El panteón de los olvidados

Esto fue una mala idea, lo supo desde el principio, es de aquellas de las que una persona puede arrepentirse el resto de su vida, estará en boca de tantos, lista para ser repetida como advertencia o simple aviso, pero ¿podía evitarlo?, ¿lo haría hecho de haber podido? Puede que no, y no se encuentra en sus cinco sentidos para imaginar algo diferente, además, formular un pensamiento coherente le hace doler la cabeza y arruina su diversión.

A pesar de la mala idea que le había llevado a esta situación, no podía evitar sentir una extraña euforia dentro de sí. El ruido del motor y el viento que golpeaba su rostro a través de la ventanilla, le daban una sensación de libertad que no había experimentado en mucho tiempo.

La noche es oscura y fría, las luces y el bullicio de la ciudad de Westfield, Nueva Jersey, se van desvaneciendo; son apenas las diez de la noche de un viernes trece de octubre, una noche terrorífica en pleno apogeo, Enid Sinclair estaba borracha hasta los tuétanos, como no ha hecho desde el primer año de universidad, riéndose incluso de la voz seria del locutor en la radio de su vieja Dodge que era conducida por Ajax, quien iba con un porro en los labios, Yoko mezclaba algo en la parte de atrás (toda la camioneta huele a alcohol etílico para este punto), Divina miraba algo en su teléfono, quizá subía las fotos de su última visita a una disco en el centro de la ciudad y Kent, él solo estaba ahí.

Fue una pena que sus otros amigos no pudieran venir.

Es un viaje de fin de semana, la primera vez en mucho tiempo donde logran coincidir con sus estrictos horarios y la cruel vida del adulto joven (con todos ellos esparcidos por el país), la idea original fue de Ajax, lo de añadir alcohol al viaje fue puro ingenio de Yoko, y Kent y Divina trajeron comida mientras que Enid prestó la camioneta para el viaje. Con suficientes hieleras para almacenar hielo, las bebidas y la comida, y trayendo todas sus tarjetas y dinero suficiente, emprendieron su viaje por la Costa Este.

El viaje fue un completo desastre apenas comenzó, pronto todos terminaron muy ebrios, de bar en bar (donde todos parecían conocer a Yoko), mientras que Divina, la única que se mantenía sobria (por los momentos, anunció Yoko en su última parada), se la pasó viéndolos en sus tonterías. Nueva York fue el primero en tacharse en la lista de su viaje y Nueva Jersey iba por los mismos pasos, el destino final sería Vermont, para visitar el viejo Jericó, tras tantos años desde la graduación de preparatoria, llámenlo nostalgia, pero a veces siente que esos fueron sus mejores años.

Ah, la juventud de aquellos días.

El aroma a cerveza y whisky impregnaba el aire, y las risas y los gritos resonaban en el interior del vehículo; Enid tenía la mirada perdida, bebe de su trago, los hielos chasquean entre sí en el interior del vaso desechable, ella los mira como si fueran lo más interesante de su noche. Su cuerpo se balanceaba de un lado a otro dentro del auto en movimiento, sus extremidades pesadas y su mente nublada, la risa salía de su boca de forma descontrolada, como si cada chiste contado por sus amigos fuera la cosa más divertida del mundo.

La vida de un hombre lobo adulto es extraña, la manada se suponía que debía prepararla para ello, no obstante, ella se siente fuera de lugar en cada lugar donde está, sudando la gota gorda para encajar en los estándares de lo que debe ser un hombre lobo hecho y derecho (no quiere pensar en las pocas veces que ha podido transformarse, o en las mañanas donde su madre le recrimina su incapacidad para permanecer en su forma lobuna durante la luna llena).

Pero hoy no, hoy ella se suelta el pelo olvida las noches de desconsuelo, de soledad, y de pura monotonía.

A veces quiere conocer a alguien, encajar... amor, estabilidad, felicidad.

Por ahora, Enid movió la perilla de la radio, buscando algo mejor para escuchar después del fracaso estrepitoso de no encontrar nada de K-pop en las emisoras locales, dando con una emisora de música latina, un ritmo de salsa o merengue llenó el vehículo y ella reconoció la canción de inmediato, empezando chillar de alegría, bailando en el asiento del copiloto mientras vacía el resto de su vaso, un trago hecho con la capacidad de noquear a un caballo, según Yoko, pero ella solo siente cosquillas en la garganta y un dulce sabor en la boca.

Bueno, ser un hombre lobo incapacita eso aparentemente.

- ¡Noches de fantasíaaa! -cantó en español, con un marcado acento americano que terminó distorsionando las palabras, pero haciendo que Ajax se riera a carcajadas porque era lo único que ella se sabía decir de la canción.

Su voz, entrecortada y desafinada, cantaba a todo pulmón, confundiendo la lírica. Kent se estiró desde el asiento de atrás, su mano izquierda palpando a tientas las perillas, sin embargo, en vez de mover la de volumen, movió la perilla que cambiaba las emisoras, y ahora en los altavoces sonaba "Californication" de Red Hot Chili Peppers, justo en el estribillo. Enid bufó de inmediato, molesta.

- ¡Oye! Estaba escuchando eso.-se quejó Enid, se sorprende así misma al percatarse que su lengua estaba entumida y se trababa al hablar... ¿Cuándo empezó a ocurrir eso? Vuelve a reírse, como ya no tenía más bebida en su vaso, capturó uno de los cubos de hielo con la boca y lo rompió con los dientes.

Él se alzó de hombros y tomó un largo sorbo de su lata de cerveza, sin disculparse en absoluto. Sus ojos vidriosos reflejaban una alegría similar, y ella empezó a mover torpemente el brazo en el aire, como si intentara atrapar una mota de polvo invisible.

- Oigan, como que este no es el camino hacia Vermont.-comenta Yoko poco después, sus lentes resbalándosele por el puente de la nariz.- ¿A dónde nos lleva Ajax?

- Es un desvío, bro, relax.

