VIII. Una vida por otra

—Muy bien. Si es lo que quieres, así se hará.

Al principio, me costó creer lo que acababa de escuchar, pero cuando logré asimilarlo, mi boca se abrió con sorpresa, incapaz de ocultar lo que en verdad sentía. No podía ser… ¡lo había conseguido! Mi deseo se haría realidad.

Pero con una condición.

«Quizás hablé demasiado pronto»

Tragué saliva con temor al comprender el verdadero significado de sus palabras, sobre todo porque sabía que, lo que sea que me pidiera, no sería una tarea fácil de cumplir.

De la nada, un extraño viento —que no supe de dónde apareció— pasó rozando mi mejilla con una sutil e inquietante delicadeza, como si esa corriente de aire helado fuera un dulce beso por parte de la muerte, el cual me recordó que estaba a punto de sellar mi destino y que después de eso, no habría vuelta atrás.

«Una vida por otra…»

La frase llegó a mis oídos de forma baja, casi en un susurro, producido por aquellas voces tan perturbadoras que, un instante atrás, sollozaban y se lamentaban en un espantoso coro de quejidos que me pusieron la piel de gallina. Ahora, aquellas voces sonaban tranquilas, serenas, como si el mensaje que me querían enviar, fuera muy importante.

Un momento… ¿Una vida por otra? ¿Qué rayos significaba eso?

«En las mismas circunstancias…»

Me quedé analizando la frase por varios segundos, intentando encontrarle sentido o averiguar por qué era tan importante, sin embargo, todos mis esfuerzos fueron en vano, porque sin importar cuánto lo intenté, no logré entender ni descifrar qué significaba. ¿Una vida por otra? ¿Acaso era que…?

La respuesta llegó a mí por sí sola, casi como por arte de magia o por influencia de algo “sobrenatural”.

Una vida por otra… estaba más que claro. Significaba que alguien debía morir, para poder reemplazar el lugar de Thame en el infierno. Quería decir que, para que Thame saliera de ese sitio, alguien debía perder la vida y reemplazarlo. Para salvarlo a él, alguien más debía morir…

Como si fuera una especie de sacrificio humano…

La simple idea me desconcertó, en la misma medida que me aterró. Es decir, ¡estamos hablando de una vida! ¿Cómo podría sólo elegir a alguien y condenarlo a eso? Porque sí, eso era lo que tenía que hacer. Para salvar a Thame, debía condenar el alma de otra persona a permanecer en el infierno para siempre y por toda la eternidad. Dicho de otra forma, alguien tenía que reemplazar su lugar, ¿o es que acaso yo entendí mal? ¿Y si no era eso lo que el “mensaje” quería decir? Al final, ¿cuál era el papel que jugaba yo en todo ese problema?

Pero entre todas esas preguntas, había una que me atormentaba más que las demás, porque no estaba segura de querer saber la respuesta.

En realidad, ¿qué era lo que yo debía hacer?

La parte “inteligente” de mi cerebro, fue la encargada de contestar:

Hacer que alguien muera para que su alma quede encadenada al infierno…

Un fuerte mareo me golpeó de repente y las náuseas no se hicieron esperar. Eso lo confirmó, no había otra salida. Si en verdad quería salvar a Thame, debía sacrificar el alma de otra persona, a cambio de la suya.

—¿Es eso? —pregunté, creyendo que el ente misterioso seguía ahí— Debo hacer que… alguien muera, para que su alma se vaya al infierno y… ¿reemplace a Thame?

La respuesta a mi pregunta, jamás llegó. Por el contrario, lo único que percibí, fue un sepulcral silencio que, en esas circunstancias, resultaba de lo más aterrador.

De la nada, una nueva ola de vapor volvió a golpearme con fuerza, tanta que logró desestabilizarme y acabé tambaleándome un poco, al punto de casi caer de las escaleras. No obstante, de alguna manera logré aferrarme con fuerza a la barandilla y al final, sólo quedé un poco inclinada, como si estuviera a punto de caer directo al abismo.

La sensación fue la misma que al pisar el último escalón, cuando ese ente apareció, sólo que ahora, parecía haber sido al revés.

Aunque el pañuelo seguía obstruyendo mi visión, hubiera podido jurar que ese ser demoníaco ya no se encontraba ahí, conmigo. Me había dejado sola, con la duda de si había entendido bien las instrucciones o no.

