Capitulo 36
La Diosa del tiempo.
Estar atrapada, inmóvil, sin poder hablar o moverte. Se siente similar a una parálisis del sueño, sientes una presión sobre tu cuerpo, te cuesta respirar, tu mente está activa y trata con desesperación despertar, pero no puedes hacerlo. Las tuve durante años cuando era semidiosa y siempre temía quedarme así, congelada; Por eso que Zeus eligió este castigo en especial.
fue como estar atrapada en una de sus peores pesadillas durante años.
Estuvo en un museo, gente pasaba y la miraba con asombro, le tomaba fotos como si fuera un animal de zoológico. Alrededor de seis meses, estuvo allí; sola, sin saber que había pasado con Nico di Angelo después de dejarlo en pleno campo de batalla.
Algunos estudiantes venían para dibujarla, había uno que otro grupo de niños siendo guiados por un guía o maestro, este les habla de mitología griega y sobre sus mitos más famosos.
Y luego vio a Nico, lo vio allí con los ojos llenos de lágrimas y se le rompió el corazón. Estaba feliz de verlo a salvo, pero no de verlo así, con un aspecto enfermizo, triste y solo...
Al menos después de eso tuvo una mejor vista; El lago del campamento mestizo siempre le gustó mucho.
Pasaron años y ella solo podía estar allí, viendo a la persona que amaba sufrir en silencio mientras esperaba por ella. Sin querer había puesto una carga demasiado grande en Nico y nunca se lo perdonaría.
Tampoco tenía otra opción.
Se mantuvo en silencio, dormida, recuperando sus fuerzas hasta que escucho el llamado de Nico; Él le pido ayuda y ella tomó todo lo que tenía, la poca energía que había acumulado en su interior para ir a ayudarlo.
Y de pronto despertó, sintió que de nuevo tenía el control de su cuerpo.
Miro sus manos que ya no estaban tiesas a sus costados, entonces dio un paso al frente y se fue de frente al suelo. Cerro los ojos esperando el golpe, él golpeó que no llegó.
Solo sintió un brazo fuerte enrollarse alrededor de su cintura que la jaló de golpe hacia arriba y la puso de pie.
— No tan rápido— Una voz masculina se coló en sus oídos, alzó la mirada y se encontró con unos brillantes ojos azules.—Diosa del tiempo.— sonrió, mostrando sus dientes perfectos.
La rubia ceniza abrió los ojos de par en par, el corazón de Ivy dio un salto de emoción y dio un salto literal a los brazos del dios del sol.
— ¡A-abuelo...!— Chillo.
Apolo apretó los dientes y soltó a la chica, mostrándose ofendido.
— Ahis, te dije que no me llamaras así.— Murmuro avergonzado.
Cuándo se apartó, Ivy se dio cuenta de la presencia de la diosa de la luna.
— ¡Lady Artemisa!— Exclamó la rubia aún más sorprendida, casi se tropieza, pero Apolo la tomo de los hombros.
— Bienvenida de vuelta.— Dijo la diosa Artemisa.
Ivy sacudió su cabeza, confundida.
La rubia ceniza miro a su alrededor, buscando a cierta persona.
— ¿Qué? ¿D-donde? ¿Dónde está, Nico? ¿Qué pasó?
La confusión en su voz era totalmente aceptable, sonaba que empezaba a ponerse cada vez más ansiosa.
— Pasa que el hijo de Hades está loco por ti.—Apolo la hizo girar sobre sus talones para que lo viera la cara, se inclinó y declaró con seriedad— Y loco clínicamente, ten cuidado con él.— le advirtió sonando como un hermano o padre preocupado.
— ¡Apolo!—Chillo Artemisa, casi sono horrorizado por el comentario.
La diosa jaló a Ivy para quedar frente a ella, la tomo de las manos y la miro con ojos llenos de convicción.
Artemisa trató de sonreír, pero apretó demasiado los dientes.
Ivy pensó que tenía cara de estreñida.
— Ivy, yo nunca diría esto de un hombre.— Respiro hondo como si le dolieran los pulmones, entonces negó con la cabeza varias veces como si le costase hablar.— Pero Nico di Angelo ha subvertido todas mis expectativas.— Parecía realmente miserable.— Este joven héroe, te ama, de verdad lo hace y tú te mereces eso.— Hizo una mueca de asco y tuvo una arcada—Y... Urg, yo creo, creo que es una pareja adecuada para ti.— Admito finalmente.
— Eso te dolió hasta la médula.— Se burló Apolo.— Artemisa no habla bien de ningún hombre, ni siquiera de mí.
Artemisa soltó a Ivy y le lanzó una mirada asesina a su hermano.
— Es por qué tú eres el peor tipo.— Gruño la diosa.
Ivy se quedó mirando a un punto en el suelo, y entonces se dio cuenta;
Por fin era libre.
— Pasaron 4 años...— Murmuro aturdida, la adrenalina llena cada poro de su cuerpo.— T-tengo, tengo que verlo.— Mis puños se cerraron alrededor de la falda de mi vestido.
— Es tu día de suerte—Apolo puso sus manos en los hombros de Ivy y le dio un pequeño empujón.— Por qué ya está aquí.— Afirmó con alegría.
En ese momento Ivy pudo reconocer el aura de Nico di Angelo, su esencia como persona, cómo semidiós no muy lejos de aquí, nunca en mi vida había sentido algo como eso. Entonces Ivy se dio cuenta de algo, de por qué era tan sencillo para Nico encontrarla entre una multitud; Siempre. Su corazón se volvió loco, podía sentirlo latir con fuerza y retumbar en sus oídos.
Se sintió como una explosión de adrenalina que empezó a circular por sus venas, creando un sentimiento de ansiedad y urgencia en su pecho.
Alzó la falda de su vestido a la altura de sus rodillas, intento correr, pero sus pasos eran torpes y dolorosos, subió la colina repleta de césped verde y flores silvestres de diferentes tonos y formas que creían por todo el lugar debido a que dentro de la barrera siempre era verano soleado y perfecto.
