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Toda historia comienza con la llegada de una vida. 

Los ave-civiles se reunieron para atestiguar el nacimiento del heredero al trono. Todos los ave-civiles estaban ansiosos y emocionados por ver cómo sería el bebé de los ave-líderes. Adentro de una casa hecha de pajas y bambúes, iluminados por velas, se encontraban la esposa y el alcalde ave. Tomados de la mano y compartiendo el dolor como uno mismo. La esposa bañada en sudor hasta las plumas rojas en sus brazos. —Tú puedes, amor. Sé que sí. — La apoyó con un beso en la frente. 

El bebé nace y la partera lo carga. Ambos escuchan al bebé llorar. —Es un niño. — Sonríe la partera. Lo envuelve en una toalla blanca y se lo entrega a la madre. 

Ambos admiran sus mejillas sonrosadas y las plumas rojas en sus brazos y espalda. 

—Mi amor, qué precioso eres. — Halaga la madre. 

—Es hermoso. — Apoya el esposo, acariciando su cabeza y mirándolo con un amor incomparable. —Se parece a ti, Nelfa. 

—Yo creo que tiene tu nariz. 

—Amigo. — El líder del Clan León entra a la casa y Nelfa oculta a su bebé en brazos. El esposo se pone en pie y confronta al león. 

—Cuáles motivos tienes para osar venir aquí, Rionfa. 

—Oí que hoy tendrías al bebé y pensé regalarle–

Apenas Rionfa alza un pequeño collar de colmillos cachorro, Graset lo tira por alrededor con una bofetada. 

—No quiero que mi hijo tenga algo de un asesino caníbal. 

—Graset, eso fue un error. He cambiado. Danos la oportunidad–

—¿Para que nos comas a nosotros? No,  gracias. Quédate de tu lado y yo me quedaré del mío. 

Ambos se miran a los ojos. Los ojos de Rionfa escudados por lágrimas mientras que los de Graset determinados. 

—Como desees, Graset. Yo también tengo un hijo. Y él siempre pregunta por ti. Pero ahora sé que ya no eres mi amigo. 

Graset guarda silencio y Rionfa toma la mano de un niño de cuatro años apenas les da la espalda. El niño tiene una colita de final peludo y la cabeza de un cachorro León sobre la suya. Él no deja de mirar a Graset con una mano en la boca. Graset siente lástima por el niño, pero debe mantener esta distancia con los leones por su bien. El niño saluda, pero desaparecen entre la multitud de ave-ciudadanos -quiénes los miran con miedo-. 

—Algún día tú serás un buen líder, hijo. — Graset dice al voltear. —Sé que sí. 

El bebe sonríe con los ojos cerrados. 

•10 Años Después•

El bebe se transformó en un hermoso y atrevido niño de diez años. Él se asoma sobre el acantilado de un bosque. Debajo del acantilado se extiende el bosque y por ahí caminan Mew junto a sus amigos: un niño león y un niño puma. Los tres andan con palos de árboles para golpear a quién se le antoje molestarlos. 

Gulf sonríe al ver a los niños león y salta del acantilado tomando vuelo. El niño goza mostrar sus hermosas alas. Anticipa su llegada con una exclamación eufórica que aborrece a los demás. 

—Aish, es él otra vez, Mew. Qué molesto. Se supone que no juguemos con él. Si el ex-amigo de tu padre nos ve con él estamos fritos. 

Mew lo sabe. Sabe muy bien que tiene prohibido jugar con el niño ave, pero qué se puede hacer si es él el qué los busca. 

—¡Hola, hola! — Aterriza frente a ellos con las manos en la cintura. Sus dos y únicos flecos trenzados hasta su pecho con ligas rojas. —¿Puedo jugar con ustedes? 

—¡Sabes muy bien que no, sonso! — El niño puma lo acusa. 

—Nos puedes meter en problemas. — Demanda el otro niño. 

—¡Mew! Mira, mi papá no lo sabe, pero tengo el collar que tu papá me dio cuando bebé. Siempre lo traigo conmigo. Porque ustedes los leones no son malos como dice mi padre. — Gulf saca el collar de su riñonera hecha con telitas púrpura y amarilla. 

Mew no tarda en arrebatarle el collar y romperlo. Esparciendo los colmillos por alrededor. —¡Oh no! — Gulf se acuclilla para recoger los colmillos y siente a Mew de cuclillas también. Su sombra reflejada en su cuerpo. —Lárgate. — Gruñe. 

Gulf tiembla de escalofríos, pero no se va hasta recoger todos los colmillos y meterlos en su riñonera. Es entonces cuando despega del lugar con sus alas. 

—¡Estuviste increíble, Mew! ¡Realmente diste el aura de un león! 

—Hasta yo me asuste, ¡eres genial! 

Los niños lo halagan, pero Mew sigue con la mirada al niño ave. Triste de tener que usar ese método para alejarlo. 

—Sólo quería que se fuera. 

El niño ave entra a la cueva detrás de la cascada e intenta unir el collar, pero no puede. —Era un collar bonito y la prueba de que los leones y las aves podemos coexistir. Que ellos no son tan malos. — Gulf se limpia las lágrimas en sus ojos. Decide enterrar el collar con la poca tierra de alrededor. Hace una montañita con ambas manos y "siembra" el collar. Lo golpea para hundirlo entonces emerge de la cascada. Incluso a distancia puede ver a los niños jugar felices. En la aldea los niños ave no quieren jugar con él por miedo a que Graset les haga algo. 

