Capitulo 24
Odio la playa.
Nico odia la playa.
Odia el sol que quema su piel, la cual resulta ser más sensible a los rayos ultravioleta de lo que parece, se le ponen las mejillas, hombros y espalda, carmesí, además le da migraña.
Odia la molesta arena que se mete en todos lados, en todos, entre sus pies, en la suela de sus zapatos y en lugares en los que no da el sol.
Odiaba el agua salada, hace que sus ojos piquen y lo pone pegajoso.
Pero aquí estaba, sentado sobre una toalla a la sombra de una sombrilla con el patrón del arcoíris.
Traía puesto un traje de baño negro que consistía en bermudas, además de una chaqueta del mismo color, no llevaba puesta camisa. Y llevaba unos lentes de sol negros puestos, junto a una cantidad excesiva de bloqueador social sobre su rostro sensible.
Cómo dijo, odia la playa.
Puede soportar el agua dulce, de vez en cuando. Pero esto era su límite.
Aun así, aquí estaba, todo por qué Ivy le pidió venir antes de regresar al campamento mestizo.
Nico estaba convencido de que la chica fue un pescado o pulpo en su otra vida. Le encantaba el agua, el sonido que hacían las olas y nadar.
Así que mientras él estaba sentado enfurruñado, ella nadaba y jugaba con los perros que traían a dar un paseo por la arena. Y los dueños de estos aprovechaban para pedir el número de la linda chica de pelo rosa y ojos verdes almendrados.
Ivy llevaba el pelo suelto, traía puesto un traje de baño de dos piezas y un pareo alrededor de su cintura que cubría su trasero o hacia el intento. Ambos tenía el mismo color fucsia, un patrón de flores de color naranja, claro y amarillo. Se veía bien.
Demasiado bien para el gusto de Nico.
Tanto que no podía quitarle los ojos de encima ni pensar en nada más.
Además de los idiotas que intentan pedir su número, y como alejarlos.
— ¿Qué no viste?— Le pregunto Ivy sacándolo de sus pensamientos.
— ¿Qué? — Pregunto desorientado.
Lo único bueno de traer lentes de sol oscuros es que podía ver a Ivy tan intensamente cómo quisiera. Y eso lo llevaba a reflexionar en otras cosas.
Nico había llegado a un consenso, le tenía ganas a su mejor amiga.
Sí, era eso.
Estaba seguro de que se trataba de eso, y se odiaba a sí mismo por sentirse de esa manera.
— Te puso ojos de cógeme.
— ¿Ojos de cógeme?
— Sí, cómo eso.— Señaló a un chico que paseaba a su perro, nos miró y luego apartó la vista sonrojado.—Es lindo ¿Por qué no le pides su número?
No sé sabe por qué, pero Nico se sintió decepcionado por su comentario.
Le hubiera gustado ver una chispa de celos, algo que le dijera que ella podía estar interesado en él.
— No estoy buscando pareja.— Dije sin mucho ánimo.
Mentiroso.
— No hay nada malo en volver a empezar.-Menciono Ivy, levanté la vista para verla sonreír mostrando sus dientes.— Ya paso mucho tiempo.
— Hablas como Jason.— Expresé en voz baja.—No lo entiendes por qué eres una eterna solterona, pero no pienso volver a enamorarme.
Ella me miro confundida.
— ¿Por qué no?
— Por qué la gente enamorada hace estupideces, como caer al Tártaro juntos o ir contra los deseos de sus padres divinos, se ponen melosos y vulnerables.—Enumere con mis dedos y resople fastidiado.— Por eso decidí no enamorarme, la gente enamorada es estúpida.— Finalicé.
— Eso fue ... Lo más amargado que te he escuchado decir.—Soltó una especie de suspiro de pena.— Incluso me siento mal por ti.
— Cállate, pecosa.— Nico le dio un suave empujón en el hombro.
— Auch.— Se quejó la chica, haciendo una mueca de dolor.
Fue cuando Nico noto que la espalda y hombros de Ivy estaban sonrojados.
— Idiota, no te pusiste bloqueador en la espalda.—La regañó.— Es cómo si saliera con un niño.
— ¡Es que no llegó...!— Se apresuró a decir Ivy, a la defensiva.
Nico tomó el bloqueador solar que había utilizado en sí mismo, dejo que la crema callera en su mano y con la otra sostuvo el bote del protector.
— Quédate quieta.— Le pidió.
Ivy no dijo nada, atrajo sus rodillas hasta su pecho y abrazo sus piernas.
Cuando Nico poso su mano sobre el centro de su espalda, está enderezó su postura y soltó un gritillo.
— Está frío.—Chillo, aunque luego se acostumbró a la sensación fría en la piel ya irritada de su espalda.
Nico al principio no vio nada de malo en ponerle bloqueador, en un principio fue ella misma quien puso el producto en su rostro y hombros para que dejara de quejarse por el sol.