- Más respeto, jovencito, no soy tu bro.-espeta Yoko, añadiéndole más vodka a su sangre.

Bueno, la respuesta de Ajax no alivia a nadie, Divina lo mira con desconfianza, Kent empieza a desternillarse de la risa y Yoko está maldiciendo a todos los antepasados de Ajax. Enid se asoma por la ventanilla bajada, es un sendero oscuro, sin señales ni avisos, hiede a agua estancada, y puede escuchar el canto de grillos por encima de Californication. No recuerda esta parte cuando entraron a Nueva Jersey, y está segura que nunca ha puesto un pie en esta zona.

- Ajax, en serio, ¿dónde estamos? -pregunta esta vez Divina y se asoma también por la ventana.

- No nos digas que ya nos perdiste, ¡Enid, te dijimos que no lo dejaras conducir! -habla Yoko, señalándola con un dedo.

- ¡¿A quién más iba a poner?! ¡Tú conduces como si estuvieras en GTA y Divina no tiene licencia! -le refuta ella. No menciona el hecho de que a Kent le suspendieron la suya por conducir alcoholizado.

- ¡Relax, gente! -grita Ajax, botando lo que quedaba de su porro por la ventana.- ¡Ya he estado aquí antes! Les va a encantar.

Las luces de la camioneta iluminan un único cartel ahora, de metal oxidado pero con letras blancas todavía legibles el nombre la calle: Cementery Lane, algo cosquilleó en la memoria de Enid, un tirón familiar; la camioneta se estaciona en lo que parece la entrada a un bosque siniestro, donde se ve a la lejanía lápidas grises, monumentos de piedra y lo que parece ser una mansión vieja y sin habitantes a la vista en una colina, pero antes de siquiera llegar a ella se debe atravesar el bosque.

Esto debe ser una pésima broma de mal gusto, piensa Enid, parpadeando varias veces, incluso llega a pellizcarse para asegurarse de que lo que ve es verdadero.

No debió confiar en que Ajax los llevaría.

- ¿Nos trajiste a un cementerio? ¡¿Te la fumaste al revés o cómo es la cosa?! -le reclama Divina, y su rostro (algunas tan inexpresivo que le asusta) refleja exactamente la histeria colectiva del grupo, con Yoko a punto de salir del auto y dirigirse al lado del piloto.

- Amigo, te pasaste esta vez.-interviene Kent.

- No, no, no es un cementerio.-se apresura a explicar él, acomodándose su gorro, sus serpientes sisean debajo de él.- Bueno sí es un cementerio, ¡pero no así! Es... es como una vieja mansión abandonada, aquí vivía una familia de locos, o algo así, pero no-sé-qué le pasó a la familia y quedó abandonado todo. Tenían este cementerio o mausoleo familiar... hasta un cocodrilo mascota, ¿o era una pantera?

Enid, inconscientemente, se aferra a su chaqueta color melocotón, temblando tanto por el frío de la noche y ante la escueta historia explicada por Ajax, ese tirón familiar la jalaba de forma extraña y le echó la culpa a... al estúpido Ajax. Nop, esta no fue una buena idea después de todo, no ahora que está frente a la casa donde muy probablemente alguien murió, o una familia entera murió, no obstante, antes de que pueda hablar y decirle a Ajax que encienda el puto auto y se marchen de ahí, él vuelve a hablar.

- Y pensé.-¡El hombre pensó! Un milagro.- ¿No que Nid todavía me debe el reto aquel? Cuando me dejó mal en el concurso de la facultad.

La explicación de Ajax apenas es registrada por Enid, quien se giró a verle con clara molestia e indignación, dado que ese hecho pasó exactamente hace tres meses.

- Espérate ahí, ¿esta es tu venganza? ¡Te dije que estaba enferma, imbécil! -Enid frunce el ceño, y Ajax tiene el descaro de asentir enérgico. Ella ahora tiene ansias de filetear sus serpientes con sus garras, escuchó de un documental de Discovery que las culebras saben a pollo.- Ni loca entraré ahí, huele muy mal y...

- ¿No lo harías por unas Scooby Galletas? -interrumpe él y su sonrisa no podría ampliarse aún más. Las dichosas "Scooby Galletas" son brownies con GHC que él mismo preparó para el viaje, y vaya viaje el que te das después de comer dos.

- Eso... ¡Eso es insultante en muchas formas, Ajax! -replica ella, con un puchero en los labios, olvidando por un instante con quien está hablando.

- ¿Y por cien dólares en efectivo? -Ajax sacó de su billetera dos billetes de cincuenta dólares, sacudiéndolos justo en su cara.

Maldito cabeza hueca con dinero.

Poco minutos después, Enid se está bajando del auto a la par de sus amigos, Kent está bebiendo otra lata de cerveza con clara emoción mientras que Divina y Yoko parecen estar más ocupada devorándose a besos contra la puerta de la camioneta que preocupándose por ella y este estúpido reto o apuesta, y Ajax se está acomodando el gorro de lana, sus serpientes siseando ante el frío de la noche; él encendió otro porro, el olor a marihuana mezclándose con el hedor a pantano, Enid arruga la nariz en señal de disgusto.

- Odio mi vida.-murmuró ella, arrastrando los pies.

No se dio cuenta de cuan mareada estaba hasta que empezó a caminar en zigzag, pero trató de mantenerse estable. Hay una especie de entrada, un sendero de piedra y musgo, viejas linternas de minería apagadas y arboles moribundos, secos en las raíces y cuyas hojas se mecían con el viento otoñal. Parece la típica y estereotipada casa embrujada de Halloween, la que ves en todos los especiales de caricaturas y series, pero esto tiene un toque de realidad que le pone los pelos de punta.

Solo falta que suene esa canción...

- ¡Vamos, Enid! -insta Kent con su lata en alto, sonriendo como un loco. Las garras se desenvainan por el sobresalto.- ¿No quieres ganarte cien dólares?