Pero observa que una manada de anacondas se arrastran para comérselos. Esos carroñeros mitad persona y mitad animal siempre quieren comerse a los niños de los demás clanes. 

Gulf regresa hacia los niños, nuevamente, y agarra el palo de Mew para lanzarlo a la derecha. La oscilación del palo corta la niebla de alrededor y expone al hombre Anaconda siendo noqueado. 

—¡¿Anacondas?! — Se asusta el niño puma. Mew entonces agranda los ojos y mira alrededor. 

Él agarra el palo de su amigo y también lo tira a la izquierda, noqueando a otro anaconda. 

—¡Guau, ambos tienen buena puntería! — Los niños halagan mientras que los dos príncipes de los clanes unen espaldas al pendiente de su alrededor. 

Una mujer anaconda sale desde enfrente de ellos con una sonrisa maquiavélica. —¡Son míos, niños! Nunca nos habían abatido en una cacería. Interesante. — La mujer envuelve al amigo león de Mew con su cola y lo acerca a su boca. El mentón de la mujer baja hasta su pecho y los colmillos salen a la luz, cuando Gulf agarra el último palo restante y se lo tira a la cara. 

La mujer se detiene como una imagen en pausa y para cuando se mueve es aterradora. Suelta al niño para agarrar al niño-ave, pero Mew sube hasta su cara corriendo por su cola y le pega un puño tan fuerte como para tumbarla al suelo. Tumbándole más de un colmillo. La anaconda cae en el suelo y los niños halagan a los futuros líderes de los clanes. —¡Tienen muy buena puntería, chicos, enséñennos, ¡porfa! 

 —Sí, anda, queremos aprender.

—Bueno, si eso quieren sólo falta tener el permiso de alguien. — Gulf le pide permiso a Mew con los ojos. Esta vez, el niño león sonríe con lástima. Su cola se mueve de lado a lado. 

—Me disculpo por.. romper tu collar... — Mew se rasga la parte posterior de la cabeza -justo debajo de la cabeza de león disecado sobre la suya-. Tragándose su orgullo. Los niños sonríen a medias porque saben que le cuesta disculpar sus males. —Estuviste muy bien hace unos minutos.

—Tú no estuviste nada mal. Y tranquilo, no pasa nada con el collar. Lo llevaré conmigo. Siempre. 

Ambos sonríen entre sí.

—Hijo, aléjate de ese león ahora mismo. — Graset baja del acantilado con el suave aterrizaje de sus alas. Todos lo observan con miedo. Rionfa también llega para colocar a Mew detrás suyo. 

—Papá, tranquilo, no son peligrosos. Mira. Derrotamos a los anacondas juntos. Mew y yo. 

—Qué te he dicho de juntarte con estos animales. Por NADA del mundo debes acercarte a ellos. — Graset se lo lleva de un brazo. 

—Es tu hijo el que siempre se acerca a los míos, Graset. No lo culpes por querer la diferencia. 

—Tú mantén a tu hijo lejos del mío y todo estará bien. 

Graset le restó importancia al asunto de las anacondas y llevo a su hijo con él. Mientras se alejan, Mew y Gulf se miran una vez más. Juntos derrotaron a las anacondas. Juntos eran guerreros fuertes, podían hacer milagros para sus clanes. 


· · ─ ·𖥸· ─ · ·


Era de noche y seguía castigado en un rincón de la oficina de su padre, con los brazos alzados en el aire y sentado sobre sus tobillos. Cabizbajo. —Me iré, pero tendré al señor Búho vigilando desde afuera, si te mueves tan sólo un poco, ¡te ira peor, Gulf! No bromeo. — Tan pronto abandona la oficina, Gulf baja los brazos. 

—Hace ocho años que sé que el señor Búho no existe, papá. — El niño resopla.

—Gulf. Hola. — Mew se asoma por la ventana, aún escalando los bambúes para sostenerse del borde. Al final se mantiene de cuclillas con las botas sobre el margen y una mano en el margen superior. Gulf sonríe y gatea hasta él cómo mismo hacen los mono-ciudadanos. 

—¡Mew! ¿Qué haces aquí?

—Mi papá te hizo otro collar. — Mew le entrega un nuevo collar de colmillos. Gulf lo recibe entre manos como el objeto más especial en su vida. Sonríe fascinado. 

—Mew, ¡muchas gracias!

—No me agradezcas a mí. Agradécele a mí papá. Lo hizo él, de verdad. 

Su insistencia coincide con los cortes en sus dedos. Es ahí cuando Gulf sonríe labial y le sigue la corriente para no incomodar al orgulloso león. Qué león tan mentiroso. 

—Escucha, no podemos seguir viéndonos. No nos busques más. ¿De acuerdo?

Gulf asiente lentamente y niega de la misma manera. Travieso. —¡No puedo prometer nada! Ustedes son los únicos que pueden ser mis amigos.

—Eres una ave masoquista. ¡Masoquista! 

—¿Qué es eso?

Mew gruñe y se despide, saltando fuera de la ventana. Gulf se asoma por la ventana, viéndolo irse. Tenía una espalda fuerte para tener catorce años y un abdomen marcado. El clan león era lerdo y orgulloso, pero eran malos sólo por apariencia. 


Nota de autora: ¡AHH! Por fin, pude comenzar esta hermosa historia, espero que les agrade. Tiene mucha fantasía, colores divertidos y romance❤️ ¿Qué piensan del diseño de los personajes? ¡Nos leemos!

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