Capítulo 6: ¡Detective Laughing!

—¡Gracias, Jason! Tú siempre eres tan amable conmigo… Ojalá Jeff lo fuese también… —me habló con su melodiosa voz y agarró el chaleco negro con ambas manos.

—Ese hombre no te merece —contesté con una pequeña sonrisa—. Si fuese por mí, le haría algún amarre, pero sabes que entre nosotros no es posible, Nina.

—Oh, lo sé… Aún recuerdo la última vez que nos vimos, fui desnuda a su cabaña a ver si así lograba hacer que sintiera algo pero… me vomitó encima… —dijo mirando al suelo, era realmente difícil leer sus expresiones, pues su rostro estaba bastante deformado y ni siquiera había rastro de cejas o nariz.

—Jeff es raro, pero estoy seguro de que tarde o temprano captarás su atención. Después de tres años… —hice una pausa para pensar en lo que decir— tal vez te considere.

—Bueno, veré qué hacer… —murmuró— Por cierto, tengo curiosidad, ¿de dónde sacaste este cuero? ¡Se nota que es de muy buena calidad, Jason!

Miré hacia otro lado, recordándolo todo. Mis músculos faciales formaron una sonrisa sin yo notarlo.

V-vui l-lòngV-vui l-lòng

—Blah, blah, blah. Lo mismo de siempre.

Dejé caer un ratón de cuerda de color azul al suelo. Trepó por las piernas del niño de siete años hasta llegar a su boca.

—Ah, no, no, no. Debes tragarlo… —con mis garras abrí la boca del niño asiático dejando entrar al ratón por su boca y cayó por la garganta— Y… ahora a esperar.

Me senté en el suelo y miré de arriba abajo al chico. Era un niño vietnamita, tenía siete años y su rostro estaba empapado. Había logrado engañarlo llevándolo por mi puerta azul desde el orfanato que encontré hasta un callejón muy visible a plena luz del día, donde mucha gente pasaba por los lados del lugar sin entrar. China y Vietnam son de mis lugares favoritos para encontrar materiales para mis juguetes, ropa, entre otras cosas. La gente no se entrometía en asuntos ajenos, y si veían algo, se hacían los ciegos. Era perfecto.

—¡OOOOOOOOOOOOOGH! ¡OOOOOOOOOOOOOOOGH! ¡OOOOOOOOOOOGH!

—Mucho ruido haces, los otros no hacían tanto escándalo… —murmuré y tapé su boca con mi mano. Noté que me la manchaba de sangre.

El niño miraba a todos lados desesperado en llanto.

Empezó a chillar en mi mano angustiado y movía sus manos a los lados. El ratón ya estaba haciendo su trabajo, se estaba comiendo el interior del niño y solo quedaría la piel, es decir, mi cuero...

—Cortesía de un escandaloso niño —resumí para contestarle.

—Vaya… ¡Eso solo hace que me guste más! —Exclamó Nina mirando con ilusión la prenda—. De nuevo, gracias… ¡Ya nos veremos! 

Me despedí cortésmente de ella y desaparecí por uno de mis portales. Siempre era extraño cruzarlos, sentías como todo tu cuerpo físico se iba deformando, adaptándose poco a poco a las físicas de tu realidad final. No lo definiría como algo doloroso, sino más bien mágico, masoquistamente mágico.

En esta ocasión fui a una realidad a la que los cuatro teníamos acceso. Era una simple sala sin tejado, en la que al mirar arriba solo observabas un cielo lleno de galaxias y árboles flotando. Las cuatro paredes de la habitación estaban decoradas con pequeñas luces en forma de caracol y muchos, muchos espejos. El suelo tenía huecos por los que podías caer si no mirabas bien y, finalmente, en el centro de la sala, una gran mesa triangular con cuatro sillas: tres en la base y una para mí en el pico de enfrente.

—Mm… —miré la mesa. Uno de los asientos de la base estaban vacíos— ¿Alguno sabe dónde está Laughing Jack? —Tanto Candy Pop como Puppeteer negaron con la cabeza. Me senté.

Tras dos incómodos minutos de espera, el portal de entrada se abrió. No le dirigí la mirada hasta que por fin se puso en su silla.

—Bien, ya podemos empezar. Antes de nada, ¿alguno tiene hambre? 

