Capítulo 6
13 de mayo de 2017
El día que me había quitado horas de sueño al fin llegó. Aquella mañana estaba muy nerviosa, pero entre todos me habían tranquilizado. Había tenido el privilegio de conocer antes a Bilyana Draganov, que con un perfecto inglés había conseguido ayudarme en todo lo que había necesitado. El vestido era precioso; de color blanco, largo, con una gran abertura que comenzaba unos milímetros más debajo de la cintura y el escote era en forma de V bastante pronunciado.
Bilyana se había mostrado muy receptiva ante mi propuesta de que apareciera uno de mis bolsos sobre la pasarela. Ella misma lo había elegido de mi colección. Al parecer conocía y les gustaban mis diseños y congeniamos bastante bien. A su hermano no tuve la ocasión de conocerle, pero había sido el único en poner alguna que otra pega respecto a mis decisiones.
Harmony y May me habían apoyado al máximo, y también me habían animado mucho al contarles mi situación sentimental sobre Elliot. May me había dicho que lo mandara al diablo; que lo olvidara y que disfrutara porque podía y me lo merecía. Harmony había sido algo más conciliadora; quería mi bien pero tampoco manchaba el nombre de Elliot.
El que me sorprendió gratamente esos días fue Brodie. Se mostró atento, cariñoso y paciente conmigo. No había pasado un día sin vernos. Me había contado cosas interesantes... y cosas de Elliot. Al parecer llevaba casi cinco meses con Naya. Frente a Brodie quería parecer fuerte, que nada que tuviera que ver con él me importara. Había funcionado.
Ellos tres irían al desfile, y también mi madre, Jacqueline... y Marvin. Había rehusado de volver a casa para no verle, pero tenía que admitir la realidad. De todas formas eso también me había servido para no ver aún a Frank. No me sentía mala hija por ello, al igual que él no se había sentido mal padre por todo lo demás.
Le pedí a Harmony y Brodie que avisaran a los demás del desfile, y obviamente le dijeran que estaban invitados. El código que me habían asignado para mis invitados era "dosta". Al final, lo que en principio había sido un desagradable día para mí, terminaría siendo especial. Iría mi familia, mis antiguos amigos... quizá aquello me servía para acercarme de nuevo a ellos, y sobretodo, para volver a ver a Shelby.
El evento comenzaba a las ocho de la tarde, pero yo estaba allí desde las nueve de la mañana. Muy puntualmente un coche me había recogido en mi hotel, donde ya iban tres chicas más. Me tranquilizó saber que ellas tampoco eran modelos profesionales. Al parecer los hermanos Draganov buscaban darle un aire fresco a su desfile, sin cánones estrictamente expuestos de belleza, aunque sí con caras conocidas por el público. Media hora después ya habíamos llegado al lugar y nos dirigieron al Backstage: había sala de peluquería y maquillaje; espacio para los diseñadores para hacer sus pruebas, pasillos con gente y curiosos, el inicio de la pasarela...
Tras invitarnos a un exquisito desayuno y reunirnos todas las modelos, de las cuales solo cuatro de las doce habían desfilado antes, nos dejaron a cada una el zapato de tacón que íbamos a llevar durante el desfile para que comenzarámos a familiarizarnos con él. Recorrí todos los pasillos con ellos, y Raina, una asesora de Blazhe, me dio consejos para hacerlo mejor.
-Lo importante son los hombros -me dijo-, y andar con naturalidad. A veces forzarse demasiado queda muy pretencioso y no es lo que buscamos.
Después, tras ensayar sobre la pasarela y que no quedara nada mal, pudimos probarnos al fin los vestidos y las estilistas nos arreglaron lo necesario a cada una. Después volvimos a la pasarela, ésta vez con los vestidos, y al menos tuvimos que recorrerla cinco veces hasta que nos dejaron almolzar.