- ¡Ya voy, ya voy! -saca su teléfono de los confines de su chaqueta, luchando contra su propia visión nublada y sus garras para no dañar el vidrio templado.

- ¡Anda, ya, para que no podamos ir de aquí! -insistía Yoko ahora.

- ¡Enid, Enid, Enid, Enid! -empieza a gritar Ajax, el muy traidor.

Enid da un paso hacia adelante, envalentonada, su mano agarrando el teléfono mientras la pequeña linterna ilumina de forma tenue parte de la vegetación pantanosa. Detrás de ella escucha el coro de sus amigos animándola, silbidos por parte de Yoko y el siempre presente hedor a marihuana; ella continúa avanzando por el sendero marcado, deseosa de que esto termine pronto, su mente enfocada en un plan simple: entrar, conseguir lo que sea que compruebe que estuvo ahí y devolverse.

Pero no es tan fácil ni simple como se lo planteó, las voces empiezan a escucharse más lejanas, el camino se torna largo, y los árboles empiezan a tener la misma apariencia y su visión nocturna no sirve en este caso.

Su subconsciente parecía alerta y una sensación de deja vu la invadió, un recuerdo distorsionado que no logra ubicar en ningún lado; el camino empezaba a volverse más familiar, como si ella misma hubiera estado aquí antes, oía el crujir de los arbustos, la hojarasca ocre cubriendo el sendero, el viento silbaba en sus oídos y no había señales de que este camino terminara todavía, los pies comenzaban a dolerle de tanto andar y andar sin encontrar nada útil, miró la hora en el teléfono: solo habían pasado veinte minutos pero se sentían eternos, el tiempo parecía transcurrir lentamente.

Los árboles parecían retorcerse y susurrar entre sí, como si estuvieran conspirando en su contra. Ramas retorcidas se alzaban amenazadoramente a su paso, creando sombras que parecían cobrar vida. Siente un extraño picor en sus uñas, las garras queriendo desenvainarse, mientras su sentidos se volvían locos en este terreno nuevo pero familiar a la vez. Escucha toda clase de sonidos naturales ahora, a los grillos y su canto, las corrientes de agua, el aullar de una manada de lobos (los animales, no hombres lobo) muy cerca y... un movimiento en falso, un paso mal hecho y una rama quebrada bajo sus tenis rosa, y Enid se encuentra cayendo de boca al suelo pantanoso, gimiendo de dolor.

La linterna se apagó, sumergiéndola en una oscuridad alarmante, ella se apresura a mirar el teléfono, el cual cayó con la pantalla contra el suelo, y de inmediato quiere llorar. Mierda, piensa, ahora hay una enorme grieta en el vidrio templado de su teléfono. Bueno, al menos con los cien dólares le bastará para mandarlo a reparar.

- Okey, okey, ahora, ¿cómo salgo de aquí?

Se pone de pie, mareándose de inmediato, y encuentra apoyo en uno de los árboles secos, para empezar a caminar. Sus pasos vacilantes resonaban en la oscuridad, haciendo eco en el silencio sepulcral del bosque. El miedo se apoderaba de su embriagada mente, provocando escalofríos que recorran su columna vertebral.

Escucha búhos ulular a lo lejos, el coro siniestro de los cuervos, se tragó el sabor ácido que ahora estaba en la parte posterior de su garganta y las crecientes ganas de vomitar. Intenta ver el GPS en su teléfono pero tal parece que no hay señal, ¡por un demonio, lo que faltaba! Gira la cabeza hacia atrás, el camino luce más largo de regreso, ya no escucha las voces de los chicos y el cielo nocturno es tan oscuro como la tinta, la luna creciente apenas si ilumina sus pasos.

De repente, una risa nerviosa escapa de sus labios, ¿cómo se marchará ahora? Quedará como una cobarde y perderá la apuesta, todo este tormento psicológico habrá sido en vano. Revisa una vez más el teléfono, sigue sin señal, lo alza en el aire pero ninguna de las barritas sube, y un pitido le anuncia que tiene menos del 15% de batería. Esto no podría ir peor: sin señal, sin idea de dónde carajos está, y a solas en un bosque espeluznante, con alimañas listas para alimentarse de ella.

¡Maldito seas, viernes 13!

El ambiente tenso se rompe al sonido de un par de chasquidos de dedos, fuegos azules se encienden por el camino, como una pantomima de esa escena en Valiente, es aquí donde ella debería entrar en pánico y gritar, como se hace comúnmente en las películas de suspenso, pero solo se queda quieta, pestañeando un ojo y después el otro.

Enid... Enid... Enid...

Una voz lejana llamó su nombre. Las flamas señalan el camino correcto, una aparente salida de este laberinto en línea recta.

- Lindo, nada siniestro, nop, para nada.-murmulla para sí misma, pero no le queda de otra.

Sigue el sendero señalado, los pequeños fuegos azules la guían. Los árboles empiezan a cambiar, las hojas otoñales empiezan a tener un tinte más oscuro, un verde más oscuro, el camino de tierra y musgo poco a poco va transformándose en un sendero de adoquines y ladrillos de piedra quebrados, las estructuras empiezan a aparecer, unas puertas de hierro forjado y un muro enrejado hermosamente ornamentado.

Ella, asombrada, se dirige hacia las puertas, abriéndolas, quizás encontraría ayuda, que le indicaran cómo irse.

Pronto se da cuenta que no es la entrada a la vivienda en sí, sino la entrada hacia un jardín trasero extenso. Hay una pequeña subida con escalones de piedra, algunos musgosos, otros agrietados por el tiempo. Ella esperaba cualquier otra cosa: una casa abandonada, un jardín marchito, un cobertizo deteriorado o incluso grafitis y demás signos de invasión en una vivienda supuestamente abandonada, pero no esperaba ver esto. Hay personas ahí, demasiadas para que pueda contarlas, puede ver sus siluetas, algunas siquiera tienen una forma humanoide definida, y escucha música en otro idioma (¿italiano, francés, español? No logra distinguir), y farolas de papel, de esas que ha visto en las películas basadas en el Día de Muertos de México.