Cuándo llego a la cima de la colina estaba jadeando por el cansancio, miro hacia abajo y sus ojos verdes se abrieron por completo al ver quien estaba a unos escasos metros de ella, mirándola desde abajo con la misma expresión de anhelo que solía tener todos los días en su santuario.
(. . .)
Minutos antes.
Nico hizo un viaje de sombras desde un pueblo de la Antigua Grecia hasta el campamento mestizo y no se sentía particularmente cansado, sentía que tenía la energía de sobra para ir y venir 10 veces más; Ni siquiera se sentía fatigado, era imposible.
¿Este era el poder de la maldición de Aquiles?
El pelinegro entrecerró los ojos al ser deslumbra por el repentino cambio de ambiente, cuando la luz del día choco contra su rostro, baño su cuerpo de una sensación cálida y reconfortante. Cubrió sus ojos con su mano derecha y trato de acostumbrarse a la luz.
Cundo su visión se estabilizó, se dio cuenta de que estaba a pocos metros del santuario de Ivy, solo tenía que subir la colina y caminar hasta la orilla del lago para encontrar; Tenía que verla, tenía que comprobar que Zeus y Hera habían cumplido su parte del trato.
— ¡¿A dónde crees que vas!?
Casi sale corriendo cuando sintió que alguien se aferró a su camisa, la tela cedió por completo y Nico escucho claramente como se resquebrajó.
Luego solo sintió el aire chocar libre contra la piel de su torso.
— Ups...— Nico se giró para ver a Afrodita parada detrás de él.
La diosa sostenía tela en su mano que antes era su camisa.
Afrodita barrio con la mirada al semidiós de forma para nada discreta y una sonrisa se extendió en su rostro.
— Afrodita.— La severidad en la voz del pelinegro hizo que la diosa saltará.
— ¡Claro, a lo que venía...!— Exclamó la diosa Afrodita que para Nico esta tenía un aspecto muy similar al de Ivy, pero no era ella.— ¡No puedes ver a Ivy con tales fachas! ¡Eres igual que tu padre! ¡Piénsalo! ¡han pasado 4 años y la primera impresión lo es todo!
Entonces a Nico cayó en cuenta de que no tenía la mejor apariencia.
Miro sus manos desnudas y de pronto se sintió avergonzado. Estaba maldito.
Cerro sus puños y miro a la diosa con una amabilidad renovada.
— ¿Vas a ayudarme?
Afrodita lo miro aturdido y asiento con la cabeza. Se decía a sí misma que no podía separar a tal pareja; Nunca había logrado llegar a nada con Hades, era muy testarudo, su hijo, por otra parte... ¡No! ¡Este amor debe consumarse!
— Esa es la cara de cachorro que enamoro a Ivy. — Sacudió su cabeza y agito su mano frente al rostro del hijo de Hades.— Te ayudaré.— Exclamó.
Una nube rosa explotó en la cara de Nico, este tosió y sacudió la nube rosa que se forma a su alrededor.
Nico se miró así mismo y frunció el ceño al ver lo que traía puesto.
Estaba totalmente limpio, sin rastro de la pelea que tuvo minutos atrás. Traía puesta una camisa holgada de manga larga, color blanco, de tela fina y con pliegues en sus terminaciones, un escote en V con cintas ajustables y con un pantalón negro de tiro alto, en general parecía una vestimenta muy antigua, parecía un príncipe salido de un cuento de hadas para niños.
— ¿Y esto qué es?— Gruñó.
— A Ivy le encantan los romances de época.— Dijo como si fuera lo más obvio del mundo. Se acercó y sacudió el hombre de Nico, esté la alejo y hubo un ligero forcejeo entre ambos.— Créeme le encantará.
— ¡Afrodita...!
— ¡Lo siento! ¡Se me va la mano...!— Chillo exaltada, se hizo para atrás y se echó aire con las manos.
Nico le miro mal, giró sobre sus talones y empezó a subir la colina.
Entonces detuvo sus pasos de golpe, sus pies se anclaron al césped y su pecho se apretó al ver a Ivy parada allí, en la cima de la colina.
Ella estaba viva de nuevo, libre.
Su rostro se veía tan luminoso, tan lleno de vida. No podía creerlo, no después de verla atascada por 4 años en esa forma tan fría e inmóvil.
Verla allí, como 4 años atrás... con su cabello rubio cenizo y un mechón albino que se traspasa a gran aparte de sus cejas y pestañas, siendo sacudido por el viento. Tenía los mismos ojos verdes almendrados que ahora lo veían con una combinación de emociones que iban de la melancolía, felicidad y sorpresa. El mismo vestido blanco de un marcado estilo griego que la hacía ver cómo un ángel caído del cielo.
Los mismos labios gruesos que deseaba besar.
Para Nico, para Nico en ese momento el mundo volvió a tener color.
Ella entreabrió sus labios, pero la voz no salió de su garganta. Su pecho dio un salto, sus ojos reflejaron ansiedad y nerviosismo, pareció reunir todas sus fuerzas para hablar, entonces un nombre salió del fondo de su garganta que hizo al pelinegro explotar en una sensación de pura euforia.
— ¡Nico...!— La voz de Ivy sonó tan desesperada que Nico sintió todo su cuerpo vibrar, y su corazón sacudirse.
Cómo si una parte que estuvo muerta dentro de él estuviera arañando en su interior y luchando por salir.
— Ivy.
Su nombre sonó como un deseo al salir de sus labios, un mero susurro que hizo que Ivy sintiera su pecho apretarse y sus ojos verdes arder.
Nico dio el primer paso, temblaba, sentía que si la tocaba desaparecería y despertaría sé un largo sueño.