Paso sus manos por sus hombros, y luego bajo a su espalda. Allí empezó el verdadero problema, la espalda de Ivy era delgada y tenía una forma de reloj de arena. Mientras más baja y pasaba sus manos por su piel, se percataba de lo suave y esponjosa que le resultaba. Se relamió los labios, pues de pronto siento su boca seca. Empezó a pensar en la posibilidad de intentar algo con Ivy, había una probabilidad de que ella se sintiera atraída por él.
¿Entonces qué? ¿Serían amigos con derechos? ¿Eso no acabaría arruinado su amistad a largo plazo?
Desvió la mirada de su espalda, y miro de reojo su rostro. Esperaba ver algún tipo de reacción, alguna reacción que le dijera si ella se sentía igual.
Pero solo la atrapó con la mirada perdida en el mar.
Se sintió un poco decepcionado, no había sonrojó, labios apretados ni signos de nerviosismo. Nada.
Tanto que le pareció un poco alarmante lo calmada que estaba.
—¿Pecosa?— Pregunto y está dio un salto en su lugar.
Cómo si hubiera salido de un trance, sonrió y parpadea múltiples veces.
— Ah, es que a veces me disocio de la realidad.— Admitió entre risas. Nico respiro hondo y no se percató de lo cerca que seguía de Ivy.— ¡Ah...!
La chica dio un salto y se cubrió la nuca a la vez que se estremecía, me miro exaltada y sonrojada. Él se apartó en cuanto grito, los gritos de Ivy eran especialmente agudos.
—¿Qué fue eso?— Pregunto algo alarmado por su reacción.
Ivy se relajó notablemente, y sonrió de forma nerviosa.
—Es que cuando alguien se acerca mucho a mi nuca o respira en mi cuello me da escalofríos.- Explico al mismo tiempo que frotaba la zona de su nuca—¿Es muy raro...?
Esa información, más que rara, le pareció interesante; Al parecer Ivy era sensible en el cuello.
Solo se acercó a comprobarlo, se inclinó sobre ella y soplo en su nuca.
—¡No...! ¡Basta idiota! — Chillo la chica a la vez que se estremecía y se removió sobre la toalla.
La pobre chilló y gateo hasta poder levantarse, luego volví a sacudirse.
Nico se levantó con los ojos llenos de brillo y una sonrisa maliciosa, Hood retrocedió un par de pasos y lo miro con una mezcla de miedo y terror.
Literalmente le había explicado dónde estaba su punto débil a su enemigo.
Ivy salió corriendo y Nico la persiguió a toda velocidad.
No sabe cuándo empezaron a reír.
Ni cuando empezó a disfrutar jugar con ella como si fueran niños.
Se la pasaron jugando a las atrapadas en la orilla de la playa, literalmente. La perseguía y tomaba por la cintura, la alzaba y soplaba cerca de su nuca o cuello haciéndola chillar. Después de todo esa tarde en la playa no fue tan mala, sin importar la arena y el agua salada de la playa, solo con la risa y gritos de Hood le basto para pasar un buen momento a su lado.
¿Cómo arruinaría su amistad?
Estaba loco por solo pensarlo.
....
Nico se recostó en el árbol y vio a la chica rubia ceniza sentada sobre un tronco viejo, traía puesto un suéter blanco y pantalones de dormir. Eran pasadas la media noche, hacía frío, y el hijo de Hades pudo notar el aura de su novia, alejarse de las cabañas.
La hija de Poseidón tenía sus manos sobre su rostro y sollozaba en silencio (O al menos eso intentaba), y su pecho daba pequeños saltos ante en un claro hipo provocado por el llanto, sorbía su nariz y soltaba un pequeño quejido lastimero mientras trataba de limpiar sus mejillas rosadas por el frío.
Nico hizo sonar su garganta e Ivy alzo la mirada de golpe.
Y cuando Ivy se percató de que no estaba sola, se enderezó de inmediato y se apresuró a limpiar sus mejillas llenas de lágrimas.
No dijo nada.
Solo se acercó y se sentó a su lado en el tronco, Ivy se mantuvo callada en su lugar sin decir nada, con la mirada baja y aun sollozando.
— ¿Te hice algo malo?— Pregunto Nico, algo asustado de haber cometido un error que la hiciera llorar.
Ivy negó con la cabeza, respiro hondo e intento parar de llorar.
La mirada de Nico se oscureció.
— ¿Alguien te hizo algo malo? Por qué podría.— Ivy lo interrumpió.
— No puedes seguir rompiendo brazos y amenazando a la gente.— Soltó con sarcasmo mientras sorbía su nariz y limpiaba su mentón.
Nico suavizó su mirada.
— ¿Entonces qué pasa?— Pregunto Nico, mientras se bajaba del tronco para sentarse en el césped.
Ivy lo siguió.
— Es que estoy enferma.— Murmuro.