Enid parpadeó un ojo tras otro, averiguando lentamente que era todo esto mientras subía los escalones, ¿a dónde fueron las telarañas y el abandono?, ¿a dónde fueron las lápidas que vio? Y cuando alzó la mirada, los ojos de Enid se abrieron como platos. Es la misma casa, es el mismo patio que vio pero...

- ¡Oh, cara mia! Mira.-escucha a un voz masculina y al girar la cabeza, ve a un hombre bajo y un poco rechoncho con un bigote elegante, vestido con un traje de tres piezas a rayas, y lleva un tabaco encendido en su mano, señalándola con su mano libre.

Enid dejó escapar un suspiro de alivio. Aunque no estaba segura de por qué estaba aliviada en primer lugar, se sacude la tierra adherida a su ropaje, quitándose ramitas en el proceso, sin percatarse del hombre acercándose a ella como si viviera en las sombras.

- ¡Escuchen todos! Tal parece que tenemos un visitante en nuestra fiesta, una jovencilla muy especial.-anuncia el hombre, y envuelve un brazo (sorprendentemente fuerte) alrededor de sus hombros temblorosos, mientras él le sonríe.- Bienvenida a la Mansión Addams, Enid.

Los ojos de todos se detienen en su persona, mientras ella está de pie, parpadeando varias veces.

- ¡Bienvenida de vuelta, Enid! -gritan los otros de forma colectiva, alzando las copas llenas de vino en su dirección.

- Yo... Yo... ¿Gracias? -tartamudea ella, y se siente tan fuera de lugar en un mar de personajes vestidos con ropas elegantes. Todo es negro aquí, y ella resalta como un moretón en piel blanca con sus ropas de colores y las manchas de barro en sus manos y cara, sin embargo, no es eso lo que le altera los nervios sino....- Pero... ¿cómo sabe cómo me llamo?

- ¡Qué respuesta más chistosa, muchacha! -se ríe el hombre y le da una calada a su tabaco, expulsando el humo hacia arriba, haciendo que este fuera como una densa nube gris sobre ellos.

Ella duda de ello, las lecciones de su infancia de no darle su nombre a los extraños resuenan en su cabeza, y ella jamás ha visto a estas personas en su vida, pero antes de que se preocupe por algo, por lo siniestro de todo esto, se alza de hombros, ¡ella es una adulta! Un extraño es un amigo por conocer, y este hombre la acaba de darla bienvenida a su fiesta familiar pese a que ella entró sin invitación, ¡y parece conocerla de verdad!

- Disculpe, señor, yo...-contesta con una sonrisa completa.

- ¡Llámame Gómez, Enid! Ya te lo he dicho.-en seguida él le ofrece su mano para estrecharla fuertemente, mientras señala a una mujer hermosa a su izquierda.- ¡Y seguro todavía recuerdas a mi hermosa esposa, el amor de mi vida, la mia bella donna, Morticia!

- Yo... Yo no... señores... -intercala la mirada entre Gómez y Morticia. Saltó de un pie a otro, sus ojos parpadearon en busca de apoyo.- ¿Señores...?

- ¡Somos los Addams, muchacha! Únicos en nuestra especie.

Trató de plasmar una brillante sonrisa en su rostro para ocultar los nervios que ahora sentía.- Claro, los Addams, por supuesto... -asiente ella.

Es la última vez que mezcla vodka de cereza, ron y cerveza en el mismo vaso.

Los demás miembros de esta excéntrica familia se esparcen por todo el patio, están charlando y bebiendo de un vino tinto tan oscuro que podría ser negro. Enid observa todo con ojos empañados y vidriosos por el alcohol que todavía sigue su curso por su sangre, y se muere por otro trago más, para tratar de asimilar todo esto, sentía un extraño hormigueo en su estómago, le agradaba, y una risa extraña brotó del fondo de su garganta, demasiado confundida como para pensar.

La señora Addams, muy cortésmente, le limpió el rostro con un paño de seda igualmente negro cuyas iniciales estaban bordadas en dorado, con una paciencia maternal que no debería dársele a un extraño, pero Enid no puede recordar la última vez que su madre hizo algo así por ella y se deja, incluso cuando Morticia acarició las cicatrices en su mejilla.

Un estruendoso sonido, como el de un gong, resuena y hace a Enid chillar, instintivamente, se aferra al vestido de la mujer, Morticia, quien solo se ríe de su imprudencia, acariciándole el cabello como se le haría a una mascota. Al menos sus garras no salieron esta vez, sería tan vergonzoso romper el hermoso vestido de la mujer. Ella empieza a buscar el origen del sonido pero no lo halla, su mirada se encuentra con un hombre parecido al monstruo de Frankenstein, vestido con un elegante esmoquin y un rostro inexpresivo mientras se dirigía al señor Addams.

Debe ser alguna especie de mayordomo, concluye.

- ¿Llamó usted? -incluso su voz suena grave y cavernosa.

- Tráele una bebida a nuestra invitada, Lurch.-dice Gómez con una amplia sonrisa, un brillo de locura en sus ojos al dirigirse hacia ella.- ¿Tienes alguna preferencia, Enid? ¿Gustarías de un whisky o de un buen vino?

- ¡No, no! No es necesario.-habla ella de prisa, abrumada por esta hospitalidad.- Yo...

Ella empieza a retroceder sin fijarse mucho en el camino, o siquiera recordando que está en la cima de una escalinata, tropieza ahora con un hombre calvo, de ojos oscuros y hundidos, le recuerda a Yoko después de los parciales. El susto inicial la hace tambalear y, antes de que pueda el hombre presentarse, tropezó con sus propios pies y se cayó de la pequeña escalinata donde estaban, cerró los ojos con fuerza, en preparación...

Pero ella no sintió el impacto de su cuerpo contra la hierba ni el dolor agudo que supondría una caída, sino que aterrizó en los brazos de alguien, al estilo princesa nupcial.