Ivy dio un paso adelante y luego otro, sin dejar de mirarla a los ojos oscuros como la noche de Nico, este la imitó y sin darse cuenta ambos esperaron a correr el uno hacia el otro. Esta vez Ivy no extendió su mano hacia él, se lanzó a sus brazos sin mediar ningún pensamiento y Nico la recibió con los brazos abiertos. Poder sentirse, poder oler el aroma del otro y sentir el calor que el otro podía ofrecer, incluso el simple hecho de escucharlo respirar fue devastador para ambos.
Nico la hizo girar en sus brazos, no sabía cuando había empezado a reír de pura alegría, pero podía escuchar el eco de su risa eclipsado por el llanto y los sollozos de Ivy, quien no lograba conectar palabras y solos balbuceaba su nombre entre gritos, risas torpes.
Cuándo la dejo en el suelo, Nico se separó lo suficiente para ver el rostro de Ivy. Paso sus manos cubiertas por las mejillas de la chica, los ojos verdes almendrados de Ivy estaban llenos de lágrimas que caían como cascadas por sus mejillas rosadas. Su expresión era una obra de arte, Nico podía ver con claridad el amor y esperanza que se reflejaban en aquellos ojos que rezo por ver durante 4 años.
No se dio cuenta de que estaba en el suelo hasta que sus labios se juntaron en un beso lleno de emociones, amor y sobre todo felicidad. No podían dejar de tocarse, abrazarse y besarse.
No mediaron palabras, era mucho trabajo cuando podía expresarse de otras maneras; Cualquier cosa que dijeran no era tan importante.
Ivy paso sus manos temblorosas por el cabello negro de Nico, sus hombros, para terminar en sus mejillas.
No sabía qué decir, solo quería mirar su rostro, saber que podía tocarlo.
— ¡T-te cortaste el cabello...! — Chillo Ivy, sin aliento.
— ¿Eso es él quieres señalar ahora?— Le cuestionó entre risas.
La rubia ceniza se volvió a lanzar a sus brazos y Nico callo despaldas al césped, alcanzó sus labios y lo beso una y otra vez. Sin romper beso. Nico se sentó sobre la grama para dejar a Ivy sentada sobre su regazo.
El pelinegro apretó su mano en la cintura de Ivy y cuando ambos sé separaron por la falta de aire, Nico descanso su frente sobre la de Ivy.
Ambos cerraron sus ojos, dejando lugar solo para las sensaciones; Sus respiraciones tranquilas chocando, la sensación de piel con piel, el simple olor del natural del otro lo era... Todo.
— Estás loco— Jadeo, contra la piel suave de su mejilla, abrió sus ojos y se encontró con los de Nico mirándola con total atención.— Pudiste haber muerto...— Ivy no podía pensar con la mirada intensa de Nico sobre ella.
Nico la sostuvo con firmeza por las mejillas, obligándola verlo.
— Yo moriría por ti.— Dijo con total seriedad y calma; Es sincero.
La rubia ceniza soltó amarga y cansada mientras negaba con la cabeza ante esa declaración.
— Mejor quédate vivo.— Lo abrazo por los hombros.— H-hay, hay miles de cosas que quiero decirte, pero no encuentro las palabras...
Nico le apartó el cabello que le cubría el rostro en un gesto amable.
— No necesitas decir nada.— Su voz sonó tranquila, la consolaba, aunque ella debería estar haciendo eso con él.— Ya lo sé.— Le aseguro.
E Ivy sabía, que él decía la verdad, que conocía su corazón incluso mejor que ella misma.
La rubia lo miro directamente a los ojos con convicción y seriedad.
— Te amo.— Afirmó y Nico sintió que se derretía por dentro, que por fin podía permitirse sentir.
Ella no sabía lo que le hacía a su corazón cuando decía esas palabras.
Lo desarmaba por completo.
La abrazo, escondiendo su rostro en el hueco que había en su cuello.
— Yo también, también te amo.— Balbuceo, aferrando sus manos a los pliegues de su vestido.—Demasiado, no sabes cuánto.— Murmuro al borde de las lágrimas, pero no lloraría, ya no había motivo para llorar con Ivy a su lado. Ahora todo estaba bien.
Ambos respiraron profundamente, sintiendo una gran sensación de alivio en sus pechos; Después de tanto, la pesadilla había terminado.
— ¿Te había dicho antes que tienes unos ojos muy coloridos?
Ivy sonrisa con las mejillas sonrojadas por el comentario.
— No.— Dijo la rubia encantada, negando con la cabeza.
— Pues me encantan.—Nico se inclinó para juntar sus labios con los de Ivy.
La atrajo hacia él por la cintura para pegarla su cuerpo y profundizo el beso siendo recibido por la diosa.
— ¡Ivy...!
(. . .)
En la casa grande.
El pelinegro le daba un biberón a su bebé, quien parecía dormitar mientras combina su segundo desayuno. Desde que Percy y Annabeth tuvieron a Zoe cada que visitaban el campamento se quedaban alguna de las habitaciones de la casa grande. Así que la cabaña 3 para los hijos de Poseídon había quedado completamente sola.
Percy dejo a la bebé en su cuna, luego de sacarle los gases.
El sonido de alguien comiendo frituras hizo que el héroe se diera la vuelta de golpe, allí vio al dios de los mensajeros, Hermes, comiéndose una bolsa de chetos como si nada.
— ¿Disculpa...?
— Yo solo vine a enterarme del chisme, por cierto.— Se metió un puño de chetos y los mastico, luego hablo.— Tu hermana está libre.
— ¿¡Que!?— Chillo el pelinegro.
— Si a mí también me dio curiosidad.— Le apoyo Deméter.
— ¡Hola! ¡Hola chicos!— Exclamó Persefone entrando por la puerta principal de la mano de Hades.
—¿Ya te contaron lo que pasó?— Le cuestionó Afrodita, que apareció flotando en una nube a su lado.
Percy dio un salto del susto.
— Por cierto, buen trabajo con ese bebé. Es preciosa.— La diosa del amor, acaricio el cabello de Zeo.— Será una mujer muy hermosa.
