Capítulo 14: La tienda de cordones

—¿Sabes? Es un poco triste tener que mataros. No lo entiendo, con lo bien que viviríais si no incumplieseis las órdenes… —me crucé de brazos en el suelo mirando a Miyokede, acabábamos de descubrir que era un proxy rebelde. Él miraba hacia abajo y escupía sangre, también le costaba mantener los ojos abiertos.

—Suicidaos o uníos, no hay más —dijo en voz baja y tosió sangre.

—Al principio erais bastante ingeniosos, ahora sois repetitivos —golpeteé varias veces mi tubo en el suelo.

—Sabemos que… no queréis verlo… Estáis demasiado ciegos o… o no os importa… Pero… sabéis que esto no está bien… Al final todo esto os… va a explotar en la… cara… —cerró los ojos jadeando pesadamente.

—Te fastidié bastante las costillas. Y qué decir de los pulmones… No vas a durar mucho así que… —me levanté llevando mi tubo a mis hombros, pasándolo por ambos brazos y salí por la puerta del cobertizo. No le quedaba mucho de vida a Miyokede, moriría al caer inconsciente por falta de oxígeno. Por suerte no hacía falta que yo diese el golpe final.

Estaba a punto de amanecer, debía recoger la mierda de los secuestrados antes de que despertaran. Esto me pasa por dejar que Masky y Toby hablen antes que yo…

Entré en la celda sigilosamente después de tomar las llaves. No tenía intención de despertar a ninguno y tener que interactuar con ellos. El olor a desechos era demasiado fuerte.

—Putos críos, no puedo creer que tenga que estar limpiando su mierda… Soy un asesino, no una niñera —susurré lo más bajo que pude. Me costaba mucho mantenerme callado. 

Agarré el asa del balde y salí del almacén, luego tiré toda su porquería en la tierra. Tomé la manguera y encendí la bomba de agua. Con rapidez la pasé en círculos por el cubo hasta quitar los restos. Volví a la celda, coloqué el cubo en su sitio y volví a cerrar la puerta de la celda con llave. Mientras caminaba hacia el bosque, alcé la cabeza y miré de reojo a los adolescentes. Uno de ellos estaba despierto y me estuvo observando. Hice una mueca tras el pasamontañas y salí del almacén. 

Tras una pequeña caminata por el bosque, por fin había llegado a mi cabaña. Abrí la puerta, la cerré de un portazo y me tiré al sofá, estirando los brazos en el respaldo. Cerré los ojos tras echar mi cabeza atrás por tan solo cinco segundos hasta que escuché que golpearon mi puerta.

—¿Acaso no puedo descansar tan solo cinco minutos? —murmuré arrugando el respaldo del sofá con ambas manos y resoplé por la nariz. Me levanté y caminé con fuerza, con la intención de que se escucharan mis pasos, y abrí la puerta, encontrándome con Nirvana.

—¿Qué quieres, Nirvana? —sujeté la puerta con mi mano izquierda y me apoyé en el marco con la derecha.

—Quería verte. —Se acercó a mí mirándome a los ojos tras mi pasamontañas.

—Estoy cansado, no he dormido ni dos horas… —Mi tono de voz pareció no convencer mucho a Nirvana, quien bajó una mano a mi entrepierna, comenzando a sobarla— Tsk, ¿en serio? —Sonreí por debajo del pasamontañas.

—Deberías relajarte —susurró en mi oído y solté un jadeo. Bajé mi mano derecha agarrándole también y cerré la puerta, dejándolo entrar.

Empujé a Nirvana contra la puerta y comenzamos a restregarnos, imitando la respiración del otro. Nirvana me subió el pasamontañas hasta la nariz y juntó sus labios con los míos. Bajé mis manos a sus glúteos apretándolos, haciendo que él se subiera a mis caderas. Podía tocar toda su zona por encima del pantalón.

Empecé a juguetear con mi dedo índice por donde estaba su entrada, dando círculos y punteándolo y sentí su erección en mi estómago.

Me encantaba escuchar a Nirvana reaccionar con cada movimiento que yo hacía, fuese un roce, un toqueteo o cuando lo sometía, cuando simplemente escondía su cabeza entre las almohadas y dejaba que yo hiciera lo que quisiese. Aunque, me gustaría que gritase un poco.

Nirvana se bajó de mis caderas y bajó mis pantalones. Empezó a besar el tronco por encima de mis boxers y daba pequeños apretones con su mano a lo largo de este.

Mi respiración se volvía pesada, mis mejillas se calentaban y cada vez me endurecía y mojaba más.