Afirmaron y toqué una palmada. Un candelabro apareció sirviéndonos bebidas, mientras que un trenecito lleno de comida apareció por las paredes hasta llegar a la mesa. Normalmente no podíamos pasar en otras realidades mucho tiempo, pero hacía bastante que no comíamos en una. Además, quería relajar la tensión.

Cuando ya todos se sirvieron y comenzaron a comer, lancé la primera pregunta, como despreocupado.

—Laughing, ¿qué puedes contarnos de la famosa misión de Zalgo? ¿Hay… novedades? 

—Mm… no lo sé, ¿las hay? —me contestó hablando con la boca abierta. Empezó a reírse— Venga, ¡juguemos a las preguntas! Adivina adivinanza… 

—Laughing… —lo llamó Puppeteer discretamente.

—Vaaale —respondió Laughing con tono de niño pequeño—. Pero que sepas, Jason, que cada vez eres más aburrido… Sí, fui a ver cómo estaban los de la celda. Le di un caramelo a uno de los chicos, ¡confía en mí! ¡Se lo comió! 

—¡Oh, sí, confía en Laughing Jack! —soltó Candy— ¿No lo habéis oído? ¡Se comió un caramelo! —exclamó para luego comenzar a reírse con una voz chillona— ¿Seguro que no fue por miedo? —preguntó. Laughing le miró muy mal. 

—¡No, no! ¡Confía en mí! Pero no es el único, he estado atento… ¡Hay otros que confían en nosotros! Eso es bueno, ¡muy bueno! 

—Mm… Tenemos que averiguar más sobre eso —respondí—. Además, es primordial que sepamos más de esos… adolescentes. Hay que averiguar por qué los ha elegido Zalgo, y cómo podemos usarlos para escapar por fin de él y Slenderman —pausé para comer otro bocado. Me encantaba esta mezcla de plástico con vísceras— Laughing, vuelve con el chico, sácale toda la información posible —sentencié.

—Na, na na, na na na na na… —estaba tarareando la canción de mi caja. ¡Me encanta la canción de mi caja! Siempre que estoy dentro el sonido está vacío, y en cuanto suena la música significa que voy a salir, ¡siempre me pone feliz salir, por eso me pone feliz esa canción! 

Di un fuerte golpe en la puerta del almacén de celdas para abrirla. ¡Quiero escuchar cómo se emocionan, Laughing Jack ha llegado! 

Caminé por el pasillo, encorvado, creo que sienten más confianza cuando estoy más cerca de la altura de sus ojos. ¡A veces desearía ser tan alto como un niño! También la caja sería más cómoda…

—¡AAH! —gritó un grande niño negro de la emoción. No pude evitar sonreír. Me acerqué a los barrotes de la celda, casi aplastando mi cara contra ellos.

—¡Tranquilo! Ya sé que es emocionante que alguien venga a jugar con vosotros, pero hoy solo he venido a por uno… —con los ojos miré a toda la celda— Mm… ¿Quién será? ¿Quién será? —noté como el niño de la otra vez, de pelo marrón claro y ojos verdes, no apartaba la mirada de mí. ¡Estaba deseando conocerme más!— ¡TÚ! ¡SÍ, TÚ! —comencé a dar botes de la emoción mientras lo señalaba. 

Una niña rubia lo miró y le dijo que sí con la cabeza. ¡Ay, seguro que el niño aún no se lo creía y necesitaba que sus amigos se lo remarcaran!

Con rapidez abrí la celda y le tendí mi mano al chico.

—Acompáñame. ¡Daremos un paseo muy divertido, y te daré cosas muy ricas de comer! ¡Todos los dulces que quieras! —exclamé. El chico sonrió y me dio la mano. ¡Toma, Candy Pop, yo tenía razón! ¡El chico confía en mí!

Tomé su mano y lo llevé fuera de la celda. Una vez cerré, fuimos juntos hasta la salida: el bosque. El niño tomó una fuerte bocanada de aire fresco.

—La naturaleza es maravillosa, ¿verdad? —pregunté. Él aceptó con la cabeza— ¡Es un parque enorme, y completamente natural! 

—Sí… Supongo que sí —me respondió con la cabeza agachada. Oh… ¡Es tímido!

Me agaché para, como dije antes, tenerlo a la altura de sus ojos. ¡Aunque lo cierto es que no era tan bajito como otros niños!