¡Qué pena! No, no, no, piensa. Su respiración era dificultosa y luchó por mantenerse concentrada.

- ¿Estoy... viva?

- Existen mil formas de matar a un individuo, si deseas probar, Enid.

Es una voz femenina quien le responde, los fuertes brazos la sostuvieron por momentos antes de dejarla poner los pies en el suelo terroso, pero Enid todavía tenía sus brazos alrededor del cuello de la persona que le salvó, dándose cuenta de lo baja en estatura que es la persona. Sus ojos se abrieron, parpadeando varias veces, y se encontró con la perfección, la encarnación del pecado, de la maldad, de todo lo bello y todo aquello que responde al nombre de hermoso.

Ojos marrones tan oscuros, como abismos dispuestos a engullirla, labios de un color oscuro, y si su olfato no falla, es debido a un pintalabios sabor regaliz; pómulos prominentes, una expresión en blanco, una máscara de frialdad pura que no deja ninguna grieta para analizar a detalle lo que se oculta detrás; piel pálida sin llegar a ser blanca, sino más un marrón apagado con tintes de gris, con pecas esparcidas en el puente de la nariz, demasiado pequeñas para ser apreciadas a distancia. Cabellos azabaches peinados en perfectas trenzas gemelas, tan suave a la vista... a ella le gustaría jugar con un mechón de ese cabello.

Y, ¡Oh Maldito Cristo! Sin dudas, sin exagerar, esta es la mujer más hermosa que ha tenido el placer de mirar, y se siente como una completa tonta al estar sin palabras, o como una nueva creyente que observa a su Dios tallado en mármol antiguo.

- Eres bonita... como... como muy bonita.-ella no reconoce su propia voz tartamuda.

La mujer desconocida ladeó la cabeza y sus labios color borgoña estaban fruncidos.

- La adulación no te llevará a ninguna parte.-dice la mujer, sus ojos nunca parpadean y apenas ve movimiento en sus rasgos faciales.

- ¡Oh, vamos! Solo era un cumplido... me gusta tu...

- ¡Buena atrapada, mi pequeña araña venenosa! -le felicita el señor Addams, con un nuevo tabaco en la manos.- ¡No la dejes ir!

- Es agradable ver que ya encontraste a nuestra hija, Enid.

Enid miró hacia abajo, sintiendo que un rubor empezaba a formarse en su rostro, su cerebro casi dejó de funcionar con esa palabra. Se relame los labios, como si hubiera saboreado su postre de fresas favorito, y jadeó, sus ojos prácticamente brillaban con estrellas mientras miraba a la otra mujer, solo una mirada y ya había empezado a soñar despierta con ella, en ser doméstica con ella, poder besarla, reír con ella, sentarse en silencio con ella y... otras cosas.

Dios, tal vez estoy desesperada por conectarme con alguien, pensó Enid para sí misma.

- Ya puedes soltarme.-espeta la mujer y la devuelve al presente de la forma más desagradable posible.

La mujer lobo negó con la cabeza, sonriendo como una adolescente enferma de amor.- No quiero soltarte.

Una breve risa incrédula sale de sus propios labios, ¿por qué veía tanta soledad en esos ojos oscuros? Una chica bonita como esta nunca debería tener que estar sola.

- Wednesday, querida, sé amable con la invitada.-le ordena su madre en un tono de canturreo.- No la hemos tenido entre nosotros por mucho tiempo, ¿no es así, mon cher?

- ¡Tish, eso es francés!

De fondo se escucha el ruido de besos húmedos y los jadeos la pareja casada, la incomodidad pasa por Enid, pero se aleja tan pronto ve el asco reflejado en el rostro estoico de Wednesday, la primera emoción que vislumbra en su máscara de frialdad. Incluso con su boca, fruncida en un horrible rictus de asco, se ve hermosa, espectacular, su diosa de cabello de ébano.

- Me gustas.-dice sin pensar, como si eso fuera lo correcto.- Me gustas mucho.

- Estás ebria, Enid.-afirma Wednesday.

Sí, por supuesto, estaba muy ebria, y si le preguntas cuando nació su madre no podrá responderte (tampoco es que lo recuerde, en realidad), pero siente mariposas en el vientre, una emoción desconocida, vertiginosa, no quiere soltar a esta mujer, quiere acercarla más a ella, ¡su instinto grita por encima de la razón! Al lobo dentro de ella le fascina esta mujer.

Esta Wednesday Addams... tiene algo, algo que le atrae, algo que la cautiva y hace enloquecer a sus sentidos, es la droga que su sistema nervioso necesita, es ese subidón que tanto le hace falta. Está en su ceño fruncido, en esta breve interacción, en la forma en que su cuerpo tan pequeño la sostuvo como si no pesara nada, sus ojos, por todo lo sagrado, sus ojos, podía verlos por horas, de un color marrón oscuro que simulaba un abismo misterioso, eran tan oscuros y enigmáticos, los ojos más hermosos que jamás había visto.

Ella quisiera zambullirse de cabeza hacia aquellas profundidades.

- Tengo que decirte, Wednesday Addams... -empezó a hablar, pero de inmediato hizo una pausa cuando captó el ligero perfume de la mujer, una extraña combinación de tinta, tierra removida y rosas.- Que tienes el nombre más bonito del mundo.

Sip, Enid no sirve para coquetear.

- ¿Es acaso por...?

La mujer le interrumpe antes de terminar de formular la pregunta.- Mi nombre proviene del poema favorito de mi madre.-puede ver que no es la primera vez que se lo preguntan.

- No lo sé... Pero es lindo, raro, pero lindo de todos modos.-se ríe inocente, hay un breve recuerdo de tal poema en su mente, un análisis que hizo para su clase de Literatura Inglesa, y al ver a esta mujer bañada en melancolía y vistiendo de luto... es adecuado, es perfecto.- Te conviene.-y le guiña un ojo y se inclinó más cerca de su rostro.

