Capítulo cinco: Un caballero.

Mire su silueta alejarse. Él no era como los demás, él era una persona muy amable y con buenos sentimientos, no era excéntrico ni nada por el estilo.  Él era, lo que ya no existía, un caballero. Aun pensativa, tomé su saco; tenía impregnado un dulce olor, un dulce aroma, que no se comparaba a mi triste perfume de Jazmín. El calor que emanaba de aquel saco, era tibio, y ningún frío podía atravesarlo, o por lo menos es lo que yo pensaba. Miraba a la calle, en estos momentos ya estaría acercándome a casa. Y como de costumbre, llegaría y me acostaría sin cenar, pues mis hermanitos, unos monstruos adolescentes, no dejaban nada vivo para comer.

— ¿Lista? —Dijo la profunda voz de aquel caballero, la cual me hizo sobresaltar.

— Si, pero... ¿Para que? —Pregunté confundida.

— Pues para ir a casa, te llevaré  —Respondió. Después abrió la verja de la enorme mansión, y me cedió el paso, como los caballeros.

—Gracias —Murmuré. Un murmuro apenas audible. Él solo sonreía.

Una vez en la calle, él se me adelanto al camino, para mostrarme donde se encontraba su auto. Siempre había pensado que un millonario como Johnny Depp tendría un Ferrari o Lamborguini, pero me equivoqué al ver que su auto era simple, claro, nuevo, pero muy simple.

Iba a abrir la puerta del lado del copiloto, pero el señor Depp detuvo con delicadeza mi muñeca, y la abrió él. Me sentía como una verdadera princesa, de esas de los cuentos de hadas. Después observé como caminaba hacia el lado del conductor, abría la puerta y se sentaba, aun no entendía porque me iba a dejar a casa. Puso en marcha el coche, y arrancó una vez me hube subido.

— Señor —Dije, cuando íbamos algo así como a mitad de camino.

— ¿Si? 

— ¿Por qué hace esto? —Pregunté.

— ¿Qué? ¿Conducir? Pues para que el auto se mueva —Respondió, sin dejo de sarcasmo, yo sonreí ante su respuesta.

— Si lo sé, pero ¿Por qué me lleva a casa?

—Porque es peligroso que una chica de tu edad, ande a estas horas por la noche —Contestó. Sus ojos se movían por los espejos

—Si pero, no sé... Es... Un poco extraño.

— ¿Extraño? ¿En que sentido? —Pregunto, quizás lo estaba desconcertando. Pero tenía inquietudes.

—P-Pues, soy una simple sirvienta, en casa de su hermana. Nunca pensé que algún día alguien como usted...

— ¿Alguien como yo? —Dijo, esta vez viéndome y alzando una oreja. Se me hizo curioso que pudiera moverlas.

—Si, ya sabe —Contesté— Un actor, millonario, un caballero a la perfección... —Me detuve al escuchar mis palabras, claro, seguro nada que no haya escuchado antes. Pero me dio pena, y decidí callar mejor.

— ¿Sabes? Estoy en verdad agradecido de lo que dices, y te puedo asegurar que esa belleza enorme, que tienes por dentro, la tienes por fuera —Musitó. Yo me sonrojé de nuevo ¡Cielos! Si dieran un premio a las mejillas más rojas, seguro ganaba.

—Gracias, es un caballero —dije, el rio abiertamente.

—Oh no, no puedo ser un caballero. Sólo aplico la educación obtenida. Me enseñaron que a una dama se le trata con respeto, no importa su condición. Una dama es una dama. Ya llegamos —anunció algo cohibido— ¿Cuál es tu casa? —Preguntó. Yo señalé una pequeña casita; de colores neutros, debido a la oscuridad. El avanzó con el coche hasta llegar al lugar señalado.

Al detenerse se bajó y abrió mi portezuela, con cortesía y educación. Yo jamás me hubiera imaginado que aun existieran hombres de tal tipo. Bajé de su coche, y caminé hasta la puerta de mi casa.

—Mañana tendré preparado tu cupo en tu nueva escuela —Comentó, mientras llegaba yo a la puerta. Asentí ligeramente.

—Hasta mañana —Me despedí.

—Buenas noches —Se despidió. Busqué entre mi bolso, mis llaves y abrí la puerta. Él seguía afuera del coche, justo en su lugar, y no se fue hasta que yo entré en mi hogar.

Sin duda alguna, aquel era un hombre, un hombre de verdad. Un caballero. Sonreí con somnolencia, así que me retire rápidamente a mi habitación donde me recosté, con mis pensamientos hacia él.



