Llegó un punto en el que ninguno de los dos recordaba a los dioses, Ahmed ya no sentía la necesidad de velar por su bienestar, tenía la impresión de que ellos ya habían recibido su clase de modales, y que ahora era su trabajo buscar su felicidad. Él ya había encontrado la suya.

Todo el tiempo Ahmed le llevaba, flores, libros, cartas, le recitaba poesía, incluso aprendió a tocar guitarra. Busco tanto en las costumbres de los humanos que ya comenzaba a sentirse como uno, pero ella lo valía, quería cortejarla justo del modo en que ella lo debe recordar.

Ella seguía siendo una mujer y todo eso le encantaba, tenía que contener sus emociones cada que lo veía, no podía permitirse que él supiera lo mucho que le afectaba. Pero no le funcionaba muy bien, Ahmed siempre lo supo.

No había prisa tenían una eternidad por delante, y fue tanta la costumbre de verse todo el tiempo que ya no se querían alejar. No había miedos o emociones encontradas, ambos se enamoraron tan intensamente, que jamás se volverían a sentir solos.

¿Se han preguntado qué pasaría cuando la muerte se topa de frente con el amor? ¿La muerte se enamora o el amor muere?

Ambas.

Ambas partes ceden un poco de su poder. Dan su contribución sin esperar una recompensa, solo por el simple placer de ver la magia del momento.

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Capítulo dedicado a Bitz-san

Como siempre, los quiere Isabel 💖