— ¡¿Q-que fue lo que paso?!—Les cuestionó percy al montón de dioses que ahora vagaban como si nada por el salón de la casa grande.
La puerta de la casa grande se abrió de golpe y Annabeth, Quiron, Piper, Jason y Leo entraron alterados.
—¡Percy, algo raro está— Annabeth cerró la boca de golpe al ver el grupo de dioses reunidos en el salón.
La rubia casi sintió la necesidad de tomar a su bebé y salir corriendo de allí. No quería a ese montón de dioses cerca de Zoe, quien sabe qué podrían hacerle; ¿¡Y se la roban!? ¡Es su bebé!
— ¿Hicieron una fiesta y no nos invitaron?— Pregunto Apolo, llegando con Artemisa por la puerta trasera.
Entonces todos los dioses empezaron a hablar a la vez, haciendo que los mortales allí no pudieran entender nada de lo que estaban diciendo.
— ¡Un momento!— Percy hizo un gesto con las manos, pidiendo tiempo fuera.— ¡¿Qué está pasando!? ¿¡Cómo que Ivy está libre!?
Los dioses se quedaron en silencio y se giraron a la vez para ver a Percy.
— Pasa que Nico di Angelo se enfrentó a los dioses, y ganó.— Le respondió el dios del vino, antes de tomar un gran trago de Coca-Cola.— Hay mucho más que decir, pero Hermes se sabe mejor el resto de la historia.— Señaló al dios de los mensajeros que asiento con la cabeza repetidas veces.
— ¿Y qué paso con Ivy?— Les cuestionó Piper.
— ¿Por qué no van a averiguarlo?— Les alentó Deméter.
Annabeth, Percy, leo, Jason y Piper se miraron mutuamente antes de salir corriendo por la puerta de entrada.
— ¡Señorita O'Leary! ¡Vigila a Zoe mientras no estamos!— Grito Percy.
(. . .)
De vuelta con Ivy y Nico.
Ambos se separaron al escuchar la reconocible voz de Percy, frente a ellos se acercaba una manada de semidioses curiosos, entre los que se encontraban Annabeth, leo, Jason y Piper. De pronto Nico sintió la necesidad egoísta de apartar a Ivy y llevársela lejos de allí, pero no pudo hacerle eso; Así que solo la sostuvo de la mano con firmeza y delicadeza mientras se avecinaba la tormenta que podían ser sus amigos.
— ¡Percy! ¡Chicos!
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Luego del reencuentro, los abrazos y el llanto. Ivy volví con Nico y tomo su mano entre las suyas.
— Creo que ya es hora.— Dijo Ivy y Nico asintió con la cabeza dándole la razón. Le dio un jalón en la mano y ambos empezaron a caminar hacia la playa del campamento mestizo.
Los chicos, y demás campistas los siguieron.
Cuándo llegaron a la arena, Ivy quito el collar de plata que traía sobre su cuello y al hacerlo este tomo la forma del tridente de Poseidón al instante. Hubo una exclamación colectiva, Ivy hizo una mueca de vergüenza (Todos la estaban viendo ahora) agradeció estar dándoles la espalda; Nico apretó los labios, intentaba reír al ver a Ivy temblar al recibir tanta atención.
En todo caso, Nico di Angelo no había mentido cuando dijo que él no tenía el tridente, siempre lo tuvo Ivy.
La rubia ceniza soltó la mano de Nico y se acercó a la orilla del mar.
El mar parecía agitado, las nubes en el cielo se volvieron oscuras como si una tormenta se avecinara. Parecía que un huracán atacaría long island sin aviso.
Las olas en el agua se hicieron más grandes, crecían y rompían contra la arena con fuerza, los demás no hijos de Poseidón se quedaron atrás, a una distancia prudente. Ivy se mantuvo firme en la orilla, una enorme ola se precipitó contra ella y la cubrió por completo. Cuándo esta se disipó y volvió a retraerse, el dios del mar se encontraba parado frente a la diosa del tiempo con cara de pocos amigos.
Ivy cambio su expresión asustada a una más seria, alzó la cabeza y trato de mantener su miedo a raya.
Ahora era una diosa, y no podía asustarse por pequeñeces como... conocer por primera vez a su padre biologico.
— Aquí tienes.—Le tendió el arma a su padre, y la tomó sin inmutarse.— No quería causarte problemas, pero era la única forma...— Balbuceó.
Ivy respiro hondo al notar que su padre apenas mostraba emociones, ni siquiera parecía molesto, dioses, ella preferiría que estuviera molesto a ¡A esta máscara de indiferencia...!
— Si lo piensas bien, no lo robe, solo lo pedí prestado... Unos años. Es algo así como mi herencia, así que no lo robe del todo.— Murmuró Ivy nerviosa y evitando a toda costa mirar a los ojos su padre. La rubia tenía las mejillas rojas y poca energía como para pelear o discutir con su padre.— Y eso es ...
— No te pareces a ninguno de mis hijos...— Ivy alzó la cabeza para verlo, no lo conocía se nada; Pero aun así le dolió.— Eres igual a tu madre.
Ivy sintió sus ojos arder. Saber que Poseídon recordaba a su madre era reconfortante de alguna forma, y que la viera en ella la hizo sentir bien.
Poseídon extendió su mano libre hasta su hija y acaricio su mejilla, limpio la lágrima que caía por su mejilla. Entonces por primera vez Ivy miro a su padre a los ojos, era muy diferentes a los suyos; Verdes con toques de azul como el mar abierto.
Este era el primer contacto que tenía, así que ambos estaban tensos, pero se sentía bien, familiar y dulce.
— Sabía que estabas destinada a la grandeza, Ivy.— Le explico Poseidón.
— Lo siento.
— No te disculpes.— El dios del mar miro por encima del hombro de su hija.— Gracias.— dijo con sinceridad.
