Capitulo 33.

Cuatro años en el futuro.

Still With You

La Luna se ve solitaria

Como si estuviese llorando en el cielo brillante

Aunque sepa que mañana vendrá de nuevo

Quería quedarme en tu cielo como una estrella

Aquellos momentos, aquellos días
Si hubiese sabido que terminarían así
Me hubiera aferrado a ellos más

¿Cuándo será
Que nos volveremos a ver cara a cara?

Te miraré a los ojos

Y te diré que te extrañé
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Cuándo Nico despertó después de dos semanas, lo primero que hizo fue ir al inframundo para buscar a Ivy.

Él pensaba que había muerto, así que ir allí fue su primera opción.

Pero no estaba.

Claramente, no se lo tomo bien.

— No está muerta, en el solsticio se discutió su castigo por revelar el futuro y participar en el robo del Taurofidio, el tridente de Poseidón y el rayo de Zeus.— Explico Hades de forma casi indiferente, pero de alguna manera sonaba molestó.— Zeus se puso teatral y la convirtió en una estatua por tiempo indefinido.— Chisto con fastidio, y luego volvió su vista a su hijo que lo miraba como un cachorro triste y se dio cuenta de que no estaba teniendo tacto al decirle lo que había pasado.— La mayoría no estaba de acuerdo, pero lo que hizo fue ...— Aclaró esto último.

—¡Ella impidió que el psicópata del hijo de Zeus usurpar el Olimpo...!— Grito Nico, frustrado y llorando.

Hades suspiró.

— Lo sabemos, lo vimos.

— ¿¡Entonces dónde se supone que está ahora?!— Le cuestionó, fuera de sí mismo, no sabía si ponerse a llorar o gritar o hacer todo a la vez.

Estaba llorando, eso estaba claro, le costaba respirar y su pecho saltaba por el hipo que le provocaba llorar.

— En algún lugar...— Dijo Hades y Nico lo miro con incredulidad.— Del mundo.— Entonces el pelinegro solo se puso a llorar más fuerte.

Nico ya estaba bastante grande y nunca había sido muy emocional frente a Hades. Así que este nuevo arrebato era muy extraño.

— Ya, ya, deja de llorar...— Alargó la mano para tocarlo, pero Nico gruño y le golpeó la mano.

Justo cómo un gato arisco.

Hades intentó no sentirse ofendido por qué su hijo había heredado el mal carácter de María; Sí, era su culpa.

— ¡Mi novia es una estatua! ¡No me pidas que no llore, maldición!— Grito con la voz ronca, su de pronto sonaba tan fuerte y enojada que un aura de muerte empezó a extenderse por la habitación.— ¡Todo se fue al carajo!

Ese estado asustaría a cualquiera, excepto a Hades. Claro.

Hades pensó que Nico se había vuelto más poderoso de lo que creyó posible, lo había visto en su pelea con el hijo de Zeus y debe aceptar que se sintió orgulloso de él en ese momento.

En realidad estaba orgulloso de Nico todo el tiempo. Pero no sé lo diría.

El niño ya era muy altanero.

Si se lo decía se le subiera a la cabeza y pasaría sobre él. Cosa que ya hace.

No por nada está aquí, gritándole a su padre (un dios) como si nada.

— Esa niña... La nueva diosa del tiempo, si eso de comerse a cronos, también fue parte de los cargos.— Divagó de forma tranquila, saco una carta de su bolsillo y se la extendió.— Ella me dejo esta carta para ti.

La voz y mirada de Nico se suavizó.

— ¿U-una carta...?— Balbuceó.

El pelinegro abrió el papel de carta de forma desesperada, e intento leer el contenido a pesar de su dislexia.

______________☆゚⁠.⁠*⁠・⁠。゚_______________

Querido Nico di Angelo.

Espero que no leas esta carta, pero si las lees, las cosas pasarán justo como las predije. Sé que las cosas parecen malas, pero de todos los futuros que ví en mis visiones este era el que más nos favorecía. A los dos. Sé que ahora mismo no lo parece, pero es así.

Quiero que sepas que cualquier decisión que tomas a partir de ahora, te apoyo. Siempre estaré de tu lado.

Hades se portó muy bien conmigo, así que no lo trates mal.