Subió a mi rostro para besarme, aprisionando mis labios, empapándomelos de saliva e hinchándomelos y bajó mi ropa interior. Desabroché su cinturón y desprendí sus pantalones y boxers, dejando su miembro afuera. Seguí el beso y me apegué a su cuerpo, juntando nuestras partes, Nirvana rodeó mi cuello con su brazos, metiendo su lengua mientras que con ambas manos fui acariciando sus costados, yendo por la cintura hasta llegar a sus nalgas, masajeándolas en círculos y separándolas, estirando su entrada sin soltar ningún quejido…

—Hoodie… Hoodie… —susurró en mis labios jadeando.

—Date la vuelta —Nirvana se mordió los labios y apoyó sus manos en la pared, inclinando su trasero hacia mí.

Llevé mis dedos índice y corazón derechos a mi boca para ensalivarlos y acaricié su entrada con ellos, haciendo soltar a Nirvana un suspiro y aferrarse a la pared. Con la izquierda, agarré su cintura masajeándola.

Los fui introduciendo lentamente, haciendo un vaivén con ellos y poco a poco los movía más y más rápido.

—¡Entra, entra, entra, entra! —saqué mis dedos y moví mi mano derecha hacia delante y hacia atrás en mi miembro y rocé la punta en su entrada— Entra… entra…

—Pídemelo —susurré y Nirvana giró su cabeza hacia atrás, mirándome con sus ojos entrecerrados mordiendo su labio inferior.

—Hoodie, por favor… Te quiero dentro ya, por favor… ¡AH!

Entré en Nirvana poco a poco, sin evitar soltar un jadeo al notar su interior caliente y apretado. Comencé a moverme con más rapidez y rudeza al escuchar ese característico sonido que me volvía loco cada vez que tenía sexo. Bajé mi mano hasta el miembro de Nirvana para aliviarle un poco, dando caricias, haciendo el vaivén con mi mano y regalándole algún que otro apretón.

Tomé sus muñecas y las aprisioné con cadenas, Nirvana me miró frunciendo el ceño, confundido, negó varias veces con la cabeza y aumenté el ritmo de las embestidas. Las grilletes apretaban cada vez más sus manos, haciéndole retorcerse en el pequeño espacio que tenía.

—N-no, Hoodie… N-no… ¡No me amarres! ¡Hoodie, suéltame, no me gusta! —di una embestida con fuerza, haciendo que su cara chocase con la pared— ¡HOODIE, BASTA, ESTÁS SIENDO MUY BRUTO!

Agarré su nuca volviéndolo a pegar contra la pared y ahogué sus gritos en ella, provocándome una sonrisa y tiré mi cabeza hacia atrás.

—Uff… ¡Mmh! ¡AAH! ¡AAAH! Ho-Hoodie… ¡M-m voy a correr! ¡Me corro, me corro, me corro!

Nirvana dejó caer su semen en la pared y en mi mano, haciendo que volviera a la realidad. Apreté su cintura y me vine dentro de él gracias a que su interior me apretó. Me encantaba rellenarlo como un pavo en plena Navidad. Fui saliendo de él poco a poco y me agarré el miembro para no manchar el suelo.

—Hoodie… —Nirvana se dio la vuelta y volvió a rodear mi cuello con sus brazos— Me encantas… Me vuelves loco… —dijo entre besos y lo alejé de mí.

—Da gracias que lo hicimos, me pillaste muy cansado y sin dormir… —murmuré y caminé al baño, levanté la tapa del inodoro y miccioné.

—Lo sé… —apareció en el marco de la puerta, viendo cómo meaba— Pero te echaba de menos.

—Deberías ir a ducharte —dije y limpié mi miembro con papel higiénico cuidadosamente— Quiero descansar antes de tener que ir a vigilar el bosque.

—Tienes razón, ¿puedo usar tu ducha? —Nirvana abrazó mi brazo derecho y le miré.

—No, en cualquier momento te van a llamar, y si ven que no estás, vamos a tener un problema. Tampoco te quiero meter en líos… —contesté con tono serio.

—Si es contigo… no me importa el castigo —susurró en mi oído y besó mi mejilla.

—Vete, por favor —ordené y se alejó rodando los ojos.

—Está bien, está bien, nos vemos luego —rodó los ojos y escuché sus pasos y el sonido de la puerta abrirse y cerrarse.

Fui a mi cuarto y me cambié de ropa, luego la lavaría. Me tumbé en la cama y cerré los ojos.

