9.- Parte: "Mi mundo de sangre"
Rubí se comenzó a alejar lentamente de él. No concebía lo que contó, más bien, la alteró a un punto de miedo. No era necesario de seguir con el relato, ya no quería estar cerca del pelinegro, ya no era el cuerdo de Tomás.
Al llegar a la salida de la vagoneta, giró la perilla bastante fuerte como para hacer ruido, haciendo que el mago voltee a verla. La mujer no podía abrir la puerta ni con toda su fuerza, se asustó con cada minuto que pasaba. De repente sintió unas manos que le cubrieron la boca y una extraña fuerza que la paralizó. Rubí sollozaba y casi ni se movía, cuando se dio cuenta de que Tom estaba detrás de ella, su corazón palpitó muy rápido.
—¿A dónde crees que vas, mi pequeña gema?... No quiero que la fiesta se arruine por ti —Le musitó el pelinegro a la castaña que continuaba moviéndose para liberarse de su magia. Pero solo quitó sus manos de su boca para escuchar los gritos.
—¡Haz perdido la razón! —Gritó Rubí para que alguien de la fiesta la escuchara o para que su compañero dejara de comportarse como loco.
En eso, el mago la empujó a una de las paredes de madera, haciendo que quedara entre cara a cara con ella.
—Pero si la perdí hace mucho tiempo —Le volvió a susurrar esta vez sosteniéndola del cuello y poniendo su brazo de una manera para que no escapara, la acorraló literalmente.
Rubí se dio cuenta de lo perdido que estaba, por eso lo empujó y se liberó hasta que la presión volvió, atrapándola otra vez y escuchó unas cuantas palabras antes de que Tom la dejara irse.
—Creí que me entenderías, pero eres como ellos, una estúpida más... Como los que juzgan al que no encaja —Dijo el mago antes de dejarla ir.
La castaña no dudó dos veces antes de salir corriendo por ayuda, dejando atrás al hombre que decía llamar “amigo”.
Mientras tanto en la fiesta, Richard se dio cuenta de los llantos de Rubí que se acercaba hacia él de manera repentina. Entre la multitud logró ver a la mujer correr hasta llegar con su jefe.
—¿Qué tienes Rubí, ocurre algo? —Preguntó Richard en medio de toda de la fiesta intentando escuchar las cosas que decía la mujer asustada gracias a la música.
—Es... Tomás... él se ha... vuelto loco —Trató de decir ya que respiraba para agarrar aire.
—Tranquila, Rubí. No pasa nada solo cuéntame detalladamente en privado no quiero espantar a la gente —Le respondió él.
Antes de que ellos dos se fueran a un lugar para hablar mejor, las cortinas del circo se cerraron y las luces se apagaron misteriosamente dejando todo el lugar a oscuras. Las personas miraban a todas partes para buscar una respuesta y antes de darse cuenta, un par de focos para espectáculos, apuntaban a la entrada del circo la cual estaba Tom parado señalando adentro haciendo entender a las personas que daría un Show de magia.
Richard no se explicaba lo que sucedía así que miró a la ayudante para ver si obtenía una explicación pero en ella solo se notaba una mirada de miedo que tenía en la cara. Ella lo tomó por el brazo, rogándole que sacara a las personas de allí, Richard todavía no comprendía aunque no se iba a perder un show de su mago favorito por eso entró para ver que sería esta vez, dejando a Rubí afuera para que se calmara un poco.
Mientras tanto adentro del circo el pelinegro mágico daba un espectáculo como si fuera un día cualquiera. Su mirada era segura y a la vez tan extraña, algo inexplicable realmente. Magia por todos los lados, la gente riendo y aplaudiendo sin saber lo que le esperaría después. Pasaron minutos y minutos antes de que terminara el Show, todo normal hasta que...