Sé que puede parezca que soy tonta y tome la peor decisión. Pero es lo mejor, y sé que debes estar triste y molesto. Y lo entiendo, de verdad.

Y me hago responsable por ello.

Si después de esto me odias profundamente, lo entenderé.

Pero quiero que sepas que cuando te vuelva a ver, voy a correr hacia ti.

Y te voy a abrazar muy fuerte.

No quiero sonar cliché, pero creo que me gustaste por tu personalidad y si, me enamoraste así de gruñón.

Me gustas, no te lo dije por qué estabas bajo el hechizo de Afrodita.

En serio, en serio me gustas.

Pero no voy a escribir las palabras que te quiero decir, te las diré cuando te vea en persona. Hasta pronto.

Ivy Arvanitis.

______________☆゚⁠.⁠*⁠・⁠。゚_______________

Nico perdió el aliento y le volvieron a saltar las lágrimas, reprimió un suave sollozó y apoyo la carta en su frente.

Ivy era tan tonta ¿Cómo iba a odiarla? ¿Cómo iba a vivir sin ella? ¿Ella solo le decía que viviera y ya está? No podía hacer eso, no podía dejarla atrás como si nunca hubiera existido. La ama.

— Si sigues llorando así mancharás el papel y la carta, esa es la última cosa que escribió. Conservarla.— Se queja Hades cuando lo único que escuchaba en salón del trono era los sollozos de Nico.—Dioses, es igual a cuando eras un bebé...— Apartó la mirada, pero seguía mirándolo de reojo.

Nico caminó hacia él y lo abrazó.

Hades alzó los brazos sin saber qué hacer, tenso hasta el punto en que no podía respirar. Cuándo Nico apoyo su cabeza en su pecho, fue bajando los brazos gradualmente hasta apoyarlos en la espalda de su hijo y darle suaves palmadas a modo de consuelo.

Era raro, pero extrañamente le pareció reconfortante.

— Papá, hice lo que pude, pero no fue suficiente...— Sollozó en voz baja, y Hades abrió los ojos por completo.

Nico nunca lo había llamado papá.

— Nunca lo es...— Su voz sonó entre cortada, como la de un niño pequeño, triste y molesto.— ¿Por qué siempre me quitan todo lo que me hace feliz?

Le cuestionó, y Hades se sintió culpable.

El rey del Inframundo paso su mano a su cabeza y acaricio su cabello, sabía quizás esta sería la única vez que estaría tan cerca de su hijo.

— Lo siento...— Se disculpó.— Es la maldición que tienen todos mis hijos.

La habían estado buscando por todas partes, meses en los que solo pudo sentir una total desesperación.

Se empezó a sentir muy mal, con solo pensar en que Ivy estaba sola en algún lugar, indefensa y paralizada ¿Quién sabe si aún estaba consciente? Que al final tuvo que dejar la búsqueda a sus amigos y quedarse en su cabaña, se sentía tan mal que no podía ponerse de pie o siquiera pensar en salir de la cama. Lo tenían que obligar a comer, y siempre había alguno de sus amigos que se aseguraba que lo hiciera.

El primer mes después de todo lo que pasó fue el peor, al final tuvieron que internarlo durante una semana en un hospital común para mortales por qué estaba desnutrido y deshidratado.

Había perdido mucho peso durante solo un mes. Estaba más pálido, y sus labios apenas tenían color.

Pasaron 5 meses de puro dolor y desesperanza. La única razón por la Nico no murió en ese tiempo es por qué se sentía muy culpable y en algún momento tendría que ir a hablar con la familia de Ivy y decirles todo lo que pasó. Al final lo hizo, pero luego de que recuperarse y estar más estable.

«— Nico, mírame... ¡Mírame!— Jason tomo su cabeza y lo obligó a mirarlo, no tuvo que esforzarse mucho por qué Nico no tenía fuerzas.— Si no comes, si te mueres ahora ¿Qué va a pasar con Ivy? ¿Cuándo la traigamos de vuelta? ¿Cómo crees que se sentirá cuando sepa que estás muerto?

— No... No sé, yo.— Estaba muy débil como para hablar correctamente.