—Creo que la otra vez no me presenté —le dije sonriendo. ¡¿A quién no le calma una sonrisa?!— Soy Laughing, Laughing Jack —le tendí la mano de nuevo.

—¿Laughing Jack?... ¿Como las cajas de música con un payaso dentro? 

—¡Efectivamente! Ay, ¡no muchos niños saben eso! ¡Pero qué listo eres!

—Bueno… no soy exactamente un niño… —sonrió— En realidad tengo diecisiete años —se rascaba el pelo mientras me lo contaba.

—Diecisiete… ¡Un niño! ¡Un niño grande, es lo que yo decía! —el niño grande rio levemente— Dime —seguí diciendo—, ¿y cómo te llaman tus amigos, niño grande?

—Locke, me llaman Locke. Mi… Mi apellido es Namoc.

—Mm… ¡pero qué nombre más curioso!

—Sí —rio—, ¡es cierto!

Tras esta leve charla, siento que conseguí quitarle un poquito de timidez, así que me incorporé y comenzamos a andar. Descubrí que le gustaba el ciclismo y el atletismo, que su estación favorita era el verano por las fiestas y el otoño por el clima, que odiaba las manzanas aunque fuera la única fruta que su madre compraba, ¡y que le encantaba la comida!

—Oh, no creo que te hayan dado mucho de comer desde que estáis aquí… 

—La verdad es que no… ¡Supongo que es lo que tienen los secuestros! —Ese comentario me había parecido muy gracioso. No pude evitar reírme a todo volumen. Me caía bien Locke, era un niño divertido. ¡No todos saben serlo!

—Ten… un regalito de mi parte —le di una bolsa marrón que Jason había confeccionado con la piel de algún niño. ¡No pudo ocultar su emoción al ver qué había dentro!

—To-todos estos dulces, ¿son para mí? —preguntó incrédulo. 

—Sí, todos, todos, todos… ¡pero juguemos a un juego! Yo te iré preguntando cosas, y por cada pregunta que respondas, podrás comerte uno. ¿Qué te parece? 

—¡Una ganga! —Respondió. Iba a ser fácil conseguir la información que Jason quería, y encima, ¡divertido!

—Bien, primera pregunta… ¿quién es quién en vuestro grupo de amigos? —se extrañó al escucharme.

—¿Te refieres a nombre y apellido?

—¡No! Bueno… ¡Podría servir! Pero no… me refiero a… ya sabes, quien os une, quien es el gracioso, quien manda…

—Oh… Em… —miró fijamente uno de los dulces— Bueno, Lana es la que nos unió a todos. Cada vez que ve a alguien solo o que lo pasa mal, le invita a juntarse con ella. Creo que por eso somos tan diferentes unos de otros… A mí me salvó de quedarme solo cuando mis anteriores amigos se fueron… —alto, no pude evitar entristecerme. Mi sonrisa se invirtió.

—¿Tus anteriores amigos te abandonaron? —pregunté. Noté como a Locke se le ponían los pelos de punta, pobrecito, le pone sentimental hablar de esto…

—Sí… pero bueno, en parte me lo busqué, supongo… —volvió a mirar su dulce. Creo que empezó a temblar un poco. ¿Frío?— Oh, sí, la-la pregunta… el gracioso del grupo diría que soy yo, por supuesto… —sonrió de medio lado, aunque enseguida volvió a estar serio— bueno, no es verdad… Josh siempre es el que da más la nota… era, era… —noté como sus ojos se llenaban de agua. ¿Josh será uno de sus amigos muertos? 

—Mm… imagino que te dolerá lo de Josh… pero piénsalo de este modo, ¡ahora hay espacio para un amigo nuevo! —Dije para alegrarlo. Dejó caer el agua de sus ojos sin emitir ruido y su cuerpo se volvió más firme. ¡Qué sorpresa saber que es cierto, ahora puede hacer amigos nuevos! —Cómete ya tu dulce si quieres… ¡siguiente pregunta! —Jason me dijo que insistiera sobre todo en el tema de Zalgo, y que si veía una reacción extraña en el niño tras hacerle alguna pregunta fuera corriendo a la de Zalgo. Al parecer si después de una reacción rara los dejas pensando, pueden decidir dejar de jugar a las preguntas. ¡Qué rollo!