Nico la miro atentamente, tratando de buscar algún signo de cansancio, pero para el Ivy se veía tan sana y hermosa como siempre. Aunque estaba triste.
— ¿Necesitas algo? Puedo ir a una farmacia o al hospital si te sientes mal.— Le ofreció y ella se negó.
La noche era fría, la vio temblar un poco y sobar su brazo derecho, pero intentar ocultar su incomodidad.
El hijo de Hades resoplo, Ivy siempre dejaba sus necesidades aun lado por los demás, incluso si se jactaba de que no le importaba la gente, pero saltaría al peligro por alguien que ni siquiera conoce para salvarlo. Es ese tipo de persona, ella es así, se pasa todo el día en la enfermería cuidando de todos los campistas. Es amable, y a Nico no le gusta demasiado eso, por qué no se preocupa lo suficiente por sí misma.
El pelinegro se quitó la chaqueta de aviador y la puso sobre los hombros de la hija de Poseidón.
La rubia la miro de reojo y llevo sus piernas hacia su pecho.
— Gracias.— Susurro Ivy, quien dejo caer su cabeza en el hombro del chico.
Nico tragó saliva y sintió sus mejillas calientes, se suponía que haga frío, pero empezaba a tener calor.
— Nico...— Lo llamo y este hizo sonar su garganta para indicarle que la estaba escuchando.—¿Tú podrías contarme sobre esa vez que estuviste en el Tártaro...?— Pregunto dudosa.
— Es un lugar horrible, Ivy.— Nico llevo sus ojos negros hacia los verdes almendrados de la chica.—¿Por qué querías escuchar sobre eso?
— Sé que aún tienes pesadillas sobre eso, yo.— Afirmó Ivy y Nico bajo la mirada al suelo.— Cuando dormimos juntos...— Intento explicar, pero se calló.—Quisiera saber más sobre ti.
Nico di Angelo soltó un suspiro antes de empezar a hablar, Ivy lo escucho en silencio en todo momento, atenta y en una aparente calma.
El Tártaro era un tema bastante delicado para Nico, como hijo de Hades él sabía atajos especiales para entrar y salir, pero eso no quita que tenía trece años cuando estuvo allí completamente solo.
Mientras buscaba las puertas de la muerte fue perseguido por todo tipo de monstruos, casi se lo comen dos veces y para el colmo de los colmos, termino siendo secuestrado por un titán, y encerrado en un maldito jarrón por días, sin oxígeno, sin comida, ni agua.
Lo ponía furioso, impotente y molesto por qué en ese tiempo era tan débil que no pudo salvarse a sí mismo.
La rubia ceniza estiró su mano en el césped hacia la de Nico, este lo noto y puso su mano arriba de la suya.
— Suena duró, debió ser difícil para ti...— Susurro Ivy al ver cómo los ojos de Nico se enrojecían.
— No fue para tanto. Me hizo más fuerte.— Nico le resto importancia, aunque se notaba que le ponía mal hablar del tema. Le temblaban las manos y se le oscurecía la mirada.
Ivy lo miro con seriedad, casi en gesto entre la preocupación y el enojo.
— Eras un niño, y aceptaste que esa podría ser tu última misión.— Apretó un poco su mano, y subió la mirada a los ojos de Nico.— Tenías trece años, lo único que debió hacerte fuerte en ese momento eran los vegetales y la leche.— Exclamó con rudeza.
Algo en la voz de Ivy le hizo bajar las murallas que había construido a su alrededor. Se sentía indefenso.
Le picaban los ojos y pronto se le vieron los ojos nublados.
— No se me permitía llorar, debía ser fuerte y seguir adelante.— Hablo en un tono de voz bajo, por alguna razón no podía dejar de hablar. Sentía que todos los secretos e inseguridades que mantuvo ocultos por años quería contárselos todos a ella.—Mi padre dijo que hubiera preferido que Bianca sobreviviera en vez de mí.— Susurro.
La mirada de Ivy se volvió más dura y tensa.
—Eso es por qué tu padre no es humano.—Expreso con rudeza, pero su mirada se suavizó cuando volvió sus ojos verdes al hijo de Hades.— llora si quieres hacerlo.
Nico se quedó sin aliento, hubiera querido que alguien le dijera que estar triste estaba bien, que llorar era normal y que podía hacerlo sin sentirse culpable. Después de todo lo que había pasado, todos esperaban que él siguiera adelante como si nada.
Pero nunca tuvo tiempo para estar de luto, para sanar sus heridas sin ser presionado por otra gran misión.
Podía llorar estando con Ivy, dejar salir todo su frustración y molestia.
Descansar en sus piernas y dejar atrás todo lo que aún lo atormentaba.
— Creo que por mi culpa también eres una rechazada...— Alcanzó a decir en un susurro, luego de más o menos una hora de completo silencio.