La mayoría de las chicas eran muy majas, pero con quién mas congenié fue con Sylvia Greene, una chica influencer de veintisiete años. Viajaba desde California solo para el desfile, y lo hacía porque era gran amiga de Bilyana y ex novia de Blazhe.
Tras el Fitting nos mandaron a maquillar y peinar. Nunca me lo habían hecho entre dos personas a la vez. Mientras un hombre mayor hacía maravillas con mi pelo, una chica mucho más joven me maquillaba.
-¿Puede poner un poco de maquillaje por aquí también?
La chica asintió. Después aproveché esos momentos para ojear mis redes sociales y al fin comunicar que me encontraba en Baltimore, y que iba a modelar.
-¡Hola! Esto es muy emocionante. Sí, he vuelto a Baltimore, aunque esto muchos ya lo suponíais. Pero lo que no sabéis es que estoy en el desfile de Bratya Draganov y voy a subir a la pasarela. ¡No os lo podéis perder! ¡Os quiero!
Acabé el vídeo y lo subí. Eran las siete y cuarto aún. El evento aún no comenzaba, pero ya se podía escuchar el ruido de fuera de la gente llegando. Me habían prohibido salir del Backstage y estaba muy nerviosa y ansiosa de verlos a todos allí. Lana, Shelby, Zane... estaba deseosa de saber cómo se encontraban todos y, sobretodo, de conocer al pequeño Eric.
-¿Se puede?
Giré mi cabeza y ahí estaba, Brodie. Vestía de una forma muy elegante y estaba guapísimo. Me levanté del sillón y me posicioné frente a él, con el ceño fruncido y agitada.
-¿Cómo has entrado aquí? -pregunté divertida.
-Me he escabullido -contestó riendo-. No tengo mucho tiempo, porque si me pillan me echarán y no quiero perderme el acto por nada del mundo. Solo quería verte y repetirte que lo vas a hacer genial.
Sin pensarlo dos veces, emocionada, lo abracé.
-Muchas gracias, Brodie. Me das mucha fuerza. ¿Avisaste a los demás?
-Sí, están avisados, no te preocupes. Todo va a salir genial. Estás deslumbrante.
-Gracias.
Brodie sonrió y acunó mi rostro entre sus manos.
-Te veo fuera. Después tienes prohibido negarme una copa, ¿vale? ¡Suerte! Y no estés nerviosa. ¡Vas a triunfar!
Brodie salió corriendo, pues por la otra puerta ya estaban entrando las chicas para ayudarme a ponerme el vestido. Me sentía muy nerviosa, pero también emocionada. Tenía miedo de caerme, de que algo saliera mal, pero debía confíar en mí tal como me habían dicho todos.
Me coloqué el vestido, me otorgaron unos preciosos pendientes y un colgante y me los puse. Brillaban y lucían mucho con el vestido. Me subí a los tacones y como si de algo valiosísimo se tratase, me entregaron mi bolso.
Casi una hora después de que empezara el desfile, al fin me llamaron para salir. Me coloqué tras Kizzie Hathaway y cuando ella ya estaba a punto de volver a entrar, salí.
Caminé cómo me lo habían dicho: hombros altos, con la mayor naturalidad posible y como si me sintiera como una chica guapísima entrando en un pub. Cuando tuve que pararme para dar media vuelta y lucir el vestido, me fijé en la gente que me veía y me fotografiaba. Primero encontré a Marvin, que me miraba fijamente y sonreía de forma insolente. A su lado estaba mi hermana, mi madre, Brodie, May y Harmony. Nadie más que yo conociera.
Fue en ese instante, mientras todo el mundo aplaudía, cuando me sentí más sola que nunca. Un intenso escalofrío recorrió todo mi cuerpo, los tobillos me flaquearon y tuve que respirar hondo para contener las ganas de llorar. ¿De qué servía todo aquello? ¿A quién quería engañar? Fue en ese momento cuando me di cuenta de la más cruda realidad: cumplir mis sueños no servía de nada si la gente que me había apoyado desde el principio no estaba ahí. Y no lo estaba: ni Shelby, ni Elliot... ni Jasmine.