«¿Será él el problema? ¿Será que debería cambiar los roles? Solo tengo mis fantasías, pero no soy un depravado… ¿verdad?», pensé y solté un suspiro, no era momento de tener mi mente revuelta, debía descansar, aunque fuesen cinco minutos…

El olor de un café haciéndose era probablemente mi olor favorito. Todo estaba en calma mientras la cabaña oliese a café.

Salí al salón para ver si Jeff quería uno, se me había olvidado preguntarle.

—¿Jeff? —Lo llamé. No estaba en el salón.— ¿Jeff? —Seguí llamándolo por el pasillo. Entre el silencio escuché un pequeño sonido de risas. Provenía del dormitorio de Jeff.

Abrí lentamente la puerta, pero su chirrido me delató. Jeff, sentado en su cama con la pared como respaldo, me miró fijamente y escondió el aparato de las risas debajo de la almohada.

—¡Liu! ¿Qué pasa? —Me dijo con una leve sonrisa.

No pude evitar sonreír también, pero solo por saber que a mí no podía ocultarme nada.

—Estoy haciendo café, ¿quieres un poco?

—Mm… leche manchada mejor. Así que sí, literalmente un poco de café —me respondió. Luego se quedó mirándome, esperando a que me fuese.

—Jeff… Estabas mirando algo en un móvil, ¿me equivoco? —pregunté mientras me acercaba a él con una sonrisa en el rostro.

—¿Yo? ¿De dónde iba a sacar un móvil? —Respondió con tono burlón. Seguí acercándome a la cama hasta sentarme en ella. Me quedé mirándolo y ambos sonreíamos, estábamos esperando a que el otro reaccionase primero.

—¡De tu almohada! —Con rapidez agarré el celular de dónde lo había guardado, Jeff rio. 

El móvil estaba desbloqueado, y tal y como pensaba era el de la chica rubia secuestrada. Jeff tenía abierta la galería, y esas risas provenían de un vídeo de la chica y sus amigos disfrazados de asesinos del cine. La rubia tenía una túnica negra y sujetaba la máscara de Ghostface. 

—Es guapa —le dije a Jeff con voz más seria. Acerqué mi cuerpo al suyo— pero es una cría, y la tenemos secuestrada.

—Liu, ¿te has pensado que me gustaba? —Jeff comenzó a reír—. Por Zalgo, ¡no sería capaz ni de darle un pico! 

—¿Y por qué te pasas todo el día con su móvil? —Pregunté y Jeff respiró hondo— Jeffrey… —Calmé mi voz— puedes contármelo. Sabes que siempre puedes contármelo.

—Te va a parecer una tontería —puso una media sonrisa y me miró—. Sé que soy un asesino, pero nunca tengo lazos con mis víctimas, rara vez sé sus nombres. Pero a ella… a ella la secuestré, fui yo quien la arrastró a la celda, sé su nombre y sé algo sobre su vida. Eso me hace sentir… que es humana, que no es un simple muñeco del que disfrutar asesinando.

—Jeff… ¿te sientes culpable por secuestrarla? —Pregunté tratando de no sonar incomprensivo.

—Sí, eso creo —Jeff se llevó las manos al rostro y suspiró—. No sé qué me pasa… pero por lo poco que sé de ella me parece una persona entretenida —volvió a dejar caer sus brazos y me miró—. Suena raro pero, ¿está mal si intento que sea mi amiga?

No pude evitarlo, dejé escapar una pequeña risa. Por suerte pronto la silencié.

—¿Amiga? ¿La secuestrada...? Jeff, ¡ya tienes muchos amigos! ¿Por qué querrías ser amigo de una adolescente cualquiera?

—Te dije que te parecería una tontería —Jeff rodó los ojos y se incorporó de la cama—. Voy a por el café, que si seguimos aquí se acabará quemando…

—Jeff… —lo llamé, pero él no se detuvo. Suspiré y lo seguí. Jeff estaba entrando en la cocina.— Jeff… no pretendía… Agh…

—No importa, Liu. Déjalo. —Tomó la cafetera y echó el café en una de las tazas.

—Jeff, quiero entenderte. —Me senté y mi hermano me sirvió otra taza de café, quedando frente a frente.

—Es solo… No lo sé. Tenny es una persona con la que siento… conexión con ella —dijo y arqueé una ceja—. No sabría explicarlo. Sé lo que no es, pero no sé lo que es. No siento esas típicas mariposas en el estómago de las que todo el mundo habla, sino más bien… ¿preocupación? Por así decirlo no… no quiero que le llegue a pasar algo…

—Sientes la necesidad de protegerla —hablé y él asintió.