— Si no tienes una razón para vivir, entonces vive por nosotros.— Los ojos azules de Jason estaban inyectados en sangre.— Por qué si te pasa algo nos sentiremos peor que ahora, ya pasó esto con Ivy. No te vayas tú también.»

Nico se deprimió, se había deprimido otras veces, pero esta fue la peor.

Solo estaba él, encerrado en las cuatro paredes de su cabaña. A veces llovía y las gotas chocaban con su ventana, en esos momentos solo podía pensar en los recuerdos que compartía con Ivy.

Solo podía verla en sus recuerdos y en las escasas fotos que tenía.

En todas esas veces que no fue lo suficientemente valiente.

En todas esas ocasiones en que pudo decirle lo que sentía y ser felices.

Incluso si era por un corto tiempo.

Pero no lo había hecho y ahora solo le quedaba el arrepentimiento.

Aveces iba al lago y flotaba durante todo algunas horas mirando la luna, no por que le gustaba el agua fría o las masas de agua en general. Lo hacía porque le recortaba a Ivy, y todas esas veces en que le pidió ir al lado en la noche para nadar con las nayedas.

Aun así decidió vivir. Incluso si se sentía miserable, decidió encontrar una forma de sobrellevarlo.

Y la encontró, recupero la esperanza en uno de esos estúpidos museos británicos que roban artefactos de culturas que no les pertenecen.

Ese se despertó como cualquier otro día, habían pasado meses desde que no sabía nada del paradero de Ivy y cada día perdía más la esperanza... Pero ese día fue diferente, ese día los chicos lo llamaron diciendo que por fin habían dado con ella.

En ese mismo instante sintió que su corazón volvió a latir.

Hazel quien se quedó en campamento mestizo para cuidarlo (asegurarse de que comiera) lo tuvo ayudar a hacer un viaje de sombras hasta Inglaterra, por qué estaba muy débil para, bueno, pensar en hacerlo, además era una distancia considerable desde long island. Solo se vistió y cepillo los dientes, entonces partieron.

Cuando llegaron al museo, ese que tiene una pirámide de cristal era de noche y no había turistas.

— ¿Entonces es una poseída?— Pregunto Sadie en un susurro.

Ella y su hermano Carter estaban vigilando la entrada de la exhibición de la antigua Grecia, para asegurarse de que ningún guardia interrumpieran su pequeño... ¿Cómo lo dirían? ¿Robo?

— No, Sadie.— Carter hizo una mueca mientras se balanceaba sobre sus pies, pensando en una forma menos ruda de explicar la historia que le había contado Percy.— Ella... Se comió el corazón de un dios y tomo su lugar.

A Sadie le brillaron los ojos.

No sabía muy bien si sentía respeto, admiración o envidia, quizás era una combinación de todo. Ella había sido el recipiente de una diosa, pero nunca mi en un millón de años se le pasó por la cabeza comérsela y tomar su lugar. Esa chica tenía su respeto.

— Vaya, chica mala.

— No te hagas ideas raras.— Le advirtió Carter.

Entonces paso algo el doble de raro, Sadie vio al doppelganger de uno de sus novios, por qué sí, tiene dos por la puerta de la exhibición, como si nada, acompañado de una chica negra de cabello afro y ojos avellana preciosa.

— ¿Quiénes son? ¡Ni siquiera note cuando llegaron!

Sadie iba a ir tras ellos para evitar que entrarán, pero su hermano lo detuvo.

— Esos son los griegos que faltaban, bueno, la chica es romana, por lo que sé... Son hijos del rey del Inframundo.

Agrego esto último y la boca de Sadie hizo una «O» completa.

— ¿Cómo nosotros?

— No, ellos son semidioses. Sadie.— Carter no quería decir que le parecía alarmante que los dioses griegos fueran por allí dejando niños con poderes apocalípticos. Y que eso le ponía de los nervios.— Su padre siempre fue un dios, el nuestro es solo un recipiente. Recuerda.

Cuándo Nico y Hazel llegaron a la sala, el resto de sus amigos rodeaba una exposición en especial, la estatua en un pedestal de una mujer que parecía estar corriendo (o escapando) tenía una mano arremangando su falda y la otra extendida hacia delante, como si quisiera tocar algo. Una caja de cristal la protegía de los turistas curiosos y había muchas luces iluminándola.

