Lilith: Señora de la Oscuridad (primera parte)
Hecha una furia abandonó Lilith el Jardín. No pensaba en las consecuencias que esto traería para ella, pero tenía el corazón despedazado por culpa de Adán, y reconozcamos que por la actitud de Dios también.
Se sacudió toda la tierra del Jardín, no quería tener nada encima que le recordara su desventura. En plena oscuridad pudo escuchar claramente un sonido como de agua chocando, pero no era como el río que ella había dejado atrás, ésta parecía tener fuerza propia, de cierto modo indomable, tal como se sentía ella. Decidió que se sentiría mejor y más cómoda rodeada de cosas que se le parecieran, y hacia allí se dirigió. Durante el camino los espinos abundaban, y rasguñaban su blanca y delicada piel. Su pelo se enmarañaba y sus pies dolían, el terreno era escarpado y pedregoso. Su furia se acrecentaba con cada paso y empezó a despotricar a los gritos:
— ¿Por qué Dios no lo echó a Adán, eh? ¿Yo que culpa tenía que se haya comportado como un reverendo idiota? Fue egoísta, vanidoso, soberbio… ¡ME ECHÓ! Como si yo fuera algo maldito y sucio ¡¿Qué derecho tenía?! ¿Quien carajo se piensa que es el pelotudo ese? De alguna forma me las va a pagar, tarde o temprano, pero éste ¡no se salva! ¡Y Dios! ¡¿Donde mierda se metió?! ¿Por qué no me defendió? Tanto esmero que puso para crearme, ¿y después me abandona?
—Bienvenida al tacho de basura del Creador— dijo una voz profunda a su espalda.
Lilith se pegó un susto de muerte, tan ensimismada venía que no se dió cuenta que la venían siguiendo.
— ¿Quién sos? ¿Cómo llegaste hasta acá? Pensé que de este lado no había nada ni nadie…
—Bueno, no creerás que Dios probó de crear solamente humanos y le salieron bien a la primera ¿no? Hubimos otros, como decirlo, intentos antes…
Un relámpago iluminó brevemente a su alrededor y Lilith pudo vislumbrar quien le hablaba. Si bien parecía un hombre, había ciertas cosas que no concordaban. Medía alrededor de 1,70 m., sus penetrantes ojos felinos de tinte rojo en el iris no paraban de recorrerla de pies a cabeza. De su sonrisa lasciva creyó ver que asomaba una lengua de dos puntas. Lilith dió un paso hacia atrás. Otro relámpago dejó ver una piel verdosa y escamada, brillante como si estuviera húmeda, y una melena castaña que cualquier león digno de ser el jefe de la manada envidiaría.
— ¿Qué sos?— preguntó Lilith, entre temerosa y fascinada.
Una risa gutural y profunda emergió de la garganta de su interlocutor, casi parecía un ronroneo.
— Supongo que Dios nos habrá mencionado, algún cariño todavía debe tenernos a los primeros que lo acompañamos, solíamos ser ángeles.
Los ojos de Lilith se agrandaron tanto que empezó a lagrimear, su sorpresa era enorme.
— Pero, pero, lo que Dios nos dijo de los ángeles es que eran seres puros, hechos de luz y llenos de bondad y amor, ¿por qué estarían en esta oscuridad si fueran Ángeles?
—Porque algunos nos rebelamos, cuando dejó de prestarnos atención y se puso a jugar con plastilina otra vez…
— ¿Plastilina? No entiendo…
—Plastilina, masa para modelar, llamala como quieras… ah, no, ya me acuerdo que el muy ególatra le puso “Barro de la Creación” ja! Es tierra con agua no más…
—Por como hablás estás más enojado que yo
—Puede ser, abandonar a una raza de seres superiores por muñequitos de barro… a algunos nos dió mucha bronca ¿sabés? Y decidimos alejarnos del Cielo. Estábamos en el mismo plano que Él, y quisimos bajar al Jardín para ver todo lo nuevo que había creado, incluso eso que llamó hombre.
— ¿Y cómo terminaron acá?
—Lo mismo de siempre, es un poco orgulloso todavía cuando le llevas la contraria, así que, en una especie de berrinche, nos dió un cuerpo tangible, un poco extraño para mi gusto, y nos desterró… Era tan joven e impulsivo… Ahora nos llama Demonios
— ¡Pero Él nos habló pestes de los demonios! Que no tenían un comportamiento digno de sus hijos, de corromper y arruinar cada cosa que tocan, que la oscuridad de acá es culpa de ustedes… y yo no sé si es que soy tonta o que realmente Dios es un exagerado, porque yo no te veo tan mal como te pintaron…
—Sos increíble, ¿sabés? Sos la primera que me ve y a pesar de mi apariencia no saliste corriendo… ¿Cómo te llamás?
—Lilith, ¿y vos?
—Cuando era ángel, Dios me llamó Samael, pero como abandoné la luz y me alejé de Él, ahora me llaman LUCIFER.
En la foto Christian Bale, nuestro Lucifer :)
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