—Exacto… —hizo una pausa entrecerrando los ojos mientras miraba el café— ¿Y si he desarrollado el complejo de salvador? —me atraganté con el café sin poder evitar reírme.

—¿Tal vez quieras protegerla porque te recuerda a alguien querido? —pregunté con lentitud, dudando de si era la pregunta adecuada. Jeff ladeó la cabeza mirándome.

—¿A quién?

—No lo sé, eso deberás saberlo tú —di un sorbo a mi café y Jeff se encogió de hombros.

—Liu, esa chica no parece mala persona, solo está indefensa en esta mierda de secuestro y… yo la he metido aquí. Me hace sentir como si yo fuese… —Jeff agachó la cabeza levemente— Saber que fui yo quien literalmente la metió en este infierno me hace sentir igual que Randy, y que todos los que me hacían daño sin yo haber hecho nada.

—Vale, ¿pero por qué? —me crucé de brazos— Jeff, hemos matado a muchas, muchas personas. Hemos sobrepasado la línea de Randy desde hace años, ¿qué tiene esa chica que te hace replantear tu moral ahora?

—No la conozco mucho pero… se reía con mis bromas, viste parecido a cómo lo hacía yo, no es demasiado expresiva tampoco… —Jeff soltó una pequeña risa y me miró—. Cuando mato lo hago por libre, sin cumplir órdenes, cuando lo hago soy el monstruo que internet dice que soy, pero cuando la secuestré lo hice contra mi voluntad. A ella no la secuestró "Jeff the killer" —hizo comillas con los dedos—, sino Jeffrey Woods, y esa parte de mí no quiere dañar a alguien tan parecido a él.

—O sea, la ves como un igual a ti, a cuando tenías trece años y por eso no quieres dañarla, ves un recuerdo viviente en ella.

—Eso… eso creo, sí —Jeff me miraba como si le acabase de dar la respuesta a todos sus problemas— Liu —alzó un poco más la voz—, tranquilo, no pienso acercarme tanto a ella al punto de que me importe demasiado si nos dan la orden de matarla, pero mientras sea posible, quiero… que no sea tan duro para ella.

—Jeff —solté un suspiro y pasé mis manos por mi rostro—, no tiene sentido lo que dices, quieres cuidarla pero si dan la orden de matarla, lo harás. Y, hermanito, como te conozco como la palma de mi mano, sé que no serás capaz de matarla. ¿Y sabes por qué? —Jeff me miró callado esperando mi respuesta— Porque será demasiado tarde. Será tan tarde para que se te ocurra tocarle un pelo porque te habrás encariñado demasiado con ella. Ese es el problema y de la incoherencia de lo que me estás intentando convencer a mí. —Hice una pausa de unos segundos— Y a ti. —le señalé con el dedo índice.

Jeff se quedó callado y tomó un sorbo de su leche manchada. 

—Que conste —seguí— que no es un ataque hacia ti, Jeffrey, solo me preocupo por ti y no quiero que te terminen haciendo daño o te hagas algo a ti mismo de lo que te arrepientas, ¿queda claro? —Jeff asintió y nos quedamos en silencio. 

Jeff recogió las tazas y se fue a su cuarto.

—Cody… esto es… 

Mis manos temblaban. Si era cierto lo que Cody, alias XVirus, me estaba enseñando, podría avanzar a pasos agigantados en mi misión de encontrar a Lyra. 

—Toby, ¡¿no lo ves?! JAJAJA —Su sonrisa de alegría me demostraba lo buen amigo que era. Alegrarse tanto… por que yo pudiese encontrar a mi hermana— ¡Lo tenemos, Toby! ¡Estoy seguro de que ese negocio es un lavado de dinero suyo!

—Espera… jaja —yo tampoco podía ocultar mi alegría—, necesito sentarme… —me senté en el sofá y miré muy atentamente aquellos papeles— Marcos Chávez… por fin te tenemos.

Tras robar la furgoneta de un hombre al que capturaron los proxys hace tiempo, Cody y yo nos fuimos en dirección a aquella tienda de cordones de zapatos y llaveros. Los lavados de dinero se inventan de cada cosa absurda… 

—Vale, he guardado lo nuestro en la guantera —dijo Cody mientras se ponía el cinturón—. Vestidos así, no creo que nos reconozca nadie. 

Íbamos de paisanos, por así decirlo. 