Mis sentidos se pusieron en estado de alerta cuando, a lo lejos, alcancé a percibir un nuevo sonido que me resultó algo familiar, pero que a la vez, no se me hizo para nada conocido. Es… difícil de explicar. Reconocí las voces, pero en todo el tiempo que llevaba ahí, no había oído que produjeran esa clase de ruido.

Risas…

Un escalofrío me recorrió la espalda cuando el sonido se volvió más claro. Eran las mismas voces que, al principio, parecían lamentarse. Ahora, esas mismas voces reían, reían de una forma tan macabra y siniestra que hasta parecían ser entidades demoníacas, quienes se burlaban de mí y de lo que estaba haciendo. O quizás, sólo estaban contentas por haber ganado una nueva alma para su aterrador mundo.

No tenía intenciones de averiguar qué teoría era la correcta, así que sin dudar, me di la vuelta y empecé a correr escaleras arriba.

Ni siquiera me tomé la molestia de volver a contar los escalones, así como lo hice antes, sólo puedo decir que estos duplicaron, no… triplicaron su cantidad, al punto en que, sin importar cuánto corriera, parecían no terminar jamás. Era como si no tuvieran un final y mi destino fuera quedarme ahí para siempre, atrapada en el Inframundo. Habría sido más fácil si hubiera podido saltarlos de dos en dos o incluso, de tres en tres, pero seguía sin poder ver nada y hacer eso, hubiera sido como querer morir ahí mismo y llamar a todos los demonios que hubieran disponibles, para que llegaran a torturar y desgarrar mi alma.

Claro está que no quería eso, así que me tocó conformarme con seguir subiéndolos de uno en uno. Eso sí, sin detenerme a descansar.

Mi corazón retumbaba con fuerza en mi garganta, mientras el aire empezaba a faltarme debido al esfuerzo físico, sin embargo, eso no me impidió continuar y seguir con mi larga e interminable carrera, hasta que un mal paso me hizo trastrabillar e irme de cara hacia el frente.

De algún modo logré mantener el equilibrio y evité la caída, sólo para encontrarme con la grata sorpresa de que ya no había más escalones por subir. Mi pie había pisado en un espacio liso y como no lo esperaba, eso mismo me hizo tropezar. En otro momento, bien podría haberme enfadado o peleado conmigo misma por ser tan torpe y no tener más cuidado, no obstante, fue lo que menos me importó, pues esa era la señal de que el juego había terminado.

Sin pensarlo, me arranqué el pañuelo de los ojos, pero el miedo terminó dominándome y al final, volví a correr como loca desquiciada, buscando con desesperación la salida de aquel edificio que, en ese momento, sólo me produjo deseos de huir, muy lejos de ahí.

Por primera vez desde que tengo memoria, el lugar se sintió tan inmenso que encontrar una salida, parecía una misión imposible de realizar. Por primera vez, no reconocí los pasillos por los que corría, mucho menos los locales que me rodeaban y cuyos cristales reflejaban sombras extrañas que, gracias a mi ya traumatizada mente, se veían como inquietantes figuras que parecían de todo, menos seres humanos. Y lo peor de todo, por primera vez en mucho tiempo, volví a temerle a la soledad y a aquello que me acechaba desde las penumbras de la noche. Fue como si justo en ese momento, mis demonios internos hubieran decidido salir a hacer de las suyas. Y aquellos monstruos que me cazaban de niña, volvieron a aparecer ante mí, esperando el momento perfecto para atacar.

Fue como si mi acción hubiera despertado algo que, tal vez, debía quedarse dormido.

«Ten cuidado, Savarah, porque si sigues jugando con esas cosas, puedes abrir una puerta que quizás sea mejor dejar cerrada»

Chaline me lo advirtió, lo sé, pero aún así lo hice. La pregunta era: ¿valió la pena?

Me detuve de golpe al pensar eso.

Sentí como si mi cerebro empezara a despertar de un extraño sueño, como si todo lo que acababa de pasar hubiera sido producto de mi imaginación, pero no lo fue. Y lo comprobé al tocar mi rostro y darme cuenta de que éste estaba a una temperatura muy alta, a pesar de no presentar síntomas de fiebre.