Era ella, al menos era la última imagen que tuvo de Ivy.

No lo podía creer, no sabía cómo sentirse al verla.

No sabía si estar triste o sentirse feliz de verla, incluso si era así.

Estaba tan consternado que solo podía sudar frío, ni siquiera era capaz de pronunciar palabra.

Entonces algo llamo su atención, la placa debajo del pedestal rezaba lo siguiente «Persefone, la diosa de la primavera y reina del inframundo» y debajo había una pequeña reseña histórica del mítico cuento de como su padre secuestro a su esposa.

El cerebro de Nico hizo cortocircuito.

Miro a Annabeth y esta le devolvió una mirada igual de incómoda.

— Parece que la confundieron con Perséfone— dijo la rubia.— Por la pose...— Señaló la estatua.

Pasaron unos segundos en silencio, al menos así fue para Nico, por qué los demás lo sintieron como horas en las que le tomo reaccionar por completo.

— No se puede quedar aquí...— Hablo por fin, cortando el silencio.— Ella, no es... — Nico reprime su ira, intenta no perder la compostura y destrozar todo el lugar por exhibirla de esta forma.— Un maldito trozo de arcilla. Hay que llevarla al campamento mestizo.

— Por fin alguien lo dice.— Exclama Percy, cansado.

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Dos años y medios después.

— Basta de esto.— Piper tomo la carta de entre mis manos y la dejo sobre la mesa de golpe.— Basta de seguirlo e intentar metértele por los ojos.

Piper alzó sus palmas y cerro sus ojos multicolor, respiro hondo y trato de tranquilizarse, no quería gritar. Abrió los ojos y miro a su medió hermano, hijo de Afrodita.

— Sé que tienes 15 y es una etapa difícil.— Hablo en un tono más serio, casi sonaba como una mamá riñendo a su hijo desobediente.—Pero Nico está de duelo y está pasando por un momento difícil.— Intento explicarle, tratando de hacerlo entrar en razón.

El castaño frunció el ceño, con las mejillas calientes; Pero una nueva furia se gestaba en su interior.

— ¿No crees entonces que necesita distraerse?— Le cuestionó.

Piper lo miro casi consternada (horrorizada) por lo que su hermano menor había sugerido.

— Nico... — Piper negó con la cabeza, estaba empezando a perder la poca paciencia que le quedaba.—No es ese tipo de chico, él está enamorado.

El mejor se puso de pie, luciendo más enérgico y emocionado.

— ¡Pero escuché que prefiere a los chicos, sé que lograré ganarme su corazón con el tiempo!— Hablo tan rápido que apenas lo comprendió, dio un par de pasos adelante haciendo que Piper retrocediera por reflejo.— Además— Agrego apoyándose en el marco de la ventana.— ¿Qué tiene ella de especial? Lleva 2 años siendo un trozo de mármol.— Bramo hostil.

Piper miro a su hermano en completo silencio por unos minutos con los ojos desorbitados, luego cerro y paso su mano por su rostro en un gesto de pura impaciencia y molestia.

— Si Nico te escucha hablando así de Ivy solo lograrás darle asco.— Dijo la mayor hija de Afrodita, sonando ya harta de toda la situación. Miro a su hermano con cierta decepción en sus ojos y mencionó— Por cierto, ese trozo de mármol es la razón por que la que el campamento mestizo y Júpiter siguen en pie y nuestra madre sigue siendo uno de los 13.— Susurro de forma casi pasivo agresiva.

El chico golpeó el marco de la ventana con la cara roja del enojo, realmente estaba harto de escuchar de ella, y no necesitaba que Piper le recordara por séptima vez lo perfecta que decían que era la tal Ivy Arvanitis.

Ella no era ni siquiera la mitad de buena o especial, de como todos la hacían ver, estaba seguro.

— ¡Pero es su culpa que el mundo tenga tantas tormentas y desastres naturales! ¡Ella robó el rayo y el tridente de Poseidón!— Exclamó enojado, no entendía por qué Piper la defendía tanto si había causado tanto daño y lo regañaba a él por haberse enamorado. No era justo, esa chica estatua no se merecía a Nico ni por asomo— ¡No hables de ella como si fuera una heroína...!— Chilló.

