15


—Cariño, ya estamos en camino.

—Bien, ya casi estoy lista. Los estaré esperando en la entrada.

Corté la llamada y me senté en la cama para terminar de amarrarme las agujetas.
Mi familia, junto con los padres de Caleb, vendrían por mi para llevarme a un restaurante y celebrar mi cumpleaños.

—No puedo creer que ya tengas 18, eres toda una vieja. —bromeó revolviendo mi cabello.

—¡Ey! —me quejé—No despeines.

—Oh, vamos. Más despeinada no puedes estar.

Ya estaba lista, abrí la puerta de mi habitación para salir cuando Sebastian apareció frente a mi vista.

—¿Te vas? —cuestionó mirándome de arriba a abajo, traía un pequeño pastelillo entre sus manos.

—Sí, mis padres llevarán a comer. Debo esperarlos afuera, ya iba hacia allá.

—Te acompaño. —cerró la puerta de mi habitación por mi y comenzó a caminar junto a mí. —Te traje esto. —me entregó el pastelito.

—¿Para mí? Gracias, pero por...

—Es tu cumpleaños. —no me dejó terminar. —Felicidades.

—Gracias, de nuevo. ¿Cómo supiste que era mi cumpleaños?

—Oh, está en tu expediente.

—¿Por qué revisa tus papeles? Es un simple mesero. —Caleb ya sonaba enojado. —Te juro que si pudieran verme ya me hubiera quejado con el encargado.

Quería reír por lo que decía, en parte de me hacía tierno su intento de ser malo, él siempre fue de los que prefería caminar por otro pasillo si tan sólo veía que estaba por inciar una pelea.

—¿Y bien, a donde te llevarán a festejar?

—Ay, por dios, no puedo cerra la boca.

—Iré a un restaurante, todos los años desde que tengo cinco vamos al mismo. Es como una tradición.

—Lindo. —comentó sonriendo, pero de un segundo a otro su expresión cambió. — Pero tengo una duda, ¿este año vas a comer o solo vas a ver como los demás lo hacen?

—Eso no es gracioso.

—Porque no fue un chiste, lo pregunto en serio.

Estaba muy emocionada, ahora lo arruinó con su comentario.

—Eso no es de tú incumbencia, si como o no, no es tu problema.

—De hecho, sí lo es. Eres paciente aquí, y yo soy parte del personal.

—¿Entonces por eso me diste esto? —levanté el pastelito hacia su cara. —Me lo diste para que lo comiera.

—Pues es un pastel, para eso son. —esta vez sí trató de hacer un chiste. —Trato de hacer que comas.

—¿Solamente soy eso? ¿una paciente más a la cual debes alimentar bien o sino no te pagan?

—No, esto no es así.

—¿En serio? Porque es justo lo que entendí. Te acercaste a mí y yo creí que querías ser mi amigo, pero todo este tiempo solo estabas cumpliendo tu trabajo.

—No, si me importas. Y es por eso que quiero que estés bien, no puedo ver que te mueres de hambre, debo alimentarte y asegurarme de que lo hagas.

—¿Debes alimentarme? No soy un animal. —sujeté el pastel con demasiada fuerza y lo dejé caer a sus zapatos. Me alejé los más rápido que pude de ahí.
—No puedo creer lo que acaba de pasar, es increíble. —me estaba sintiendo muy enojada y Caleb ni siquiera había dicho una palabra. —¿No vas a decir nada?

—Sí. También estoy enojado por cómo pasó todo, pero...

—¿Pero...? No me digas que estás de acuerdo con eso.

—¡No! Bueno, algo. Y me duele demasiado decir que estoy de acuerdo con ese sujeto, pero creo que tiene algo de razón. Tienes que comer, y sólo te he visto como dejas de lado todo o ni siquiera lo intentas.

—Ya no quiero hablar de esto, no puedo creer que tútambién lo digas.

—No quiero ver que dejas de comer, te vas a enfermar más. Y yo no puedo hacer nada por ti, no me puedo sentar a tu lado y atarte a una silla para darte la comida en la boca.

—Pues tampoco te estoy pidiendo que lo hagas.

—Lo sé, pero tampoco puedes pedirme que no me preocupe por ti porque siempre lo haré.

🧩

Caleb desapareció durante todo el camino hacia el restaurante, sólo había desaparecido de un momento a otro, pero supongo que debo acostumbrarme, ya lo había hecho antes y cuando vuelva a casa lo volverá hacer.

Mis padres me preguntaban demasiadas cosas en el auto, y los padres de Caleb estaban muy interesados en saber cómo era todo dentro de mi manicomio.

—Todo va muy bien, tienen juegos de mesas y televisión; no los juego ni la veo, pero es divertido ver a los demás disfrutar de eso.

—¿Y la comida qué tal? —mamá miró de reojo a papá, que iba al volante.
Conozco demasiado bien a mis padres como para darme cuenta que esa mirada sólo indicaba que trataban de averiguar algo y ya lo sabían.

—No está mal.

—¿Sólo eso? Debes extrañar mi espagueti, y mis hot cakes por la mañana.

—Ah, sí. Me hace mucha falta eso. —miré por la ventana, una señora paseaba a su perro por la acera. —Quizá si algunos días me enviaras comida, yo comería más. Hay días en los que la comida se ve muy mal, y no dan ganas de comerla, pero las frutas siempre son buenas y ni siquiera hay postre, extraño mucho tus brownies.

Mi madre sonrió tras escuchar aquello; si escuchar que intentaba comer más la alegraba, se lo seguiría  diciendo.

—Eso está muy bien, podríamos hablar con alguien para que podamos llevarte comida algunos días, así ya no extrañarás tanto mi sazón.

—Sí, eso me gustaría.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top