El pelinegro le resto importancia con un gesto con la mano.
— Solo recuérdalo cuando quiera la mano de tu hija.—El pelinegro alzo lo suficiente la voz para que el dios y todos en el campamento lo supiera.
Las mejillas de Ivy se tiñeron de un color carmesí, Poseidón apretó la mandíbula y contuvo las ganas de matar al pequeño presuntuoso.
— Es encantador.—Se dirigió a Ivy con sus ojos reflejando una tormenta.
— Si lo es.— Ivy apartó la mirada de los ojos de Nico y volvió a ver a su padre, quien no estaba muy feliz.
— ¡Ahora sí podríamos ir todos de pesca!— Percy llegó de la nada y los envolvió en un abrazo a ambos. Padre e hijos. Tal vez demasiado contacto para un primer encuentro.—¡Ivy, Papá, Tyson y yo...! ¡Oh, Zoe también! ¡Es tu nieta después de todo!— Chillo percy con alegría y emoción.
El resto de la tarde Quiron organizo un banquete por el regreso de Ivy; Es una diosa después de todo, había que tratarla con respeto. Algunos de los campistas más veteranos no estaban de acuerdo, el chisme de lo que pasó corrió como pólvora y algunos de los semidioses no estaban muy felices. De todas formas nadie diría nada sobre Ivy, al menos no frente a Nico.
¡Ivy no había comido nada en 4 años! ¡Estaba muriendo de hambre!
— ¡Ana! ¡Jeong! ¡Lidia!
Las chicas estaban cambiadas, pero sin dudas seguían siendo las mismas.
Todo fue increíble, verlas de nuevo y hablar como si nada hubiera pasado. Claro, las chicas se disculparon por lo que pasó una y otra vez (ya saben, eso de intentar matarla), pero la rubia no estaba molesta, ni siquiera resentida con lo que pasó; No era su culpa, no era culpa más que de la diosa Eris.
— Recuérdame ir a matar a Eris...— Ivy le susurro a Nico al oído.
Nico pasó su brazo alrededor de los hombros de la rubia ceniza.
— No te preocupes por eso.— Nico le susurro de vuelta.— Créeme, tardará un rato en regresar...— La tranquilizó.
Ivy lo miro con los ojos entrecerrados y alzó una ceja, cómo si tratara de leer su mente. La rubia ceniza se llevó a la boca una de esas deliciosas fresas que se cultivan en el campamento mestizo y las mastico lentamente mientras juzgaba a Nico con la mirada.
En verdad, esos dos no dejaban de mirarse desde que Ivy fue liberada. Estaban en su burbuja, era como si solo existieran ellos y nadie más.
— Me gusta tu camisa.— Le halago Ivy dándole un ligero jalón a su camisa de vestir.—En realidad me gusta mucho como estás vestido, siempre pensé que la vibra de príncipe te quedaba fantástica.— Nico se sonrojó.
— Ya sabes cómo es Afrodita.—Soltó Nico sin reflexionar e Ivy frunció el ceño.
— ¿Afrodita?.— Ivy soltó una risa incrédula y amarga.— ¿Vas por allí aceptando los regalos de cada diosa que te encuentras?— Le cuestionó.
La sonrisa de Nico se ensanchó y sus ojos negros se llenaron de brillo.
—No te pongas celosa, me enfrenté a todo el panteón griego por ti.
Ivy negó con la cabeza.
— ¿Yo?, yo no estoy celosa.— Murmuro completamente celosa.
Por alguna razón a Nico le gustaba ver a Ivy celosa, la cosa es que la pequeña rubia siempre fue muy razonable y nunca pudo sacarle una reacción.
El pelinegro se acercó y dejo un beso en la nariz de la diosa del tiempo, y está cambio su gesto molesto a una sonrisa contenida, volvió a besarla, esta vez en la mejilla, creando un camino de besos por su rostro.
Se miraron por un segundo en el que solo estaban ellos dos, podían verse reflejados en las pupilas del otro.
Incluso cuando los ojos de Nico se había vuelto completamente negros, podía ver sus pupilas hincharse y se iluminaron como un cielo estrellado.
¿Nico siempre tuvo esa expresión? ¿Siempre la miro con tanto amor?
Ivy intento mantenerse firme, pero termino riendo al sentir los labios de Nico contra su piel y verlo actuar de forma tan juguetona. El pelinegro la abrazo por la cintura y terminaron por juguetear con la rubia intentando apartarlo entre risas y Nico dejando besos por todo su rostro cuando la atrapaba con la guardia baja.
— ¡Ya! ¡Consíganse un cuarto...!— Les grito leo desde la mesa contigua.
Ivy y Nico se separaron de inmediato, todos los estaban viendo y apenas se vieron descubiertos, se giraron, todos al mismo tiempo. Claro, seguían en el banquete y no estaban solos.
Nico tosió contra su mano, con las mejillas sonrojadas.
— Hazel y Frank vendrán mañana para verte.— Le informo.
— S-sí, sí.— Balbuceó.—Estaré lista.
A lo lejos, los dioses miraban el banquete en honor al fin de las tormentas y desastres naturales con la liberación de la diosa del tiempo.
— ¿Y qué significa esto para nosotros?— Pregunto Hermes.
— Una nueva diosa— Artemisa miro a Hades.— ... Y tu hijo.
Hace años que no había un nuevo dios, y nunca había habido alguien como Ivy; Era algo sin precedentes.
— ¿Una nueva Era? ¿Quizás?— Respondió Perséfone, insegura.
— Suena agotador.— Murmuro Dionisio, desganado.
— E increíblemente molesto.— Le apoyo Deméter.
— ¡Yo creo que es emocionante...!— Exclamó Apolo, el único del grupo que parecía genuinamente tranquilo.
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Pov Ivy Arvanitis.