—Uff, hace mucho que no conduzco… —dije mientras me metía en la autovía— por suerte no estamos muy lejos. Con dos horas y algo bastará…

No podíamos llevar GPS. Cody era el encargado de guiarnos con un simple mapa por un camino de, mínimo, dos horas y media. 

—Vale, ahora por la desviación de la derecha —dijo señalándome el sitio con el dedo. Pegué un volantazo para poder desviarme. Entrábamos en la carretera.

—La próxima vez intenta avisar antes… —dije de mala gana.

—Eh, Toby, sigue con ese tono de voz y te tendré que empezar a llamar Masky, ¡JAJAJA!

—Perdona, es que… estoy nervioso, la verdad —respiré hondo—. Marcos Chávez… ese hombre, el ex de Lyra, desapareció sin dejar rastro alguno, pero ahora parece que nos dirigimos a un negocio suyo. Aún no me lo creo…

—Ya, la verdad que me costó un montón averiguar algo de él —Cody se quitó los zapatos para acomodarse más—. Oficialmente ahora es Paolo Segura, por eso no podíamos localizarlo —Cody rebuscó entre la guantera y sacó un pequeño frasco con un líquido verde—. Por suerte, sé trucar el cerebro para que se me diga la verdad —me dijo con una gran sonrisa. Repetí el gesto y él volvió a guardar el frasco.

—Cody, pero hay algo que no entiendo… ¿Cómo has encontrado a un camello suyo así de la nada? 

—Mm… digamos que tirando de intuición y de muy buenos contactos —Cody me miró y me guiñó el ojo. Tenía los brazos por detrás de la cabeza, imitando una almohada.

—No sé si por esas poses de modelo puede pararnos la policía —dije con ironía, aunque tampoco me haría gracia que nos pillasen por eso…

—Eh —Cody se sentó bien y me sonrió—, que tengo el cinturón puesto —me dijo señalándolo—. Sobre tu pregunta… —acercó el dedo a la radio— primero pon algo de música, anda. Que es un momento alegre, ¡estamos cerca de encontrar a tu hermana! —Apreté el botón de la radio con fuerza y reí de alegría. ¡Lyra, te vamos a encontrar! ¡Como te prometí! 

Cody bajó su ventana y comenzó a chillar de alegría mientras sonaba el estribillo de "Kids" de One Republic. Yo hice lo mismo y cantamos juntos hasta que terminó la canción. Después, un mix de canciones de electrónica y pop siguió sonando en la radio.

—¡JAJAJA! —reía Cody— Hacía mucho que no gritaba tanto. Desde hace… cuatro años, para ser exactos. 

—Sí… —mi sonrisa se desvaneció un poco—. En el bosque parece que la diversión estuviese prohibida, ¿eh? —dije mirándolo—. Por cierto… ¿Cuántos años tenías? No sé si te lo he llegado a preguntar alguna vez.

—Mm… —Cody puso los pies encima del salpicadero— ¿Cuántos me echas? —Cerró los ojos mientras sonreía.

—No sé, ¿veinte? —Lo miré con duda. Él abrió un solo ojo y negó con la cabeza— ¿Veintitrés? —Cody se sentó bien de repente.

—Oye, oye, te estás pasando. ¡Que el viejo aquí eres tú, no yo! —Me golpeó en el brazo, riendo.

—Bien, bien —reí un poco y seguí pensando. Cody llevaba cuatro años siendo XVirus, y es cierto que empezó realmente joven…—. ¿Dieciocho años?

—Venga, ya has perdido tus tres intentos. ¡Tengo dieciséis! —Dijo alegre y abrí mucho los ojos—. Oh, no pongas esa cara de sorpresa, ¡ni que tuviera arrugas! —Cody bajó el parasol para verse en el espejo mientras arrugaba la cara.

—Venga, para ya —dije con una sonrisa mientras subía el parasol. Cody me miró con atención—. Solo me ha sorprendido. Es muy irónico que tengas dieciséis porque… es la edad que tenía Lyra cuando desapareció. 

—Vaya… —Cody me miró con pena y luego al paisaje— ¡pues cuando la encontremos tendrá treinta años! ¿Te la imaginas?

—Pues… —reí levemente— no me había parado a pensar que la encontraré diferente a como la recuerdo —con mi mano derecha agarré la cara de Cody y se la estrujé levemente— ¿Crees que ella tenga arrugas así? 

—¡O así! —Cody hizo lo mismo con mi cara y del susto pegué un volantazo hacia el carril izquierdo. 