—¿Qué hay de Zalgo? ¿Alguna vez habías tenido experiencias con seres como nosotros? —Salté delante de él para hacer que reaccionara, y lo conseguí, se fue un poquito para atrás. ¡Casi dejó caer su dulce! ¡Qué divertido, le he pegado un susto! 

—Za-Zalgo… —noté como Locke respiraba más rápido, ¡le encanta el aire puro del bosque!

—¿Y bieeen? —pregunté acercándome a su rostro.

—Eh… ¡No! Yo no… Es la primera vez que tengo experiencias así… Eh… Zalgo… No sé, lo invocamos todos juntos por diversión y… ¡Y aquí estamos! 

Sonreí ampliamente.

—¡Vale! ¡Muchas gracias! —agarré uno de los dulces de la bolsa con mi garra y se lo acerqué— Ya puedes tomar otro… ¡¿A que es fácil?! —Comencé a reír. ¡Qué bien nos lo estábamos pasando! 

Locke agarró el dulce de mi garra y se lo llevó a la boca.

—Eh… —miró la bolsa— Solo quedan cuatro dulces, ¿quedan cuatro preguntas? —dijo intrigado mientras se tocaba el rostro y la nuca. 

—Mm… —me quedé pensando. Jason dijo que tenía que conseguir que confiara en mí, y para eso tendría que sacarlo a jugar varias veces— ¡No! Hoy ya no —le quité la bolsa de las manos—. ¡Pero no te pongas triste! Vendré más días y podrás comer más, ¡mucho más! E iremos variando de juego… ¡Nos lo vamos a pasar genial! —agarré su barbilla para alzar su mirada, ¡pero qué niño más tímido!— ¿Qué te parece? —Locke empezó a decirme que sí con la cabeza con mucha rapidez. ¡Lo sabía, él también se lo ha pasado genial!

—Sí, sí, claro… ¡Claro! 

Ambos sonreímos y nos dirigimos a las celdas. Cuando pasé al chico dentro y me encaminé para salir, los escuché murmurar. Afiné el oído para saber qué decían.

—¡Locke! ¿Qué habéis hecho? —preguntó una voz de niña grande.

—Mm… no sé, jugar y comer —contestó Locke, luego rio un poco—. Oye, Lexy, al final vas a tener razón… ¡Algunos puede que sean buenos para nosotros!

—Tenny, ¿lo has escuchado? —respondió la voz de otra niña grande, ¿la tal Lexy?— No todos son como en tus historias de internet, Locke y yo vamos a ser los únicos que no nos muramos de hambre… 

—No peleéis, por favor… —dijo la voz de la niña del principio.

—¡¿Queréis callaros ya?! —gritó en un susurro, si eso tiene sentido, la voz de otra niña diferente. ¿La tal Tenny? Bueno, ¡ya he escuchado a las tres chicas!— Os recuerdo que no hemos oído la puerta cerrarse, Laughing debe de seguir aquí y nos estará escuchando… y no creo que sea para hacernos un favor, Lexy —oh, oh, esa Tenny es una niña lista, ¡muy lista! Toda esta información le gustará a Jason… ¡Detective Laughing Jack!

Reí un poco, no pude contenerme, pero oye, así serviría para hacerles saber que me habían pillado, ¡qué divertido! Fui hacia la puerta y ya la cerré al salir.

Caminé para volver a nuestra pequeña cabaña, ya que no tenía mucha energía para transportarme sin andar… ¡Tendré que recuperarla jugando! Entonces, me pareció ver a lo lejos algo. Me camuflé entre unos árboles lejanos, ¡mi vista es muy buena hasta con distancia! 

Masky, era Masky… había entrado en el almacén, igual que lo hizo después de conocer yo a Locke la primera vez. Me quedé esperando a que saliera. Oh, oh, los rumores eran ciertos… ¡Hay más que nos tienen confianza! ¡Ha salido al bosque con una de las niñas! 

Esto le va a encantar a Jason… ¡Detective Laughing Jack!

—¿Un experimento? ¿Estáis hablando en serio? —pregunté pellizcándome una ceja. No me lo podía creer, no creía a Jeff y a Sally tan idiotas.

Estábamos Jeff, Sally, Toby, Hoodie y yo en mi cabaña. Todos teníamos el rostro descubierto.