--

— ¡No! ¡Mamá! ¡Papá! ¿Por qué no se mueven? ¡Quiero ir a casa! —Y ahí estaban mis padres. Tirados en el piso, con un charco rojo a su alrededor. No entiendo nada, ¿No íbamos a volver a casa a darle de comer a Richard? Acabamos de salir del centro comercial, y ahora, estaban ahí, tirados en el piso... Sabia lo que acababa de ocurrir, pero mi mente no lo entiende. No alcanza a comprender que he perdido lo más valioso en cuestión de segundos. Y ahora, volteo a todos lados, seguro vendría por mí... Tenía que venir por mí, no podía dejar esto inconcluso. Ahora un pitido pequeño emergía de sus cuerpos inertes. Va incrementándose, hasta ser insoportable...

El despertador. Me encontraba sudada, y jadeante. El sueño había parecido tan real... Miré hacia el despertador, eran las 7:10 am. Había despertado a buena hora, sorprendida, pues esa pesadilla me acosaba noche y día. ¿No debería estar, ya acostumbrada? Quizás, esta vez, fue tan real, que pensé que era un sueño... Y aun era una nenita de doce años sin saber que hacer.

Me levanté y al hacerlo distinguí en seguida sobre mi cama, un saco, cálido y suave. De él. Así que no era un sueño. Decidida, me metí con rapidez a la ducha, aun aturdida. Noté el temblor de mis manos al desvestirme, pero le di poca importancia y entré a la regadera. No era muy revitalizante bañarse con agua casi tibia en el invierno más feroz, pero era de lo único que disponía para encontrar un consuelo, un frío y vacío consuelo. Las gotas caían en silencio, a la vez que mis memorias volvían en orden con lentitud. Eso es, debía de soportar en silencio. Y no molestar a nadie.

Después de vestirme, bajé a la cocina. Para mi sorpresa, ahí estaban ya mis dos hermanos. Y más aun, desayunando cereal. Lo extraño es que siempre querían que les cocinara, que les diera algo caliente. Ahora comían cereal y leche, callados.

— Buenos días —Saludé, entrando despacio.

—Hola Scar —respondió Richard, sonriente. Peter se limitó a hacer un simple gesto con la cabeza, que a decir verdad, decía mucho.

— ¿Por qué no me esperaron? —Pregunte. Peter se encogió de hombros.

— ¿Para que? Estas ocupada, y es preferible no serte una —Responde. Era extraño aquello, muy, muy extraño. De hecho, esa era la primera vez que escuchaba hablar a Louis desde hace semanas.

— Vaya... —Dije sin saber que decir. Decidí tomar mi plato y sentarme a desayunar junto a ellos. El cereal era casi insípido. Pero no protestaban, no se quejaban. Lo veía sin decidirme a probarlo, pues mis pensamientos estaban más allá. Recordando cierto caballero.

— Scar...—Estaban tan entretenida en mis pensamientos. No note cuando el pequeño Richard me llamaba.

— ¿Eh? —Dije pensativa.

— Te preguntaba, que ¿De quien era el coche de quien te trajo hasta aquí, anoche?

— Ah, eh... —Sentía mis mejillas colorarse, quizás se hubiera logrado, si no era por el frio que hacia. — Un amigo, Richie —Me limite a decir.

— ¿Un amigo? ¿Danny? —Preguntó curioso.

— Em, no, otro...

— ¿Eh? —Dijo atontado. Yo sonreí. Peter se limitaba a mirarnos.

— Un amigo, bueno... Mi jefe, por así decirlo —Conteste— Hacia mucho frio anoche. Se ofreció a traerme a casa, pues anoche casi nevaba, además era muy peligroso —Me apresure a aclarar ante la mirada inquisitiva de Peter.

— ¿Tu jefe, eh? ¿Y porque te trajo a ti? ¿Qué no eres solo la sirvienta? —Decía Peter con desdén. Sus palabras caían en mí como un chorro de agua fría. Me sentí mal, ante su insinuación.

— ¿Qué tratas de decir? —Pregunte sin rodeos. Dejo la cuchara de un lado, y me miro fijamente con aquellos penetrantes ojos verdes, que heredaron el y Richard. Yo con fuerza le sostuve la mirada.

—Es fácil ¿No? Desde siempre trabajas con ellos, ¿Cómo es posible que de un día a otro te traten como princesa? Traerte en coche, es un... ¿Capricho? —Contesto, también sin rodeos.

—Mira, Peter. No es nada de lo que tú estas pensando, además... Trabajo para los tres —Dije un poco molesta— Traigo comida, y sustento a esta casa desde siempre, creo que merezco un trato mejor, al que me estas dando. Es fácil ¿No? —Repetí con su mismo tono desdeñoso. En su mirada, pude notar molestia, rabia quizá. Se levanto con fiereza de la mesa, tomo sus cosas y se fue, sin decir nada. Richard solo observaba.

