos en la desvencijada puerta y sé que es el destino que me llama, que me invita a una derrota más. Me levanto sintiendo la ropa holgada, había bajado de peso bastante. Y abro la puerta que chirría y con una sonrisa forzada me topo una vez más con esos ojos chocolate sin vidrio de por medio. Me encantaban, eran más lindos que los azules o verdes, inclusive grises.

— ¿Lista? —Preguntó con voz aterciopelada, suave, no áspera como otros días. Quizás intentaba ser  amable para adormilar el dolor que más tarde recaería en mí. Asentí aún sonriendo. —Vamos, la puntualidad es importante —Añadió. Asentí de nuevo y cerrando la puerta tras de mí comencé a seguir al actor por la enorme escalera de metal sucia y oscura que nos separaba de la entrada principal.

 Salí a la calle y una ventisca de aire golpeó mi rostro, pero no era algo frío, era algo dulce, algo suave. Mí cuerpo se relajó y subí al coche donde el señor Depp yacía dentro. Me senté y observé mi regazo en lo que él encendía la marcha. Hoy se veía muy elegante, aunque él siempre lo era. En pijama, en traje, en una simple camiseta, él tenía estilo. Cosa que me faltaba a mí. Él tenía gracia, y yo era torpe. Él era amable, frío, pero amable. Y yo era una tonta, de verdad.

—Te irá bien, lo verás —Soltó de repente con ronca voz. Alcé mí rostro para ver el de él que veía atento el camino. Sonreí afable, me gustaría tener su positivismo en estos momentos. Quizás por eso le iba tan bien en la vida.

El trayecto de treinta minutos y algunos más fue el más largo de mí vida. Claro, me sentía cual judío a punto de ser llevado a un campo de concentración. Bueno, quizá exageraba, pero mis manos temblaban. Tenía miedo.

— ¿A usted nunca le dio miedo fracasar? —Pregunté al señor Depp que aparcaba en el estacionamiento de los elegantes estudios. Un suspiro salió de su boca, y cuando se apagó el motor se giró a verme.

—Alguien dijo una vez…Qué sí no le temías a tus sueños, es porque no eran lo suficientemente grandes. —Respondió. Woah… Era también sabio, mucho o eso me parecía. Siempre sabía que decir y cuando hacerlo. Esbocé una sonrisa de lado que él respondió sin dudar. —Vamos, señorita Blackwood —Salió del coche y yo también. No me gustaba que me abriera la puerta. Quizás la más bonita actriz lo merecía, pero yo no, sólo era una simple sirvienta.

Lo seguí tímidamente a la entrada, esa era otra cosa de él: Caminaba imponente, erguido, como sí fuera el rey de aquél lugar y todo aquello que pisaba. Era seguro, confiaba en él mismo y los demás lo respetaban abriendo paso para él o saludándolo con todo el respeto que le era posible. Me imaginaba el contraste que hacíamos, el rey del mundo y detrás de él su fiel lacaya, no una estrella.

 La oficina del productor estaba en la primera planta esta vez, así que no tuvimos  que tomar un ascensor. El señor Depp tocó a una puerta de color ocre y al instante una voz le dijo “pase” Entramos, y vi a un hombre de edad media, cabello platinado y ojos de color azul. Ambos se saludaron de mano y el señor Depp me presentó. “Robert Hawkins” Era el nombre de aquél tipo de mirada fría y labios insípidos, a primera vista parece alguien de mala vista, pero su voz y charla eran frescas.

—Bien, señorita Blackwood… Sé de antemano que carece de experiencia ante las cámaras y los escenarios —Dijo, viéndome fijamente. Me sentía un poco intimidada y agradecía al señor Depp estar ahí o sino me haría bolita en el sillón— Me temo que no puedo darle un puesto pues los extras están cubiertos, y los actores igual… Pero… Sí lo que busca es empleo, tenemos una vacante que le podrá venir bien y así conoce un poco del medio… —Mi boca se secó de la emoción. ¿Empleo? ¿Será que por fin…?

— ¿Qué clase de empleo? —Preguntó el señor Depp con voz ronca, autoritaria. Temblad ante el señor Depp. El señor Hawkins se encogió ligeramente de hombros.

—El actor Liam Heather necesita una asistente personal… —El señor Depp frunció el ceño, parecía molesto pero yo sonreí ampliamente. Eso era algo que sonaba sencillo— Mira Johnny, no obtendrás nada más de cualquier otro lado… Es muy linda pero necesita comenzar de algo, ¿No crees? —El señor Depp torció la boca, parecía librar una lucha interna— Primero se gatea, después se camina para al final correr…

—Sí ella quiere… —Terminó murmurando. El señor Hawkins dirigió su mirada hacía mí.

— ¿Aceptas? —Interrogó con una ceja alzada. Miré al señor Depp de reojo, no se veía muy contento. Pero no obtendría nada más, además no me gustaba vivir a costa de él, asentí.

—Por supuesto… ¿Cuándo empiezo? —Pregunté con voz educada, amable, intentando ocultar  la emoción que me abordaba en aquellos momentos.

—Mañana mismo. Ven aquí a las siete y te presentaré con él. —Volví a asentir. El señor Depp se puso de pie y yo lo miré para después imitarlo, creo que estaba enojado pero no sabía muy bien el porque. Le tendió su mano al productor.

—Gracias, Robert —Pronunció secamente. Me puse de pie y extendí mí mano igual.

—Hasta mañana, señorita Blackwood. Y bienvenida.

—Muchas gracias —Respondí y salí detrás de un ¿furibundo? Johnny Depp. Caminamos por los pasillos en silencio hasta el coche de nuevo, no entendía su comportamiento. Yo sólo quería empleo no importaba de qué.

El trayecto a casa fue perseguido por un atronador silencio. Me sentía confundida, tonta, o simplemente no me sentía yo misma. Quise hablar pero sólo lo logré cuando llegamos a casa, antes de bajar del coche. Él se iba unos días.

—Qué tenga un buen viaje, señor —Musité sin mirarlo. Un suspiro salió de sus labios.

—Qué tengas un buen primer día de trabajo, Scarlett ─Respondió en el mismo tono. Me atreví a verlo y vi sonrisa en sus ojos. Era raro, pero también muy lindo. Sonreí de lado.

—Gracias por todo, señor —Dije y antes de bajarme me dejé llevar por el impulso, y no queriendo le planté un beso en su mejilla. Rápido, veloz como un relámpago y bajé apenada de su coche, corrí a adentro, no quería enfrentarlo, mi tímidez era mucha.

Aunque más qué timidez, estaba segura de que era aquel sentimiento que me asaltaba cada que lo veía.

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