Piper hizo una mueca, sus cejas se elevaron al igual que la comisura de sus labios en una expresión que representa lo que sentía; Estaba más que consternada y asqueada.

— Evan.— Lo llamo por su nombre, lo que se sintió más como un regaño que otra cosa — Los dioses no son como crees, lo entenderás cuando crezcas.

— ¡Esa chica está muerta! ¡Lleva tres años así! ¿No me digas que no piensas que es raro que vaya con ella todos los días?— Le cuestionó insistente, de alguna forma quería llevar a Piper de su lado. Con su apoyo seguro tendría una mejor oportunidad, luego vería como ganarse al resto de los 7— No van a quitarle el castigo, es solo un vegetal ahora. ¡Vamos! ¡Dime qué es sano aferrarse tanto a alguien que está a grandes rasgos...! ¡Muerto!

Piper lo miro en silencio luego de su arrebato y luego suspiro.

— Necesito alcoholizarme.

Piper se dio la vuelta y se dirigió a la salida de la cabaña, estaba harta de lidiar con los nuevos miembros de la cabaña de Afrodita. Le iba a salir una hernia si seguía agarrando corajes.

Eran sus hermanos, claro, pero eran demasiado adolescentes.

— ¡Ya lo verás, tendré el corazón de Nico di Angelo!— Exclamó.

Piper se detuvo en la puerta abierta y se giró para verlo.

— Soy la líder de esta cabaña, y si te encuentro utilizando el embrujahabla con Nico— Piper odiaba quedar como la mala y tener que poner orden en la cabaña, pero a veces era necesaria —Serás expulsado.— Le advirtió

Evan frunció el entrecejo

— ¡No necesitaré el embrujahabla...!

Piper no entendía nada.

El hijo de Hades solo necesito un clavo para sacar otro clavo. El amor no funciona si las dos personas no están presentes, y él estaba allí.

Vivo y sin estar petrificado.

Se adentró en el bosque al lugar donde sabía que estaría Nico, lo había vigilado el último año y conocía su rutina. En las mañanas solía ayudar a los niños pequeños dando clases de esgrima, por cierto, esos niños lo adoraban como si fuera su dios.

Y por las tardes se pasaba todo el día en lo que es el templo de la diosa del tiempo, Ivy Arvanitis, este era muy cerca del lago, dónde la tierra y el agua se encontraban en lo profundo del bosque de campamento. Estaba hecho de mármol blanco, con lindas columnas talladas al estilo griego y un techo redondo, a su alrededor había pequeñas estatuas de hipocampos.

No tenía paredes, claro, y en su interior sobre un pedestal estaba la hija de Poseidón petrificada con una aparecía griega tallada por un antiguo artista con la última posición en que quedó antes de ser castigada por la ira de Zeus. Evan había escuchado que Zeus la castigo por nada, que se sintió amenazado y aplicó esa antigua ley que prohibía a los descendientes de Apolo con el poder de ver el futuro, revelar los acontecimientos que podrían pasar y cambiar las cosas.

Evan creía que solo buscaba una excusa para deshacerse de la chica que propicio la muerte de su hijo, por más que esté lo intentará traicionar.

De todas formas, le habían dicho que ese templo fue construido por el hijo de Júpiter (lo que resultaba irónico) con ayuda de los hijos de hefesto. Las hijas de Afrodita le dijeron que Jason había hecho la tonta promesa de construirle templos a todos los dioses menores, lo que incluía a Ivy.

Y cuando lograron encontrar su cuerpo en un museo se la robaron. Aunque todos encontraron aterrador que en la placa que presentaban una pequeña explicación de quién era como una simple estatuas griega, se dijera que la habían encontrado hace 90 años en unas ruinas en Grecia.

También que la hubieran confundido con Perséfone resultaba incómodo.

Los investigadores vieron la estatua y por las características pensaron que era la Diosa Kore antes de convertirse en Perséfone, la reina del inframundo.

Igualmente extraño es que los dioses dejaran que construyeran ese templo en el campamento mestizo cuando Ivy era en esencia una traidora.

De todos modos, la encontraron en museo británico unos 5 meses después de todo lo ocurrido.