— Termina de desayunar, Richie —Le ordene amable. El solo asintió, le alborote el rubio cabello, de mi padre. Y a la par también comencé a desayunar.

P.O.V. Narrador.

Vamos a los sucesos que acometían a la vez en el comedor, de la mansión Depp...

— ¡No, Johnny! Haces mal. Solo es una sirvienta, ¿Qué puedes hacer por ella? —Discutía Debbie con Johnny. Con aquello, era la decima vez en una mañana que torcía los ojos. Debía ser un nuevo record. El solo suspiro y se limito a contestar:

— Aun no entiendo, porque te opones. Es igual que tu, solo que con menos oportunidades.

— ¡Es el colmo Johnny! ¿Tus personajes te han maltratado la mente? —Johnny asintió— ¿Cómo nos comparas? Yo tengo estudios, educación... ¡refinamiento! —Decía enfadada.

—Mira, si tu tienes todo eso, en parte es gracias a mi —Debbie se ruborizo un poco— Claro, no menosprecio el trabajo que les costo a ti y a mi cuñado para hacerse de su pequeña fortuna —Aclara para no verse mal educado— Pero aun así. Tu tenias ingresos, fuentes para hacerte de tu ''educación'' —Dijo esto ultimo haciendo comillas en el aire.

—Está bien, quizás tengas razón. Pero, ¿Tú crees que le pienso pagar solo porque va a la escuela? En eso si, te equivocas, Christopher —Hizo énfasis en ese nombre, para hacerle notar que estaba molesta.

—Si le pagaras lo que es debido, te creería tu enojo —responde con quietud.

— ¿Qué insinúas? —Pregunto alterada Debbie. Johnny fijó sus ojos en los de ella. Lo cual hizo ruborizarla.

—Insinúo, que debes de darle su paga, correspondiente —Respondió serio. Ella negó con la cabeza.

—No, no lo hare ¿Qué harás al respecto? —Decía con un tono burlón. Johnny se recargo en su silla, pensativo.

— ¿Qué hare? Fácil, le daré una beca en el Royal Academy Dramatic Art —Dijo alzando una ceja. Mientras que su hermana formaba una perfecta ''O'' de sorpresa.—, Y le daré su paga correspondiente, la de verdad. ¿Qué harás al respecto? —Repitió en tono burlón. Debbie miraba a todos lados sin saber que contestar, ¡Maldita chica!

— ¿De verdad? ¿Piensas darle tremenda oportunidad a ella? ¡A ella, Christopher! A una sirvienta, que no tiene experiencia, en teatro o cine, ¿De verdad así piensas manchar tu reputación? —Preguntaba, molesta e incrédula.

—¡Claro! —Afirmo con energía— Para eso soy actor. Para darle oportunidad a quien la carece.

—Me imagino, piensas hacerle la prueba como a todos los demás aspirantes a actores —Decía intentando contrarrestar la decisión de su hermano. Johnny sonrió.

—Por supuesto, así como todos, ella deberá pasar por manos del jurado calificador. Y mi influencia llegaría dependiendo del resultado —Decía complacido— Pero dudo bastante que se necesite de mi influencia, es buena, talentosa. Solo que tú, eres terriblemente ciega hermanita.

— Ja Ja Ja ¡Muy gracioso John! —Le fascinaba llamarlo por numerosos nombres, Johnny se veía relajado —Solo te advertiré una cosa.

—Tú dirás

—No la quiero ver más aquí ¿Entendido? Por que si la veo, te juro que deseara no haber vuelto—Le advirtió una furiosa Debbie. Johnny la miró haciendo un puchero. Y suspiro.

— Sí así se dispondrá. Y creo, en tal caso, mi presencia aquí tampoco es bienvenida. Lo mejor será que me marche —Dijo levantándose. Debbie apenas lo vio intentar levantarse, corrió a su lado.

— ¡NO! ¡Claro que no! —Dijo mientras lo sentaba de nuevo— No eres ninguna molestia, y lo sabes. Fastidioso —Decía mientras le daba un apretoncito en la nariz. Johnny sonrió, ella no era mala, era celosa. Pero decidió callarlo.

—Eres muy amable. Pero de todas formas debo marchar, no estoy mucho de vacaciones. Tengo trabajo a donde quiera que voy —Decía poniéndose de pie— Y estuvo delicioso, ojala fueras así de buena para con los demás —Se acerca y le da un beso en la frente —Adiós hermanita, no se a que horas volveré —Dicho esto salió del comedor. Dejando a Debbie molesta, y fatigada. Por alguna razón, le había tomado coraje a aquella chica.

Johnny salió silbante y feliz a donde lo esperaba su coche. Entro en él, y ayudado por su perfecta memoria, condujo hacía donde fue apenas unas horas atrás.


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