—Es decir… —habló Toby estando de brazos cruzados— ¿Me he podido comer una puta hora de tortura psicológica y física de Slender solo porque queríais jugar a los experimentos?

—Bueno… Técnicamente no sentirías dolor —respondió Jeff—. De todas formas, ¿Slender te ha torturado? —sonrió de lado. Él siempre se lo tomaba a broma. 

—No.

—¡Entonces es que no le importa! —se encogió de hombros, Toby bajó levemente la cabeza y frunció el ceño.

—Además, no esperaba que Fu ni ninguno fuera a morir… —comentó Sally con voz tranquila y mirando el suelo— Jeff y yo solo queríamos ver cómo se comportaban entre ellos y qué órdenes daría Zalgo. ¡Y mirad, el chico salió sin avisar a ninguno de sus amigos! Además… si Zalgo no os ha regañado es que no serán tan importantes como creíamos, ¿no? 

—Pero esa fue una reacción de supervivencia, cualquiera la tendría —aclaró Hoodie—. Y si no fueran tan importantes no nos habrían pedido ser tan meticulosos.

—Ninguno de nosotros les ha torturado —Jeff se apoyó en la pared del frente— pero sí matado… ¿Entendéis el sin sentido? Ni Zalgo sabe lo que quiere.

—Solo cumplimos órdenes, Jeff. Y es algo en lo que no deberías meterte, así de simple —le miré fijamente, él arqueó una ceja.

—¿Que no debo meterme? Literalmente nos han involucrado en esto sin preguntar ni pedir permiso, ¿y me dices que no debo meterme? Vosotros sois proxys, esclavos, entiendo que no podáis cuestionar, pero yo que no sirvo a nadie, ¿me dices que no puedo?

—Pues ya que no sirves a alguien no debes entorpecernos, así de simple —contestó Hoodie—. Porque a ti, como bien dices, no te echan la bronca o te torturan porque algo sale mal, no te dejan sin comer metiéndote en un cuarto a oscuras con bichos y olor a mierda. Si tú la cagas siempre tendrás a tu hermano Liu para regañarte mientras te da un plato de comida caliente, Jeff. Piensa un poco y madura, ya no tienes quince años para estar haciendo este tipo de tonterías.

Jeff se despegó de la pared y avanzó hasta Hoodie, ya iban a comenzar de nuevo.

—Además —dije incorporándome para evitar la trifulca. Apoyé las manos en la mesa—, esta charlita no es solo por la muerte del chico o por seguir o no el plan de Zalgo… Jeff, Sally, ¿no os dais cuenta de que estamos lidiando con un montón de proxys rebeldes? Siempre ha habido de esos, pero ahora se están agrupando. Podrían haber visto al chino o a más del grupo corriendo por ahí, ¿qué pensarían si se percatan de que no los hemos tomado en cuenta para algo importante? Les estaríamos dando más razones para conspirar contra Slenderman y que se les unan los que aún son fieles. Podríais provocar una guerra civil solo con esa tontería, ¿sois capaces de entenderlo? —Los miré fijamente. Jeff soltó un suspiro e hizo una mueca con la boca.

—Ahí tienes un punto, Masky —respondió Sally mirándome—. Lo menos que necesitamos es matarnos entre nosotros y reducir a los proxys. Por lo que Jeff y yo no haremos nada más, para evitar eso —exhalé levemente al escucharla, Jeff miró a Sally arqueando la ceja—. Sin embargo, eso no debería recaer solamente en nosotros —entrecerró sus ojos mirándome.

—¿A qué te refieres? —pregunté y ladeé levemente la cabeza.

—La chica morena de la camiseta roja. La alta —Sally sonreía con malicia. Yo apreté la mandíbula. Pude sentir cómo Toby y Hoodie giraban lentamente sus cabezas hacia mí desconcertados—. Ya sabes… esa a la que fuiste a ver a las celdas y unas horas después te llevaste a tu cabaña. 

«¡Tim! ¡¿Qué demonios?!», le hablé en mi cabeza. «Te dije que te dejaba hablar con ella si cuidabas que nadie te viera. ¡¿En serio no viste a Sally?!»