Nico descansa su cabeza sobre las suaves piernas de Ivy, mientras está acariciaba su cabello negro.
— ¿Lo dices por la profecía?— Dijo con apenas un hilo de voz.
— Puedes ver...— Se corrigió a sí mismo, por qué sabía que no debía hablar de eso.— Crees que se trate de nosotros, cómo los demás campistas.
Nico cambió su posición para quedar boca arriba, viendo las estrellas.
Y el pecho de Ivy.
— No, no somos nosotros.— Afirmó Ivy aun acariciando su cabello negro azabache con su mano derecha.— Tú no tienes de que preocuparte.
Le aseguro y Nico alzó la cabeza para ver su rostro bañado por la luz de la luna llena. La rubia ceniza desprendía un cálido brillo en la oscuridad y su cuerpo era caliente por naturaleza, Nico disfrutaba mucho de sus caricias y el tacto cariñoso de sus manos delicadas. Le gustaba mucho.
Era tan bonita que le quitaba el aliento. Cálida y suave.
Ivy era todo lo que necesitaba.
—Diablos.—Nico extendió su mano hacia la mejilla de Ivy.— Creo que me acabo de enamorar de ti otra vez.
Los ojos brillosos de Ivy se abrieron por completo, sus mejillas se tiñeron de rosa y una ligera sonrisa se alzó en las comisuras de sus labios rosados que demostraba auténtica felicidad.
Pero luego su expresión se transformó en una mueca compasiva.
— ¿Crees que miento?— Le pregunto Nico al notar su expresión.
Ivy lo miro sorprendida.
— ¿Qué? ¡N-no...! Es solo que...— Balbuceó, cerro su boca y bajo la mirada al chico en sus piernas.
—¿Qué tengo que hacer para que me creas? — Le cuestionó Nico.
Ivy no dijo nada, cosa que terminó lastimando a Nico. Él quería que ella creyera en el amor que le tenía, ahora eran pareja de forma oficial, pero no sabía exactamente cómo demostrarle que la amaba. Por qué él la amaba.
Y quería que ella también lo hiciera.
Él podría ganarse su amor.
— Me esforzaré para demostrarte que te amó.— Le aseguro Nico.
Ivy soltó una pequeña risa amarga, respiro hondo y suspiro.
Luego frunció el entrecejo y arrugó la nariz en gesto de molestia fingida.
— No digas tonterías, di Angelo.— La rubia apartó su mano de un suave golpe, apartó la mirada e inflo las mejillas apretando sus labios.
— Extrañamente, eso me gustó aún más.—Acepto en un susurro ronco, Nico paso su lengua por sus dientes superiores y sus ojos completamente oscuros reflejaban las estrellas en el cielo.— Me gusta verte molesta.
Ivy sintió las mejillas calientes, pero intento que no se notara sus nervios.
— Te estás volviendo fetichista.— Le acuso, sintiendo las manos ásperas y grandes de Nico acariciar sus mejillas.
— Ivy.— Le llamo el pelinegro.
— ¿Sí...?— Hizo sonar su garganta, confundida.
— Voy a besarte.— Afirmó, aunque luego se cohibió y sus mejillas pálidas se tornaron rojas.—¿Puedo?.
Me reía de los comentarios de Nico, no sé cómo terminamos hablando de eso, pero parecía que él ya nos había imaginado con una casita, hijos y un perro. Lo que era adorable y gracioso.
— Quiero 5 hijos.— Nico di Angelo reposo sus manos unidas sobre su abdomen, con la mirada fija en el cielo estrellado, aun con su cabeza recostada en mis muslos.— Aunque puedo cambiar de parecer si no quieres.— Mencionó con simpleza.
— ¡No puede ser...!—Dije entre risas.— ¿No preferirías un equipo de béisbol?—Pregunte con sarcasmo, pues estaba cerca del número de jugadores en un equipo de beisbol.
Me parecía un poco absurdo que alguien como Nico le gustará la idea de una familia tradicional.
— Sí, los cuatro primero tiene que ser niños, y la última una niña, así sería mi princesa.— Me explico Nico y debo aceptar que me pareció adorable.— Sería lindo tener una familia propia, ya lo había pensado, pero me gustaría hacerlo contigo.—Murmuró esto.
— ¿Quieres una familia conmigo?
— Quiero que tú seas mi familia.— Reconoció Nico.
Suspiré dejando salir humo caliente de mis pulmones.
— Estás muy sincero últimamente.
Ir al muelle a nadar por las tardes se volvió parte de mi rutina diaria, me hacía sentir mejor, a veces sentía que era una necesidad para mantenerme de pie. Esta vez mis amigas decidieron acompañarme, lo que agradecí por qué ya no pasábamos tanto tiempo juntas como antes (antes de Nico).
Lidia flotaba a la deriva sobre un flotador en forma de unicornio.
Jeong y Ana estaba salpicándose agua, ambas tenían chalecos salvavidas.