Había anochecido, pase el resto de la tarde con Nico a mi costado y un bebé en brazos mientras Percy me contaba sobre como había empezado a hablar a los 9 meses y como estaba dando sus primeros pasos a la grandeza y a un viaje de pesca; Todo esto según Percy
Annabeth estaba segura de que Zoe se haría por la rama de la arquitectura en vez de la biología marina como su padre. De todas formas era muy pronto para saber a qué se dedicaría un pequeño ser humano en pañales.
Segunda sorpresa y gran noticia Piper tenía 3 meses de embarazo, Calipso puso cara de terror al saberlo; A Jason se le salió durante la conversación mientras tomaba un batido, y luego escupió el batido en la cara de Leo cuando Piper le lanzo una mirada asesina digna del dios de la guerra.
— Dado a las circunstancias puedes quedarte en una de las habitaciones de la casa grande.— Le ofreció Quiron con una sonrisa, Ivy se negó.— Es más... acordé a tu actual posición.
— No hace falta.— La rubia ceniza negó con las manos, entre risas.— Quiero quedarme en la cabaña 13, di-digo ¡Cabaña 3!—Chille, solté una risa súbita y nerviosa. — Cabaña 3, me refiero a la cabaña 3, sigo siendo hija de mi padre, después de todo.— Dijo con aires de nostalgia, fingiendo demencia.
¡No puede ser que vergüenza...!
Desvíe la mirada para no enfrentarme al rostro de Quiron, creo que quería burlarse de mí, pero como ahora soy una diosa, no podía hacerlo.
— Como deseé, diosa del tiempo.— El centauro hizo una reverencia.
Ivy se sonrojó.
— Puedes seguir llamándome solo Ivy.— Susurro la rubia, avergonzada.
— Créeme, querrás que te llamen por tu título eventualmente.— Quiron se despidió y se dio la vuelta para volver a la casa grande, dónde lo esperaba lo más cercano a una nieta que tendría.
Ivy se quedó en el mismo lugar, con las manos detrás de su espalda y una sonrisa en su rostro.
¿En serio? ¿Después de 4 años Quiron piensa que iré a dormir sola en la casa grande? ¿Está loco?
Ivy espero a que el centauro saliera de su línea de visión para discretamente dirigirse a la cabaña de Hades, no toco la puerta, abrió una de las ventanas y tomo la poca fuerza que le quedaba para impulsarse hacia arriba y pasar la mitad superior de su cuerpo. Luego se quedó atascada, por qué no pensó que supondría tanto esfuerzo.
Levantó la cabeza y vio al pelinegro observándola con una sonrisa.
Estaba cansada.
— Nico, ayúdame a entrar.— Alce los brazos, Nico se acercó para ayudarme y me levanto con facilidad.
— Que quede claro— Me dejo en el suelo.—Que tú solita te metiste en la boca del lobo.— El tono burlón en la voz del pelinegro le hizo soltar una pequeña risa nerviosa y súbita al sentir una oleada de cosquillas en el vientre y mi cuerpo calentarse.
— Quería seguir hablando contigo— Lo abracé por el abdomen.— Y dormir en tus brazos si es posible...
La sugerencia hizo que Nico sonriera mostrando sus colmillos.
— Tú puedes tener todo lo que quieras de mí.— Nico sostuvo mis hombros y paso sus manos por mis antebrazos, acariciándome de forma tranquila.
Mire sus ojos y me vi envuelta en las penumbras que reflejaban; Había algo de bruma púrpura en ellos, parecidos a los ojos del rey del inframundo.
Nico tenía un aura diferente, más fuerte e intensa que antes. Si antes daba miedo, ahora imponía en cada habitación en la que estaba.
— Hay algo diferente en ti. — Nico no parece escucharme, me pone ansiosa y nerviosa su mirada.— Yo, lo noté desde que te vi.—Debería parecerme ridículo, me arde el rostro, pero su forma de mirarme los labios con los párpados entrecerrados, es realmente única.— ¿Que hiciste?— Clave los ojos en su pecho, intentando no mirarlo.
Nico me abrazo por la cintura, sus brazos fuertes me rodearon y me estrecharon con cariño.
Se inclinó sobre mí y susurro a mi oído;
— Es la maldición de Aquiles...— Tuve un escalofrío cuando aliento caliente choco contra mi oreja, mandando una corriente eléctrica por mi espalda.
¿Espera? ¿Qué está pasando ahora?
No puedo respirar, el rostro me arde y siento que mi pecho va a estallar.
— ¿¡T-te bañaste en el río estigia!?— Alce la cabeza para verlo y cuando nuestros ojos se encontraron, Nico sonrió— Entonces...
— Es este.— Nico tomó mis manos entre las suyas y las guío a un punto detrás de sus orejas.— Pensé que sería un buen lugar, por qué estaría cubierto por el casco de Hades...
Cuándo mis dedos tocaron su piel tuve una sensación reconfortante.
Nico confiaba en mí, confiaba tanto en mí que me dijo su punto débil sin dudarlo dos veces. Él confía en mí.
— Te vi cuando le devolviste el casco.— Mencione con una sonrisa radiante en mis labios, Nico se puso rojo como tómate.— Son adorables.
— Olvida eso.— Apartó la mirada y oculto su rostro con su flequillo.— ¿Okay?— Murmuro avergonzado.
— Pero si te veías tan lindo~.— Hablé con voz aguada y melosa, como si me dirigiera a un bebé o gato.
Me puse de puntillas para besarle la mejilla y Nico solo apartó el rostro, tan avergonzado que cerro los ojos.
—Ivy.— Murmuro entre dientes, le insistí y él se giró para plantar un beso rápido en mis labios.— Listo, allí tienes ¿Feliz?— Me pregunto.
— Sí, bastante.— Admito y Nico me mira con cierta chispa de amor en sus ojos que derrite mi corazón.
Él se inclinó y volvió a juntar nuestros labios, lento y amoroso. Nico guio mis manos para que rodearan su cuello, bajo las suyas siguiendo el contorno de mi espalda hasta dar un apretón en mi trasero, me sobresalté y un suspiro se escapó de mi garganta, Nico se rio contra mis labios de forma maliciosa.
