CAPÍTULO 7

—Cuando ya pueda volver a salir de casa– habla Aisha mientras se viste—, quiero ir a nuestro lugar en la playa. Hace mucho tiempo que no siento la brisa del mar en mi rostro.

Me acerco a ella y beso su frente.

—Iremos a donde tu quieras. — le aseguro y su sonrisa se ensancha más.

Bajamos hacia el primer piso ya vestidos y Lucinda, la madre de Aisha, le dice que se apresure, que deben registrarse una hora antes de que entre al quirófano. Con un ultimo beso de despedida, le prometo que solo iré a ducharme y cuando ella despierte estaré al lado de su camilla.

—Te amo. — le digo, sintiéndome incluso más nervioso que ella.

—Y yo te amo a ti. — me responde ella en voz temblorosa. Hace más grande su bastón y sus padres, su hermano y ella se dirigen hacia el auto.

Son las seis de la mañana aun, por lo que decido ir a casa y darme una ducha, no podría volver a conciliar el sueño ni porque lo quisiera, además, tengo clases que recibir hasta las nueve de la mañana, tiempo para el que espero que Aisha ya haya salido de su operación con un nuevo corazón.

Vuelvo a estar nervioso durante toda la mañana, y por primera vez en tres años no presté atención.

—¿Podrías pasarme tus notas luego? — le pregunto a la chica que está a mi lado en cuanto la ultima clase de la mañana termina por fin.

—Claro. — dice sin mucha alegría, le agradezco en voz baja y salgo corriendo del salón de clases.

Harold nuevamente me prestó su auto, por lo que de camino hacia la clínica privada en la que se encontraba Aisha, paso recargando el combustible y trato llegar lo más rápido posible.

Me registro en la entrada y camino hacia la sala de espera de la clínica. Localizo a la amiga de Aisha, Allen.

Me alarmo cuando me doy cuenta que está llorando, siento como mi alma cae a mis pies y un dolor profundo se instala en mi corazón, completamente preocupado me acerco a ella. Volteo mi vista a Charles, quien tiene la mirada perdida, con los ojos rojos e hinchados. Sus padres estaban muy distanciados, Lucinda lloraba desconsoladamente y Rafael parecía querer gritar fuertemente.

Me acerco titubeando hacia ellos, Allen es la primera en verme; corre hacia mi y me abraza sin decir una sola palabra, empieza a llorar incontrolablemente.

—¿Que... Qué pasa? — digo nervioso, temiendo lo peor.

—Aisha... No... Sobrevivió. — responde con la voz temblorosa.

Mi mundo se detiene, me separo de ella y empiezo a negar con la cabeza. No detengo el mar de lagrimas que empieza a formarse en mis ojos.

—Nos dieron la noticia hace media hora. — dice Charles, aun sin poder creérselo. Comparto el sentimiento.

No puede ser que justo esta mañana la haya tenido en mis brazos, que me haya pedido ir a nuestro lugar favorito en la playa, que no volveré a ver su sonrisa con hoyuelos en sus mejillas, no volveré a ver sus hermosos ojos, que no volveré a hacerle el amor tal y como hace unas horas, y sobre todo que no volveré a sentir este amor tan profundo que siento por ella.

Salgo de la clínica, diciéndoles que necesito espacio.

Y me dirijo a donde le prometí que iríamos una vez ella despertara. Sin embargo, siento la más grande de las tristezas dentro de mi al saber que estaría ahí sin ella. Porque lamentablemente, no había vuelto a despertar.

***

—Luces para la mierda, amigo. — es lo primero que dice Harold en cuanto entro al pequeño apartamento.

—Para ya, no estoy de humor. — escupo con mal humor.

—Uy perdón su excelencia, no sabía que se encontraba usted en sus días rojos— trata de bromear de nuevo, pero al ver que mi expresión sigue seria, su sonrisa se borra—, ¿Que paso hermano? — toma seriedad.

—Aisha...— pronuncio su nombre por primera vez en horas, siento como mi vista se vuelve a empañar.

—¿Que pasa? — arruga su frente en confusión.

—No sobrevivió...— mi voz sale en a penas un susurro entrecortado, él entiende de lo que estoy hablando y se acerca con paso vacilante hacia mí.

—Hermano... Yo...— dice apenado.

Se me escapa un sollozo. Harold me había visto hasta tener sexo con una chica, pero nunca me había visto llorar. Sin embargo, parece compadecerse de mi dolor y se acerca a mi para abrazarme. Justo lo que necesito en este momento, ni siquiera me importa que él sea quien me consuele, simplemente acepto su apoyo hacia mí y mi sufrimiento.

—La amo, había pasado toda mi vida creyendo que ese tipo de amor solo existía en los libros y las películas, pero cuando la conocí.... Ella cambió mi manera de pensar. — sollozo nuevamente y él me abraza más fuerte. Sé que se siente incomodo al estar en esta situación, pero tan buen amigo como lo es, no me deja caer.

—Pero las cosas suceden por algo, la amaste en tan poco tiempo, tal vez así la puedas olvidar. — se separa un poco de mi y se encoge de hombros.

—No pienso olvidarla, tal vez superarla, pero jamás olvidarla. — le aseguro, dando promesa de mis palabras.

La parte masoquista de mi me decía que no debía olvidarla, por más dolor que me causara su ausencia.

Harold suspira, no sabe qué más decir.

—¿Iras al funeral? — cambia de tema.

—Claro que sí, solo necesito encontrar las fuerzas para poder asistir. — me dirijo hacia la habitación y me tiro en mi cama, no puedo dormir esa noche, pues siento como una parte de mi vida no volverá a estar presente nunca más.

***

—Hola James. — dice sin muchas ganas, la noto cansada, perdida, destruida. Tal y como yo me siento a cada minuto que pasa.

—Hola. — la saludo de vuelta.

Giro mi rostro, inspeccionando toda la habitación. En una esquina se encuentra un ataúd, donde su cuerpo descansa por fin. Siento como mi corazón vuelve a partirse.

—Te estaba esperando. — Allen vuelve a atraer mi vista hacia ella.

—¿Si? — pregunto confundido.

—Ella... Me dejó algo para ti. — saca un sobre del bolsillo de su abrigo negro y me lo entrega.

—¿Una carta?

—Ella no creía que sobreviviría...— noto como le cuesta hablar—, antes... de... entrar a la sala de operaciones... Me dijo que te amaba demasiado, y me dijo que te entregara esto si ella no lograba salir con vida de ese lugar.

Tomo el sobre con las manos temblorosas y, conteniendo la respiración, lo abro para notar que está escrita a computadora. Tomo una respiración profunda y empiezo a leer el contenido que hace que una vez más, me sienta perdido sin ella. 

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