Al parecer era la única en mi grupo que realmente sabía nadar, no me sorprendía, así que solo me dedicaba a pasear a Lidia sobre su flotador gay.
Aunque la mente de Ivy estaba en otra parte, siendo más específica, pensado en cierto hijo de Hades.
— Esto es una tortura.—Alargue y Lidia levanto sus lentes oscuros para verla con una mueca.
— Ni que estuviera tan pesada.— Mustio ofendida.
— No habla de ti, se refiere a su novio yandere.— Le respondió Jeong desde la seguridad del muelle.
La hija de iris se distrajo un momento y Ana aprovecho para tomar la delantera en su guerra de agua.
— No puede ser tan mal novio.—Dijo Lidia antes de darle un sorbo a su piña colada sin alcohol.— Parece muy enamorado, y se preocupaba por ti.
La empuje hacia el muelle, para acercarnos a jeong y Ana quienes habían firmado un acuerdo de paz.
— ¡Nico no es un mal novio! ¡Y ese es el problema...!— Exclame antes de sumergirme en el agua, y empujar el flotador desde abajo.
Lidia callo al agua gritando que se le corría el maquillaje y se le iban a poner los dedos arrugados.
La hija de Afrodita si sabía nadar, pero fingía que no para que Ivy la paseara por el lago. Ivy lo sabía muy bien, así que decidió que debía darse un chapuzón, para que se le bajara el mal carácter que traía.
La rubia salió a la superficie y se rio al ver a la hija de Afrodita con el cabello mojado cubriendo su cara mientras gritaba algo sobre el pH del agua.
— Ya se volvió loca.— Bufo, Ana.
Al final, Ivy se apiadó de Lidia y la dejo subirse a su espalda. Por lo que ahora no era el motor de su flotador, sino su lancha privada. Subió de nivel.
— Espera, no estoy entiendo nada.— Soltó jeong extraña.
— Sí, ¿No es esto lo que querías?— Le cuestionó Ana.— Creí que estabas enamorada de di Angelo.
Ivy hizo una pequeña mueca.
Claro, que quería a Nico, estaba enamorada de él.
Pero no lo quería así.
— Él se esfuerza mucho, es muy insistente...— Murmuro.—Me lleva flores, aunque si pasa mucho tiempo sosteniendo las se marchitan, el pobre hizo tres viajes a la florería solo para traerlas. Me llevo a las playas que me gustan, aunque él las odie. — Dije con cierto pesar en mi voz, luego solté una pequeña risa.— Incluso me llevo a comer crepas en vez de McDonald's solo por qué sabe que no me gustan las hamburguesas.— Baje la mirada al agua, se veía turbia.—Él sabe tanto de mí que es aterrador.
Las chicas se quedaron en completo silencio, ni siquiera podía sentir sus movimientos en el agua, venir de su parte. Levanté la mirada y me percaté de que todas me miraban con cara de póker, casi con incredulidad.
— Acabas de describir al novio perfecto y eso es lo que te molesta ¿Estás loca?— Me cuestionó Lidia.
— ¡Es que si se comporta tan lindo solo hace que me guste más!
— Sigo sin ver el problema.— Me indicó jeong.
—¡Es que así es más difícil rechazarlo! ¡Cada vez que intento poner límites, él pone esa cara de cachorro triste y no puede decirle que no!— Solté en un tono exaltado. Golpee el agua con mi puño cerrado, pero esta se mantuvo firme como piedra.— ¡Incluso si lo golpeó..! Él me sonríe— Balbucee, esto último sonrojada hasta las orejas.
— ¿Por qué querrías rechazarlo? ¿Estás loca?— Me cuestionó Ana, antes de darme un golpe en la cabeza.
Me quejé por lo bajo y dije;
— Por qué él no es consiente de sí mismo o lo que hace, está hechizado por Afrodita.— Admití por lo bajo con cierta tristeza en mi voz.—Se siente como si abusara de él. — Susurré.
Jeong me miro preocupada, se acercó a mí en el agua y acaricio mi espalda consolándome con cariño.
— No sabía que te sentías tan mal.— Dijo en un tono de culpa.— Ivy...
Ana chasqueando su lengua y me miro con una mueca.
— Tú, abusar de él?— Bufo con incredulidad.—Lamento decirlo, pero ayer los vi juntos en el comedor, y tú pareces un borreguito listo para el matadero a su lado.— Me explico.
Hice una mueca, y la miré molesta.
— Gracias por tu sinceridad.— Solté con sarcasmo.
— De nada.—Soltó con genuina felicidad. La hija de Hécate tomo el brazo de jeong y la jaló hacia ella.— Y en noticias más importantes que tus quejas y complicada vida amorosa.— Me miró de arriba abajo con cierto fastidio y asco, yo hice una mueca ofendida. Ana sonrió— Jeong y yo estamos saliendo.— Exclamó.
