El Pacto de las Luces

Nosotros,

los que luchamos con denuedo contra el tenebroso Enemigo,

los que todo perdimos y sin embargo continuamos,

los heridos en cuerpo y alma,

los corderos convertidos en lobos,

los que no estaban destinados a vencer y vencimos;

nosotros.


Reunidos en este campo de Las Luces,

donde la antorcha de la locura se encendió por última vez;

donde nuestros mejores entregaron sus vidas en una última llamarada de gloria;

juramos no ceder ante cualquier otro que siguiera los pasos del corrupto Enemigo,

ese que destruyó el mundo de nuestros ancestros para sus propios fines.


Así es que comprometemos a las legiones futuras a reconstruir, proliferar y progresar,

solo con la ayuda de la inventiva humana y personal,

detestando y rechazando cualquier método que el Enemigo pudiese utilizar en contra de la Humanidad toda.

Por lo tanto, prohibimos para siempre las herramientas del Enemigo:

la producción en serie de cualquier arma de fuego y vehículo destinado a la guerra, cualquiera fueran sus características;

anulamos para siempre el concepto de dinero o papel moneda para reemplazarlo con nuestro esfuerzo y capacidad real de producción;

vedamos para la eternidad cualquier intervención genética que atente contra la selección y evolución natural de la raza humana.


Para sostener este Pacto, las fuerzas firmantes se obligan a proveer al menos una persona cada diez mil.

Serán entrenados en todas las artes, técnicas y leyes del Mundo Muerto además del nuestro. 

Siendo su misión llevar los valores aquí presentes a todos los rincones del mundo arrasado; brindando orden, progreso y protección contra los enemigos del Mundo Renacido.

Grabado en placa de titanio, en el monumento a la Batalla de Las Luces. Año 17 DL (Después de Las Luces).

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