No podía torturarme más haciéndome creer que estaba bien. Que había superado todo lo que un día había dejado atrás. Todo el dolor seguía ahí. Qué va, para nada; me había quedado a vivir en el pasado de mis miedos. Mi sonrisa podía ocultarle a los demás mi estado de ánimo, también el maquillaje de mis muñecas podían ocultar las cicatrices de aquellas veces fallidas que había intentado quitarme la vida. Sin embargo, hasta que todo aquello no desapareciera de verdad, yo seguiría igual de perdida.
Continué andando y al fin entré donde nadie más me veía. Me hicieron colocarme delante del Photocall y fotografiarme. Cuando el flash me cegó salí de ahí y me quedé parada, pensativa, en un rincón del Backstage.
Egoísta. Egoísta e incrédula. ¿Cómo había podido llegar a pensar que ellos estarían allí? Yo ya no les importaba, y era lo más normal: yo tampoco había demostrado que ellos me importaran a mí. ¿Cómo mi mundo en Baltimore podía estar tan patas arriba? ¿Cómo podía existir la ausencia de Shelby y, sin embargo, Marvin estaba ahí?
Unos minutos después todas las modelos junto a los diseñadores salimos a la pasarela y recibimos el gran aplauso de los espectadores. Después pasamos a echarnos fotos con ellos, y tras cambiarnos de ropa... comenzó la fiesta.
Desconecté de todo. Me dediqué a beber, a bailar, a divertirme por primera vez. Brodie fue mi fiel acompañante. Cuantas más música escuchábamos y bailábamos juntos, más cerca lo hacíamos. Nuestros cuerpos se rozaban sin pudor, y en más de una ocasión tuve que controlar mis insensatas ganas de besarle.
Beber tanto me pasó factura y tuve que disculparme para ir al baño. Me fue difícil localizarlo por la cantidad de gente que había en el lugar y, además, porque por cada paso que daba, alguien me frenaba para decirme lo bien que lo había hecho y darme la enhorabuena por mis proyectos.
Tras llegar al baño, miccionar y lavarme las manos y un poco la cara, fui a dirigirme para continuar la fiesta de nuevo. No obstante, en cuanto salí al pasillo, una conocida voz a mi espalda me hizo detenerme.
-Enhorabuena, cuñadita. No he tenido tiempo de decirte cuán de contento me encuentro por tus logros.
Giré sobre mis talones y ahí estaba Marvin, con aquella sonrisa cínica que le caracterizaba. ¿Qué podía haberle visto mi hermana a aquel animal?
-Gracias, Marvin.
Él se acercó a mí y nada más por percibir su olor, mi cuerpo se paralizó. Colocó su boca justamente en mi oído y dijo, haciendo que su aliento cargado a whisky golpeara mi piel:
-Para mí es un orgullo haber sido tu primer jefe.
Retrocedí varios pasos para alejarme de él y, tras escrutarlo con fiereza, me dispuse a marcharme. Sin embargo él me agarró de la muñeca con delicadeza y me detuvo.
-No hemos tenido apenas tiempo para charlar. Dime, ¿cómo recibiste la agradable noticia de que me follo a tu hermana? -añadió.
-Eres un malnacido. Y no voy a quedarme quieta con los brazos cruzados. Jacqueline va a enterarse de la clase de monstruo que eres.
-¿Ah, sí? -preguntó sonriendo con sorna.
-Sí.
-¿Cómo?
Me quedé en silencio, mirándole fijamente. Su sola presencia me provocaba arcadas. No podía entender cómo Jacqueline podía haberse enamorado de alguien así. Sentí náuseas y tuve que apoyar el brazo en la pared para no caerme al suelo. Mientras, Marvin, me observaba con diversión.