La miré con la boca abierta.
— ¡Sorpresa...!— Dijo jeong entre risas nerviosas.
No lo dude y me avance sobre ellas para abrazarlas, felicitarlas.
— Se les notaba lo lesbianas a kilómetros.— Bufo, Lidia.
— ¡Que bien por ustedes! ¡Sabía que hacían buena pareja! — Exclame con una gran sonrisa. Mire a jeong—Son como pinkie pie— Mire a Ana.—... y la chica del aro.
Hazel se removió en su cama, abrió los ojos dorados y mientras su vista se ajustaba pudo ver a su hermano terminar de ponerse una camiseta blanca sin mangas, con el estampado de costillas pintadas de negro. Desvió su mirada al despertador y se percató de la hora, eran las siete de mañana.
Miro devuelta a Nico, quien terminaba de arreglarse. ¿Qué hacía Nico di Angelo despierto tan temprano?
— ¿Hermano? ¿Qué haces despierto tan temprano...?— Dijo apenas, aún adormilada.— ¿Tienes fiebre?
— No, estoy bien.
Hazel sonrió y volvió a recostar su cabeza de la almohada.
— ¿Adónde vas?— Pregunto mientras cerraba sus ojitos para dormir.
— Iré a pedirle matrimonio a Ivy.
— Suerte.— Soltó con simpleza.
Luego escucho la puerta de su cabaña, abrirse y cerrarse. Hazel abrazo su almohada, y volvió a dormir.
Minutos después abrió sus ojos de par en par, y se levantó de la cama de un saltó. Se tropezó, pero se levantó con extrema rapidez. Salió de su cabaña a toda velocidad, aun vistiendo su linda pijama de conejitos para detener a su hermano mayor de hacer algo muy estúpido. Aunque a Hazel le agradaba mucho Ivy, y esperaba que ella y Nico terminaran juntos. Así serían familia.
Nico caminó por el campamento buscando a Ivy, llevando consigo una canasta repleta de manzanas.
Ivy se levantaba con el sol, por lo que sabía que estaba despierta.
Localizo su aura, la vio caminar a en dirección a la cabaña de Atenea. Se veía tan linda, casi como un ángel.
Traía su cabello rubio cenizo en una trenza y llevaba puesta la camisa naranja del campamento, junto a unos simples shorts de mezclilla y zapatos deportivos. La amaba.
— ¡Oye, pecosa...!— Le llamo e Ivy se detuvo en su puesto.
— ¿Nico? — Dijo extrañada.
El hijo de Hades, camino hacia la chica en cuestión, se detuvo a una distancia segura y dejo la canasta de manzanas en el césped. Annabeth se asomó por el pórtico de su cabaña para ver la escena, ella había invitado a Ivy para revisar algunos libros en su cabaña (eso de que la hermana de percy fuera intelectual le gustaba mucho) y debía aceptar que ver al pequeño Nico di Angelo, ahora no tan pequeño, actuar como un loco enamorado se le hacía interesante. La verdad es que toda la situación era digna de analizar.
Nico tomó una manzana y con total naturalidad se la lanzó a la chica. La fruta chocó contra su brazo y cayó al suelo, aturdida, la hija de Poseidón miró totalmente confundida a su supuesto novio semidiós.
Nico no parecía muy arrepentido.
Miro incrédula como el pelinegro le sonreía con cariño mientras tomaba otra manzana.
¿Eh...?
¿Qué es esto?
Pensé que Nico se había vuelto más cuidadoso con ella. Era normal el juego rudo, solemos golpearnos a menudo, pero mi relación con Nico se había vuelto más amable y delicada
¿Por qué me lanzaste una manzana?
—¿Nico...?—-Pregunto confundida tanto que apenas podía hablar, soltó un jadeo cuando recibió otro golpe con una manzana.—-¿Nico? ¡Por los dioses! ¡Qué diablos te pasa...!—Gruñó cuál felino fastidiado.
El hijo de Hades no pareció prestarle demasiada atención y cuando le lanzó la cuarta manzana, Ivy vio cómo su mirada inocente y ansiosa similar a la de un cachorro se clava en el piso.
Él parecía esperar que la recogiera.
¿Espera que las tome? Se preguntó a sí misma.
— ¡Espera Ivy...!— Grito Annabeth, bajando de un salto del pórtico para correr hacia ella. — ¡No recojas––
Ya era muy tarde, antes de que al pelinegro se le ocurriera lanzarle otra manzana, la rubia cenizo recogió una de las frutas en el piso, analizándola como si fuera algún tipo de libro o código. Antes de que pudiera llegar a una conclusión, sintió como el chico dejaba su mano sobre su cabeza acariciando su cabello.
Ivy subió la vista y entrecerró sus ojos, encontrándose con los deslumbrantes orbes obsidiana de Nico.
¿Qué le pasa? ¿Por qué parece que está brillando?