En ese lapso de tiempo, escucho que Nico no salía de su cabaña para nada.

Cuándo llegó al pequeño templó no se sorprendió al ver a Nico sentado allí limpiando su espada de hierro Estigio, lo que no esperaba era ver qué estaba hablando con una mujer, no solo era una simple mujer, se trataba de la hija de puta de Amber, la perra que le hizo la vida imposible en la escuela, solo que... Vestida con un vestido griego de color rojo muy oscuro.

Pensó en esconderse para escuchar, pero la fémina se dio cuenta de su presencia y le sonrió antes que sus ojos se volvieran rojo carmesí.

Y desapareció. Solo se esfumó con una suave sacudida de su vestido soltando una larga carcajada oxidada.

Entonces Nico se giró a verlo. Sintió que toda la sangre de su cuerpo se congeló y su los bellos de su nuca se erizaron por completo. Coño, lo había descubierto fisgoneando. Bueno, ya no había vuelta atrás, tenía que ir.

Se armó de valor y se acercó al pequeño templó secar del agua.

En las columnas se proyectaban la imagen del agua en movimiento que provocaba el sol al chocar contra el lago azul del campamento mestizo.

Noto que el altar en el que se dejaba las ofrendas a la diosa estaba lleno de flores, velas y comida que parecía aún aumenté. Evan no pudo evitar poner los ojos en blanco al verlo. Había oído que el hijo de Hades se encargaba de que así sea todos los días, aunque los niños que les da esgrima adoptaron el hábito y siempre le traen flores o todo tipo de comidas a la diosa del tiempo.

Cuando estuvo parado enfrente no pudo evitar tragar saliva.

Traía puesta una simple camisa sin mangas de color negro que dejaban ver sus brazos torneados y definidos, se le marcaban las clavículas y su piel se veía lisa, cremosa y suave de color pálido (aunque estaba seguro de que su piel era un poco más oscuro, si no fuera por qué estaba pálido) y unos jeans del mismo color. Tenía puesta una toga con los diseños de calabera en color púrpura y un broche al nivel de su hombro que la mantenía allí atada.

Su cabello abundante, de color negro, desaliñado, estaba atado por una cola baja por qué había crecido demasiado estos últimos meses. Labios finos de un color rosa claro (aunque en el centro se veían rojos) y ojos marrones tan oscuros que parecían negros.

Sus ojos eran tan oscuros como la obsidiana, le quitan el aliento cada vez que la veía a la cara.

Se veía realmente hermoso.

Solo quería preguntarte poder acercarse y besarlo hasta que se hartara de ello. Aunque cree que nunca podría hartarse de él.

— Te he visto siguiéndome, ¿se te ofrece algo?— Le dice Nico como si nada, aún concentrado en su tarea de limpiar su espada. Nunca lo había escuchado hablar de cerca, por los dioses, su voz era tan masculina que lo hacía temblar— Solo para que sepas, mis alumnos no rebasan de los 14 años, no trabajo con adolescentes.

Y aunque quiera decir lo bello y perfecto que se veía, no lo hizo.

Aún sentía esa sensación de celos y enojo por esa mujer con la que vio a Nico hablar hace unos segundos.

¿Por qué Amber estaba ahí? ¿Salían? ¿Esa perra era mestiza?

Demonios. Se le adelantó si es que pudo hablar con Nico primero que él.

— ¿Con quién hablabas?— La pregunta sale de sus labios antes de que pudiera pensar en lo que dijo.

Diablos. Sin querer sonó justo como un maldito celopata.

Nico detiene la mano que limpia la espada y lo mira directamente.

¡Por los dioses!

En cuanto lo miro a los ojos, sintió que la boca se le llenó de saliva, junto a una sensación de hormigueo que se extendía desde su nuca.

— ¿Por qué?— Le pregunta Nico, sonando pensativo y resultaba casi erótico escucharlo hablar de esa forma tan calmada.— ¿Alguien te pidió que me vigilaras y le informaras con quién hablo o dejo de hablar?

Entonces Evan se dio cuenta de que Nico sonaba algo paranoico.

Había escuchado que estaba en la mira de muchos dioses. Que de alguna forma Zeus encontraría una forma de buscar una excusa para matarlo.