«¿Cómo pretendes que me centre en conversar con Lexy si estoy más atento a que puedan estar mirando?», me reclamó el idiota de Tim. «Además, sacar a cualquiera de las celdas siempre tiene algo de riesgo…»

—Vaya, vaya… —soltó Jeff acercándose a mi cara—. Qué rápido se le da la vuelta a la tortilla, ¿verdad? 

—Y no es el único… —siguió diciendo Sally. Creo que la vena de mi frente podría explotar en cualquier momento— Toby, ¿me sabrías explicar cuándo te pareció buena idea dejar que Laughing Jack hablara con ellos y le diera un caramelo a uno? Y si no me equivoco, Masky lo vio… 

—Pero… —soltó Hoodie— ¡¿Cómo demonios te enteras tú de todo eso?! ¡¿Y por qué yo no me entero de nada?! 

—Supongo que vigilo mejor la zona de las celdas que a quien le toca… —terminó por decir Sally con la mirada fija en Toby.

Me llevé las manos a la cara. Esta situación era demasiado embarazosa…

«Masky», me dijo Tim «estás muy estresado… déjame tomar el control».

«¿Para irte a hablar de tus sentimientos con la fulana? Da pena lo sensible que eres, Tim…»

«Masky, siempre eres tú el que habla con las chicas, por una que no es una asesina fanática déjamelo a mí… Solo quedaré con ella para cenar, y pronto conseguirás lo que quieres».

«Está bien… pero yo hago la cena».

—¿Masky? —me llamó Hoodie— ¿Y esa sonrisa que estás poniendo? 

—No es nada… —me acerqué a la puerta de salida y la abrí— Hablaremos otro día de todo esto.

Sally y Jeff me miraron burlonamente mientras salían, Toby se tapó el rostro antes de atravesar la puerta y Hoodie se acercó a mí aún con la cara descubierta.

—Oye, Masky… —me dijo— Somos amigos. Me puedes contar lo que sea, aunque vaya contra las reglas… —acepté con la cabeza y le di un golpecito en el hombro— Y que conste que eso también va para Tim— terminó por decir dándome otro golpe. Luego se puso su pasamontañas y salió.

«Está bien, Tim… toma el mando».

Lo primero que hice fue respirar hondo, muy muy hondo. Sentía alivio cuando me apoderaba del control del cuerpo, poder manejarme a mis anchas, como quisiera… 

Me puse la máscara y fui a la zona de las celdas. Caminaba por el bosque, observando cada pequeño detalle. Lo cierto es que toda la información que sabía Sally me ponía nervioso. ¿Hasta qué punto podríamos ocultarle a los proxys peones que no teníamos a cualquier víctima escondida en el almacén? Miraba entre los árboles, me fijaba en cualquier ruido… Ay, pero solo oía el sonido del viento y de las hojas. Tal vez haya alguien curioso mirando, ¡pero el bosque está lleno de proxys y criaturas! 

Me acerqué a la puerta del almacén, esperando para abrirla. Me sentía más observado que en todo el camino… Paranoias, sí, es mi paranoia. 

—¡Shh! —Escuché decir a uno de los chicos nada más entrar— La puerta, ha llegado alguien… —Empecé a dar pisadas fuertes hasta llegar a la puerta de la celda. Me divertía escuchar cómo reaccionaban, y luego mirarlos directamente a los ojos. 

—Lexy, tu príncipe azul… —le dijo la chica rubia nada más verme. Lexy sonrió ampliamente.

—Ven, hoy también cenaremos juntos —le dije y abrí la celda. Se levantó con rapidez y le tendí la mano. Con duda me la estrechó—. Ya conoces las reglas, tengo que tenerte lo más cerca posible. No vaya a ser que se piensen que te puedo liberar —dije y noté como su sonrisa disminuyó considerablemente.

Cerré la puerta de la celda y nos encaminamos hasta el bosque. 

«Comprueba que no nos vigile nadie», me dijo Masky.

«Si alguien no está mirando, lo más sospechoso que puedo hacer es ponerme a buscar…», contesté.

«Cállate y busca», me respondió. Odiaba que me hablase así.

«Me voy a centrar en charlar con Lexy. Haré que parezca más una fangirl a la que acabo de secuestrar que otra cosa, tranquilo».

—¿Masky? ¿Ocurre algo? —me preguntó Lexy.