Lo siguiente que sabe es que está en el suelo, sus manos deteniendo el impacto, un zumbido dentro de su cráneo y un latido frenético de su corazón, y justo apuntado a su pecho está una daga de plata.

- Te advertí que me soltaras, Enid.-sisea ella.

Contrario a lo que debería sentir (pánico, miedo, horror, angustia), Enid se rió desde el suelo, una carcajada honesta y afectuosa, como si fueran una pareja teniendo una discusión infantil de quién ama más a quién. Se pone de pie con paso tembloroso, queriendo envolver sus brazos de nuevo alrededor del cuello tan bonito y delicado de Wednesday, pensando en lo bien que se vería una marca de apareamiento en él, la cicatriz rosada en contraste con la piel pálida.

No pasaron ni diez minutos pero ya hay una vida entera en su cabeza: matrimonio, una mansión en lo profundo de un bosque, noches de luna llena con su pareja y envejecer juntas. ¡Por la luna, quería que Wednesday volviera a decir su nombre!

- Mantén tus manos para ti misma, bestia.

- ¡Qué peligroso suena eso, es sexy, grrr! -Enid se ríe, tropezando con sus propios pies una vez más en su movimiento de ir detrás de la mujer.

¡Contrólate, Sinclair! ¡Se supone que la seduces, no que parezcas una loca de carretera!

- ¡Oye, espera! No quise decir eso... ¡Espera, espera!

Pero, con la gracia de un felino, Wednesday se perdió entre la gran multitud.

Sus ojos veían y captaban tantos colores, tantos nuevos rostros y objetos deslumbrantes; sus pies se movieron por sí solos, sus oídos se animan al percibir gritos y festejos de distintas y nuevas voces, había mil matices y fenómenos luminosos, cada matiz de belleza daba nuevas fiestas a los de Enid, embelesada entre tantas cosas, tantos objetos que jamás había visto y moría por conocer. Pero siguiendo la sombra de Wednesday, como la polilla yendo directo a la flama pese a saber de su fatalidad y termina por tropezar y caer de nuevo.

Vuelve a reírse, borracha de esta ilusión, de sentirse una cachorra correteando por el bosque en búsqueda de la mariposa que se posó sobre su nariz.

- Estamos contestos de tenerte entre nosotros, Enid.-se ríe Gómez y la ayuda a ponerse de pie de nuevo.- En especial en esta fecha, el cumpleaños número veintidós de nuestra víbora.

- ¡¿Es el cumpleaños de Wednesday?!

Gomez asiente, dándole otra calada a su tabaco.- Así es, y eres el regalo perfecto.-y la guía directo al mar de personas.

Pronto está bebiendo vino caro directo de un vaso de cristal, ¡al carajo la etiqueta de tener que beber de una copa lujosa! El señor Addams la presenta con todos como el regalo de su escorpión, conoce a al menos la mitad de los familiares, incluido a un primo o tío lejano cubierto de puro pelo lacio y brillante, bien cuidado, sintió una punzada de envidia que se desvaneció pronto, le presentan a una mujer de nombre Margaret, quien viste de rosa a diferencia de los otros, pero no por ello queda opacada.

Siente que encaja en este lugar, con todas estas personas tan diferentes e iguales. Se escuchan explosiones a la distancia, ve a un muchacho, cerca de los dieciocho o veinte, alto y regordete, como un oso de felpa gigante, con la sombra de una barba. Él se presenta ante ella como Pugsley Addams, el hijo menor de los Addams, hermano de Wednesday. Luego están bailando un extraño baile... la mamushka cree escuchar, donde por poco tiene esquivar la lluvia de puñales que lanza el señor Addams mientras él y su hermano entretenían a todos.

Y aterriza en unos familiares brazos.

Bajo la luz pálida de la luna, en un abrir y cerrar de ojos, sabe perfectamente que está completamente arruinada, o lo estará pronto. La áspera mano de Enid se posó sobre la de Wednesday, y esta la agarró con firmeza y tiró ligeramente de ella para guiarlas hasta la zona donde los otros bailaban. Sonaba una suave canción, la mamushka terminó, ahora era un vals, donde el contrabajo se te metía en las entrañas y te obligaba a seguir su ritmo impuesto.

Puso sus manos en posición, una tras la espalda, la otra sujetando su mano izquierda.

- No planeas dejarme en paz.-habla Wednesday, su voz más suave que en un inicio.

- Bueno, se supone que soy tu regalo.-canturrea Enid muy dichosa de estar donde está.- ¿Por qué estaría lejos de ti? Además... sospecho que te gustaría que te persiguiera como un alma en pena.

- Tu conclusión... es acertada.-notó el ligero cambio en ella, su postura menos tensa y esa sensación deja vu.- Ha pasado tanto tiempo desde que te vi por última vez, has cambiado, pero sigues siendo igual de entrañable.

Sin hacer algo por ocultar su cara de felicidad, Enid abre la boca para decirle algo más pero, las primeras notas de una nueva canción comienzan a sonar desde el jardín, inundando también la parte donde se encontraban, frenando cualquier palabra que iba a salir por los labios de Enid.

- Las cursilerías de mi padre.-murmura Wednesday, un sonidito de disgusto apenas filtrándose por su voz.- El eterno amor de mi madre.

No puedo verte triste porque me mata

tu carita de pena, mi dulce amor

me duele tanto el llanto que tú derramas

que se llena de angustia mi corazón

Las voces a dueto de la pareja eclipsa todo; algunos tomaron a sus propias parejas, bailando al son de las primeras notas.

- Creo... creo que me gusta esta canción.-masculla sin pensar, tarareando en voz baja.- Se siente personal, es ¿romántica?

La mirada de Wednesday pasó de mirar a sus padres a clavarse en los ojos de Enid, llena de escrutinio y curiosidad, aunque un leve tono rojizo sobre sus mejillas delataba su propio interés ante la situación. Enid volvió a sonreír y comenzó a moverse. El cuerpo de la mujer junto al suyo se sentía demasiado bien, como si todos los engranajes del universo encajasen.