Un coche detrás de nosotros empezó a pitar como loco, pero enseguida volví a tomar el control y regresé a mi carril. El coche que pitaba nos adelantó, y al hacerlo el copiloto bajó la ventana y nos sacó el dedo. Cody y yo comenzamos a reírnos tanto que tuve que irme a la zona de seguridad para parar la furgoneta un momento. 

—JAJAJAJA, ¿HAS VISTO A ESE? ¡SUS ARRUGAS SÍ QUE ERAN GRANDES! —Gritaba Cody.

—¡PERO SI ERA MÁS FEO QUE EYELESS SIN MÁSCARA! ¡JAJAJAJA! —Respondí. Se me salieron unas lágrimas de reír tanto. Las limpié rápido y fui calmando la risa.

—Ay… —Cody también se estaba calmando— Por Zalgo… ¿Pero te has dado cuenta de las pintas que llevaba? ¡Parecía que tenía toda su calva tatuada de color rojo y azul!

—Bueno, nosotros no podemos quejarnos de llevar pintas raras —dije aún con la sonrisa en el rostro—. Si no fuera porque tenemos que ir de normales para esto, yo llevaría un bozal y tú una máscara de gas —miré la hora en la pantalla de la furgoneta— Cody, ¿hace cuánto que no has mirado el mapa? Porque llevamos hora y media conduciendo…

—Eh… —se apresuró a orientarse por ese papel lleno de líneas que habíamos marcado con bolígrafo—. Vale, nos pasamos una salida hace 10km… pero estoy viendo que en unos 2 km o así de dónde estamos habrá opción para girar y saldremos por la misma autovía donde deberíamos estar.

—Bien, ¡pues allá vamos! ¡YEE-HAW! —Subí el sonido de la radio y volvimos a gritar de nuevo al ritmo de la canción. 

Pasaron 45 minutos. En media hora o menos deberíamos estar ya en la famosa tienda de cordones de zapatos. Paramos en una gasolinera para repostar. 

—Toby —me llamó Cody—, pasaré a comprar algo mientras llenas el tanque. ¿Qué quieres de comer?

—Espera, que ni siquiera he mirado el dinero que tenemos… Anda, entra y comprueba la guantera. 

Cody entró en el vehículo mientras yo elegía el combustible que íbamos a echarle. ¿Gasolina o gasoil? No tengo ni idea de mecánica. 

—Vale, en esta cartera hay 130 dólares. ¿Para qué nos da?

—Mm… creo que con 60 dólares de combustible será necesario para llegar y volver al bosque. El resto úsalo —contesté mientras seguía con la duda de qué maldito combustible echarle. Cody se acercó a mi oído.

—Gastar dinero robado es mi pasión —me dijo susurrando. Sonreí—. Y… Toby —Cody se acercó a la furgoneta y abrió la puerta del combustible— Diésel. El B7.

—¿Cómo lo has sabido? —dije impresionado mientras me acercaba.

—Vaya, parece que no soy un aprendiz en todo, ¡hay cosas que aún puedo enseñarle al maestro! —dijo alegre guiñándome un ojo— Venga, te compraré un refresco y papas fritas. 

Cody se alejó hacia la tienda de la gasolinera y yo me quedé echando el diésel. Un coche se acercó también a echar combustible, y de él bajó como conductor un hombre con la calva tatuada de rojo y azul. Era como el que nos había sacado el dedo antes, ¿cómo era posible? El coche era diferente y aquel hombre estaba como copiloto cuando lo vimos, no como conductor. Preferí vigilarlo lo más disimuladamente que podía, él no parecía haberme visto. Tomó el teléfono, agudicé el oído para escucharlo. 

—Sí, sí, el otro coche ya está… de color gris —su voz era grave y rota, seguramente era fumador—. Ha habido un pequeño altercado en carretera, pero no creo que el topo se hiciese de notar así —sin lugar a dudas parecía alguien metido en temas oscuros, pero era un completo principiante. ¿Por qué no hablaba dentro del coche? ¿Por qué su habla en clave era tan mala? Bueno, podía usar todo esto a mi favor. Estamos cerca de la empresa de Chávez, ¿podría ser uno de sus esbirros?

Cody salía ya por la puerta de la tienda, pero el mafioso de pacotilla aún no había ni empezado a echar combustible.

—Eh, Toby, he aprovechado para ir al baño. ¿Quieres ir tú ahora?