Me impulso hacia arriba y me hizo rodear su cintura con mis piernas, me sorprendió lo fácil que puedo alzar el peso de mi cuerpo; Cómo si pesase lo mismo que una pluma.
Ivy podría estar pensando en todas las repercusiones que podrían tener su pequeña pelea con el Olimpo, quizás pensar en lo que le depara el futuro como una diosa, pero está ocupada recibiendo un beso extraordinario de Nico. El mejor beso del mundo. El secreto está en lo lento que empieza. En cómo Nico y yo respiramos a escasos milímetros del otro durante un momento, limitándonos a tomar aliento y saborear el aire que nos separa. Al estar rodeándolo, noto los latidos de su corazón, el poco calor que emana de su piel, y de pronto... Todo se siente correcto y natural.
Él lo desea... Me desea a mí.
Lo sé por la sensación cálida y líquida que me inunda el abdomen, por el rubor que le tiñe los pómulos, por su respiración, que se le ha acelerado aún más que a mí.
—Ivy.—La tensión que se extiende entre ambos es tan densa que podríamos estar perfectamente en polos opuestos del mundo.
Así que salvo la distancia entre ambos y toda lentitud desaparece.
Nos besamos de forma desesperada y despiadada, con la boca abierta. De forma húmeda y urgente, casi como si nos diéramos mordiscos.
Es caótico, es el beso menos suave que he experimentado en la vida...
Aunque tal vez no se trate en absoluto de un beso. Si no de dos personas que intentan estar lo más cerca posible de la otra. Me desliza las manos por el culo y yo le araño el cuero cabelludo. Me dedica, si bien sorprendido, unos gruñidos de apreciación con la boca enterrada en mi garganta. Me lame el hueco de la clavícula y yo estallo en llamas; Me vuelvo hiperconsciente de todas las reacciones de mi cuerpo, de cada escalofrío, de la forma en la mi centro se calienta y se tensa.
Llevamos besándonos medio minuto y yo ya estoy ardiendo, palpitando de deseo y necesidad.
Me aprieto irremediablemente contra él y mis pezones duros chocan contra su pecho, lo que me hace gemir; Sus firmes abdominales son la superficie perfecta sobre la que restregarme.
— Maldición... —Nico gime con fuerza, como si estuviera a un paso de perder por completo la cabeza, pero estoy demasiado ocupada intentando notar la sensación de fricción como para devolverle el beso en condiciones, pero no pasa nada. Ya se ocupa él.
Me rodea el cuello con su enorme palma y me inclina la cabeza con la brusquedad justa. Mete su lengua en la boca y explora la mía con urgencia y... Indecente. Esto no es un beso; es indecente. Obsceno. Me empotra contra la pared y yo me aprieto más y más y más contra él, para que no haya ni un átomo de aire entre ambos.
Noto su mano bajo mi vestido, tantea mi piel de forma posesiva y segura, su mano es tan grande que abarca por completo mi muslo, la sube hasta mi cintura, y yo me arqueo, reprimiendo un gemido en el fondo de la garganta.
Entonces mi cerebro por fin registro algo que estaba fuera de lugar...
No sentía la sensación áspera de sus dedos contra mi piel, por no había contactado piel con piel, algo envolvía las manos de Nico, y entonces por fin me doy cuenta de que trae guantes de cuero, pero ¿Por qué lleva guantes?
La cabeza me da vueltas, el cuerpo se me derrite, pero no dejo de pensar en ello y escuchar el sonido que hacen esos jodidos guantes de cuero cada vez que Nico me toca. Es molesto.
Quería sentir sus manos sin nada que estuviera de por medio.
El sonido se abre paso lentamente a través de la espesa bruma que me provoca Nico al besarme los pechos con la boca abierta, dejando un rastro de humedad en mi vestido...
—Los guantes —susurro, obligándome a detener las caderas. Soy incapaz de elevar más la voz. Entonces me mete la mano por la parte posterior de las bragas, empieza a moverme de arriba abajo sobre sus abdominales y a mí se me olvida lo que iba a decir.
Es el punto exacto, el ritmo exacto que buscaba. Lo ha memorizado y está ayudándome a mantenerlo, hundiéndome los dedos en la carne del culo. Empleando la intensidad perfecta. Gruñe y yo gimo ante la oleada de placer. Se me quedan los ojos en blanco y... Sí. Justo contra... Sí. Justo ahí.
—Nico— jadeo, pero bajo la mirada y me encuentro con sus manos cubiertas
—Los guantes... Quítatelos... ah..., Tú, puedes? —O podemos seguir con esto hasta que acabe la tortura. Sí, eso me encantaría. Detenerse ahora sería insoportable. Nico golpea sus caderas contra las mías, la fricción entre su erección y mi centro se vuelve cada vez más deliciosa y excitante. A mí me parece fenomenal, pero noto que Nico no está ignorando mi petición, estaba chupándome la zona de debajo de la oreja.
— Nico.—No reacciona del todo. No se echa hacia atrás ni aparta la boca de mi piel, pero se detiene. Se aferra más a mí. Como un niño, reacio a soltar su juguete favorito— Oye... tienes, tienes, algo más que decirme?— Me cuesta hilar palabras. Estoy temblando.
Nico tiene los ojos vidriosos.
Las manos le tiemblan un poco al soltarme, dejándome en el suelo con sumo cuidado, con dificultad. Lo veo intentar recobrar la compostura.
Se inclina sobre mí, y debido a la diferencia de altura no me deja
—Sí.—Está sin aliento, con el pecho agitado. Se coge la erección como si le doliera, sin dejar de mirarme. A mí, solo a mí. Entonces desvía la vista y su actitud cambia de golpe, más serio.— Tú no tienes, no tienes por intentar... Complacerme. No te salve para recibir una recompensa o para obligarte a estar conmigo— dice Nico de forma tranquilizadora. Su voz aún suena ronca, aunque más suave. Cariñosa. Íntima. Me acaricia la mejilla.