Yo sufro lo indecible si tú entristeces

no quiero que la duda te haga llorar

- Sí, es adecuada.-concuerda Wednesday, y si los ojos de Enid no la engañan, puede notar la curvatura hacia arriba en las esquinas de sus labios.

Se dejaron llevar, vueltas y vueltas al son de la música, sin apartar los ojos la una de la otra, sus corazones acelerándose cada compás, sus cuerpos más pegados de lo que se vería aceptable en un par de personas que se conocieron hace menos de un par de horas.

Hemos jurado amarnos hasta la muerte

Y si los muertos aman,

después de muertos amarnos más

- ¿Por qué es tan importante tu cumpleaños veintidós? -le pregunta, ladea la cabeza con curiosidad, sus labios en una ligera sonrisa mientras se mecen una contra la otra.

- Es cuando se supone debo encontrar a mi pareja, cuando ella volvería a mí.

Si yo muero primero, es tu promesa

sobre de mi cadáver dejar caer

todo el llanto que brote de tu tristeza

y que todos se enteren de tu querer

Las manos de Wednesday van directo a su cuello mientras Enid lleva las suyas a su cintura.

Si tú mueres primero, yo te prometo

escribiré la historia de nuestro amor

con toda el alma llena de sentimiento...

- La escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón.-canta Wednesday en voz baja, sin despegar sus ojos de ella, poniendo el corazón de Enid a temblar.

Hasta que la canción tocó la última nota y la música paró.

Enid cerró lentamente el espacio entre sus labios y probó por primera vez el beso de Wednesday, saboreando su pintalabios sabor regaliz negro. Estaba sorprendida, nunca supo que un primer beso podría sentirse como volver a casa. Podía saber cómo todo lo que siempre había querido, ¿quién es Wednesday Addams y por qué siente que es aquí donde siempre debió estar?

- Lo... Lo siento... ¿me precipité? -murmura Enid contra sus labios, temerosa de una reacción negativa, de recibir una puñalada como lo había hecho el hermano menor de Wednesday en medio de la mamushka.

- Cometí un error.

El corazón de Enid se paralizó, el mundo dejó de girar abruptamente, su rostro perdió todo color.

- No debí dejarte ir la primera vez.

¿La primera vez? ¿Cuándo fue la primera vez?

Wednesday se desprende de su collar, ese con lo que ha estado jugueteando toda la noche. No es un dije, es una argolla, tiene detalles en forma de plumas de un cuervo, el metal es oscuro.

- Te hago entrega de este anillo, con él, nuestro lazo será maldito por la luna.-la luna es cubierta por nubes oscuras, la negrura parece engullirlas mientras espera una respuesta, una contesta.- ¿Me aceptas, Enid?

Sí, por supuesto que sí.

No hay mejor respuesta que deslizar su propio dedo a través del anillo, atándose a sí misma a un compromiso indescriptible, entregándose a la emoción que la capturó desde que vio esos ojos marrones. Fue mágico, fue profano, como si su alma fuera lavada y rejuvenecida, subió y bajó en cuestión de un segundo, y Wednesday estuvo ahí para sostenerla cuando la claridad volvió a ella, cuando el peso del anillo se asentó en ella. Tan feliz, tan calmada, tan amada... ¿por qué sentía que algo iba a pasar pronto?

- Es una pena que después de hoy no podremos vernos tan a menudo, querida Enid.

- Pero yo quiero que me veas más a menudo, para ser casi de la familia.-bromeó Enid.

Wednesday no la maravilla con una respuesta romántica, siquiera le responde como lo haría un poeta desesperado, en cambio pronuncia:

- ¿Puedo llamarte mía? -y la mira con la claridad de la luna.

Una corriente diferente la azota, sus ojos brillantes, con un destello de locura.- Dime así otra vez.-pide.- No sé qué me pasa, no sé qué tienes, pero estoy... ¡Me gustas mucho! No te conozco, pero quiero conocerte, tú podrías ser una asesina en serie o tu familia ser caníbales, ¡pero quiero conocerlos!

Enid siente tan eufórica.

- Quiero ser parte de este mundo.

Sus manos acariciaron las mejillas de Enid y dijo algo con la voz ronca y preocupada. El cerebro de Enid tardó en mucho procesarlo. El débil resplandor de los rayos del sol filtrándose a través de las nubes grises, bañaba los arboles circundantes y los pájaros lloraron a lo lejos. Una brisa fría surcó su espalda y provocó en ella un profundo escalofrío; Wednesday seguía sosteniendo su mano, entrelazando sus dedos con los suyos, una sensación tan agradable e imposible de ignorar.

Pero algo no se sentía bien, era un estremecimiento de un mal presagio.

- El amanecer está pronto a llegar.-la voz de Wednesday era un susurro en el aire, pero se escuchó justo en el oído de Enid.- Es momento de despedirnos, Enid.

Enid tragó saliva y apretó un poco más fuerte la mano que se entrelazaba con la suya. La brisa se tornaba cada vez más helada y violenta, los arboles empezaban a sacudirse y a gemir al ser agitados con tanta fuerza, las hojas y ramas caían y volaban a través del friolento aire, el suelo tembló bajo sus pies y las piedritas se elevaron poco a poco en el aire.

En definitiva, algo no estaba bien ahí.

Enid la mira, sus ojos están llorosos pero ninguna lágrima cae.- No quiero que esto se termine... No quiero...

No quiere despedirse todavía, quiere quedarse.

La mano libre de Wednesday le acarició el rostro, sonriéndole con íntima tristeza.- El corazón se me desgarra por esta angustia, mi amor, pero sabes muy bien el precio, te lo dije la primera vez.

- No, no, no, no...

- Cara mia, volveremos a vernos, quizá no el día de mañana, pero volveremos a encontrarnos.

La seguridad en la voz de Wednesday es lo que desgarró el corazón de Enid, y un último beso le robó el aliento.