—¿Que está mal contigo? —Espeto de forma ruda, confundida por las acciones extrañas del chico.
Antes de obtener una respuesta, sintió los labios fríos de su novio chocar de forma deseosa contra los suyos. Un beso tan intenso y demandante que sintió sus piernas flaquear, y antes de darse cuenta ya estaba en el suelo.
Nico la abrazo y beso por todo el rostro, dejándola estática.
— Me la estoy pasando bien raro.— Dijo extrañada. Hasta ahora Nico no la había besado de esa forma, cómo si quisiera comérsela.— ¿Qué pasa?
— Te acabas de comprometer, genio.— Exclamó Annabeth, con la respiración entre cortada por haber corrido una larga distancia.
— ¿Espera? ¿Qué?
—¡Espera! ¡Nico! ¡No puedes pedirle matrimonio a Ivy! — Grito Házel sin aliento, llegando al lugar igual de agitada que Annabeth. Tanto que callo de rodillas, tratando de recuperar el aliento.— Son muy jóvenes...
— Muy tarde.— Le indico Annabeth y Hazel se echó en el pasto derrotado.
Ivy miro a Nico consternada.
— Pero solo llevamos 48 horas siendo novios.— Le recordó exaltada.
Percy paso los siguientes 30 minutos regañando a Ivy, primero por hacerse novia de Nico y segundo por aceptar comprometerse en menos de dos días de relación. La rubia estaba sentada sobre su cama, escuchando como la cara de alga se quejaba, estaba incluso más alterado de lo que ella estaba.
Y bueno, era ella la que podía terminar casada en menos de una semana. Nico era bueno para convencerla de hacer cosas que normalmente no haría.
Si le decía que irían un por un helado y terminaban en las Vegas casándose en una capilla, siendo oficiada por un imitador de Elvis Presley. No habría mucho que ella pudiera hacer, si le ganaba el sentimiento terminaría diciendo que si ¿Qué podía decir? Era una mujer pasional, si Nico decía las palabras correctas estaría lista.
—¡¿Por qué estás tan tranquila?! ¡Tienes 17 y estás comprometida!— Percy comenzó a caminar en círculos en el interior de la cabaña.—¿Quién le dirá a papá? Va a querer oficiar la boda, luego Hera también querrá hacerlo por qué ese es su trabajo, entonces Afrodita va a meterse, la discusión será infinita.— Empezó a divagar.
Ivy noto su nariz húmeda, tanteo su labio superior y al mirar sus dedos los encuentro llenos de sangre. En ese preciso instante empezó a sentirse mareada, supo que tendría otro de sus ataques cuando su sangre empezó a arder dentro de sus venas.
— Tengo que ir al baño.— Balbuceó Ivy y se levantó de inmediato.
Demasiado rápido por qué sintió su mundo girar a su alrededor.
— Aún no he terminado, señorita.— Bufo percy, abochornado.— Si no soy el padrino, no quiero nada.— Resoplo.
Percy miro a su hermana tambalearse hasta el baño, primero pensó que ella estaba bromeando o exagerando, pero cuando la vio caer al suelo como peso muerto se alarmó completamente.
— ¿Ivy? ¿Ivy que pasa?— Grito percy, aproximándose rápidamente hacia su hermana, que estaba reducida en el suelo. Le dio la vuelta con cuidado y noto la expresión de intenso dolor en el rostro de su hermana, su pequeña nariz estaba sangrando tanto que su camisa estaba manchada de sangre.
—Estoy bien, estoy ...— Ivy alargó un grito de dolor que se continuó con un lloriqueo de dolor.— Arde, me está quemando.— Empezó a removerse intentando quitarse la camisa.
Percy aunque no le gustará al verla de esa forma, la ayudo a quitarse romper su camisa, dejándola solo en sostén deportivo de color negro cubriéndola.
El hijo de Poseidón se paralizó al ver cómo las costillas de su hermanita brillaban en un intenso color dorado a través de su piel, las venas de su cuerpo empezaron a teñirse a lo largo de dorado a lo largo de su cuerpo hasta llegar a su rostro. Sus dientes se apretaron cómo si aquello le causara el máximo dolor y la sangre de su nariz empezó a manchar sus mejillas al caer por los costados de su rostro.
Su cuerpo estaba tan caliente que podría tener 40 grados de fiebre fácilmente y gritaba como si se quemara por dentro.
Entonces percy reaccionó.
— ¿Ivy? ¿Qué puedo hacer? ¡¿Quieres que te lleve a la enfermería!?— Dijo Percy Jackson con una voz temblorosa y llena de miedo, alarmado por ver a su hermanita sufrir. Se le estaban llenando los ojos de lágrimas, estaba desesperado — ¡¿Qué puedo hacer por ti?! ¡¿Qué te está pasando Ivy!?
— Agua, llévame al agua.— Pidió entre gritos y lloriqueos.