No le sorprendía, pero de ninguna manera quería que pensará que él (precisamente) estaba en su contra.

— N-no, yo solo...— Alzó las manos y dio unos pasos hacia atrás.

En sus labios se dibujaba una sonrisa nerviosa que temblaba.

— ¿Qué quieres?— Pregunta Nico de pronto con seriedad.—Habla rápido, hoy es el solsticio de verano y tengo cita en el Olimpo.— Mencionó.

Evan apretó los puños.

Claro, el puto solsticio de verano.

Claro que Nico solo se arreglaría para un evento relacionado con Ivy. Sabía que todos los años asistía al solsticio de verano para pedir por el perdón de la diosa del tiempo junto a los demás héroes del Olimpo, todo el paquete, el héroe Percy Jackson, la arquitecta del Olimpo Annabeth Chase, y los demás de la profecía de los siete, Hazel su hermana, Piper, Jason y Leo.

Todo por Ivy Arvanitis, todo por ella.

Este sería el tercer año en que Ivy seguía siendo una estatua y ellos pedían por su liberación.

Escucho que Nico sufrió mucho por ella, había escuchado ... Que venía a leerle libros todos los días.

Una chica muerta (Literalmente) no se merece un novio vivo así.

— Ah, sí, eso.— Murmura de mala gana, haciendo que Nico lo mirara de forma curiosa.— Yo solo quería decirte que te he visto este último tiempo y ...

Antes de que pudiera terminar de hablar fue interrumpido.

— No estoy interesado.— Hablo de la nada, sin inmutarse apenas.

¿Lo había rechazado? Nunca nadie lo había rechazado en su vida.

Maldición, ni siquiera lo pensó.

Evan tenía un espejo, sabía que era muy atractivo.

Especialmente para los chicos.

— ¿Qué?— Jadeo incrédulo.— ¿N-ni siquiera lo vas a intentar? ¿Qué tal si somos compatibles?

Nico cerro los ojos con fuerza y negó con la cabeza, se puso de pie y dejo su espada sobre su asiento. Entonces solo camino hacia el altar donde se dejan las ofrendas y sacudió el polvo.

— Por qué tengo 21 años, y tú pareces de 15. —Dijo serio, entonces lo miro por encima del hombro.—Incluso si no fuera 5 años mayor— Señaló la estatua de Ivy— No estoy interesado por qué ya tengo pareja.

La sangre de Evan empezó a arder.

¡Maldita sea!

— ¡Un objeto inanimado no cuenta como pareja!— Chillo demasiado fuerte para su gusto, y cuando noto lo que el tono que utilizo se arrepintió.

— Mira, niño, no hagas que pierda la paciencia.—Nico lo miro mal, de una forma en que lo hizo tragar saliva.— Por eso no trabajo con adolescentes...

Murmura entre dientes.

Evan apretó los labios, se sintió molesto. Nico también lo trataba como Piper, como si fuera un niño idiota que no sabe lo que quiere.

Lo odia. Odia que lo traten así.

Cómo si no supiera lo que quiere, por qué es joven. Él sabe lo que quiere.

Quiere a Nico di Angelo.

— Nico di Angelo.— Lo llamo con una voz dulce.—¿Quieres acercarte?

Nico lo miro por encima del hombro, noto que sus brazos temblaban.

— ... No.— Le oyó murmurar ente dientes, apenas logrando resistirse.

— ¿En serio? Parece que quieres acércate.—Su voz sonaba suave y aterciopelada, atrayente.— Ven aquí.

Nico se apoyó en el altar, su rostro temblaba. Entonces se despegó del altar y camino, hasta plantarse justo frente a él. Nico era alto, le sacaba al menos dos cabezas y tenía hombros anchos. Demasiado atractivo.

Creo que los años se volvió incluso más hermoso, según él.

— Bésame.— Pidió extendiendo su mano hacia su mejilla.—Quieres besarme, es lo que más quieres en todo el mundo...— Susurro.

Cuando su mano toca la piel de la mejilla de Nico se sorprendió al notar lo fría que estaba su piel.

Tenía esos preciosos ojos oscuros mirándolo directamente a los ojos. Casi podía ver el deseo reflejado en ellos, no podía esperar para besarlo.