Y se aleja como si quisiera darme mi espacio, cosa que no quiero.
¿Qué?
Negué con la cabeza, estupefacta por el repentino cambio de ambiente. Casi parecía que me estaba rechazando y yo realmente no estaba preparada para algo como eso... pensé, pensé que ambos queríamos lo mismo.
—¡Yo, yo no creo eso Nico...!— Balbucee y trate de acercarme.
—No quiero que te sientas obligada en ningún sentido, tú acabas de volver.— Nico puso su mano en mi hombro y me detuvo.— Quizás es muy pronto para esto...— Lo miro incrédula, pero no vi ni rastro de duda en su rostro.
Me quedé paralizada, sintiendo mi cuerpo caliente enfriarse como un bloque de hielo. Como si me lanzarán un balde de agua fría a la cabeza.
Apenas podía respirar.
Y ante el panorama, mi cerebro empezó a teorizar el porqué de su cambio de actitud repentino.
— Okay. — Murmure, asintiendo con la cabeza, fingiendo una actitud calmada, aunque estaba a punto de romper en llanto—Bueno..., yo creo que me daré un baño.— Ni siquiera quise mirarlo, me di la vuelta y camine hasta el baño de la cabaña, entre y cerré la puerta.
Sé que podría ser estúpido llorar por algo como esto, pero estaba llorando por qué me sentí rechazada y tonta; Ahora era una diosa, debería sentirme más poderosa y fuerte que nunca, pero seguía sintiéndome insegura.
Y mientras estaba en la bañera repasando todo el suceso en mi cabeza, me preguntaba si Nico...
¿Habrá salido con alguien más durante estos 4 años? ¡Claro que sí! ¡¿Quién en su sano juicio dejaría a alguien como él, vagando solo y triste! ¡Cualquiera pudo haberlo "consolado" mientras yo era un pesado de mármol! Claro, veía a Nico todos los días..., pero se fue al inframundo por meses en los que no me visito para nada, quizás ¿Nemesis? No, no es posible ¿Verdad? Bueno, estoy casi segura de que ella le coqueteaba.
Me hundí en el agua y un nudo se formó alrededor de mi garganta.
Y ese chico Evan, el niñato que me hizo gastar la poca energía que tenía para volver a mi estado normal, él también estaba detrás de Nico.
¿Quizás...? Quizás Nico se siente culpable por qué estuvo con alguien, no es imposible y si así fuera el caso...
¿Tengo derecho a estar molesta?
Debería estar feliz, pero no puedo evitar llorar como una niña pequeña.
Odio imaginarlo con alguien más, lo odio, me dan ganas de vomitar, de solo pensarlo... Ni siquiera me creo capaz de preguntarle si algo paso, no quiero saberlo. No podría vivir con eso.
Abrazo mis rodillas y cierro mis ojos.
Odio llorar, siento que no puedo respirar y mi corazón duele.
¿Quizás simplemente no le gusto lo suficiente? ¿Hay algo malo con mi cuerpo? No lo sé, no estoy segura porque nunca tuve experiencia. Quizás... Se acaba de dar cuenta que le gustan más los chicos. Se dio cuenta de que no le gusto en realidad y solo me salvó por qué sentía culpable.
Luego de luchar tanto para estar juntos... Terminar antes de haber empezado algo formalmente.
¡Ni siquiera había pasado un día desde que volví y ya parece que su relación se está derrumbando...!
Siento que voy a vomitar.
Nico tenía la cabeza apoyada de la pared, estático.
¿Acaso podía haber sonado más patán que ahora?
Tenía ganas de tomar una daga y rebanarse el cuello por hacerla poner esa expresión; ¿Va a dejarlo? ¿Estará molesta? ¿Triste? Se veía mal, como si quisiera llorar. Todo se ve muy mal desde cualquier punto de vista. Esto solo hará que piense en cosas que no debería y Nico sabe lo mal que puede terminar todo por un malentendido.
Las puntas de su cabello azabache estaban mojadas y se pegaban a su frente, no, todo él estaba sudando, tenía la erección más dolorosa que había tenido en años ¡Cómo si fuera un maldito crío! Y no dejaba de pensar en lo suave que era Ivy.
Se le hacía agua la boca al recordar que pudo tenerla, que ella lo veía con el mismo deseo que él, pero gracias a sus inseguridades todo el momento quedo arruinado. La había cagado.
Lo había arruinado y ahora Ivy iba a odiarlo para siempre.
Miro sus manos cubiertas por guantes de cuero negro. Sí, él estaba jodido.
¿Pero como iba a mostrarle algo tan horrible? Ella se asustaría al ver que estaba maldito, podrido, marcado... Y él no podría soportar que Ivy lo viera con asco, lástima o desagradó.
Apretó sus puños.
Su sudor se volvió frío y sintió un ataque de náuseas al pensar que sería rechazado en cuanto viera sus manos.
Estaba aterrizando por su reacción.
Sentía asco de sí mismo.
Tenía miedo de que ella simplemente no volviera a verlo igual.
Tuvo que salir de la cabaña para tomar aire, Nico creyó que si no lo hacía iba a vomitar allí mismo.
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🌧️
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Hola chicos y chicas.
Pase el resto del tiempo de esta semana escribiendo este capítulo, solo quería reflejar que está relación no es perfecta, Nico y Ivy son inseguros, y ambos tienen poca experiencia en las relaciones amorosas.
Un pequeño problema y los dos hicieron una tormenta dentro de un baso de agua.
Aquí algunos memes del capítulo;
Espero que les haya gustado el capítulo.
Esos dos nomás querían hacer el delicioso y terminaron con un ataque de pánico.
Nico; Parece chiste, pero es anécdota •́ ‿ ,•̀.
Bye bye.
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