—Bueno, mi querida gente, les quiero comentar que fue una gran noche pero mañana nos tenemos que ir, por eso, he dejado mi marca aquí... Perdón, hemos... —Anuncio Tom delante de todas las personas presentes que se complacieron por el "último acto"— ¡El punto es que solo quiero preguntar algo muy importante!... ¿De quién... es este niño? —Cuestionó junto con una sonrisa enfermiza mientras que sacaba la cabeza de un pequeño niño recién cortada y aun goteando sangre.
Los gritos empezaron a surgir de personas perturbadas por aquel acto, incluso algunos comenzaban a taparse la boca para no vomitar y a correr para evitar su muerte, niños lloraban, gritos y muchas cosas se acumulaban. Los compañeros de Tom trataban de acercarse a él para amarrarlo.
—Tom, suelta eso... Y por favor, no hagas nada —Tranquilizaba Richard con la voz temblorosa, trató de acercarse al mago con cuidado, temía que le hiciera algo también a él.
Pero afuera, Rubí se encontraba conversando con un señor robusto sobre su amigo y su extraña actitud, en un lugar no tan alejado del sitio en donde era la fiesta.
—Y después de eso me intentó contener o encerrar, no sé qué le pasa dígame, ¿Qué podemos hacer? —Le preguntó al hombre, el cual este respiró fuerte y le tomó de las manos. Sus manos eran muy frías, pero ella aguantó la temperatura.
—Él ya perdió su cordura. La magia es tan incomprendida y en ciertos casos podemos asimilar que algunos lo tomaran con locura. Además de que el ya estaba harto de todo.
Rubí asombrada pensó pero eso no explica su personalidad de ahora. Aun así necesitaba que alguien lo ayudara ahora mismo.
—¿Por qué se comporta de esa manera? quiero a mi Tomás de vuelta, él que nos hacía reír, él que me abrazaba con dulzura... Él que me amaba... —Dijo ella cubierta de lagrimas tratando de quitárselas.
El hombre se volteó y se fue alejando de allí aunque Rubí lo sostuvo preguntándole el porqué se tenía que ir. Ella necesitaba una respuesta clara. El hombre no tuvo de otra que responderle.
-—Todos tienen la culpa, por el simple hecho de que personas no comprenden a las demás y por eso los juzgan. Él solo quería que lo aceptaran pero claro al ser una mascota de circo nadie lo toma enserio, ¿eso responde a tu pregunta? El tema de la magia simplemente es extraña para los ojos de los demás.
—Y no lo aceptan como es, siempre le decimos que cambie aunque él no le importa... Solo quiere seguir haciendo magia —Dijo ella para luego soltar al hombre de su chaqueta.
—Muy bien, niña, ahora es mejor que vayas a ayudar a las personas antes de que mueran —Señaló el extraño hacia el circo donde estaba una muchedumbre furiosa que encadeno a Tom en un tubo de hierro.
De inmediato, Rubí se dirigió corriendo sin importar que el camino tuviera rocas punzantes, dejando atrás al señor que se iba alejando con una pequeña sonrisa en las sombras.
Cuando llegó, observó a Tom encadenado y los aldeanos golpeándolo con fuerza en el suelo. Ella aun así con dolor en los pies, apartaba a las personas que estaban aumentando la tensión en el lugar para que pagara por matar a las personas desaparecidas.
—¡No, déjenlo por favor, deténganse! —Rogó Rubí, gritó a tal punto que le dolía la garganta aunque siguió gritando y observando como su amado sufría una y otra vez hasta que pararon.
Dejaron a Tom en el suelo porque ya se habían cansado, aunque él escupía y derramaba un poco de sangre debido a los múltiples golpes.
La mujer reaccionó y fue donde estaba el pelinegro, empezó a llorar otra vez encima de él mientras que se preguntaba... ¿Por qué a él? Acaso tenía la culpa o era de ella la culpa. La muchedumbre dejó de gritar dejando que el silencio se apoderara, Rubí dejó de llorar cuando el dueño del circo se le acercó para consolarla.
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