Fijo sus ojos azules en los labios de Nico y paso su mano en su hombro y la subio hasta su nuca para atraerlo hasta sus labios.

Entonces sus labios sé ...

Nico tomó su mano y tiro de ella para sostenerla con fuerza de la muñeca.

—¿En serio piensas que tus truquitos funciona en mí?— Le cuestionó con furia, de pronto sus ojos reflejaban llamas púrpuras.— Entérate, niñito.— Dijo entre dientes.— El embrujahabla no funciona en personas que ya están enamoradas.— Entonces miro a Ivy de reojo, y se alejó de el de golpe.

Mierda. No lo sabía, hace poco se había enterado de que era hijo de Afrodita.

— Y-yo, no...— Le temblaba la voz, la había cagado de verdad.

— Tienes suerte de que no mató niños.—Por la forma en que lo dijo no sabía si era broma o no.

Lo vio tomar su espada de hierro Estigio y llevársela a la cintura donde estaba atado su funda.

— Será mejor que no te vuelva a ver.

Le advirtió antes de irse. Entonces se quedó allí. Solo y rechazado.

Con la puta estatua de Ivy, una jodida diosa petrificada.

Empezó a gritar de la rabia.

Entonces, cuando perdió de vista a Nico, tiro todo lo que había en el altar al suelo de golpe, entonces a la idiota petrificada fuera de su pedestal.

Cuándo callo al suelo se quebró en pedazos, y de inmediato Evan el hijo de Afrodita, se arrepintió.

Sintió el pánico llenar cada hueso de su cuerpo y cada fibra de su cabello.

La había cagado en grande.

— Oh, no, no, no... Maldición.— Murmuro, antes de salir corriendo de vuelta al campamento mestizo.

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— ¿¡Que hiciste qué!?— Grito Piper a todo pulmón, acababa de llegar del solsticio de invierno.— ¡Evan...!

¡Y su hermano le decía que había roto la estatua de Ivy!

— ¡Lo siento! ¡Lo siento...!— Lloriqueo con la voz entre cortada.— Ayúdame, ayúdame, Nico me va a matar...

Solloza toda la impotencia y miedo que sintió en el que los siete y Nico había ido al Olimpo. Estaba asustado, y no se atrevió a volver al templo.

— ¡Vamos! ¡H-hay que ver qué tan mal está...! ¡Q-quizás! ¡Quizás Nico no la ha visto aún! —Piper lo toma de la mano y lo arrastra con ella por el bosque del campamento hasta el templo de la diosa del tiempo.

Escucharon un tenue silbido a la distancia y apresuraron el paso.

Cuando llegaron se encontraron el bosque y el lago bañado en una total oscuridad, lo que era raro por qué esa noche había luna llena. Y lo peor de todo es que ninguno de los dos pensó en traer una puta linterna.

— Hay que volver con una linterna.— Soltó Piper, exaltada.

— ¿Una linterna? ¿Para qué?

Una voz profunda y masculina se escuchó entre la oscuridad.

Divisaron la pequeña llama de un encendedor en la oscuridad, está encendido una vela y luego otra.

Hasta que todo estuvo iluminado.

Y allí estaba, Ivy en su pedestal, si ninguna grieta o signo de defectos.

En lo alto.

— Solo viene a ponerle velas.— Dijo de forma tranquila.

Evan soltó una carcajada ahogada y entrecortada, entonces se quebró en llanto. Muchos mocos y gritos.

Pidió perdón por horas.

Y después de eso, Piper no volvió a tener problemas con su hermano.

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Hola, chicos y chicas.

Este capítulo es más que todo de contexto, pero espero que les guste.

Quiero felicitarme a mi misma por escribir esto tan rápido😐👏👏

Ay, Evan eres bien castroso.

Quiero que sepan que los personajes que me caen mal no tienen apellido, osea Daemon y Evan.

No me gusta hacer sufrir a Nico, pero como se hace, la historia ya estaba escrita en mi cabeza.

La canción de Jungkook representa a Nico en este capítulo, escuchala y lean la letra si pueden.

Veamos si Ivy es perdonada por los dioses o se queda atrapada por la eternidad por sus crímenes.

Además...

¿Con quién hablaba Nico?

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