-¿Qué quieres? -cuestioné-. ¿Quieres dinero? Te lo daré. Todos los beneficios de hoy te los ingresaré en la cuenta que tú me digas. Te daré todo el dinero si te alejas de ella.
Marvin abrió la boca, gratamente sorprendio. Después volvió a sonreír. Rascó su nariz y después la arrugó.
-¿De cuánto dinero estaríamos hablando?
Su interés por el trato comenzó a agradarme, y la sensación de mareo cesó.
-Tres mil, puede que cuatro mil dólares. Es una cifra generosa.
Marvin asintió, y se quedó por varios segundos dubitativo. Casi un minuto después contestó:
-Vale.
No pude evitar sonreír. ¿Tan fácil había sido todo este tiempo? ¿Solo le interesaba el dinero? ¿Cómo no podía haberlo sabido antes? Asentí con la cabeza y alargué mi brazo para estrechar las manos para cerrar el trato. Sin embargo, cuando todo parecía apuntar a que él se alejaría de ella a cambio de aquel dinero, comenzó a reír.
-¡Por Dios, Josie! -exclamó-. ¿Crees que unos cuantos miles de dólares van a alejarme de vosotras? ¡No infravalores mi cariño! Tú me das algo que me llena mucho más que el dinero.
-Si por mi fuera no te daría ni los buenos días.
Marvin continuó riendo escandalosamente.
-¡A esto me refiero! Me das diversión. Me alegras la vida, y me entretienes más que el mejor programa de televisión. Pero sabes de sobra que yo también hago de tu vida algo más entretenido; y lo hago gratis. ¿No crees que tu vida sería una mierda sin mí? Irías por la calle tranquila, sin voltear la cabeza cada minuto por la duda de si estoy detrás de ti o tirándome a tu hermana. ¿No es extremadamente divertido?
-Estás jodidamente loco -contesté y él, como si de un halago se tratase, asintió emocionado-. Vigílame, haz lo que enfermizamente quieras, pero deja a Jacquie tranquila.
Marvin negó con la cabeza antes de responder.
-Qué va. Os parecéis tanto que apenas tengo que usar la imaginación cuando me acuesto con ella.
Sentí asco, repulsión, y sobretodo, culpabilidad. Por mi culpa aquel loco había invadido la vida de mi hermana, y era yo quién tenía que hacer algo al respecto.
-Se lo contaré -dije-. Le contaré que me intentaste violar -Decir aquello en voz alta me quemó la garganta-. Eso será suficiente para que se dé cuenta de la clase de persona que eres.
-Uff. Hasta yo dudaría de eso, y eso que estuve presente. ¿Se lo contarás tres años después? ¿Acaso crees que va a creerte ciegamente? ¿O pensará que estás despechada porque estoy enamorado de ella y contigo solo fue un simple revolcón?
-Tengo pruebas -respondí con altivez, recordando aquella grabación. No sabía donde estaba aquel USB, pero lo encontraría-. Y se ve claramente lo que ocurrió.
-¿Ah, sí? ¿Y hace cuánto no ves aquel USB azul que te dio Bárbara?
Me quedé callada. ¿Cómo él podía saber tanto sobre todo? ¿A caso estaba tan obsesionado conmigo que se había metido en mi mente?
-Creo que la última vez que lo tuviste en tu posesión fue antes de ese fatídico accidente que te dejó mutilada del brazo. ¿O recuerdo mal? Estaba tan distraído aquel día que no me di cuenta que se me había cruzado una zorra por el camino hasta que no tuve todo el cristal manchado de sangre.
Me quedé paralizada, con la vista nublada, fijándome en un punto inconcluso del suelo del lugar. Sentí frío, junto a un gran nudo de nervios en el estómago. Marvin pasó por mi lado, chocando su hombro con el mío, pero lejos de irse, se detuvo en mi espalda y susurró en mi oído:
-Recuérdalo: estamos unidos, Josephine. Esto no se romperá hasta que alguno de los dos cierre los ojos para siempre.
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