—Cody… —bajé el tono de voz—. Subamos a la furgoneta —Cody me siguió y con rapidez entramos, pero no arranqué aún—. En los papeles que me enseñaste, Chávez parecía haber escalado un poco en la mafia en la que se metió cuando desapareció Lyra, ¿no es así? —Cody asintió con la cabeza—. Bien… tiene a varias personas por debajo de él, pero no manejan nada muy grande, por eso piensas que el negocio de cordones es el único que tiene para lavar dinero y que él mismo podría estar ‘trabajando’ allí, aunque en realidad sea su base de operaciones, ¿verdad?

—Sí, bueno… eso creo, con la información que conseguí y deduciendo mucho… 

—Vale, el calvo de ahí es el de antes, el que nos sacó el dedo. Está hablando en una clave muy mala sobre un topo y no sé qué más, ¿crees que pueda estar relacionado con Chávez?

—Tal vez… ¿puede que el topo sea a quien interrogué? Habrán visto que ha desaparecido uno y pensarán que se ha ido a la policía.

—Cody… ¿de quién sacaste la información? 

—Bueno… 

—¡EH! ¡VOSOTROS! —El tipo de los tatuajes estaba llamando a nuestra ventana— ¡CASI ME ESTRELLO EN CARRETERA POR VUESTRA CULPA! 

Bajé la ventanilla calmadamente y sonreí.

—En ese tramo dejé que el chaval condujese, que se está sacando el carnet —dije poniendo el brazo en Cody—. Cosas que pasan, no la tomes con el pobre.

El de los tatuajes calmó su expresión.

—Id con más cuidado, que los demás no tenemos la culpa de vuestras estupideces…

—Ya… —dijo Cody— Por cierto, ¿a dónde te diriges? —le di un golpe a Cody en el brazo ¡¿qué demonios hacía?!— Es que es mucha casualidad habernos encontrado en la carretera y ahora aquí de nuevo, echando gasolina. ¡A lo mejor vamos al mismo sitio y todo!

El hombre, llamémosle ‘tatuajes’, apoyó un brazo sobre la ventanilla y miró muy atentamente a Cody.

—No, no creo que vayamos al mismo sitio —dijo con voz firme. 

—¿Seguro? —Cody levantó su manga y enseñó un ‘tatuaje’ negro de un corazón con espinas dentro de un triángulo—. He visto tus tatuajes… —dijo susurrando— Segura nos contrató hace poco, dijo que necesitaba más seguridad… 

Tatuajes abrió los ojos y se quedó callado unos segundos. 

—Sí… a mí también me contrató hace relativamente poco. Parece que lo del topo lo ha dejado paranoico. No para de decir que el hombre con hachas lo acabará encontrando… —nos miró de forma seria— ¿Sabéis de quién habla?

—No —contesté firme—, solo sabemos que quiere a más hombres para protegerle y que tenemos que ir a su “tienda” —dije haciendo comillas con los dedos.

—Su “tienda”, claro… —Tatuajes nos sonrió de lado e hizo también comillas con los dedos— Yo os sigo por detrás, pero no dejes conducir de nuevo al chico.

Aceptamos con la cabeza y Tatuajes se fue a su coche. Subimos las ventanillas y comenzamos a conducir.

—No confiabas en mis métodos, ¿eh? —soltó Cody con una sonrisa pícara.

—¿Cómo y cuándo te has hecho el tatuaje ese con rotulador? —dije sonriendo.

—Vi por las ventanas de la gasolinera al tipo ese, y me fijé bien en sus tatuajes. Lo que más grande tenía era este símbolo, así que me lo hice en el brazo con un rotulador fijo que había por la tienda. 

—¿Y si ese no hubiese sido el símbolo de la mafia? —Pregunté retándolo.

—Oh, claro que lo era, Tatuajes se ha encargado bien de hacer notar su fidelidad por Marcos Chávez, alias Paolo Segura…

—¿Tatuajes? ¡JA! —le di un pequeño golpe en la pierna— ¡Yo había pensado en el mismo apodo para él! 

—¡SOMOS EL MEJOR DÚO! —Gritó Cody y chocamos las manos— Toby, pero pensándolo bien… Tatuajes ha dicho que Chávez estaba paranoico, eso quiere decir que se habrá armado bien. ¿Cómo vamos a secuestrarlo en su propio refugio? 

—Eso estaba pensando… pero otros se encargarán de los hombres de Chávez, hazme caso. Tú dedícate a enseñar tu tatuaje. 

—Por cierto… —dijo entre risas—. Yo pensaba que tendría miedo de que su supuesto topo lo hubiese delatado a la policía, ¡pero eres tú a quien teme! El hombre de las hachas… ¿Por qué crees que sabe que lo persigues? Es más, ¡¿por qué sabe quién es Ticci Toby?!