—No, no, tranquila —la agarré de la muñeca en vez de la mano, pero sin hacer fuerza. Bajé el tono de voz—. Creo que nos pueden estar viendo. Actúa confundida, como si te hubiera secuestrado o algo así, ¿vale? 

—Pero —Lexy rio, aunque trató de contenerse con rapidez— si es justamente lo que ha pasado… Estoy secuestrada, por ti, ¿recuerdas? 

No pude evitar reír también. 

—Entonces solo actúa como si no te gustase —contesté. 

Nada más abrir la puerta de la cabaña, Masky se apoderó de mí, sin preguntar.

«¡Masky! ¡¿Pero qué haces?!»

—Lexy, siéntate en el sofá. Tengo que ir a preparar la cena.

«Tim, ya te dije que te dejaría tranquilo si cocinaba yo… Cortesía de Toby».

Saqué de la nevera el trozo de carne que Toby me había dejado. Yo no soy caníbal, pero esto iba a ser muy gracioso.

«Masky, no me digas que vas a hacer…»

«¿Qué? Ya viste el cariño que sentía por el Josh ese. No creo que le importe… además, no se va a enterar».

Con ayuda de un cuchillo, comencé a partir la carne en lonchas finas. Luego, lo puse en la sartén cuidadosamente. No soy buen cocinero, pero por lo menos sé lo justo para sobrevivir.

—¡Mm, eso huele bien! —Me gritó desde el salón. 

—¡Le falta poco! —Contesté.

«Tim, te dejo el control en cuanto se termine el plato».

Me encantó ver la cara de alegría que puso cuando le coloqué el plato delante.

—¿No vas a comer? —Me preguntó. 

—No, tranquila. Ya he cenado. Disfrútalo…

En el primer bocado me miró extrañada. No tardé en decirle que era carne de cerdo, pero que la especiaba de una forma especial. 

En cuanto terminó, no paró de agradecerme por prepararle una cena tan rica. Me habría encantado confesarle que se acababa de comer un trozo de las tripas de su querido amigo.

«Vale, Tim, ya puedes salir tú. No molesto más… por hoy».

Lexy pegó un pequeño respingón ante el golpe que di con la pierna en la mesa al volver al cuerpo. No me puedo creer lo que acaba de hacerle Masky… ¡Por una persona que es decente con nosotros!

—¿Pasó algo?

—Oh, no es nada, Lexy. Solo… fue un espasmo —Contesté con voz amable—. ¿Quieres algo de beber? —ella negó con la cabeza. Tenía una sonrisa muy bonita. Sus pómulos resaltaban al igual que sus labios rosas.

—Eres muy amable, Masky. Me alegra que no seas como los demás. ¿Puedo hacer algo por ti? —acaricié con mis dedos los labios negros de mi máscara.

—¿Y si me cuentas más sobre ti?

—Bueno, soy una chica bastante inquieta —soltó una risilla—. Me gusta mucho el ambiente… Ya sabes, movido. Me gustan las fiestas y divertirme, me uno a cualquier plan.

«Una fácil», dijo Masky en mi mente.

«Masky, no digas eso. Es una chica normal y hace cosas normales para su edad, no es como nosotros».

«Deja de intentar justificar las acciones de otros siempre, no irás al Cielo con una medalla de honor».

—¿Y… te gusta leer? —Pregunté y Lexy hizo una mueca.

—No, no soy mucho de leer. ¡Pero sí sé bailar! —me sonrió pícaramente y luego soltó otra risilla— La verdad soy una persona bastante… culo inquieto. Así que leer, dormir y actividades de estar quieto en un sitio no es lo mío. ¿Te gusta correr?

—Bueno, es algo que hago a menudo por… mi estilo de vida. Así que, se podría decir que sí.

—¡Uuuh! ¡Ya me caes mejor, Masky! —me dio un leve golpe en el hombro con su mano— Oh, ¿y a ti qué te gusta a hacer?

Bajé levemente la mirada. ¿Qué me gustaba hacer? Normalmente es Masky el que toma el control, él siempre está haciendo algo; mata a alguien, ordena a alguien, organiza las misiones, dirige a un proxy, se enfada con Jeff, algún proxy, Toby, Sally…

En cambio, yo, miro todo. Simplemente soy un mero espectador del tipo de vida que tenemos, pocas veces salgo y es cuando el ambiente está tranquilo y Masky me lo permite. Normalmente es cuando estamos entre amigos Toby, Hoodie y yo o cuando él y yo estamos a solas. Cuando salgo no tengo oportunidad de hacer mucho, así que, ¿qué me gusta hacer? ¿Quién soy realmente?