Una gran avalancha de pensamientos se me vino encima de repente. Por un lado, dudé de que eso hubiera sido real; por otro, quería creer que no lo fue e irme a mi casa en completa paz; y una tercera parte de mí, anhelaba que todo hubiera sucedido y no fuera sólo una ilusión que mi débil corazón había creado para sobrevivir y hacerme sentir mejor por la ausencia de Thame.

Con discreción y mucho, mucho temor, volteé a ver hacia atrás, hacia ese pasillo que, si lo pienso bien, daba justo a la puerta donde se hallaban las escaleras de emergencia —creo que todo ese tiempo, sólo estuve corriendo en círculos—. En el fondo, tenía miedo de encontrarme con que ese ente maligno no se había ido y seguía ahí, parado justo detrás de mí, no obstante, pude respirar tranquila al girarme por completo y darme cuenta de que no había nada, sólo las penumbras que, a esa hora, invadían el centro comercial.

Por precaución, miré hacia todos lados de forma frenética, sólo para asegurarme de que estaba en el mundo que conocía y a salvo, sin correr el riesgo de que algún ser demoníaco me hubiera seguido en el camino hasta ahí. Como dije, todo se sentía tan irreal, que parecía haber sido sólo una pesadilla, pero en el fondo, algo me dijo que mi “paranoia” no era en vano y que mi instinto tenía una buena razón para estar en alerta.

No me di cuenta de que estaba apretando algo con fuerza, hasta que bajé el rostro y vi el pañuelo en mi mano, al cual me aferraba como si mi vida entera dependiera de ello.

Una gran tranquilidad me invadió al apretarlo otra vez, sin embargo, ésta iba acompañada por la nostalgia que me produjo el recuerdo de la persona que me lo obsequió. Vaya que en serio extrañé a Thame en ese momento… nunca pensé que llegaría a convertirse en alguien tan importante para mí. Y aún peor, nunca imaginé que su ausencia llegaría a doler tanto.

Entonces, las palabras que oí en aquel terrorífico lugar, volvieron a hacer eco en mi memoria.

«Si es lo que quieres, entonces así se hará»

Si lo que acababa de pasar, fue real, entonces… significaba que tal vez, tenía una forma de volver a ver a Thame. Y no sólo eso, significaba que quizás… y sólo quizás, podía traerlo de vuelta a este mundo. El único inconveniente era… la condición que me impusieron.

«Una vida por otra…»

El mensaje estaba más que claro. Para que Thame pudiera vivir, alguien más debía morir... alguien más debía sacrificarse y tomar su lugar en el Inframundo. Sólo así se haría realidad mi deseo, de lo contrario, todo seguiría como hasta ahora y él se quedaría ahí para siempre, siendo torturado de forma cruel por toda la eternidad.

Un sinfín de dudas me atacaron de repente al analizarlo con más detenimiento. Si hacía lo que me dijeron, lograría sacar a Thame de ese sitio, sí; pero a cambio, alguien más tomaría su lugar y el alma de esa persona, sería lastimada y torturada por siempre, aún cuando quizás, no hubiera hecho nada para merecerlo.

Las instrucciones fueron claras, pero… ¿sería capaz de seguirlas al pie de la letra?

No pude evitar dudar un poco al considerar todos los obstáculos que tenía en el camino, tanto físicos como “morales”, sin embargo, estos dejaron de importarme cuando recordé lo que yo tuve que soportar todos estos meses. Sonará egoísta, pero a nadie pareció importarle mi sufrimiento, entonces ¿por qué debía importarme a mí el sufrimiento de alguien más? ¿Por qué tendría que preocuparme por el alma de otra persona, cuando a nadie le importó el alma de mi prometido? Además, habían muchas personas que merecían castigos peores que el infierno, entonces ¿por qué estaría mal enviarlos allá?

La raza humana es cruel por naturaleza. Y lugares como el infierno, fueron creados para servirnos de castigo, un castigo que, a lo mejor, merecemos.

Con ese pensamiento en mente, continué corriendo hasta que estuve fuera del edificio. El frío no tardó mucho en envolverme y hacerme temblar, pero ya no me molestó tanto como antes, no cuando acababa de salir de un calor tan abrazador que podría freír vivo a cualquiera.