Abre los ojos con mucha pesadez, pero vuelve a cerrarlos de inmediato; había un zumbido en sus oídos, sus manos palpan una superficie dura y rasposa, siente frío en la cara y aún con los ojos entrecerrados, busca su teléfono a tientas, pero solo encuentra ¿hierba?, ¿es eso maleza?, ¿por qué está tocando césped? Es extraño, piensa, los restos de su sueño desaparecieron en el fondo de su mente cuando comenzó a despertar, la cabeza le duele a horrores, es la última vez que acepta las locas combinaciones de Yoko.

"Oh, maldita sea" pensó, el dolor de cabeza de su resaca atacando con toda su fuerza.

La chaqueta de color melocotón era lo suficientemente gruesa como para evitar el frío y protegerla de la naturaleza, pero aun así ella se estremeció. Vuelve a parpadear, levantando ligeramente la cabeza para saber dónde está, quizá terminó en el patio trasero de alguien o tirada en un parque público, como le pasó a Xavier una vez después de entrar a esa competencia de beber tequila.

La luz del sol, filtrándose tímidamente entre las ramas, crea un juego de sombras que acentúa el aire enigmático del lugar. Poco a poco empezó a moverse hasta quedar acurrucada en posición fetal, se frotó los ojos con la palma de su mano derecha y observó con mejor detalle el lugar donde estaba, la luz del sol le encandila, pero distingue bien el contorno de un ave... un ave parecida a un cuervo, y está tallado en piedra.

"Oh, es solo es una lápida", pensó, dándose la vuelta lentamente para seguir durmiendo.

...

Los ojos de Enid se abrieron de golpe. Alzó la cabeza hacia arriba para mirar, lo cual fue un error porque la ráfaga repentina hizo que le doliera hasta el alma, y dejó a Enid con una tonelada de dolor.

Está en un cementerio.

- ¡Puta madre!

Su corazón late desbocado. Las lápidas, en diversas etapas de deterioro, se alinean formando hileras irregulares, algunas hundidas en la tierra y otras rompiéndose por la acción del tiempo. Notó la ausencia de cruces y estatuas de ángeles, en cambio, había imágenes de dudoso origen oscurecidas por el paso de los años y cubiertas de musgo, añaden un toque de atmósfera sombría. Entre las tumbas, observa ramos marchitos y velas derretidas que fueron dejadas como tributo en algún momento.

Enid se sienta encorvada, su cuerpo entumecido por estar demasiado tiempo en la misma posición, pestañea demasiadas veces, intentando asimilar la imagen frente a ella, Las hojas secas y ramas caídas dan testimonio de la decadencia del lugar, mientras que la quietud del ambiente se rompe solo por el suave susurro del viento que se desliza entre los árboles. Su mirada se desvía a la lápida que llamó su atención, la del cuervo tallado o esculpido en piedra, sus ojos se enfocan: en el epitafio decía "Wednesday F. Addams", debajo la fecha de nacimiento y de muerte, junto a la leyenda "Nuestra niña llena de aflicción".

La tumba debajo de ella muestra señales de abandono y deterioro, con musgo y maleza que se adhieren a su superficie de mármol. El silencio es agobiante, solo interrumpido por el susurro del viento y el crujido de ramas secas. La mente embriagada de Enid trata de llenar los vacíos de su memoria, mientras recuerdos fragmentados se agolpan en su mente y la pregunta surge: ¿quién es Wednesday Addams y por qué ella estaba durmiendo sobre su tumba?

A medida que lucha por levantarse, algo cruje debajo de ella, una hoja de papel, nota de inmediato, doblada a la mitad perfectamente y con su nombre escrito en letras cursivas.

Es una carta, una carta dedicada a ella, y dice:

Enid,

Me carcome el ansia, la espera de que recibas esta misiva de mi parte, mi confesión escrita con puño y letra. Madre dijo la verdad al mencionar la ausencia de nuevos visitantes y la alegría de volver a verte tras tantos años; esta es la única forma en que puedo expresarte cuanto te he extraño, a tus labios, a tu alegría exorbitante, a la alegría que trajiste a mi mundo monótono y gris.

Bienvenida al panteón de los olvidados, al mundo de los Addams.

Ruego encarecidamente no te alarmes una vez descubras nuestra verdadera naturaleza, nos aflige una maldición de antaño, tan vieja como nuestra sangre, y tú fuiste la primera persona en años en poder vernos, conocernos, sin prejuicios ni maldad en tu corazón. Verte nuevamente fue un gratificante regalo de cumpleaños, un soplo de vida a nuestro páramo olvidado, y nuevamente has dejado una marca en mí indeleble, me temo que he caído en las garras de una pasión desenfrenada, y solo deseo con firmeza verte de nuevo, alargar nuestra noche para que no se desvanezca al amanecer y puedas recordarme con vivos detalles y no solo presentimientos.

Puedes venir en cualquier época del año, eres una de nosotros ahora, estás empapada en nuestra esencia, y llevaré tu anillo en mi dedo por el resto de la eternidad. Solo espero el día en que vuelvas, cara mia, para enseñarte este mundo y dejarte sumergir en las oscuras aguas de un amor Addams.

Sinceramente tuya,
Wednesday Friday Addams.

El viento otoñal, mejillas encharcadas y un labio tembloroso atrapado entre sus dientes, la sensación de estar sola en un lugar que debería estar lleno de presencia humana se convierte en una siniestra realidad y las palabras de la carta la llenan de una extraña melancolía, un dolor fantasmal, mientras intenta desentrañar el misterio que la llevó a este lugar escalofriante; las sombras parecen alargarse y bailar a su alrededor, creando figuras fantasmales que se retuercen entre las lápidas.

El sentimiento de no estar sola la invade, como si los espíritus de aquellos que yacen en esa tierra abandonada estuvieran presentes.

Como heladas brazos la abrazaran y unos fríos labios le besaran la mejilla.

¿Qué demonios pasó?

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