—Ah… No soy un… hombre… que haga muchas actividades… comunes, supongo. Normalmente estoy trabajando, ya sabes.

—Claro… Se me había olvidado ese detalle, ¿pero nunca tienes vacaciones? —ahora solté una risita yo— ¿Qué? ¿Qué he dicho? —se inclinó hacia mí, estando más cerca.

—Esto no es un trabajo normal, como comprenderás, Lexy… Somos esclavos de una criatura mucho más fuerte que todos los que estamos aquí. No tenemos vacaciones, trabajamos todos los días, a veces ni siquiera dormimos por días y debemos conseguir nuestra propia comida. Aquí no vivimos, sobrevivimos —me crucé de brazos y moví la punta de mi pie derecho a los lados levemente.

—N-no… No sabía que era tan… horrible… —acarició mi hombro con su mano, empequeñeció sus labios formando una "O" con la boca cerrada e inclinó el principio de sus cejas hacia arriba.

«Vaya, Tim. No me esperaba esto de ti. Me estás haciendo el trabajo tú».

Mis cejas subieron por abrir tanto los ojos. Miré a Lexy con detenimiento, estaba vulnerable, justo como Masky lo habría hecho… Me levanté algo brusco y ella inclinó su cuerpo alejándose de mí. Debía llevarla antes de que Masky intentase algo.

—Oye, deberías ir a la celda. Es bastante tarde y… Bueno, podrían hacer alguna inspección y… 

—No te preocupes, lo entiendo. No quiero que te echen la bronca, o peor, que te juegues la vida por mí. Vámonos, Masky —su dulce tono y comprensivo llegó a mis oídos destensando mi mente un poco. No recordaba la última vez que alguien me había hablado de esa manera, y menos siendo sincera.

—Gracias por… entenderme —me sonrió sin mostrar los dientes y me di la vuelta sin mucho ánimo.

Abrí la puerta y caminamos por el bosque.

«Vigila bien. Más te vale que no nos vea nadie más…»

«Como si pudiera controlar eso», contesté.

Empecé a caminar a paso ligero y, sin decirle nada, Lexy me siguió el ritmo y me adelantó cabizbaja.

—Recuerda que tenemos que fingir —me susurró mirándome de reojo.

—Ah… Eh… Sí. No lo recordaba —agarré una de sus muñecas y escuché una risa nasal por parte de ella. Su cabello cubría su rostro, dándole un aspecto perfectamente desesperanzador para la ocasión.

Llegamos al almacén y la dejé pasar en cuanto abrí la puerta. Caminamos por el pasillo y giré la otra llave en la cerradura de la celda. Lexy entró con una sonrisa.

Mi vista se centró en un chico rubio de ojos azules y de ropa oscura, como un emo. Estaba al lado de una chica rubia de estilo similar. La chica me miró seria, mientras que el chico me miró unos pocos segundos y luego bajó la mirada al suelo, sus hombros se tensaron y abrazó sus rodillas, escondiendo la mitad de la cara en ellas.

—Él es Carl —Aclaró Lexy al ver hacia dónde estaba dirigida mi atención—. Es tímido y callado, pero es un buen chico —sonrió y se acercó a Carl, estando a su izquierda y acarició su cabeza por encima del gorro emo.

«¿Tú también lo has sentido, ¿eh?»

«Sí… Es… algo… raro…», contesté.

«Solo vamos a sacar a Lexy, pero echémosle un ojo».

—Buenas noches, Lexy.

—¡Buenas noches, Masky!

Tras cerrar la celda, caminé por el pasillo y, tan pronto salí, cerré la puerta con llave.

«Ese chico, Carl o como se llame, debe de tener unos dieciséis o diecisiete años. No puede actuar tan inocente», me dijo Masky.

Opté por guardar silencio y caminar hasta nuestra cabaña.

Curiosidad n°6: Si bien Sally se junta con Slenderman, no le debe obediencia absoluta como los proxys a él. Eso no quiere decir que Sally pueda hacer lo que quiera con el hombre delgado, puesto que de un chasquido él podría hacerla desaparecer…

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