El de ojos verdes la cargo aunque su cuerpo estuviera tan caliente que le resultaba insoportable tocarla. Y sin pensarlo la dejo caer en la fuente, agua que se encontraba en el centro de su cabaña. El cuerpo de Ivy se hundió hasta el fondo, percy se sostuvo de la fuente y fijo su vista en su hermana esperando que volviera abrir los ojos.
— Ivy...— Su voz salió en un hilo tembloroso, tenía los ojos llenos de lágrimas y el corazón adolorido.
No sabía lo que estaba pasando.
Reflexionó todas las posibilidades para que Ivy se pusiera de esa forma.
¿Estaba enferma?
¿Era esto una parte de la profecía?
¿Una maldición?
¿Acaso se le había pasado la mano con la ambrosía y néctar y ahora estaba siendo literalmente calcinada?
¿Volvería a despertar? ¿Su hermana estaría bien?
La acaba de conocer, aún no habían ido a pescar. Aunque luego dejarán ir a los pobres peces. Tampoco le había presentado a su madre, padrastro o su hermana menor Estelle Blofis.
¿Acaso...? ¿Ivy iba a morir?
La rubia ceniza abrió sus ojos verdes almendrados de golpe y sentó en de un salto en la fuente. Salpicando agua por todos lados en el proceso.
Respiro hondo como si hubiera está conteniendo la respiración todo este tiempo debajo del agua. Ivy lo miro entre sorprendida y aliviada.
— Este fue el más fuerte.— Admitió.
Percy abrió la boca, pero apenas logro salir un lastimero gemido.
— Está bien, percy. — Aunque Ivy tenía el rostro lleno de sangre y una palidez enfermiza le sonreía como si todo estuviera bien.— Estoy bien.
— N-no... No digas eso.— Apenas podía hablar, sentía que la vida de Ivy se le escapaba de entre los dedos y él no podía hacer nada para ayudarla.— ¡No digas que estás bien, por qué no lo estás...! ¡Dioses, Ivy! ¿Qué está? ¿Que te está pasando?— Pronunció Percy con esfuerzo, cómo si el nudo en su garganta le impidiera hablar.
Percy mantuvo la mirada en los ojos de su hermana, quien hizo el amago de limpiar su nariz con su antebrazo.
Ivy bajo la mirada.
— ¿Recuerdas cuando Apolo vino al campamento...?— Le pregunté y Percy asintió con la cabeza.— Bueno, no solo vino a hablarme de mi madre...—Dijo Ivy con fastidio, sumergiendo más su cuerpo en el agua.— Apolo vino aquí a decirme que soy su campeona.
Y ella sonrió, a pesar de que sus dientes estaban manchados con su propia sangre. Percy siento que se ahogaba, eso no estaba bien, cuando un semidiós se involucra con un dios las cosas nunca terminan bien.
— ¿Y qué...? ¿Qué significa eso?
El héroe del Olimpo contuvo el aliento al ver a Ivy tantear con su cabeza.
— Básicamente, que me estoy muriendo.
— ¿¡QUE!?
Percy Jackson estaba sentado en el suelo, dándole a la espalda a la fuente, con las rodillas contra su pecho y la mirada fija en la puerta. En el caso de Ivy Arvanitis, aún seguía en el agua con los brazos recargados del filo de la fuente y los ojos fijos en su hermano.
La hija menor de Poseidón estuvo explicándole toda la situación, desde haber sido congelada por una diosa loca hasta su nueva enfermedad.
Incluso le dio a entender sobre su poder, y le aclaro la duda de porque ahora usaba guantes todo el tiempo.
El pobre Percy tuvo un pequeño ataque de pánico, pensó que las profecías y maldiciónes habían acabado para el. Pero aquí estaba.
Empezó a sudar como loco y necesito unos minutos para calmarse.
— ¿Qué vamos a hacer?— Dijo Percy llevando sus manos a la cabeza.
— Ya sé qué hacer.— Le aseguró, y él la miro preocupada. — Promete que no le contarás a nadie.— Pidió Ivy.
Por alguna razón le creía.
— Lo prometo por la lagun—
— ¡No! ¡Eso es siniestro! — Le regañó y saco su mano del agua para darle el meñique.— Promételo por la garrita.
Percy se mantuvo serio y al final soltó una pequeña risa amarga. Entrelazó su meñique con el de su hermana.
— Lo prometo.
Hola chicos y chicas.
Espero que les haya gustado el capítulo.
Voten y comentén, si les gusto.
Otra vez, lamento la tardanza. Si notan que hay un capítulo en edición es por qué no me convencía una de las escenas y decidí cambiarla.
Aclaración:
En la antigua Grecia era costumbre lanzarle una manzana a alguien , normalmente a una mujer, para proponerle matrimonio y si esta la tomaba daba su consentimiento al comienzo de la relación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top