Miré hacia arriba y noté como las nubes habían cubierto a la luna casi en su totalidad, aún cuando ni siquiera anunciaron ninguna tormenta o lluvia. Quizás fueron ideas mías, pero era como si ese “escenario” tan tétrico, se hubiera producido sólo ahí, donde acababa de jugar al juego de la escalera. Dicho de otra forma, era como si la naturaleza hubiera sabido a qué me estaba metiendo y por eso, se había empeñado en ensombrecer el paisaje, lo suficiente para hacerlo ver como si estuviéramos en una película de terror.

Excepto que a mí, ya no me causó miedo, porque ese paisaje tan tenebroso, era la señal que mi corazón necesitaba para saber que, lo que viví, fue real. Esa era la señal que me confirmaba que podía volver a ser feliz.

Esa señal me indicaba que Thame podía volver a vivir…

Continué corriendo hasta chocar con Chaline. Y aunque logré mantener una breve “discusión” con ella, lo cierto es que mi mente se encontraba en otra parte, muy lejos de ahí. En ese instante, no había nada más importante para mí que Thame y el sacrificio que tendría que hacer, si de verdad quería sacarlo del infierno. Muchas dudas me atacaron en ese momento, pero hubo una peor que todas las demás, una que incluso me hizo reconsiderar si de verdad, quería hacerlo:

¿Quién podría ser el elegido para ocupar su lugar?

Tenía una ventaja a mi favor. Y era que yo ya tenía algunos posibles candidatos que podrían estar interesados en participar…

Hoy es el día. Hoy comienza mi lucha por salvar a Thame.

—Y… ¿Qué te trae por acá? Hace mucho no te veía por el vecindario —opina Chaline, degustando su helado con emoción— Llevabas años sin venir, ¿no?

Ella tiene razón, han pasado años desde la última vez que pisé estas calles, años de no ver estas casas y, sobre todo, a las personas que en ellas viven. La Savarah que se fue de aquí, dejó de existir hace mucho y si soy honesta, en mis planes estaba no regresar nunca, jamás.

Continuamos caminando en completo silencio, mientras mi memoria me lleva a recordar diversos momentos que viví aquí, en éste lugar donde pasé la mayor parte de mi vida. Varios de esos recuerdos son buenos, no lo niego, sin embargo, debo admitir que los malos ganan en cantidad.

—Dime, ¿qué es lo que te trae por aquí después de tanto tiempo? —Chaline vuelve a insistir con la misma pregunta, con lo cual, logra ponerme un poco ansiosa.

Para mí, la respuesta está más que clara, porque yo jamás hubiera vuelto a éste lugar por mi propia voluntad, a menos que tuviera un fuerte motivo para hacerlo.

Igual de fuerte que el que me trajo hoy.

—Nada en especial —respondo, con simpleza—. Hay alguien a quien debo visitar.

Hola de nuevo, mis queridos lectores. ¿Cómo están? ¿Qué tal su día? 🤗

Ya sé, me pegué la desaparecida del año, jeje, pero les puedo asegurar que fue por una buena causa y es que decidí aislarme de la civilización humana un tiempo, para así, poder concentrarme más en mí y en mi escritura. 😎

Sé que no lo parece, ya que sólo les traigo un capítulo, pero eso se debe a que he estado invirtiendo todo mi tiempo en avanzar o finalizar algunas de mis antiguas historias que había dejado inconclusas, entre ellas El asesino Arcoíris (que ayer llegó a su tan esperado final) y ¿Otra vez tú?, historia que, a partir de ayer, retomó sus actualizaciones semanales (espero XD).

Y bien, esa fue la razón de mi repentina desaparición. No se preocupen, no pienso abandonar este libro por nada del mundo (como pasó con los otros xd), sólo me tomé una breve pausa, mientras ordenaba un poco las cosas en mi vida de escritora. 😅

Y hasta aquí el anuncio. No olviden que, mientras esperan, pueden ir a darle un vistazo a mis otras historias, las cuales, estarán disponibles en la plataforma por tiempo indefinido… o hasta nuevo aviso, cuando las mande a borradores para su corrección o (en el peor de los casos) su reestructuración y reescritura (tengo una rara obsesión con la sílaba "re", el día de hoy 🤣). Si alguna de ellas les gusta, no olviden hacérmelo saber con sus votos y comentarios, que siempre son bien recibidos. ✨️💖

Nos leemos pronto, amigos. Cuídense y no olviden que los quiero. ❤️❤️✨️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top