Miré serio hacia el frente.

—Porque se ha encargado de hacerme ver como un loco de una leyenda urbana, y de dejar bien claro que Lyra está muerta.

—Espera, Toby, ¿crees que Chávez publicó tu Creepypasta?

—Alguien tuvo que hacerlo. Alguien que sabía bien de mi situación en casa, de mi condición y enfermedades, y de que Lyra tuvo un accidente de coche. Es… —miré a Cody— una teoría que lleva un tiempo en mi mente. 

—Vaya… 

—Estamos llegando. Guíame bien entre los caminos.

—Reduce velocidad, en unos pocos metros deberías ver un camino de tierra a mano derecha. Ve por allí. Se supone que la tienda la encontraremos si seguimos ese camino unos minutos más. 

A lo lejos se empezó a ver una especie de almacén, demasiado grande para ser una tienda de cordones real y demasiado pequeño para ser la base de un pez gordo de las mafias. El tamaño perfecto para engrandecer el ego de la basura de Marcos Chávez. 

Mientras nos acercábamos, empezamos a escuchar un ruido de sirenas, y unas luces rojas y azules empezaron a aparecer entre caminos diferentes, rodeando la fábrica. 

—¡¿Pero qué?! —exclamó Cody. 

—Tranquilo… —di un volantazo y me metí en medio del campo por un camino entre árboles. Cody se agarraba con fuerza a lo que fuera que hubiese dentro de la furgoneta. Dejé el coche quieto entre la maleza, aunque teníamos visión de lo que pasaba a unos metros— Cody… ¿te he escuchado rezar? 

—¡Creía que nos estrellábamos! —Reí y puse los ojos en blanco.

—Oye, mira atentamente.

Un montón de policías salieron de los vehículos con armas y se metieron en el almacén. Tatuajes salió de su coche con los brazos en alto y no tardaron en escucharse disparos desde el interior del almacén. Hombres de Chávez armados aparecieron en el tejado del edificio y comenzaron a abrir fuego contra los policías, quienes se refugiaban de las balas detrás de los coches y de sus escudos. El tiroteo entre agentes de la ley y esbirros de Chávez comenzó a hacerse fuerte, pero intuía que Chávez buscaría estar a salvo. 

Aprovechando la atención de los policías en el tiroteo, Tatuajes aprovechó para volver a montarse en el coche y condujo con rapidez hacia la parte de detrás del almacén. Arranqué la furgoneta para seguirle, pero tratando de ser discreto. Aparcamos cerca y salimos del vehículo sigilosamente, queríamos aparecer por sorpresa detrás de Tatuajes. 

—¡BRUCE! —Se escuchó decir. Reconozco esa voz…— ¡Maldito seas! Ahora me salvas de esos maderos, ¡pero si hubieses descubierto al topo esto no habría pasado! —Cody y yo intentamos mirar detrás de un árbol. Esa cara… era igual que a la del Chávez que yo recordaba, solo que mucho más arrugada y con alguna cicatriz.

—¿El topo? —Tatuajes sacó una pistola y apuntó a Chávez— Paolo Segura, queda detenido por secuestro, homicidio, extorsión…

—¡Toby! ¡Era un maldito policía! —me susurró Cody.

—Lo sé. Ahora ve y duérmelo. Yo voy a acercar la furgoneta.

Con rapidez nos dividimos. Cody apareció detrás de Tatuajes y le pinchó un somnífero en el cuello. Luego le enseñó su tatuaje a Chávez y el buen miedica no tardó en seguirlo hacia el vehículo. Cody le abrió la parte de atrás de la furgo y se subió a mi lado. Arranqué y nos fuimos entre la maleza lo más rápido que podía.

Cody abrió una ventana que conectaba el maletero con nuestros asientos.

—No os reconozco, ¿por qué me ayudáis? —Dijo con su asquerosa voz.

—No te preocupes, Marcos Chávez, solo será un pequeño interrogatorio —contestó Cody.

—¿Co-Cómo me has llamado? —preguntó con voz temblorosa.

—Eso ya no importa —Cody dejó caer en la parte de atrás un recipiente que soltaba un gas somnífero y cerró la ventana.

Curiosidad número 14: Nirvana es uno de los proxys rebeldes que siguen a Monitor. Su forma de encontrar información de la élite Creepypasta es la de acercarse más íntimamente a los que pueda… Como a Hoodie.

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